Se nos da bien odiarnos | Sup...

By ChicadeOtroRollo

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El prestigioso National City High School siempre contó con la excelente Kara Danvers, profesora de literatura... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35 [Epílogo]

Capítulo 10

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By ChicadeOtroRollo

El día de Acción de Gracias fue todo un caos para la familia Danvers, pues faltaban cosas por decorar y comida por comprar. Este año contaban con dos personas más en la mesa de esta noche: Sam y Ruby. Cosa que se le olvidó a Eliza con todas las cosas que tenía en la cabeza. El comportamiento de Kara era una de ellas, por no decir la más importante.

Por mucho que su hermana pelirroja intentara relajar a su madre en toda la mañana, no podía parar de preguntarse en lo que estaba pasando su hija adoptiva. Estaba más ausente y callada de lo normal. Es más, parecía que alguien había muerto a la hora de comer porque Kara no soltó ningún comentario ni alegrándose del día ni quejándose del trabajo como hacía últimamente.

Por supuesto, Alex lo intentó toda la tarde con la insistencia de su madre, pero la rubia solo respondió que no pasaba nada. La pelirroja no insistió y, aunque quería mucho a su hermana, estaba más centrada en lo de esta noche por Ruby y Sam que otra cosa. Estaba tan nerviosa y ansiosa de que quería que todo estuviera perfecto y se le ocurrió mandar a su hermana junto con su madre a hacer las últimas compras que faltaban mientras ella terminaba de decorar.

.

—¿Kara? —le llamó la atención Eliza por segunda vez—. Hija, ¿segura que no te pasa nada?

—No, mamá. De verdad... —suspiró la rubia como respuesta, pero Eliza sacudió la cabeza.

—Mi niña, no quiero ser una molestia, pero estoy muy preocupada —le tocó el brazo con cariño haciendo que Kara levantara la cabeza de la lista de la compra—. Te he preguntado si querías una tarta de calabaza o brownies de chocolate para el postre y has encogido de hombros. Tú me habrías respondido las dos cosas... —susurró apenada, pero Kara nuevamente negó y sonrió.

—Mamá, en serio. Estoy bien. Solo que estoy estresada porque he mandado mucho trabajo a mis alumnos y ahora tengo que corregir el doble este fin de semana, nada más —se excusó con una mueca y Eliza asintió dándose por vencida.

Sabía que algo andaba mal. Aunque no fuera su madre de toda la vida, era como una hija para ella y la conocía como si la hubiese parido. No le consoló la excusa que puso. Al contrario, la preocupó más. Eso lo dijo cuando su última exnovia, Kate, la dejó por otra mujer, pero tampoco iba a agobiarla. Seguro que cuando llegara el momento se lo contaría.

La rubia se separó de su madre para ir por los postres mientras que ella se encargaba de los últimos picoteos. A decir verdad, no paró de pensar en Lena en ningún momento desde que discutieron ayer. Intentó no darle tanta importancia, pero no podía evitarlo.

Aunque la pelinegra había sido cruel, ella había sido una sanguinaria. Lo supo por su última mirada llena de dolor e ira que le echó antes de marcharse por la puerta. Estaba en un sin vivir sin saber la razón, de por qué ella estaba así, por qué había reaccionado de tal manera si ella no paraba de decirle que no le importaba lo más mínimo y posiblemente nunca lo sabría porque la pelinegra había dejado claro que había roto la relación.

Suspiró agarrando el carro con fuerza y anduvo rápidamente, como si correr fuera a despejar su mente mientras observaba las ruedas girar, pero tuvo la torpeza de chocar con el carro de otra persona en un cruce del pasillo, ganándose un quejido de la mujer.

—Oh, Dios mío, lo siento mucho —se disculpó Kara inmediatamente mientras la señora agitaba la cabeza.

—¿También iba a por la última tarta de calabaza? —hizo una mueca y la rubia levantó la cabeza hacia la dirección de los postres.

—Podría decirle que sí, pero no fue la razón por la cual choqué con usted —contestó con sinceridad volviendo su mirada aquella mujer y esta ladeó la cabeza sin comprender—. Es decir, estaba distraída con mis cosas que no me fijé en el camino. Lo siento mucho —se disculpó nuevamente y la señora sonrió.

—Solo si me deja la última tarta de calabaza —bromeó para el alivio de Kara.

—Claro, por supuesto. Hasta le haría una si hiciese falta —se echó a reír liberándose de toda la tensión y más cuando la mujer mayor la acompañó.

—Es muy amable, pero hacerlo se tardan horas y necesito la tarta en cuanto antes o si no mi hijo llorará y no habrá quién le aguante ya que es su preferido —le dedicó una sonrisa mientras avanzaba hacia los postres y Kara la siguió ya que ella también iba a comprar.

—¿Es pequeño? Su hijo, digo —la charlatana profesora Danvers había vuelto.

—Oh, no. Sí que es joven, pero, aunque no sepa su edad, seguro ronda cerca a la tuya. Yo ya estoy cerca de los sesenta —respondió con tranquilidad para después coger la tarta.

—¿En serio? —frunció el ceño sorprendida mientras ella cogía los brownies y la señora alzó la ceja, preguntando no verbalmente que significaba esa mirada—. Perdóname por mi atrevimiento, pero parece más joven de lo que aparenta.

—Ay, Dios mío, ¿quiere ser mi nuera? —preguntó con gracia haciendo que la rubia juguetease con las gafas por el alago—. En serio, ya me cae fenomenal —abrió la boca, sacando una fuerte carcajada y Kara sonrió ampliamente.

—Ojalá, pero... —hizo una mueca con los dientes ladeando la cabeza de un lado a otro—, me gustan las mujeres —entrecerró los ojos con duda, pues no conocía a la señora y temía que fuese de aquellas que Dios castigaban. Para su alivio, la mujer no dejó de sonreír y más cuando siguió hablando.

—Oh, por eso no se preocupe. También tengo una hija que... bueno... Ama a las personas independientemente de todo —soltó sin tapujos haciendo que Kara se riera sorprendida al ser una mujer tan abierta—. Debo confesar que es un poco testaruda, muy privada e indomable, pero en el fondo es un amor. Y muy guapa, por cierto —añadió rápidamente antes de sonreír—. Es más, se la voy a presentar —se giró con entusiasmo en busca de su hija, pero Kara borró su sonrisa pensando de que era una broma, pero al verla decidida, rápidamente toqueteó su brazo con confianza llamando su atención.

—Oh, no, por Dios. No quiero que la asesine ni nada por el estilo —bromeó y la señora se echó a reír, asintiendo—. Si me ha dicho que es muy privada e indomable y muy guapa además de ser un amor seguro que es que no quiere que se metan en su vida y menos que le consigan pareja porque no tendría problemas en hacerlo, ¿no cree? —hizo una mueca y la mujer asintió, mirándola fijamente.

—Buena observación. Además de encantadora, es lista —suspiró pesadamente dirigiéndose nuevamente a su cesta de la compra—. Ojalá mi hija conozca a alguien como usted después de...

—Mamá.

Kara se congeló. Giró su cabeza al pasillo donde provenía esa voz. Aquella voz que había escuchado a lo largo de estos últimos meses. Miró de reojo a la señora que tenía puesta una sonrisa brillante mientras observaba como el cabello largo y negro aparecía por el costado. No pudo tener tan mala suerte que no se había encontrado a una mujer amable cualquiera, sino a la madre de nada más ni nada menos de Lena Luthor.

—Cariño, tengo la tarta de calabaza —alzó el postre y lo dejó nuevamente en el carrito—. Esta amable señorita me lo ha concedido. Ojalá te enganches a ella porque... —abrió la boca, pero la cerró inmediatamente y frunció el ceño nada más ver su mirada fulminante.

—Antes me engancho del cuello —gruñó de mala gana y las cejas de su madre se arquearon de sorpresa mirando a aquella rubia—. ¿Qué haces hablando con mi madre? —preguntó tranquilamente, ignorando a Lillian para acercarse a ella, pero Kara no contestó—. ¿Te comió la lengua el gato o eres tan tonta que no sabes procesar la información? —se burló cruzándose de brazos y Kara puso ojos en blanco.

—Oye... —intentó su madre cogiendo de su brazo con el ceño fruncido, pareciendo enfadada, no entendiendo por qué estaba siendo tan hostil con aquella pobre chica, pero la rubia habló agitando la mano.

—No se preocupe, estoy acostumbrada.

Contestó secamente haciendo que la señora mayor se sorprendiera más. ¿Su hija había utilizado ese lenguaje anteriormente con ella? Arrugó la frente observando las miradas fulminantes de ambas. Entonces supo que las dos se conocían, pero quería saber el por qué para tener una gran razón para regañar a su hija. Quizá la rubia era una mujer problemática detrás de esa carita de ángel y no se quiso adelantar, apoyando a su hija en estos momentos.

Y Kara lo único que pensó fue: ¿qué no le dirigiera nunca más la puta palabra? Que bipolar era la señorita Luthor. Bueno, en cierto modo, ella fue quien le volvió a hablar, así que había un vacío legal en ese comentario. Sin embargo, intentó no mencionarlo y sacudió la cabeza rápidamente.

Se sintió idiota de haber estado tan preocupada después de lo que pasó entre ellas que quería arrancarse el cerebro. Parecía que no le afectó tanto como creía cuando no abandonó su actitud arisca y estúpida, hablándole como si no hubiera pasado nada, como siempre hacían entre clases, pasillos y cafetería.

Y claro, al no estar en el instituto, no iba a quedarse corta si Lena le insultaba o la trataba como una idiota, aunque primero prefirió ignorarla.

—Disfrute de la tarta y tenga un buen Acción de Gracias —terminó Kara que se dispuso a andar, pero Lena se puso en medio, cogiendo su carrito y frenándola con las manos.

—¿Estás sorda? —preguntó de mala gana, pero Kara sacudió la cabeza con desdén.

—Solo te ignoro.

—¿Cariño? —Eliza apareció por detrás de la rubia, preocupada al oír un poco el hilo de la conversación, aunque realmente no escuchó nada—. ¿Mi hija ha causado algún problema?

—No.

—Sí —respondió Lena a la vez que su madre y Lillian cambió su rostro, tensando la mandíbula al ver a su hija siendo una niña contestona.

—No sé lo que ha pasado, pero lo siento muchísimo —se disculpó inmediatamente Eliza aun así.

—Podrías aprender un poco de tu madre que sabe disculparse, aunque no sepa muy bien por qué —escupió Lena haciendo que Kara tensara la mandíbula, no pudiéndose aguantar.

—Y tú de la tuya que es amable sin conocer mucho a la otra persona —gruñó Kara de mala gana.

—Idiota —insultó sin poder contenerse y la rubia se aferró al carro.

—Imbécil —le contestó la rubia inmediatamente haciendo gruñir a la pelinegra.

—¡Kara! ¡Lena! —gritaron las dos madres enfadadas al unísono, pero luego se miraron con la frente arrugada—. ¿Lena? ¿Kara? —preguntaron a la vez mientras observaban a sus hijas.

—¿Lena Luthor? ¿La profesora de arte? —preguntó Eliza mirando a la pelinegra, ignorando la fulminante mirada que le echaba a su hija.

—¿Kara Danvers? ¿La profesora de literatura? —cuestionó Lillian un poco más enfadada, mirando a su hija y a la rubia, ignorando toda la tensión de su cuerpo que tenía encima al observar a Lena.

—¿Le hablaste de mí? —preguntaron ambas mujeres a la vez como si fuera un reproche.

—Ahora todo cobra sentido... —susurró Eliza y Lillian asintió en de acuerdo.

—¿Tanto te importo que le cuentas mi existencia a tu familia, idiota de pacotilla? —gruñó la pelinegra señalándola con el dedo.

—Como si tú tampoco lo hicieras, bruja estúpida —le respondió Kara con furia.

—¡Chicas! —gritaron sus madres a la vez, interponiéndose en sus caminos porque estaban llamando la atención y sentían vergüenza infinita por aquellas dos. Ambas se callaron, pero no dejaron de matarse con la mirada.

—Tenía entendido de que no tenéis una buena relación —miró a la madre de Kara que asintió—, pero otra cosa es que te comportes como una adolescente inmadura perdiendo los estribos por tonterías —soltó Lillian sin tapujos cogiendo a su hija del brazo la cual ignoró completamente a su madre y gruñó al ver la sonrisa de Kara insinuando que ella tenía razón, pero Eliza la cogió del brazo también y tiró de ella.

—¿Y tú desde cuando te comportas con tanta insensatez? Se supone que eres profesora que todos deberían tomar ejemplo, no una cría de siete años lloriqueando por dos palabras —regañó Eliza haciendo que la rubia borrara su sonrisa mientras miraba a su alrededor como algunos padres miraban junto a sus hijos pequeños.

—Pero... —intentaron las dos, pero Lillian y Eliza sacudieron la cabeza mientras ponían ojos en blanco y ambas cerraron la boca de nuevo.

—Lo siento mucho por mi hija. Me sorprende que le hable así a alguien, de verdad —comenzó la madre de Kara en un suspiro, pero la mayor de los Luthors sacudió la cabeza.

—Para nada. Yo creía que mi hija era una señorita y podía ocuparse de sus propios problemas, hablando con madurez y respeto —habló Lillian mirando a la pelinegra, mostrando decepción—, pero obviamente nunca está a la altura. Jamás lo está.

Esas palabras hicieron que Lena tensara la mandíbula y agachara la cabeza. Kara, que debería de alegrarse y cantar victoria, se sorprendió al verla tan sumisa ante la actitud de su madre.

Pensaba que ella lo tenía bajo control con todo y todos, como demostraba siempre sin importar qué se llevaba por delante, sin que le importara nadie, pero aquellas palabras escupidas por su madre claramente tenían un trasfondo y lo supo nada más observar a esa mujer mayor que dejó de ser amable para convertirse en una señora increíblemente fría. Con mano dura. Con una mirada penetrante.

Como era Lena cuando regañaba a sus alumnos.

—Toma, Kara. Espero que disfrutes de la tarta —Lillian cogió el postre con las manos mirándola a los ojos con seriedad, como si estuviera avergonzada de su hija. Kara la miró por encima del hombro, viendo como Lena se giraba hacia la dirección opuesta, como si estuviera dispuesta a marcharse y huir de ahí.

—No —susurró la rubia rechazando su oferta—, la verdad es que me gustan muchos más los brownies. Son mi postre favorito. Y, además, no quiero dejar a su hijo sin postre preferido —bromeó intentando calmar la tensión y, por su parte, Lillian asintió mostrando una pequeña sonrisa dando las gracias.

Pero la rubia arrugó la frente porque observó como Lena, al escuchar aquello, apretó lo puños y anduvo la primera hasta desaparecer sin despedirse siquiera. Kara la observó hasta el último movimiento de cadera, pero no dijo nada después de que ambas familias se despidieran con un "lo siento".

No la conocía de nada, pero después de esto... quizá la entendía un poco más, deduciendo y sacando a la conclusión de que ella era así por su madre. O quizá por su hermano porque, después de su mención, parecía que fuese como si la gota colmara el vaso. Dio por seguro que fue relacionado con su familia. Y no estaba lejos de acertar.

La pelinegra abandonó el supermercado sin ni siquiera decírselo a Lillian que continuó comprando. Al principio le entró rabia porque se suponía que habían venido de compras por ella porque quería comprar los últimos ingredientes de la cena que la pelinegra iba hacer, no para complacer a Lex, su hermano. 

Luego pensó en que su madre, a pesar de regañarla como si fuera una cría de once años, tenía razón. Alguna que otra vez habló de Kara, pero vacilando de que la tenía bajo su dominio. Sin embargo, esto demostró todo lo contrario y que todo el control que le había enseñado su madre fuese para nada, dando a entender de que los Luthors tenían razón con ella. Jamás había perdido los estribos como dijo su madre, pero la rubia era una mecha imparable que no podía apagar.

Después pensar en todo lo que ha sucedido hoy, quería arrancarse la memoria para no recordar, porque, a pesar de todo, había sufrido la humillación por parte su madre y, aunque no fuese la primera vez y no le importaba en absoluto, lo detestaba por hacerlo delante de la rubia; de la persona que más odiaba.

Si antes se metía con ella, ahora sabía que Kara lo haría el doble por esta situación. Quería golpear todo lo que se encontraba a su paso como si de verdad fuera una adolescente inmadura, intentando no llorar de la rabia y de la impotencia.

.

—Kara, sabía que os llevabais como el perro y el gato, pero pensaba que yo era la que tenía peleas de adolescentes —se burló Ruby con una sonrisa sacando una carcajada a las mujeres presentes y haciendo que la rubia se avergonzara más por tal situación—. ¿Y la profesora Luthor no hizo nada más? ¿Se marchó sin decir adiós?

—Exacto —continuó Eliza sacudiendo la cabeza y terminando de contar la anécdota—. Y la verdad es que tampoco me sorprendió después de saber que era nada más ni nada menos que Lena Luthor. Pensaba que Kara estaba exagerando cuando se quejaba de ella; su actitud infantil, protestona y a la vez estricta, seria y blablablá, pero indudablemente tenía razón. Además, a decir verdad, su madre era un clon... Fue muy cortante con ella, puede que... —susurró la madre, pero su hija la paró.

—Mamá, basta. No quiero que ella sea tema de conversación. Disfrutemos del postre de una vez —cogió el tenedor con fuerza y su madre la miró entrecerrando los ojos.

—¡Si has empezado tú, embustera! —interrumpió la pelirroja con una sonrisa burlona antes de que lo hiciera su madre, como si estuviera leyendo sus pensamientos. Kara rodó los ojos mientras bebía sorbitos de su zumo—. Es más, tú hablabas todos los santos días de ella cuando venía a comer o por videollamada con mamá, de que era la única que te hacía ponerle pegas al trabajo. Esos días insufribles que tenías ganas de tirarte por un barranco y ahora, de repente, no quieres ni desahogarte. Incluso la defiendes de que estabais un poco tensas desde antes. ¿No será que la Luthor esa te ha podido al fin y te ha comido la lengua?

—Alex —tosió ante la inesperada pregunta y todas se echaron a reír mientras Kara se enfurecía más— no es eso. Es que me he dado cuenta de que esa mujer no se merece ni nombrarla, así que dejad el tema porque si no me voy a casa con mi perro que por lo menos él solo ladra.

—Al menos te veo un poco más animada... —susurró su madre haciendo que la rubia levantara la cabeza—. Es decir, esta mañana parecías un ente sin alma, como si te hubiera pasado algo, pero tu charla con Lena Luthor parece que activó tu cuerpo. Quizá no sea tan mala que te anima sin darte cuenta, pero te cuesta admitirlo porque dices que la odias —y ya era lo que faltaba, que su madre también se sumase a las burlas de su hermana.

—¿Te imaginas que se ha dado cuenta de que está enamorada y por eso ahora la defiende tanto, cielo? —preguntó Sam acoplándose en el brazo de Alex con una sonrisa tierna y la pelirroja se echó a reír. Lo que más le faltaba aún, que su futura cuñada también entrara el juego.

—Wow, eso sería un bombazo que hasta saldría en la portada del periódico del instituto. "La profesora Danvers y la profesora Luthor muestran que se odian, pero en realidad se aman en secreto" —y el colmo de los colmos que su alumna favorita también lo hiciera.

—¡Ruby, ni se te ocurra expandir una mentira como esa! —regañó Kara intentando no cabrearse ni perder los modales y todas la miraron sorprendidas con una sonrisa. Antes Kara solo era una pequeña chispa, pero ahora parecía una llama viva—. Y no la estoy defendiendo. Simplemente que he malgastado saliva suficiente y no quiero desperdiciar más mi tiempo hablando de ella —se defendió hincando el tenedor en el brownie.

—¿Y sí...? —Alex alzó las cejas, pero Kara golpeó la mesa con el tenedor y luego la señaló.

—Te arranco la lengua, te lo juro —amenazó con furia, pero no sabía si lo hacía de manera graciosa porque la pelirroja se echó a reír.

—Anda, deja de molestar a tu hermana... —Sam cogió su mano tiernamente y Alex sucumbió a sus encantos.

—Porque ella me lo pide... Sino haría que Lena se convirtiera en tu droga —se burló su hermana haciendo reír a su madre, pues ella sabía perfectamente que su hija pelirroja sería capaz de hacerla irritar hasta cansarse si no fuera por su novia.

—Lena ya es una droga —admitió Kara cogiendo otro trozo de brownie y luego la miró—, pero de las malas que te hacen pudrir tu vida.

—No tienes remedio, Kara —se echó a reír su madre y la rubia al fin suspiró cuando cambiaron de tema.

.

La noche llegó a su fin donde Sam, Ruby y Alex abandonaron la casa de la mayor de los Danvers mientras Kara y Eliza se quedaban limpiando. Su madre intentó sonsacar más información a su hija, pero esta sentenció de que no iba a perder más tiempo hablando de Lena. Lo había dejado claro y la madre no insistió porque tampoco quería que se enfadara con ella.

A decir verdad, tenía curiosidad. ¿Cómo unas palabras tontas le hacían irritarse tan rápido? Conocía a su hija a la perfección; ella, en la situación del supermercado con otra persona, se habría disculpado amablemente, se habría reído intentando calmar la tensión o habría ido en su busca como mediadora. Sin embargo, peleó cual niña pequeña a pesar de tener treinta años.

Puede que Alex pensara lo mismo, puede que incluso Sam y Ruby que no la conocían tanto, pero aquella rubia había cambiado en estos últimos meses (buenamente hablando, sacando su lado travieso y feroz), aunque parecía que Kara era la única que no se daba cuenta. 

Y todo por Lena Luthor.

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