Omnisciente.
Louis caminaba por los pasillos del instituto, cualquiera que lo mirara caería a sus pies sin dudar alguna, el se relamió los labios pensando en la noche anterior, pero su mente se invadió al recordar el golpe que le había echo esa chica.
Le interesaba tanto saber de ella, demasiado al decir verdad, pero el era más que orgulloso, aunque pudiese hacer una excepción.
-Necesito golpear a un chico que quiere a mi novia- la voz de un amigo de él lo interrumpió de sus pensamientos.
-¿Donde está?- pregunta Louis y su amigo apunta a un chico un poco más alto que el, que recogía sus libros.
Louis sin pensarlo camino amenazante hacia el chico, lo jalo de su camiseta agresivamente tirándolo en el suelo, con su pecho derecho golpeaba la cara del chico el cual intentaba defenderse; se hizo una gran bola de gente, algunos de los amigos del chico al cual golpeaban intentaban quitar a Louis pero su temperamento era bastante elevado.
-¡Ya déjalo!- se escuchó la voz del director del plantel.
Louis con su respiración pesada, trato de calmarse para separarse del chico el cual unas chicas y chicos lo cargaron rápidamente hacia afuera.
-A mi oficina, ¡ahora!- le grita el director a Louis- y todos los demás, fuera de mi vista.
La bola de gente se esparció, Louis estaba tratando de recuperar la respiración debido al esfuerzo que estaba haciendo, miro hacia la izquierda donde sintió una mirada la cual pertenecía de Danielle, esta al darse cuenta de que el lo había notado no decidió retirarla, solo lo miro directamente a los ojos y rió burlándose de el.
Para nada esto le pareció al chico algo malo, al decir verdad sentía que ella le estaba coqueteando y el decidió guiñarle el ojo e irse.
-Pobre de su madre, es la 3 vez que le hablan en el mes- dice Roberts.
-¿Como no lo expulsan?- preguntó Danielle sorprendida.
-Pues hay algo que se llama, "su padre es el alcalde"- dice Sadie uniéndose a la conversación.
-No deberían de permitir que sea tan agresivo, podría matar a alguien- Danielle voltea a ver el piso, cual estaba lleno de sangre.
-Esto es un pueblo, hay más corrupción- se encoge de hombros Sadie.
(•••)
El día transcurrió normal, aunque todos seguían viendo a Danielle como si fuera la reina y casi todos querían hablarle pero ella simplemente los ignoraba.
-Casi todos iremos a las carreras de caballos- lloriquea Sadie- tienes que ir.
-No me gusta las carreras de caballos- Danielle pone labial en sus labios y mira hacia el espejo.
-¿Entonces para que te arreglas?- se cruza de hombros.
-Iré a recorrer el pueblo, quiero conocer- toma su bolso y abre la puerta de su habitación, para salir de esta pero detrás de ella venía Sadie.
-No puedes ir sola, espérame- dice Sadie pero ya era tarde, Danielle ya se había subido a un coche pero ella manejaba.
Sadie bufo, para ir a hablar con el padre de Dani preocupada.
Mientras tanto la chica rubia le entendía más a matemáticas que al camino, solo viajaba por donde le guiara el instinto; se paró en un tienda de conveniencia, bajo del carro, paso por los estantes tomando unas frituras y un jugo.
-Son 3 dolares - la chica le entrega el dinero y sale de la tienda.
Siente como alguien pasa por un lado de ella, pero ignora la extraña sensación, le había dado miedo voltear a si que simplemente siguió su camino al automóvil, donde lo puso en marcha.
10 minutos en el auto, decidió parar en un parque, el cual se miraba solitario, estacionó el carro para irse directamente a una banca; le parecía algo extraño como en este pueblo la mayoría de personas (no adolescentes) se dormían temprano, ya que eran las 10 y no miraba gente afuera.
Sintió como alguien tomó asiento aun lado de ella, se puso totalmente nerviosa, tenía miedo pero decidió voltear viendo el perfil de Louis mientras esté fumaba un cigarro.
-¿No te enseño tu madre a no salir de noche sola?- el gira su cabeza lentamente para verla, ella se estremece pero pone posición firme.
-Yo puedo salir a la hora que desee- toma del jugo viéndolo.
-Tienes razón, pero nadie te garantiza que no te suceda algo- se acerca poco a poco.
-Si, los guardaespaldas- sonríe ampliamente.
-Te están buscando por todo el pueblo, nadie sabe dónde estás- su voz se torno más gruesa.
-¿A que quieres ir con esto?- arquea una ceja viendo al chico.
-Tienes una mirada encantadora, ¿te lo han dicho?- Louis muerde su labio viéndola.
-Si, miles de veces- responde sin ganas la rubia.
-Pues te lo vuelvo a recordar- se acerca para tocar la mejilla de la chica.
Esta retrocedió haciendo que el chico bufara, ella sonrió, se levantó del asiento y el chico la siguió.
-No eres nada más que un idiota- le dice ella, pero sintió su mejilla arder- ¡¿que demonios te pasa?!.
-Respétame y te respeto- dice el chico con sonrisa burla- ven, te quito el dolor.
-No te me acerques- ella fue rápida y golpeó la mejilla de él.
-¿Cuando empezaremos a besarnos?- le dice el sonriendo.
-Estas loco, y das asco- subió a su automóvil antes de que el chico pudiese tocarla.
El mordió su labio con enojo, dio un pisotón al suelo, negó con su cara y golpeó el cristal de la puerta del copiloto.
Danielle miraba despreocupada la situación, prendió el automóvil lentamente, retrocedió el carro haciendo que el chico se apartara, ella abrió el vidrio y sacó su dedo de en medio.
-Púdrete- sonríe la chica desafiante.
Ella era la chispa del fuego, el era el fuego que ardía el infierno, juntos hacían tan buen equipo juntos pero todavía no se daban cuenta de eso.
Para Danielle era un nuevo comienzo, ella podría crear otra personalidad, quería ser más valiente, representar el apellido McQuaid como de alguien con poder.
Ella ya no ocupaba presentación, al igual que chico, las dos familias más adineradas del pueblo no ocupaban eso.
Louis sentía tanto interés por conocerla más a fondo, no era como las demás que querían estar con el y se lo hacían saber, o las que estaban interesadas pero se hacían las que no; ella era algo más, respondía a todas sus acciones con algo mejor, y le encantaba.
El estaba sonriendo después de que la chica se fuera, pero no se había dado cuenta que su dedo comenzó a sangrar demasiado por el golpe que le había dado al cristal del auto, dio un grito de felicidad y estaba contando las horas para que el tiempo marcara la hora de ir al instituto.