Moa.
Un suave zarandeo estremecía mi cuerpo haciéndome poco a poco consciente del clima frío que me rodeaba, me removí sobre mi lugar soltando un suave quejido debido al dolor de estar en una sola posición queriendome cubrir con lo que parecía ser una cobija.
— Moa. —Escuchaba una voz grave susurrarme con tanta dulzura que eso a mí me hizo soltar un suave quejido malhumorado.
— A ver quítate. —Escuché otra voz, apreté con fuerza mis ojos, una mano me tomó por el hombro para estremecer mi cuerpo con fuerza seguido de una cachetada en mi mejilla.— Despiertate, babosa.
Abrí mis ojos como plato exaltandome en el lugar mirando a mi al rededor, Daniel era quien me había dado la palmada, Robert estaba detrás con una expresión de sorpresa.
Erin rió más luego le dio un golpe a su novio.— Que grosero eres.
— Es que nunca iba a despertar si Rob seguía hablandole con dulzura. —Explicó Daniel a la más alta.
Fruncí mi ceño con molestia aunque no duró demasiado pues fui consciente del ardor de mi mejilla. Alcé mi mirada a Robby quien se acercó a mí, abrió la puerta del copiloto para luego ayudarme a salir.
— ¿Llegamos? —Negó.
— Falta todavía, pero no queda lejos, según Tom una hora.—Dijo mientras me tomaba por la cintura momentáneamente para guiarme.
Miré a mi al rededor mientras me frotaba los ojos, los demás estaban estirandose, haciendo crujir sus huesos después de estar horas en una sola posición.
— Hicimos una parada, es la segunda que hacemos, te desperté suponiendo que tal vez querías ir. —Explicó regalandome una sonrisa pequeña.
Asintí con calma, volví mi mirada al frente para encontrarme con la orilla de la carretera, habían unos cuantos autos transitando en los carriles. El cielo comenzaba a iluminarse, sonreí.
— Hace frío. —Dije abrazandome a mí misma al momento en el que una ventisca corrió.
— Sí, subí los vidrios para que estuvieras en calor y cuando nos detuvimos los bajé pero te dejé mi chamarra.
Volví mi mirada al auto, ahí estaba su chamarra, sonreí.
Me di media vuelta avisando que iría al baño, Bonnie estaba con Emma hablando sobre algo, yo solo saludé dándole los buenos días antes de entrar a un cubículo y hacer mis necesidades.
Me tomé el tiempo de lavar mi rostro así como acomodar mi cabello correctamente, por alguna razón Tom vino a mi mente haciendome caer en cuenta de que había venido solo.
Me volví a Emma uniendome a la conversación de ella y Bonnie, cuando estuve cerca dejé caer mi cabeza en el hombro de Bonnie quien con cariño dejó caer la suya contra la mía.— ¿Dormiste bien corazón?
Yo asentí por su pregunta.— Emma ¿Tom vino solo? —Pregunté con curiosidad.
Emma asintió.— Sí, tal parece que Jade no podía venir, problemas con su familia.
Mi rostro se frunció con algo de lástima.— Oh, entiendo, que mal, espero que todo esté bien.
A pesar de que Jade había sido para nada agradable conmigo, no negaría que realmente esperaba que nada fuera mal, no porque me importara Jade sino por respeto a la familia de ella y sobretodo Tom.
Sabía que si algo había mal con la familia de Jade, ella sufriría y eso implicaba que Tom lo haría también.
Al salir del baño, y tras despabilarnos, volví al auto seguida de Robby a quien le di un sandwich y una bebida que había metido a mi bolso.
— Que cansado es viajar. —Me quejé, obteniendo una mirada de Robby que me hizo reír. [Foto multimedia]—¿Qué?
— Cariño, caíste en brazos de Morfeo en cuanto arranqué el auto, todo el viaje te la pasaste durmiendo.
— Oh, no seas llorón, deja de quejarte, prometo darte un masaje en la noche.
Reímos un poco, y mientras comíamos tuvimos que seguir el viaje, yo me deleitaba con el paisaje mientras comía escuchando a Robby reírse de mí por mi emoción.
Narrador omnisciente.
La luz de la mañana era obstruida por aquellos gigantescos pinos, árboles tan altos y con hojas de varios colores, poco a poco el clima que en carretera era frío comenzaba a hacerse templado, ni tan frío, ni tan caluroso, el clima perfecto. A lo lejos podía apreciarse canales y venas de agua cristalina así como unos cuantos animales en sus hábitats naturales.
Fue cuestión de minutos para que llegaran por fin a su destino.
Las montañas se notaban no tan en la lejanía, había todo tipo de atracciones, no eran los únicos que llegaban a vacacionar ahí pues se notaban a unos cuantos niños correr de aquí allá emocionados. 7 parejas de amigos bajaron de los autos impresionados.
— Iré a recepción, pueden ver el lugar.—La voz de Emma sonó, esta misma se giró sobre su lugar dirigiendo su mirada hacia lo que parecía ser una cafetería grande, amplia.— Nos veremos allá en unos minutos.
Y sin más cada uno se fue por su lado, investigando las maravillas naturales del lugar.
Las cabañas estaban ubicados en linea recta, separados por unos cuantos metros de jardín lateral, cada cabaña contaba con un patio trasero.
Frente a estas mismas cabañas habían espacios especiales para hacer fogatas.
A un costado del estacionamiento para los autos habían unas escaleras que conducían a lo que parecía ser un río no muy profundo, por encima de todo el campamento aquel lo atravesaba una polea suspendida entre dos cables, en otras palabras: una tirolesa atravesaba desde un punto exacto de una montaña hasta otro punto de menor altura.
Si se alzaba la mirada en dirección a las montañas se podía apreciar como algunas tocaban la neblina.
Sin duda había más que eso, mucho más que se exploraría.
Moa estaba fascinada por el paisaje.— ¿Harás conmigo algunas actividades? —Preguntó la morena volviéndose a su blanco compañero.
Este frunció el ceño dudoso.— Me gustaría decir que sí pero pueden haber chicas lindas que piensen que eres mi novia... —El comentario que hizo reír a la morena, ella sabía que lo decía en broma pero siguiéndole el juego fingió estar ofendida.— Me vas a arruinar la oportunidad.
— Me vale. —Chistó con gracia.— Tendrás que aguantarte porque no dejaré que ninguna mujer se te acerque.
Robert soltó una risa pequeña.— Camina que tengo hambre. —Dijo el varón empujando con sutilidad a la chica para hacerla caminar a la cafetería en la que poco a poco el resto de sus amigos comenzaba a ir.
Pattinson caminaba detrás de la morena siguiendola pero su mirada azul viajaba de forma fugaz por el lugar, atrayendo su atención que a lo lejos se apreciaba lo que parecía ser un kiosco.
Al verlo supo que ese era el lugar indicado para lo que tenía planeado.
Pero no fue el único que quedó absorto por la belleza de aquel kiosco. Tom también pudo observarlo quedando maravillado.
Todos comieron como pudieron, desesperados y sedientos de aquel bufé que con tan solo oler el aroma desde la puerta abrió el apetito.
— Chicos, entregaré las llaves.—Habló Emma poniendo en la mesa las llaves de las cabañas.—Si pierden las llaves se cobrará así que procuren no hacerlo.
Tom quien estaba frente a Emma no le había quitado la mirada de encima a Robert.
Ambos cabelleros sin saberlo habían entrado en una especie de rivalidad, celosos entre sí por la compañía de la morena.
— Tom, ayúdame. —El rubio asintió.— Esta es para Bonnie y Evanna... —Las llaves fueron repartidas conforme se había acordado siendo la última pareja en entregar la del británico y la morocha.
Disgusto era lo menos que sentí el rubio al saber que Robert y Magdala compartirían la cabaña, y quedó indignado y casi muerto en cólera cuando al abrir la puerta de su propia cabaña que compartiría con Emma se percató de que solo había una cama.
— ¿En todas las cabañas hay una cama? —Preguntó Tom caminando hacia lo que parecía ser el armario para sacar solo algunas prendas que podría ocupar con regularidad.
— Sí, en las de nosotros sí. —Dijo Emma quien subía a una pequeña mesa su maleta.— Habían otras cabañas que tenían dos camas pero esas ya estaban ocupadas, si ves que...—Explicó. Y siguió haciendolo pero Tom ya no le prestaba atención.
Una presión similar a una punzada llegó al pecho del chico, su estómago se contrajo y seguro de que no era por la comida que había ingerido en la cafetería, buscó calmarse.
La idea de que aquel chico de ojos coquetos durmiera en la cercanía de su Moa, lo enfermaba.
— Tom. —Se escuchó a lo lejos.— Tom. —Volvió a escucharse, no fue hasta que una mano pasó por enfrente del rostro del rubio lo que hizo que sorprendido volteara a ver a su compañera.— ¿Todo bien?
El rubio asintió con calma.— ¿Que es lo que haremos hoy?
— Por hoy nada, hoy se va a descansar, mañana Sábado comenzaremos con la excursión.—dijo con calma regresando a su maleta.— Haremos unas cuantas actividades en grupo, de ahí en fuera podemos hacer lo que queramos.
Las cabañas eran unas simples casas, con su respectiva recamara, mini bar, y baño, no eran tan grandes pero tampoco tan simplonas.
— ¿Descansarás? —Preguntó una morena que dirigía una mirada compasiva a su compañero.
Robert asintió mientras se acercaba a la chica para envolverla en sus brazos.— Sí cariño, manejar es agotador, quiero dormir un poco ¿Tú que harás? ¿Desempacaras?
La morena negó.— No, quería ir a explorar un poco, saber donde se ubica cada cosa contigo.
El de ojos azules hizo una mueca.— Lo siento corazón pero en verdad estoy cansado.
— Descuida, lo sé, descansa, le diré a Daniel o Erin. —El más alto asintió con una sonrisa dandole un beso en la frente.
— No me esperes para almorzar, probablemente despierte para la cena.
La de cabello oscuro rió asintiendo, se alejó de chico.— Anotado, le diré a los chicos que me llamen a mí si necesitan algo para que no te molesten. —Una sonrisa enternecida nació de los delgados labios de Pattinson, agradeciendo el gesto.— ¿Mi cámara la bajaste del auto?
— No, sigue ahí ¿Irás por ella?
— Sí, quiero tomar fotos.—Robert metió su mano en el bolsillo de su pantalón para sacar las llaves y dárselas.— Recuerda poner seguro.
La chica asintió.
Al salir, se encontró con Matthew y James quienes parecían ir a explorar visualmente las montañas.
Ella por el momento no quería ir hacia allí por lo que rechazó la invitación que le hicieron, desistió de ir en busca de su hermano o de Erin, los dejaría descansar, en general a todos los dejaría descansar pues imaginaba que estarían cansados es por eso que solamente caminó hasta el estacionamiento para ir al auto de Pattinson.
Al abrir la puerta se encargó de buscar su cámara, para que cuando la encontrara, cerrara todo con seguro, embolsó las llaves.
— ¿Para donde vamos primero? —Se preguntó así misma.
La morena caminó sin cuidado observando sus al rededores, esos grandes árboles que hacían a los rayos de luz parcialmente nulos eran imponentes, le gustaba el olor de pino que había por donde se moviera.
Se dejó guiar por los gritos de emoción de las familias que estaban ahí, dando con una pista de patinaje y estaba por acercarse de no ser porque su mirada se barrió a lo que parecía ser un mirador.
El mirador daba vista a las montañas lejanas, grandes árboles de hojas naranjas y amarillas, pinos, así como el seguimiento del río que había. Siguió con la mirada el canal de agua para percatarse que había, bajando las escaleras del estacionamiento, una parte exclusiva para poder nadar así como palapas para descansar.
Alzó su cámara para poder tomar unas cuantas fotos.
— Pero que dulzura está detrás de la cámara.
Una voz hizo a la morena sobresaltarse volviendose en dirección a la voz, encontrándose con Tom.
Tom rió por la reacción de la chica.— Hola Tom, buen día. —Dijo acercándose un poco a este que se acercó igualmente para saludarlo de un beso en la mejilla.
— ¿Apreciando la vista?
— Así es, es un lugar muy hermoso. —Dijo la chica para alejarse y caminar al barandal que había, con algo de miedo, después de todo, tenía un poco de vértigo.— ¿Cómo encontraron este lugar?
— Cuando recién comencé a salir con Jade, mi familia vino aquí, así que sabía de la existencia de este lugar.
La morena asintió con suavidad.— Es verdad... ¿No pudo venir Jade, cierto? —Él asintió.— Que mal, seguramente le hubiese gustado.
— Lo dudo, detesta los lugares al aire libre, prefiere la ciudad.
— ¿En verdad? No sabe lo que se pierde. —Dijo Moa volviendo su mirada al rubio que comenzaba a tomar lugar a su lado.— Tan genial que se siente sentirse libre, el aire fresco pegando en tu rostro y toda esta hermosa gama de colores, maravilloso.
El rubio sonrió.— ¿Robert te ha dejado sola? —Preguntó con algo de recelo.
La morena algo sorprendida pues no esperaba la pregunta sonrió a los segundos asintiendo.— Sí, él quería descansar y lo dejé hacerlo.
Un pequeño "Oh" se escuchó, el silencio se instaló en ambos adultos siendo agradable escuchar la sinfonía nata de la madre naturaleza, el ruido de las ramas de los árboles meciendose, el cantar de los pájaros así como las personas a lo lejos.
Ese silencio hizo a Tom apreciar la agradable compañía de la chica, no con cualquier se sentía un silencio cómodo.
Sus ojos azules, curiosos, se volvieron a ver a su compañera, la nariz levemente respingada de la chica era linda, pequeña, sus cabellos escapandose traviesamente de su coleta baja, sus grandes ojos brillosos, era hermosa.
Era obvio que Robert caería enamorado de ella, físicamente, sin contar su personalidad agradable.
La morena al sentir la mirada del hombre por el que suspiraba volteó a verlo.
— ¿Quieres que te tome una foto? —Preguntó Tom al instante.
La chica ensanchó una sonrisa.
— Por favor.—Le tendió la cámara que ella tenía, Tom se alejó, alzó la cámara.— Espera, espera.
Moa con rapidez alasio su cabello, su pantalón, camisa y chamarra está última perteneciente a Robert, posó con una pierna ligeramente flexionada y su brazo marcando la curva de sus caderas gruesas por sus kilitos de más.
— Busca mi mejor ángulo, quiero verme hermosa. —Chistó en broma.
— Moa. —Dijo Tom en la cámara llamando su atención, alzó su rostro.— Tú ya eres hermosa.
Esas palabras fueron el comienzo del Armagedon.