courageous| neville longbottom

By SolinneGarte

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Neville Longbottom y Sophie Weasley son mejores amigos. Han compartido lágrimas, promesas y risas. Ambos se... More

introduccion
𝐀𝐂𝐓𝐎 𝐔𝐍𝐎
capítulo 1
capítulo2
capitulo 3
capítulo 4
capítulo 5
capítulo 6
capítulo 7
capítulo 8
capítulo 9
capítulo 10
capítulo 11
capítulo 12
capítulo 13
capítulo 14
capítulo 15 (parte 1)
capítulo 15(parte2)
𝐀𝐂𝐓𝐎 𝐃𝐎𝐒
capítulo 16
capítulo 17
capítulo 18
capítulo 19
capítulo 20
capítulo 21
capítulo 22
capítulo 23
capítulo 24
capítulo 25
capítulo 26
capítulo 27
capítulo 28
capítulo 29
capítulo 30
capítulo 31
capítulo 32
capítulo 33
capítulo 34
capítulo 35(parte 1)
capítulo 35(parte 2)
capítulo 36 (parte 1)
capítulo 36 (parte 2)
capítulo 37
𝐀𝐂𝐓𝐎 𝐓𝐑𝐄𝐒
capítulo 38
capítulo 39
capítulo 40
capítulo 41
Capítulo 42
capítulo 43
Capitulo 44
Gracias por su apoyo.

prólogo

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By SolinneGarte

Prólogo editado.
𝐩𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫 𝐜𝐮𝐫𝐬𝐨

—Ron, camina más rápido vamos a perder el tren. —le digo a mi hermano mientras sostengo su brazo para obligarlo a andar con paso más ágil.

—Estoy caminando rápido, tú eres la que camina lento. —se queja, echándome una mirada molesta.

—Sophie, Ronald rápido niños... lleno de muggles, por supuesto. —susurra mi madre Molly Weasley, una mujer pelirroja que va guiándonos a todos, mientras mira alrededor. —Y ahora, ¿cuál es el número del andén?

—El mismo que todos los años. —contestan los gemelos Fred y George al mismo tiempo mientras empujan sus baúles.

—¡Es nueve y tres cuartos! —responde la voz aguda de mi hermana pequeña. — Mamá ¿no puedo ir...?

—No tienes edad suficiente, Ginny. Ahora estate quieta.

Continuamos caminando a través de la estación de trenes hasta llegar al lugar donde se ubica la barrera. A simple vista parece una pared cualquiera, pero tengo suficiente experiencia como para saber que no lo es.

—Dale, Percy tu primer. —le dice mamá a mi hermano mayor, que se dirige hacia los andenes nueve y diez y desaparece entre ellos.

Giro mi cabeza hacia la izquierda y me encuentro con un chico de cabello azabache y gafas que mira todo con cara de confusión. Golpeo a Ron con mi codo para llamar su atención, él me mira con el ceño fruncido.

—¿Qué pasa? —pregunta con su tono de fastidio.

—Mira al chico, luce realmente perdido. —respondo, señalándole al chico con un movimiento de cabeza.

Mi hermano suelta una pequeña risa. —Debe ser hijo de muggles.

—Como sea, debe necesitar ayuda. —agrego decidida.

Ron simplemente se encoge de hombros.

—Fred, eres el siguiente. —dice mi madre a uno de los gemelos.

—No soy Fred, soy George. —responde, claramente Fred. —¿De verdad, mujer te haces llamar nuestra madre? ¿No te das cuenta de que yo soy George?

—Lo siento, George, cariño.

—Estaba bromeando, soy Fred. —le da una rápida sonrisa antes de desaparecer. George va detrás de él

Antes de que mi madre nos hable a Ron y a mí, la llamo discretamente para que mire al chico que está junto a nosotros. Ella comprende de inmediato mi señal.

—¡Oh, qué tal cariño! ¿Primer año en Hogwarts? Mis hijos Ron y Sophie también son nuevos. —mi madre le sonríe.

—Si. —responde el chico con nerviosismo. —Yo... yo no sé cómo...

—¿Cómo entrar en el andén? —pregunta mi madre mirándolo con ternura. El chico asiente con las mejillas sonrojadas.

—No te preocupes, lo único que tienes que hacer es andar recto hacia la barrera que están entre los dos andenes. No te detengas ni tengas miedo de chocar, es lo más importante. —dice mi madre, luego hace una seña hacia nosotros y el niño nos mira con una pequeña sonrisa que correspondo. — Lo mejor es ir deprisa si estas muy nervioso. Ron irá primero y luego tú y Sophie pueden cruzar juntos.

—Mmmh... de acuerdo, gracias.

Ron comienza a caminar hacia la barrera y en cuestión de segundos desaparece.

—Muy bien, es su turno chicos. —dice mamá.

El chico y yo empezamos a caminar rápidamente hacia la barrera, me inclino hacia el carrito y comienzo a correr, cierro los ojos y al abrirlos estoy frente a la gran locomotora de color escarlata. El andén está repleto de gente, niños y niñas cargando sus baúles y mascotas. Miro hacia el rótulo "Expreso de Hogwarts, 11h"

Suelo acompañar a mis hermanos en su primer día siempre, pero saber que esta vez soy yo la que irá a Hogwarts me emociona de una manera totalmente distinta.

—Eso fue genial. —escucho que el chico murmura, le sonrío.

Busco a Ron con la mirada y lo localizo a unos cuantos pasos de mí, me hace una señal para que lo acompañe y juntos comenzamos a subir nuestros baúles a un compartimiento vacío, una vez que terminamos volvemos hacia donde se encuentran nuestra madre y hermanos.

—Abuela, he vuelto a perder mi sapo. —escucho que dicen al lado de nosotros, cuando volteo en busca de esa voz me encuentro con un niño de cabello castaño y pecas en el rostro que habla con una anciana.

—Oh, Neville, no otra vez. —suspira la anciana, suelto una pequeña risa.

A lo lejos veo a los gemelos hablando con su amigo Lee Jordan, es un chico muy divertido, aunque algo molesto. Desde que lo conocí asegura que terminaremos siendo esposos, se ha ganado varios golpes por parte de mis hermanos mayores... e incluso unos cuantos míos.

—Ron, tienes algo en la nariz. —mamá saca un pañuelo y le empieza a restregar la nariz a mi hermano con él, suelto una risa que llama su atención. —Sophie, tú también tienes suciedad en la nariz, ven para acá.

Hago una mueca antes de acércame a ella, comienza a limpiar mi nariz con la tela hasta que está satisfecha.

—Oww, ¿la pequeña Sophie y Roonie tienen algo en sus naricitas? —se burla Fred de nosotros, haciendo un puchero que no resulta para nada conmovedor.

Mi respuesta es un poco más violenta de lo que debería ser, pero funciona correctamente para controlarlo. El mejor consejo que Charlie me dejó antes de irse a Rumania; si alguien te molesta solo dale una fuerte patada en la pantorrilla. Funciona también con tus hermanos molestos.

—¡Estás loca, Sophia Weasley! ¡Mamá mira lo que hizo! —le grita Fred mientras se soba su pierna y me señala con la mano.

—Tú comenzaste. —respondo con simpleza.

—Paren ya los dos... Fred y George este año se tienen que portar bien. Si recibo una lechuza más diciéndome que hicieron... estallar un inodoro o le tiñeron el cabello a un profesor... —comienza mi madre a regañarlos por sus bromas constantes en el colegio.

Algo que extrañaré ver ahora que iré a Hogwarts serán las reacciones que pone mamá cuando le llega una carta de un profesor quejándose de mis hermanos; siempre finge estar molesta pero realmente ser ríe a escondidas.

—¿Hacer estallar un inodoro? No se nos ocurrió antes. —responde George riendo, mientras sube al tren.

—Tampoco lo de teñir el cabello, creo que un rosado le quedaría muy bien a Snape. Gracias por la idea, mamá. —contesta Fred, subiendo al tren junto a su gemelo

—No le veo lo divertido, y cuídenme a Sophie y a Ron. —les responde a ambos antes de que desaparezcan dentro del tren, luego voltea a verme. —Sophie, cuida a Ron. Estás a cargo

Le sonrío inflando el pecho. —Descuida, mamá. Todo irá bien.

—¡Oye! Yo se me cuidar solo, soy mayor que ella.

—Por 30 minutos, Ronald. Pero yo soy más alta. —contraataco.

Mi mellizo me frunce el ceño. —Eso no tiene nada que...

—Los dos, ya. Suban al tren antes de que se vaya. —le damos un rápido abrazo a mamá y a Ginny y subimos al tren.

Buscamos en todos los compartimientos hasta que damos con uno que está vacío, a excepción del chico que se encuentra ahí, es el mismo que nos topamos antes en el andén. Mi hermano duda antes de abrir la puerta.

—Vamos, pregúntale que si está libre. —le digo con desesperación. Ron finalmente suelta un suspiro rendido.

—¿Hay alguien sentado ahí? —pregunta señalando el lugar frente a él.

—No, pueden sentarse. —contesta medio sonriendo.

Ron y yo tomamos asiento frente a él. Hay un incómodo silencio después de eso, pero los tres somos tan tímidos que no nos atrevemos a romperlo.

La puerta del compartimiento se abre de nuevo.

—Sophie, Ron.

Son los gemelos.

—Vamos a ir a la mitad del tren, Lee Jordan tiene una tarántula gigante y vamos a verla. —comenta rápidamente George.

—De acuerdo, pero Ronnie quiere ir con ustedes. —respondo burlona.

—¡Estás loca! —exclama mi hermano, quien tiene una terrible fobia a las arañas.

Suelto una carcajada junto a los gemelos. Ellos parecen percatarse por fin de la presencia del otro chico en el compartimiento.

—Harry. —le sonríe Fred. —No nos hemos presentado correctamente, somos Fred y George Weasley y ellos son nuestros hermanos Ron y Sophie. Chicos, él es Harry Potter, lo conocimos ayudándolo a subir su equipaje.

Después de eso le dan una pequeña sonrisa y salen cerrando la puerta. Volteo a ver al chico frente mío con los ojos abiertos de par en par.

—¿Realmente eres Harry Potter?

Él asiente.

—Merlín, pensé que podía ser una broma de Fred y George. —digo aún asombrada.

—¿Y realmente te hiciste eso... ya sabes...? — dice mi hermano señalando su frente.

Le doy un golpe en el brazo. —Ron, no seas grosero.

—No es problema. —murmura Harry, y me sonríe amablemente.

Harry se levanta el flequillo para mostrarnos la tan famosa cicatriz, es de tamaño mediano y tiene forma de un rayo. Ron ahoga un suspiro a mi lado y se inclina hacia el frente, totalmente intrigado.

—¿Así que eso es lo que Quien-tú-sabes...?

Harry asiente. —Si, pero no puedo recordarlo.

No puedo evitar preguntar. —¿Nada?

—Bueno... recuerdo una luz verde muy intensa, pero nada más.

—Vaya. —decimos Ron y yo al mismo tiempo.

—¿Vienen de una familia de magos? —pregunta, cambiando de tema. Nos mira de una manera asombrado, supongo que de esa misma forma lo observamos nosotros al saber quién era.

Ambos asentimos.

—Oh, sí, eso creo. —responde mi hermano. —me parece que mamá tiene un primo segundo que es contable, pero nunca hablamos de él.

—Porque es muy aburrido. —añado.

—Entonces ya deben de saber mucho sobre magia.

Me encojo de hombros. —Pues lo normal. No podemos practicar magia fuera de Hogwarts, pero una vez hice que a Ron se le quemaran las cejas sin siquiera usar varita.

Es mi mayor logro en la vida, aunque Ron no lo recuerda con tanto cariño.

Harry sonríe al mismo tiempo que Ron vuelve a preguntar. —Oí que te habías ido a vivir con muggles. ¿Cómo son?

Él chico hace una mueca. —Horribles... bueno no todos ellos. Mi tía, mi tío y mi primo si lo son. Ustedes tienen muchos hermanos, ¿no es así?

Suelto una pequeña risa. —Somos ocho hermanos, Ron y yo somos los menores junto a nuestra hermana Ginny pero ella todavía no entra a Hogwarts.

Harry nos mira fascinado, no sé qué encuentra de fascinante en tener 7 hermanos por los que pelear el postre, pero supongo que cuando eres hijo único cambia tu perspectiva.

—Debe ser genial, toda una gran familia de magos.

Hago una mueca.

—Tiene su lado positivo, pero la verdad es que con cinco hermanos mayores tenemos mucha presión encima. Somos el sexto y la séptima en asistir a Hogwarts y nos pusieron el listón muy alto.

Ron asiente dándome la razón.

—Nuestro hermano mayor, Bill era delegado de clase, después de él sigue Charlie que era capitán de Quidditch. Ahora Percy es prefecto y Fred y George son muy revoltosos, pero aun así sacan muy buenas notas y todos los consideran muy divertidos. —suelta un suspiro.

—Todos esperan que nos vaya tan bien como a los otros, pero si lo hacemos tampoco será gran cosa porque los demás ya lo hicieron primero. —añado encogiéndome de hombros.

—Sophie tiene un poco de ventaja, es la primera chica. Su ropa es nueva y le compraron una varita este año, en cambio a mí me dieron la túnica vieja de Bill, la varita vieja de Charles y la vieja rata de Percy. —Ron busca en su chaqueta y saca una gorda rata gris que estaba dormida.

Hago una mueca, alejándome lo más que puedo de ellos. —Ronald, guarda a ese animal, es asquerosa.

—Eres una exagerada, a Harry no le da asco. —miro hacia el recién nombrado y de verdad parece muy interesado en la rata. —Se llama Scrabbers...

—Y no sirve para nada, se la pasa dormida la gran mayoría del tiempo. —completo yo por él.

—A Percy papá le regaló una lechuza porque lo hicieron prefecto. Pero no podían compr...– lo interrumpo con una pequeña patada, Ron siempre habla de más. – Quiero decir, por eso me dieron a Scabbers.

Harry asiente. —La verdad es que los comprendo, yo tampoco la he tenido nada fácil. He tenido que llevar ropa vieja de mi primo y nunca he tenido dinero para mí mismo. Hasta que Hagrid apareció en mi casa, no sabía nada de este mundo ni de Voldemort. – ahogo un suspiro al escuchar el nombre y Ron a mi lado deja salir un pequeño chillido.

—¿No te da miedo el nombre? —le pregunto en un susurro.

—No trato de hacerme el valiente, ni nada, es solo que no sabía que no se podía decir su nombre y de vez en cuando se me olvida. Estoy seguro de que seré el peor de la clase. Tengo tanto que aprender, no soy el héroe que se espera que sea, hasta hace unos días ni siquiera sabía que era mago. —la voz de Harry se tiñe de tristeza y frustración.

Yo le sonrío. —Vas a ver que te irá muy bien Harry.

Mi nuevo amigo me sonríe de vuelta y nos volvemos a adentrar en una conversación muy interesante que solo es interrumpida por la señora del carrito de dulces. Ni Ron ni yo nos podemos costear algún postre, pero afortunadamente Harry es lo suficientemente bueno como para comprar para los tres.

Nuestra charla continua por un rato más, hablando de las diferencias que había entre el mundo muggle y el mágico, y tratando de explicarle a Harry muchas cosas sobre la magia. Ha pasado un buen rato hasta que la puerta del compartimiento se vuelve a abrir y una chica de cabellos castaños y extremadamente rizados y esponjados entra.

—¿Alguno de ustedes ha visto un sapo? Un chico llamado Neville lo perdió. —dice con una voz un tanto mandona. Los tres negamos inmediatamente.

Ella se le quedó viendo a Ron que tiene su varita en alto, pues estaba a punto de hacer un hechizo que los gemelos le enseñaron.

—Oh, ¿estás haciendo magia? Quiero ver.

—Rayos de sol, margaritas, vuelvan amarilla esta tonta ratita. — todos miramos con atención a Scrabbers, buscando algún tipo de reacción al hechizo, pero absolutamente nada pasa.

La chica hace una mueca desaprobatoria.

—¿Estás seguro de que el hechizo era el apropiado? Digo, yo he probado algunos sencillos, para practicar y funcionaron. Nadie en mi familia es mago, pero espero que con todos los libros aprendidos de memoria me sirva para pasar el curso.

Ron y yo compartimos una mirada y él suelta una pequeña risita.

—Oh, que maleducada, no me he presentado. Soy Hermione Granger. ¿Y ustedes?

—Nosotros somos Sophie y Ron Weasley. —le respondo con una sonrisa.

Continuamos la conversación unos minutos más hasta que Hermione recalca que es hora de ponernos el uniforme, pues nos estamos acercando al colegio, así que decido salir del compartimiento con ella rumbo a los baños de chicas.

Me resulta muy interesante hablar con Hermione, es demasiado inteligente y te hace reír sin siquiera intentarlo. La única amiga que he tenido en toda la vida ha sido Ginny, y veces resulta difícil de sobrellevarla cuando se comporta como la bebé mimada que es.

—Debe ser genial venir a Hogwarts con tu hermano, supongo que te sientes más protegida ¿no? —comenta mientras caminábamos por el tren.

Suelto risa. —Se podría decir, Ron es mi mejor amigo así que es asombroso que estemos entrando juntos. ¿Tú tienes hermanos?

Ella niega con su cabeza.

—Me hubiera gustado tener hermanos, no soy buena haciendo amigos así que un hermano debió haber ayudado. —se encoge de hombros.

—¿No eres buena haciendo amigos? Pero si a mí me has caído muy bien. —le digo con sinceridad. Hermione me voltea a ver con ojos brillantes mientras trata de limitar su sonrisa. —Y podríamos ser amigas... si tú quieres, claro.

Rápidamente asiente sin dejar de sonreír ilusionada. —Sería asombroso.

════ ⋆★⋆ ════

Una vez llegamos a la orilla del lago comenzamos a bajarnos lentamente de los botes, donde se encuentra la entrada al castillo. A pesar de haber pasado toda mi vida rodeada de magia, el colegio transmitía una energía tan única y poderosa que me quita el aliento, inmediatamente me recorre una emoción inexplicable mientras observo las grandes ventanas y torres que se constituyen esta parte del castillo.

El pequeño croar de un sapo interrumpe mi fascinación por el lugar, por un segundo pienso que lo he imaginado. Pero cuando vuelve a oírse agacho la mirada y me encuentro con el animal brincando cerca de mis pies, rápidamente recuerdo a Hermione hablar de un chico que lo buscaba así que decido tomarlo antes de que se vuelva a escapar.

Busco a mi nueva amiga, está a solo unos metros de donde yo estoy. Analizando el castillo y sus alrededores con la mirada llena de fascinación.

—Eh, Hermione. – la llamo, levantando el sapo entre mis manos. —¿Sabes quién era el chico que perdió su sapo?

Ella me mira extrañada por un momento hasta que ve al pequeño animal entre mis manos.

—¡Oh, si! Era Neville, ven vamos a buscarlo antes de que terminen todos de bajar de los botes y nos sea imposible encontrarlo.

Comenzamos a caminar entre la multitud de alumnos de primer año que miran asombrados a su alrededor, Hermione grita el nombre del chico y pregunta a todos por él. Después de unos cuantos minutos una niña rubia nos señala a un niño de cabellos castaños que nos estaba dando la espalda.

—¡Oye, Neville! —lo llama a gritos mi amiga.

Él voltea inmediatamente sosteniendo una mirada asustada, es un poco más pequeño de estatura que yo, puede decirse que mide lo mismo que Ron, tiene un montón de pecas cubriendo su rostro y sus mejillas redondas y rojas le dan un aspecto demasiado tierno.

—Encontramos a tu sapo. Bueno... Sophie lo encontró.

—¡Trevor! —exclama mientras aparta al sapo de mis manos.

Neville me voltea a ver con una sonrisa y sus mejillas se tornan más rosadas de los normal. —Muchas gracias, ya lo daba por perdido.

Me encojo de hombros, y le devuelvo la sonrisa.

—No fue nada, solo ten más cuidado. —le digo amablemente.

Neville asiente con torpeza, y se despide de nosotras no sin antes agradecerme de nuevo.

Después de eso Hagrid, el gigante guarda bosques, nos guía a todo el grupo hacia un pasadizo en las rocas saliendo finalmente a un césped suave y húmedo, a la sombra del gran castillo. Subimos todos unos escalones de piedra y nos reunimos ante la gran puerta de roble.

—¿Están todos aquí? Tú, ¿encontraste a tu sapo? —Neville asiente de inmediato levantando a Trevor entre sus manos.

Hagrid le da un rápido asentimiento antes de levantar su gigantesco puño y llamar tres veces a la puerta del castillo. La puerta se abre de inmediato y una bruja alta, de cabello negro y túnica verde esmeralda, nos espera allí. Su rostro tiene una mirada severa y su postura demuestra muchísima seguridad, sin dudas es una mujer imponente.

—Los de primer año, profesora McGonagall. —dice Hagrid.

—Muchas gracias, Hagrid, yo los llevaré desde aquí. —termina de abrir la puerta por completo, dando lugar a un enorme vestíbulo de entrada.

Las paredes de piedra están iluminadas con brillantes antorchas y el techo es tan alto que no se alcanza a ver, una magnifica escalera de mármol, frente a nosotros que conduce a pisos superiores.

Todos seguimos a la profesora McGonagall a través de un camino señalado en el suelo de piedra. Nos lleva a una pequeña habitación vacía fuera del vestíbulo, donde nos reunimos más cerca unos del otro que de lo que estamos acostumbrados.

Inmediatamente busco a mi hermano con la mirada, pues con toda la búsqueda del dueño del sapo me he separado de él. Encuentro a Ron a unos cuantos pasos de mí, de espaldas junto a Harry, así que decido caminar hacia él, empujo a varios chicos hasta que me posiciono a su lado. Cuando nota mi presencia me día una pequeña sonrisa que respondo.

—Bienvenidos a Hogwarts. —dice la profesora McGonagall. —El banquete de comienzo de año se celebrará dentro de poco, pero antes de que ocupen sus lugares dentro del Gran Comedor deben ser seleccionados para sus casas. La Selección es una ceremonia muy importante porque, mientras estén aquí, sus casas serán como su familia en Hogwarts. Tendrán clases con el resto de la casa que les toque, dormirán en los dormitorios de sus casas y pasarán el tiempo libre en la sala común de la casa.

Siento a Ron tomar mi mano y darle un apretón. Sé que compartimos el mismo terror; quedar en una casa que no sea Gryffindor y ser la decepción de la familia.

—Las cuatro casas se llaman Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. – continua la profesora. —Cada casa tiene su propia noble historia y cada una ha producido notables brujas y magos. Mientras estén en Hogwarts, sus triunfos conseguirán que las casas ganen puntos, mientras que cualquier infracción de las reglas hará que los pierdan. Al finalizar el año, la casa que obtenga más puntos será premiada con la copa de la casa, un gran honor. Espero que todos ustedes sean un orgullo para la casa que les toque. La Ceremonia de Selección tendrá lugar dentro de pocos minutos, frente al resto del colegio. Les sugiero que, mientras esperan se arreglen lo mejor posible. Volveré cuando lo tengamos todo listo para la ceremonia. Por favor, esperen tranquilos.

Cuando sale de la habitación, volteo a ver a mi hermano. Aún sostengo su mano así que le doy un pequeño apretón para llamar su atención.

—Ron, ¿qué pasa si no quedo en Gryffindor? —pregunto un tanto temerosa.

Ron ha perdido todo el color en el rostro, y tiene la mirada asustada. Aún así se las arregla para lucir confiado y seguro cuando habla.

—No digas tonterías, Sophie. Todos los Weasley siempre quedan en Gryffindor. —sus palabras en lugar de tranquilizarme me angustiaron más.

—Por eso, ¿y si soy la primera Weasley en no quedar en Gryffindor? ¿Y si quedo en Hufflepuff, Ravenclaw o... en Slytherin.

—Sophie, eso no pasará. —murmura poco convencido. Luce mucho más pálido de lo que debería ser normal.

—¿Pero y si pasa? —insisto de nuevo. —¿Dejarías de hablar conmigo?

Ron suelta una carcajada mientras niega. —Jamás dejaría de hablar contigo, eres mi hermana, mi melliza y... mi mejor amiga. Así que deja de pensar en tonterías, vas a quedar en Gryffindor.

Da un fuerte apretón a mi mano. —Y si no quedas, seguiremos siendo hermanos, siempre estaré ahí para ti, incluso si quedan en Slytherin. Pero tú tienes que prometer que también estarás para mí.

Le doy una sonrisa, un poco más tranquila. —Lo prometo Ronnie.

════ ⋆★⋆ ════

Somormujo.

—No.

—Sumurmuju.

—No.

—Sorumujo.

—No. Y que cambies las vocales no hará que adivines la palabra. —dice la Dama Gorda tercamente. Me mira fastidiada.

—¿Empezaba con S?

—No te diré.

—Por favor, soy de Gryffindor, me has visto entrar todos los días durante las últimas seis semanas.

—No dejo entrar a nadie sin contraseña. —volvió a decir la Dama Gorda.

—Soy de primer año, has una excepción. —uno mis manos en súplica. Pero eso no parece ayudar en nada.

—No, ahora vete. Estás interrumpiendo mi momento de práctica. —y con eso comienza a entonar una horrible canción de opera que amenaza con hacer sangrar mis oídos.

Llevo más de 20 minutos tratando de recordar la contraseña para entrar a la sala común de Gryffindor, pero simplemente ninguna de las opciones es la correcta y la Dama Gorda no me dejará entrar hasta que la diga.

Desafortunadamente no ha entrado ni salido ningún alumno en todo el tiempo que llevo aquí, así que no me he podido colar. Y por si fuera poco parece que Ron, Harry y Hermione han desaparecido de la fas de la tierra, aunque tampoco es como si yo los siguiera mucho, prefiero mantenerme alejada de los problemas.

Algo que mi mellizo parece estar muy decidido a atraer este curso.

Lanzo un suspiro derrotado, alejándome del retrato y rindiéndome.

No entiendo por qué cambian la contraseña tan seguido, ¿acaso no piensan en los olvidadizos como yo?

Tomo asiento en el piso al lado del retrato de la Dama Gorda, con la esperanza de que no falte mucho para que alguien venga y entre a la sala común. Saco un pergamino, mi pluma y tintero para comenzar a escribir un ensayo que nos encargó el Profesor Snape en clase de pociones, tenemos que entregarlo mañana y como soy una experta en posponer las cosas, apenas estoy empezando a hacerlo. También saco un poco de chocolate de mi bolsillo y comienzo a comer.

Puedo ser una gran estudiante cuando me lo propongo, me gusta participar en clase y hablar mucho de temas estudiantiles. Pero sinceramente soy un desastre para hacer deberes, nunca logro concentrarme.

Pasan apenas unos cuantos minutos hasta que escucho el familiar sonido de pasos acercándose, levanto la mirada y me encuentro con un chico pecoso, tímido y algo regordete que también va en mis clases.

Neville Lonbottom, lo recuerdo por su sapo en el primer día en Hogwarts, está en Gryffindor también, pero hemos hablado muy pocas veces, la mayoría han sido porque él es amigo de Dean y Seamus, mis mejores amigos. Según Dean, Neville es un chico muy agradable que solo le hace falta confiar más en sí mismo.

—Hola. —dice tímido mientras se acerca hacia el retrato. Sus ojos no me miran en ningún momento, por culpa de la timidez. —¿Olvidaste la contraseña?

Asiento mientras comienzo a guardar mis cosas de vuelta a la mochila. —Ni siquiera me di cuenta de que la cambiaron, pensé que seguía siendo Somormujo, pero la Dama Gorda no me dejó entrar.

Neville estira su mano hacia mí para ayudarme a ponerme de pie. —Me pasa muy seguido, por eso decidí anotarlos en una hoja.

Observo que mete su mano a la bolsa de su túnica y saca un papel doblado.

—Es una buena idea, lo intentaría, pero lo más probable es que termine perdiendo la hoja. —añado decepcionada de mí misma.

Suelta una pequeña risa mientras asiente. —Si, creo que yo también la voy a terminar perdiendo, no soy el más listo que digamos.

A pesar de que trata de bromear sobre ello, luce realmente acomplejado.

—¡Oye, pero si te va muy bien en herbología!

—Si, bueno. Creo que solo ahí. —añade tristemente.

—Yo soy pésima en herbología, de verdad que siento que me va a ir horrible en todo el curso.

Rompetechos. —dice la contraseña y la Dama Gorda nos permite entrar, no sin antes lanzarme una mirada de molestia.

—Maldición, era rompetechos. —digo golpeándome la frente con la mano.

Neville se ríe en voz baja mientras nos adentramos a la sala común.

—Si te va tan mal en herbología tal vez podría ayudarte. —murmura en voz baja e insegura. —No soy el mejor maestro, pero tal vez te sirva.

Lo volteo a ver emocionada, sonriendo de oreja a oreja.

—¿De verdad podrías ayudarme? —él asiente y yo aguanto las ganas de abrazarlo. —Te debería una muy grande si me das una asesoría antes de la prueba que hará Madame Sprout la próxima semana.

—Con gusto lo haré. —dice alegremente. —Después de todo te sigo debiendo una por encontrar a Trevor.

Me rio. —Oh, el dulce Trevor.

He escuchado que lo ha vuelto a perder, aunque siempre lo encuentra al cabo de unos días. Neville sonríe, sus mejillas son rojizas de nuevo. 

—Muchas gracias, Neville... ya sabes por ayudarme con la contraseña. —comento sintiéndome de pronto cohibida, Neville tiene una sonrisa muy linda. —Debería juntarme contigo más seguido, así me ayudas cuando se me olviden.

Neville ríe, y agacha la mirada tímidamente, tratando de ocultar el sonrojo en su rostro. Mi corazón se derrite en ternura.

Busco en los bolsillos de mi túnica hasta que doy con un trozo nuevo de chocolate.

Se lo extiendo. —Tal vez un poco de chocolate ayude como soborno para que seas mi amigo.

Neville toma un pedazo del chocolate, sin dejar de sonreír.

—Bueno, creo que podría aceptar ser tu amigo si prometes traer chocolate siempre.

Sonrío guiñándole un ojo antes de meter un trozo en mi boca.

—Trato hecho, señor.

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𝐬𝐞𝐠𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐜𝐮𝐫𝐬𝐨

—Chicos, ¿han visto a Ron y a Harry?

Fred y George me voltean a ver desde sus asientos en el compartimiento del tren. Ambos niegan sin interrumpir sus fuertes carcajadas. Al parecer han hecho una broma.

Típico de Fred y George, ni siquiera ha comenzado oficialmente el año y ya se están metiendo en problemas.

—La última vez que los vi fue antes de cruzar la barrera. —dice Fred, parando de reír. —Probablemente entraron tarde al tren y se fueron a uno de los compartimientos al final.

Hago una mueca. —Pero es que ya hemos buscado en todo el tren y no hay señales de ellos.

Hermione asiente junto a mí, dándome la razón.

—Además, lo más lógico hubiera sido que ambos nos buscaran en un compartimiento. Creo que Harry y Ron no están en el tren. —comenta mi amiga decididamente.

—Están exagerando, chicas. —dice George restándole hierro al asunto. —Seguramente ambos están escondiéndose de ustedes, ya saben, hablando cosas de hombres.

—Exacto. —Fred lo apoya, y me sonríe burlón. —Todo el verano con Sophie pegada a sus costados sin dejarlos respirar ni un segundo. Ron y Harry solo necesitan apartarse de la niña llorona.

Los gemelos se sueltan a reír de nuevo.

—No permitiré que le hables así a mi futura esposa, amigo. —añade Lee Jordan, tiene esa sonrisa boba que pone siempre.

—No soy tu futura esposa. —contesto rodando los ojos, aunque sonrío.

Lee Jordan amplía su sonrisa, y me guiña un ojo.

—Sólo te defiendo, amor mío. —dice pestañeando hacia mí.

George le pega fuertemente en el hombro.

—¡Es mi hermanita! No le coquetees a mi hermanita. —gruñe entre dientes.

—No le estoy coqueteando, solo charlo amorosamente con ella. —responde Lee encogiéndose de hombros y levantando las manos en señal de inocencia.

—¡Pues no lo hagas! —contraataca Fred.

Niego con la cabeza al ver que inician una discusión de nuevo. —Son unos idiotas, vámonos Hermione.

Hermione jala mi brazo y ambas salimos del compartimiento de los gemelos cerrando la puerta. Ha pasado aproximadamente una hora desde que el tren salió de la estación y no hemos tenido señal de Ron y Harry por ningún lado, les perdí de vista cuando crucé la barrera y me encontré con mis amigos del colegio, cuando me di cuenta de que ellos no estaban a mi lado en la estación pensé que ya se habían adentrado en algún compartimiento, pero no los encontré por ningún lado.

—Fred y George son unos inmaduros, deberían tomarse esto en serio. Su hermano menor y su mejor amigo han desaparecido y ellos están tan tranquilos. —comento entre dientes desaprobatoriamente.

—Tal vez tienen razón, Sophie. —murmura Hermione a mi lado, la miro confusa. —Piénsalo así, has estado con ellos todo el verano, quizá necesiten hablar sobre cosas de chicos solos.

—¿Cosas de chicos? ¿Qué podrían hablar que no pueden decirlo frente mío?

—Yo que se... ¿hablar de chicas?

—Pueden hablar de chicas frente a mí. —añado ofendida. —Pero Ron sigue fingiendo vomitar cuando una chica le toca la mano. Se quedó estancado en la etapa donde el sexo opuesto daba asco.

Hermione rueda los ojos con fastidio. —Eso es porque Ronald es un inmaduro.

—Sí, dímelo a mí. —añado con tristeza. —Tú al menos descansaste de él este verano, yo lo tengo que ver hasta en el desayuno. Y Ron desayuna en ropa interior.

Hermione me mira con pena, y un poco de asco. —Pobre de ti.

Sacudo la cabeza. —De todas maneras, eso no explica su desaparición.

—Quizá no hablaron de chicas, sino de...

Me inclino hacia ella con intriga.

—De...

—De la pubertad. —susurra en voz baja, como quien cuenta un secreto.

La observo con cara de asco y finjo que un escalofrío me recorre. —Qué asco, Mione.

Ella también pone una mueca en su cara.

—Tienes razón, por Merlín. —dice con voz traumada. — Pero lo digo en serio, son Ron y Harry, ellos siempre están metidos en problemas y haciendo cosas estúpidas. No me extrañaría que ya estén en problemas a este punto.

Asiento. —Y es por eso que me preocupa tanto.

—Mira, vamos a volver al compartimiento con los chicos, tal vez ellos estén ahí. Y si no lo están nos esperamos hasta el banquete, si no los hemos visto hasta entonces vamos con la profesora McGonagall.

—Me parece bien, además ya me cansé y quiero comer dulces antes de que lleguemos al colegio.

Ambas caminamos de vuelta hasta el compartimiento en el que estábamos antes de salir a buscar a mi hermano y su amigo, pasamos por varios grupos de chicos riendo y contando sus anécdotas del verano, alcanzo a localizar a mi hermana menor, Ginny, sentada en uno de los vagones mientras charlaba con otras niñas de su edad. Me alegraba que hiciera amigos, ella no quiso sentarse con Hermione y conmigo alegando que tenía que buscar sus propias amistades en el colegio y que la avergonzaríamos si nos sentábamos con ella.

Hermione abre la puerta y se adentra en el compartimiento conmigo detrás de ella.

—¿Los encontraron? —pregunta Neville.

Se encuentra sentado en uno de los sillones, tiene un montón de dulces en su regazo y a Trevor asomándose en su bolsillo. Ha crecido un poco durante el verano, ya no tiene las mejillas tan regordetas y hay menos pecas en su rostro, también está más alto, un poco más que yo. Lo cual es deprimente porque parece que yo no creceré más, todos los chicos de mi curso son notablemente más altos, incluso Hermione me ha superado.

—No, nadie los ha visto y no estaban en ningún lado en el tren.

Tomo asiento al lado de Neville, haciendo a un lado una de las tantas bolsas de dulces que están esparcidas. Hermione se posiciona al lado de Dean y Seamus en el asiento frente a nosotros.

—No sé por qué les sorprende. Son Harry y Ron, probablemente estén atrapados en uno de los baños y no han podido salir o se encontraron con Malfoy y sus gorilas les pegaron la paliza de sus vidas. —dice Seamus encogiéndose de hombros.

Volteo a ver a Seamus con el ceño fruncido. —Eso no ayuda a mis nervios.

—Tranquila, Sophie. Ellos deben de estar bien, no te preocupes. —dice Neville a mi lado, sonriéndome tranquilamente.

Me tomo un momento para devolverle la sonrisa. Neville tiene la capacidad de tranquilizarme en cuestión de segundos.

—Neville tiene razón, deben estar en otro compartimiento y por error no los encontraron. —es el turno de Dean para hablar. —Mejor cuenten como estuvo su verano. Le estaba diciendo a los chicos que mi familia y yo fuimos a Italia, estuvo asombroso. Estuvimos en Venecia y paseamos en góndola, mis hermanas se volvieron locas tratando de lucirse para los chicos italianos, aunque admito que había unos realmente lindos.

—Nosotros fuimos a visitar a unos familiares a Irlanda, nada interesante. Me la pase jugando Quidditch todo el verano, creo que haré las audiciones para el equipo este año, quiero ser cazador.

—Suerte con ello, yo también haré las audiciones para cazadora. —añado sonriendo con superioridad.

—Tienes que estar bromeando, Weasley. Pierde las esperanzas de una vez, porque eso jamás pasará. —dice Seamus mirándome con molestia.

—Soy mejor cazadora que tú y todos lo saben. —lo reto, elevando una ceja.

Seamus está a punto de replicar, pero Dean lo interrumpe.

—Cálmense los dos, no ganan nada peleando ahora, esperen a que sean las audiciones y ahora si verán quien hará comer polvo a quien.

Le dedico una mirada con los ojos entrecerrados a Seamus, pero ambos terminamos asintiendo. Hermione comienza a hablar acerca de cómo había sido su verano, su familia había decidido hacer un viaje a Francia, lo que logra captar de inmediato la atención de Seamus pues es un gran admirador de los franceses.

—Hubiera sido genial que fueras a mi casa este verano. —susurró Neville a mi lado. Volteo a verlo y le doy una mirada de disculpa.

—Lo sé, pero mamá nos castigó a todos después de que condujimos volando el Ford Anglia para ir a rescatar a Harry. Nos hizo limpiar la casa todos los días y además nos prohibió jugar Quidditch durante una semana y canceló visitar a nuestros amigos. Fue una tortura, lo único divertido que podíamos hacer era jugar ajedrez y molestar a la vieja rata de Ron.

—Me imagino. —se ríe, recordando todas las cartas que le mandé donde me quejaba de lo injusta que era mi vida. —Mi verano también fue muy aburrido, mi abuela no quiso salir a ningún lado este verano así que lo más divertido que me pasó fueron las visitas de mi tío abuelo Algie, nos la pasamos escuchando música y probando nuevas recetas de postres, por cierto, amó las galletas que le mandaste por lechuza.

Sonrío con orgullo, habíamos acordado que pasaría unos días en su casa este verano, pero como no pude ir decidí mandarle una caja de galletas de chocolate que yo misma hice como manera de disculpa.

—Dijo que no puede esperar para conocerte y te mandó esto. – observo como saca de uno de los bolsillos de su túnica, una pequeña cajita de color azul marino que está rodeada por un listón con moño color gris.

Mis ojos con asombro, me llevo la mano a la boca para cubrir mi sorpresa—Por Merlín, no puedo creer que me mandó algo.

Él suelta una risa y sus mejillas se sonrojan un poco. —Creo que te quiere más que a mí y solo te conoce por lo que hablo de ti. Está feliz de que seas mi... mi mejor amiga.

—Pero si es un honor para mí ser tu amiga. —digo sinceramente.

Abro la pequeña caja y suelto un suspiro encantada al ver su contenido, es una pulsera con un pequeño dije de girasol, sus hojas son amarillas y su centro de un hermoso marrón, la correa es delgada y de color plateado. Es simplemente preciosa, no puedo dejar de verla.

—Neville... Es demasiado hermosa. —digo sin aliento mientras acaricio con mi dedo el pequeño girasol.

—¿De... de verdad te gusta? —pregunta con timidez y yo asiento rápidamente. — Mi abuela pensaba regalarte un libro, pero le dije que no eras tanto de leer.

Suelto una pequeña risa.

—No, no lo soy. Muchas gracias, Neville. —vuelvo a dejar la pulsera dentro de la caja y me inclino para darle un pequeño abrazo. —Es el mejor regalo que me han dado, tendré que mandarle una carta a tu abuela para agradecerle yo misma.

Él suelta una risita nerviosa mientras me abraza de vuelta, aunque no puedo ver su rostro sé que sus mejillas están más rosadas de lo normal. Cuando nos separamos puedo ver que estaba en lo correcto, me regala una sonrisa.

—¿Quieres... que te ayude a ponértela? —asiento con una sonrisa.

════ ⋆★⋆ ════

En cuanto pongo un paso en el exterior del castillo el fuerte viento de invierno golpea mi rostro, hace un rato que ha comenzado a nevar y todo alrededor se está tiñendo de blanco, el sol parece querer comenzar a ocultarse, lo que crea una vista asombrosa de Hogwarts.

Ajusto mi saco a mi alrededor para protegerme del frio y me arrepiento de no haberle hecho caso a Hermione y tomar mi bufanda, afortunadamente tengo mi gorro puesto, así que lo acomodo para que me cubra mejor las orejas.

Volteo la cabeza a mi alrededor tratando de localizar a la persona que busco, pero desafortunadamente no tengo éxito. Las clases han finalizado hace ya unos veinte minutos y la mayoría de los alumnos están en sus salas comunes, aunque aún se puede ver a unos cuantos caminando por los alrededores y jugando con la nieve.

Comienzo a caminar rumbo el lago negro, pero en lugar de ir directo hacia allá doy vuelta a la izquierda hacia uno de los árboles cercanos a él. Sentado en un pequeño pedazo de tierra sin nieve debajo del árbol, se encuentra la persona que busco. Está con las rodillas alzadas y su cabeza enterrada entre ellas.

—Hola. —murmuro mientras me sitúo delante de él.

Levanta la mirada y puedo ver que sus ojos están rojos y hay un rastro de lágrimas en ellos. Verlo así me rompe el corazón.

En cuanto cruzamos miradas él mueve su cabeza hacia el otro lado, rechazando mis ojos.

—Ho...hola. —su voz suena entrecortada.

Tomo asiento a su lado. Neville recarga su espalda en el tronco del árbol y yo imito su acción mientras mantengo mi mirada fija en el lago.

—¿Qué... qué haces aquí? —pregunta al cabo de un rato.

—Estaba preocupada. —digo sinceramente.

—¿Por qué? Yo estoy bien. —trata de lucir seguro cuando dice eso, pero su tono lo delata.

—No me puedes mentir, soy tu mejor amiga. Además, eres un pésimo mentiroso.

Volteo mi mirada hacia él y me percato que el usual color rosa de sus mejillas se hizo más notable. Sé que no es a causa del frío, pues su rostro parece que siempre está sonrojado.

—Soy un gran mentiroso. —dice decidido.

Me rio. —No, no lo eres.

—Genial, otra cosa en la que apesto. —murmura con pesimismo, cruzándose de brazos.

Frunzo mi ceño hacia él. Neville es una de las personas más increíbles que conozco, y detesto con todo mi corazón verlo despreciarse de esa manera. Desearía que él se viera de la misma manera en la que yo lo veo.

—No digas eso, eres asombroso.

Su rostro se vuelve más rojo, y su mirada está fija en todos lados menos en mí.

—No mientas.

—No lo hago. —digo con sinceridad. —Neville, eres un chico totalmente asombroso, eres muy listo, leal, inteligente, buen amigo y una de las mejores personas que conozco... Snape es un idiota y no debería afectarte lo que él diga. ¿Quién toma en cuenta las palabras de alguien que no conoce lo que es el Shampoo?

Mi amigo a mi lado suelta una pequeña risita que se transforma en un sollozo profundo.

Neville nunca llora frente a nadie, así que me llena de orgullo y felicidad ser digna de su confianza y que me permita ayudarlo en sus peores momentos. Inmediatamente lo atraigo hacia mí en un abrazo, acaricio de forma lenta su cabello.

—Él tiene razón, ni siquiera debería ser llamado mago, soy un desastre en todo. —murmura entre sollozos. —Toda mi familia pensaba que yo era un Squib y sé que una parte de ellos siguen pensándolo porque soy un desastre.

—Estamos en nuestro segundo año de colegio. Todos somos un desastre. —susurro sin dejar de abrazarlo. —Además, nadie puede ser perfecto en todo; Harry es pésimo en pociones, Ron es demasiado flojo, yo soy un asco en herbología e incluso hasta Hermione apesta montando escoba. Imagínate si a ti te fuera bien en todo, serías perfecto y eso se volvería aburrido e irritante a la larga. —continúo acariciando su espalda y apoyo mi cabeza en su hombro. – Si los demás no pueden ver lo maravilloso que eres entonces ellos son los que no valen la pena, nunca tú. ¿Entiendes?

Lo siento asentir antes de separarse de mi abrazo. Tiene los ojos totalmente rojos, y aunque sigue habiendo tristeza en su mirada luce muchísimo más tranquilo.

Daría todo de mí por verlo estar siempre en paz consigo mismo.

—Gracias, Sophie.

Me encojo de hombros, y dejo un beso en su mejilla provocando que el color rosa lo invada por completo.

—No tienes nada que agradecer.

Neville vuelve a recargar su espalda en el árbol y limpia con su mano el rastro de lágrimas que había en sus ojos. Su mirada fija en el cielo que comienza a oscurecerse, tenemos que volver pronto al castillo antes de que comience la cena en el Gran Comedor, pero a pesar de eso mi única preocupación es que él esté bien.

Muevo mi mano entre los pliegues de mi ropa y saco un chocolate de uno de los bolsillos. Lo parto a la mitad y le extiendo un pedazo a mi mejor amigo. Él lo acepta sonriendo mientras me observa con lo que creo es adoración.

—¿Sabes? a veces solo debes mandar a la mierda a todos y comer chocolate con tu mejor amiga.

𝐭𝐞𝐫𝐜𝐞𝐫 𝐜𝐮𝐫𝐬𝐨

—Ron, Harry rápido. —les digo al mismo tiempo que yo acelero mi paso y empujo con más fuerza mi carrito lleno de cosas.

Estoy tan ansiosa por ver a mis amigos de nuevo, ha sido el verano más largo y emocionante de toda mi vida y me muero por contarles todo. En especial a Neville.

Solo de pensar en él me pongo a caminar más de prisa.

—Vamos a buena hora, Sophie. —se queja Ron. — ¿Por qué quieres ir más rápido?

George suelta una carcajada detrás de él. —¿No es obvio, hermanito? Quiere ir a ver a su novio.

Ron voltea a verme con los ojos desmesuradamente abiertos mientras apresura su paso para llegar a mi lado.

—¿Novio? ¿Cómo que novio? ¡Tú no puedes tener novio!

Lo miro ofendida y molesta.

—¿Quién dijo que no puedo tener novio?

Mi mellizo ahoga un suspiro, me mira como si le hubiera dicho que asesiné a un perrito.

—O sea que si tienes novio.

Ruedo los ojos en su dirección.

—No, Ronald. No tengo novio, pero si lo tuviera no sería tu asunto.

Escucho que Harry suelta un gruñido y empuja su carrito más fuerte para ubicarse a mi lado.

—¿Entonces de quién habla George?

Entrecierro mis ojos hacia él, es como la versión miope de Ron. Ambos son igual de molestos y metiches.

—No es tu asunto, Harry Potter. —le gruño. — ¿Por qué no van a conseguirse una vida los dos?

Comienzo a caminar más rápido dejando a ambos atrás y antes de cruzar la barrera hacia el mundo mágico escucho que ambos susurran "¿Entonces tiene novio?" ruedo los ojos.

Idiotas.

Escucho a Ginny gritar mi nombre así que volteo a verla, empuja su carrito mientras me mira con una sonrisa coqueta.

—Entonces, ¿quién es el afortunado?

Le doy una mala mirada. —¿Tú también con eso? No tengo novio. George está loco, ni siquiera sé de quién habla.

Mi hermana menor suelta una carcajada al mismo tiempo que yo la guio para que nos apresuremos a subir nuestras pertenencias al tren.

—Es obvio de quien habla.

—Ah ¿sí? ¿Quién es, según tú?

—Neville. —contesta con rapidez.

La volteo a ver con los ojos como platos y la boca abierta, no puedo creer que lo haya dicho.

—Estás loca, Ginevra Weasley.

Ella ríe a carcajadas.

—No, tú estás loca de amor por él. —finge suspirar enamorada, llevándose una mano dramáticamente al corazón.

Entrecierro los ojos hacia ella.

—Lo que digas, señora Potter. Oh, señora Ginny de Potter. Ven Harry, cásate conmigo, te amo. —imito sus acciones anteriores, y finjo desmayarme como una damisela en apuros.

Ginny se pone del color de su cabello de inmediato y empuja mi hombro. Ahora es mi turno de reír a carcajadas.

– Eres odiosa, Sophie.

– Yo también te amo, Ginny.

La observo rodar los ojos antes de adentrarse en el tren para buscar a sus amigos. Volteo a ver a mi alrededor y localizo a Harry y Ron en una animada platica con los gemelos y su amigo Lee Jordan, de seguro están hablando de las vacaciones en Egipto.

Comienzo a caminar hacia ellos hasta que una voz familiar interrumpe mis pasos.

—Abuela, ya. Mi cabello está bien. —siento el corazón acelerárseme cuando escucho esas palabras, volteo inmediatamente hacia donde proviene esa voz y mi mirada se encuentra con la de un chico castaño de ojos verdes.

Una sonrisa surge en mi rostro y él imita mi gesto. Me acerco a pasos largos hasta donde está y una vez a su altura lo envuelvo con un abrazo que me corresponde de inmediato.

Ha crecido significativamente durante el verano, ahora es muchísimo más alto que yo, también está más delgado y han desaparecido todas las pecas en su rostro, aunque su color rosado seguía ahí, así como también sus dos dientes frontales más grandes de lo normal.

—Te extrañe mucho. —murmuro mientras me separo de él. Sus mejillas se encienden inmediatamente mientras sonríe.

—Yo... yo también. —balbucea con los ojos brillosos.

Alguien se aclara la garganta, sacándome del trance en que entro cada que estoy junto a Neville.

Volteo hacia la mujer mayor que se encuentra parada junto a nosotros, es de estatura pequeña, tiene el cabello gris y corto a la altura de los hombros, su rostro parece severo y se mantiene serio mientras nos observa, además, tiene unos ojos color miel que transmitían mucha seguridad y generan escalofríos. Está vistiendo una túnica color azul marino, una bufanda a juego y un gorro negro con una pluma en él, también llevaba un enorme bolso colgando de uno de sus costados.

Es la abuela de Neville.

En cuanto sus ojos hacen contacto con los míos, le regalo una enorme sonrisa.

—Es un placer por fin conocerla señora Longbottom, soy Sophia Weasley. —le extiendo mi mano.

Inmediatamente su rostro cambia a uno más alegre y me corresponde la sonrisa.

—Oh, querida. Dime Augusta. —tira de mi mano para envolverme en un abrazo fuerte. —Neville nunca comentó que eras así de preciosa. No puedo creer que tú seas amiga de mi nieto, eres encantadora. —continúa apretándome más contra ella. —Fue una lástima que no pudieras venir a visitarnos, me hubiera encantado que pasaras unos días con nosotros, pero Neville comentó que te fuiste de vacaciones con tu familia.

Cuando por fin me libera de ese abrazo asfixiante tengo que respirar por varios segundos antes de hablar. Augusta luce como una anciana débil, pero es muchísimo más fuerte de lo que parece.

Doy unos pasos atrás antes de asentir. —Si, fuimos a Egipto a visitar a mi hermano Bill, él trabaja allá.

—Oh sí, sí. ¿Cómo ha estado tu madre? Debería mandarle una lechuza uno de estos días, siento que han pasado siglos desde la última vez que conversamos, voy a felicitarla por haber criado a tan hermosa jovencita.

Suelto una risa nerviosa y siento mis mejillas ponerse del color de mi cabello.

—Ha estado excelente, le vendría muy bien conversar un rato con alguien. Siempre dice que se aburre mucho cuando todos nos vamos al colegio.

—Definitivamente le mandaré una lechuza en cuanto llegue a casa. —me da una enorme sonrisa antes de voltear a ver a Neville, su rostro pasa a uno más severo. —Ya deberían ir subiendo al tren, para que encuentren un buen lugar. Neville espero que tu comportamiento sea mucho mejor este año y no vayas a avergonzar a nuestra familia, ¿entiendes? Quiero que te vaya mejor en las clases.

Mi mejor amigo asiente nervioso, y traga saliva antes de hablar.

—Si, abuela.

Augusta vuelve su mirada a mí y sonríe otra vez. —Fue un placer conocerte, Sophie. Eres encantadora y preciosa. Neville tiene suerte de que quieras ser su amiga.

Le doy una pequeña sonrisa antes de negar.

—Soy yo la que tiene suerte de tener un amigo tan genial como Neville. —volteo a verlo y le guiño un ojo. Mis palabras solo provocan que la sonrisa de Augusta de vuelva más grande.

—Eres adorable. —nos da un abrazo a ambos y después nos dirigimos hacia el interior del tren.

—Si mi abuela ya te amaba antes de esto, ahora creo que es tu admirador número uno. —comenta Neville mientras buscamos un compartimiento libre.

Ruedo los ojos y lo miro ofendida.

—Pensé que tú eras mi admirador número uno.

Neville se encoge de hombre mientras sonríe.

—Ella me ha quitado el puesto.

════ ⋆★⋆ ════

Odio al profesor Snape.

Es el ser más despreciable y asqueroso que ha existido en la Tierra.

¿Pero saben qué odio más que el profesor Snape?

Al profesor Snape en clase de Defensa Contra las Artes Oscuras.

Solo él puede arruinar una clase tan asombrosa como esta.

Me encuentro sentada a un lado de Neville mientras el profesor explica la razón por la que él estaba dando la clase y no el profesor Lupin.

—Como estaba diciendo, antes de que Potter me interrumpiera. El profesor Lupin no se encuentra bien para dar clase hoy. —Snape forma una media sonrisa maniática y sus ojos se ponen brillosos.

—¿Qué le ocurre? —preguntó Harry.

—Nada que ponga en peligro su vida. Puedo ver que el profesor Lupin no ha dejado ninguna información acerca de los temas que han estado estudiando.

Hermione levanta su mano.

—Hemos estudiado los boggarts, los gorros rojos, los kappas y los gryndilows y estábamos a punto de comenzar... —dice Hermione con rapidez, pero Snape la interrumpe.

—Cállate. No te he preguntado. Solo comentaba la falta de organización del profesor Lupin. —le responde Snape mientras la fulmina con la mirada.

—Es el mejor profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras que hemos tenido. — dice Dean a unas cuantas filas de donde me encontraba. Inmediatamente me tenso y siento a Neville ahogar un suspiro a mi lado.

Snape voltea a verlo con los ojos entrecerrados y el gesto que hace casi logra que me quiera esconder debajo de la mesa.

—Son fáciles de complacer. Lupin apenas y les exige esfuerzo... yo daría por hecho que los de primer curso ya son capaces de manejarse con los gorros rojos y los gryndilows. —lo veo rodar los ojos. —Hoy veremos... los hombres lobo.

Toma un libro de texto y lo comienza a hojear con lentitud hasta que llega al último capítulo. Yo imito su acción.

—Profesor. —digo. Él levanta su mirada viéndome con aburrimiento. —Todavía no podemos llegar a los hombres lobo. Está previsto que en esta clase veamos a los hinkupunks. El profesor Lupin... —me interrumpe arrojando el libro al escritorio que tiene enfrente.

—Pensé... señorita Weasley, que era yo y no tú o el profesor Lupin quien daba la clase el día de hoy. Ahora, todos abran su libro en la página 394. Todos. Ya. – dice con voz autoritaria.

Todos los alumnos comienzan a hacer lo que ha ordenado, algunos murmuran su descontento y otros simplemente hacen mala cara.

—¿Quién de ustedes puede decirme cómo podemos distinguir entre el hombre lobo y el lobo auténtico? —pregunta Snape. Nadie respondie.

Ninguno de nosotros sabe la respuesta, a excepción de Hemione que tiene la mano levantada.

—¿Nadie? ¿Es que el profesor Lupin no les ha enseñado ni siquiera la distinción básica entre...? —lo corto de inmediato.

—Ya se lo hemos dicho. No hemos llegado a los hombres lobo. Estamos todavía con... —de inmediato me interrumpe

—¡Guarde silencio, señorita Weasley! Es la segunda vez que interrumpe mi clase, 20 puntos menos para Gryffindor.

Maldito idiota.

—Bueno, bueno, bueno... nunca creí encontrar una clase de tercero que ni siquiera fuera capaz de reconocer a un hombre lobo. Me encargare de informar al profesor Dumbledore de lo atrasado que están todos... —no lo soporto, ¿cómo se atreve a insinuar que el profesor Lupin es un mal profesor? Su envidia es tan obvia.

—Por favor, profesor. El hombre lobo difiere del verdadero lobo en varios detalles, empezando con que el hocico del hombre lobo... —dice Hermione con la mano tan alzada que fácilmente podría llegar al techo. Snape no la deja terminar.

—Al parecer es costumbre entre los estudiantes de Gryffindor hablar sin que les corresponda, señorita Granger. Diez puntos menos para Gryffindor por ser una sabelotodo insufrible. —dice fríamente Snape.

Siento mi sangre calentarse, no puedo creer lo que ha dicho. Estoy a punto de ponerme de pie y enfrentar su falta de respeto hacia mi mejor amiga, pero siento que Neville toma mi mano por debajo de la mesa. Volteo a verlo con el ceño fruncido.

—Te vas a meter en problemas. —susurra despacio, sin apartar la vista del frente. —Tal vez no te importe, pero al meterte tú en problemas todos saldremos a defenderte y le irá mal a nuestra casa.

Tomo una respiración profunda antes de asentir. Él tiene razón. Ninguno de mis amigos me dejará sola y solo le restaríamos más puntos a nuestra casa, además de que Snape ganará al vernos tan perjudicados.

Observo que Hermione ha agachado la mirada y está roja de la vergüenza. A su lado Dean le acaricia el hombro con la mano amistosamente, apoyándola. Puedo ver como Harry y Ron están igual de molestos que yo, y sus puños están apretados debajo de la mesa, también se están conteniendo para no explotar de rabia hacia Snape.

La clase continua mientras todos tomamos apuntes sobre los hombres lobo, afortunadamente Snape no vuelve hacer ningún comentario desagradable hacia ninguno de mis amigos, solo se dedica a lanzarles miradas de desagrado y odio. Antes de que la clase finalizar Snape se detiene en medio del salón, con su típica cara de molestia y malicia.

—Van a escribir un ensayo de seis pergaminos sobre las maneras de reconocer y matar a un hombre lobo, así como también todas las características de ellos, su manera de transformarse y demás. Es para la próxima clase y será por parejas. —todos comienzan a quejarse en voz baja, al menos era por parejas. —Y yo formaré las parejas.

Toda la clase comenzamos a protestar en voz alta lo que ocasiona que Snape se moleste aún más. —Vuelven a abrir sus desagradables bocas y todos quedarán en detención, ¿entendieron?

Guardamos silencio, a lo que él continua.

—Muy bien. Empezamos. Granger y Goyle. Finnigan y Bullstrode. Potter y Nott...

—Está juntando a Gryffindor y Slytherin. —le susurro a Neville. Él asiente mirándome con ojos asustados.

—... Longbottom y Parkinson. —escucho como Pansy Parkinson se queja desde el otro lado del salón.

Volteo inmediatamente a ver a mi mejor amigo, está completamente pálido, todo el color rosado que siempre hay en sus mejillas se ha ido.

—Oh, Neville. Tienes muy mala suerte. —él asiente con el terror plasmado en su rostro.

—...Weasley y Malfoy.

No, por favor que sea Ron, que sea Ron.

Observo como Ron alza la mano y le pregunta. 

—Weasley... mujer. —murmura Snape desinteresado.

Ahora es mi turno de ponerme pálida. Escucho como Neville ahoga un suspiro de horror.

—Sophie... —me llama y volteo a verlo. — Creo que los dos tenemos muy mala suerte.

Y yo asiento. Volteo al otro lado del salón, donde se ubican los Slytherin y observo como Draco Malfoy, sentado junto a Blaise Zabini, está mirando ceñudo al profesor Snape, claramente no está muy contento con su decisión de ponernos como pareja para este trabajo.

Nunca he sido amiga de Malfoy, sin embargo tampoco me considero su enemiga personal, al contrario de Ron y Harry que tienen una relación desastrosa con él. Si bien no soy admiradora de su pensamiento asqueroso sobre la pureza de la sangre y admito que no es una persona a la que me gustaría frecuentar, jamás se ha metido conmigo directamente. Hemos cruzado muy pocas palabras, la mayoría de las veces son cuando voy junto a mi hermano y Harry y los tres empiezan a lanzarse su veneno habitual.

No me entusiasma trabajar con Draco Malfoy porque no estoy segura de poder soportar si hace un comentario despectivo respecto a mi familia y sé que al defenderme de él, me estaré yendo directamente a la lista de sus enemigos. No es que le tenga miedo al Slytherin, eso jamás, pero siempre es mejor evitarse problemas.

El profesor Snape da la clase por finalizada e inmediatamente todos nos levantamos de nuestros asientos caminando rumbo a la salida, después de esta clase tenemos la comida en el Gran Comedor y todos mis compañeros parecen muy hambriento, incluyéndome.

—¡Longbottom! —escucho que gritan detrás de mí, Neville y yo volteamos casi de inmediato.

En cuanto mi amigo descubre quién es la persona que gritó su nombre, lo siento tensarse. Pansy Parkinson se acerca a nosotros, caminando con esa seguridad que caracteriza a la mayoría de los Slytherin. Detiene su caminar una vez llega a nuestro lugar y se cruza de brazos mientras nos da una mirada de superioridad.

—¿Qué... qué pa... pasa Par...Parkinson? —tartamudea Neville a mi lado.

—"¿Qué... qué pa... pasa Par...Parkinson?" —se burla y rueda con ojos fastidiada. —Tenemos que hacer la estúpida tarea que ha encargado el profesor Snape, y no permitiré tener una mala nota por tu culpa, Longbottom. Así que más vale que colabores de manera correcta y dejes de lado tu incompetencia o me encargaré de que sufras por el resto de tus años en Hogwarts, ¿entendido?

Finaliza su discurso mientras lo apunta peligrosamente con su dedo. Neville traga saliva y asiente rápidamente.

—Si...sí.

—Muy bien, te espero después de clases en la biblioteca, no quiero que llegues ni un minuto tarde. —le advierte. Antes de alejarse de nosotros me da una rápida mirada. —Weasley, hoy te vez extraordinaria con esa túnica de segunda mano y tu mochila que parece estar a segundos de deshacerse. —dice con una sonrisa burlona.

Le sonrío, sin afligirme con sus comentarios.

Puede que mi ropa sea de segunda mano, pero la luzco mejor de lo que ella nunca lucirá su carísima túnica.

—Gracias, Parkinson. Tú igual, tu actitud de perra combina con tu rostro. Mejor vámonos Neville, antes de que se ponga a ladrar. —lo tomo del brazo mientras nos guio a ambos rumbo al Gran Comedor, atrás de nosotros escucho a Pansy Parkinson gruñir.

—Ella me da miedo. —dice mi amigo, puedo sentir como su brazo tiembla bajo mi mano.

—No debería, solo es otra Slytherin sangre pura con complejo de superioridad.

—Tú dices eso porque nada te da miedo. —responde Neville.

Ambos entramos al Gran Comedor y nos encaminamos hacia la mesa de Gryffindor, en donde ya se encuentran Ron, Hermione y Harry, tomo asiento al lado de Hermione que mira a mi hermano con cara de asco al verlo comer ferozmente todo lo que encuentra a su paso. Neville se sienta a mi otro lado.

—Si, bueno, no es mi culpa ser así de asombrosa. —le contesto con una sonrisa mientras me encojo de hombros.

—¿De qué hablan? —murmura Ron con comida en la boca. Hermione le da otra mirada de disgusto.

—Traga primero Ronald, eres asqueroso.

Ron rueda los ojos, y arruga la nariz.

—Si tanto asco te da verme comer no me veas entonces, Hermione.

Mi mejor amiga niega disgustada, pero no replica nada más.

—Hablábamos de que Sophie no le tiene miedo a nada. —contesta Neville, antes de comenzar a comer. Yo lo imito.

Ron suelta una fuerte carcajada. —¿Qué Sophie no le tiene miedo a nada? Oh, créeme que entonces no la conoces nada, es una de las personas más miedosas que conozco.

—Cállate, Ron. Nadie te está preguntando.

—Oh, pero yo quiero saber.—dice mi mejor amigo a mi lado riendo. Volteo a verlo con el ceño fruncido provocando que sus mejillas se tornen rosas y deje de sonreír. — O... mejor no, no... no me interesa realmente.

—No le puedes temer a Sophie, Neville. No dejes que ella te controle. —lo aconseja mi mellizo. — Solo porque me caes bien te diré su mayor temor, así la puedes amenazar en un futuro.

Se acerca hacia el centro de la mesa mientras le hace una señal con la mano a Neville para que lo imite. El castaño me da una mirada rápida antes de hacerle caso. Ron pone su mano en su boca como si fuera a contar un secreto.

—Conejos. —susurra.

Levanto mi mano y empujo su cabeza hacia la mesa, haciendo que se entierre en su propio plato con puré de papa.

—Eres el peor hermano del mundo.

—¿Conejos? —susurra Neville mientras me ve con incredulidad. —¿Le tienes miedo a los conejos?

—No solo miedo, pavor, son su peor pesadilla. Ve un conejo e inmediatamente se hace en los pantalones. — continua Ron mientras con una servilleta quita los pedazos de puré de su rostro.

—Cállate, Ron. —le digo mientras siento mi rostro sonrojarse, en parte por enojo y en parte por vergüenza.

—¿Conejos? – escucho que dice Hermione a mi lado.

—Si, le tengo miedo a los conejos. ¿De acuerdo? No es un gran pecado, todos le tienen miedo a algo. —agacho mi mirada mientras continúo comiendo, evitando sus miradas.

—Sí, pero nadie les tiene miedo a los conejos. ¿Cómo te pueden dar miedo? Son tan tiernos. —dice mi mejor amiga.

—No son tiernos, son diabólicos. Son asquerosos y sus ojos parecen el infierno.

—¿Conejos? – continúa susurrando Neville sin quitar su mirada incrédula. Ruedo los ojos antes de golpear la parte trasera de su cabeza con mi mano.

—Para ya con eso. – le digo sonrojada. Neville centra sus ojos en mi rostro, especialmente en mis mejillas rosadas y sonríe con ternura.

—Es realmente tierno, eres muy tierna. —y como siempre que dice algo así, sus mejillas se sonrojan también, provocando que las mías lo hagan con mayor fuerza. Eso lo hace sonreír aún más, provocando que sus ojos se vuelvan pequeñísimos y sus pestañas se vean más largas de lo normal.

—No es tierno, es vergonzoso. —aparto la mirada centrándome en mi plato de comida.

—Un poco, sí. —ríe Neville, volviendo a retomar su comida. —Pero aun así no cambiaría nada en ti, eres perfecta tal como eres

Se sonroja y aparta la mirada. Yo siento que me derrito por dentro, y no puedo dejar de observarlo con ternura.

Ron se queja desde el otro lado de la mesa. —Qué asco, no la adules. Su ego ya es lo suficientemente grande.

—Cállate, Ronald.

Mi mellizo me da una mirada de pocos amigos y continúa con su misión de comerse todo lo que hay en la mesa. Después de unos pocos minutos de charla, donde afortunadamente mi temor hacia los conejos queda en el olvido, terminamos nuestra comida y todos nos disponemos a ir hacia nuestra siguiente clase.

Mientras caminamos por los pasillos visualizo a Draco Malfoy apoyado contra una de las paredes cercanas al salón de encantamientos, comienzo un debate interno entre si debo conservar mi orgullo y sacar una mala calificación por no ponernos de acuerdo para el ensayo, o ir a hablarle para decidir qué hacer respecto al trabajo. Estoy segura de que él no me hablará primero, ¿por qué? Porque es Draco Malfoy y según su pensamiento, está por encima de todos.

Lanzo un pesado suspiro y detengo mis pasos una vez pasamos por su lado. Neville me da una mirada extraña pero le hago saber con una seña que necesito hablar con el Slytherin así que con un asentimiento sigue su camino hasta el salón de clases. Volteo sobre mi eje y camino unos cuantos pasos hasta llegar al lugar donde Malfoy charla con sus amigos.

Una vez me encuentro frente a ellos, me aclaro la garganta. Tres pares de ojos son posados en mi persona inmediatamente y me regalan una mirada de disgusto, Zabini y Nott están acompañando al rubio.

—Weasley.

—Nott.

—Weasley.

—Zabini.

—¿Qué se te ofrece Weasley?

—Nada que te incluya a ti, Zabini. En realidad vengo a hablar con Malfoy. —el recién nombrado suelta una carcajada con superioridad.

—Oh, bueno, bueno. ¿Por qué yo querría hablar contigo, asquerosa Weasley?

—Porque tenemos un trabajo para entregar mañana, idiota Malfoy. —el rubio me da una mirada de asco y se cruza de brazos.

—Si, bueno. No pienso hacer ningún trabajo contigo, Weasley.

—¿Crees que yo estoy feliz por ello? —rio amargamente. —Eres más arrogante de lo que pensé, Malfoy. Pero por mí no hay problema, yo puedo hacer todo el trabajo.

Malfoy sonríe arrogantemente mientras les da una mirada a sus amigos que lo miran con orgullo.

—Solo que tú nombre no irá incluido en él. —veo como su rostro pierde la sonrisa antes de que yo dé media vuelta y comience a caminar hacia el pasillo.

Lo escucho maldecir detrás de mí y escucho sus pasos seguirme. —Maldición, Weasley. Me dejarás sin calificación.

—Entonces, si quieres tener calificación ven a la biblioteca después de clases y has tu parte del ensayo. —detengo mis pasos y volteo a verlo. —No soy una de tus admiradoras ridículas, jamás haré algo gratis por ti, ¿entiendes? Ni siquiera me caes bien como para hacerte el favor.

—A mí tampoco me agradas, Weasley.

—Y me importa un pepino. Si llegas tan siquiera cinco minutos tarde, empiezo a hacer el trabajo sin ti y tu calificación desaparecerá más rápido de lo que dices Quidditch. —lo amenazo.

Rueda los ojos y da un lento asentimiento.

════ ⋆★⋆ ════

—¡Eres amiga de Malfoy! ¡De Malfoy! —repite mi mellizo mientras continúa mirándome con desagrado. —¡De Malfoy! ¿Acaso no te das cuenta de lo que estás haciendo, Sophie? Eres amiga de un Slytherin, del enemigo. No cualquier enemigo, de Draco Malfoy. Él es el peor de todos. ¡¿Siquiera me estás escuchando?!

—Si, Ron, te estoy escuchando y te estoy ignorando. —murmuro desganada.

Mis palabras parecen indignarlo más, y abre la boca mientras se lleva las manos al pecho en un gesto demasiado dramático, pero muy típico de Ron.

—Incluso ya hablas igual que él.

—Deja de ser un idiota, Ron. Madura

—¿Qué yo deje de ser un idiota? ¿Qué yo madure? —suelta una risa sarcástica mientras mueve la cabeza. —¿Desde cuándo?

—¿Qué?

—¿Desde cuándo me has estado viendo la cara de estúpido y te ves con Draco Malfoy a mis espaldas?

Le doy una mirada de incredulidad. —¿Te das cuenta de cómo sue...?

—¡¿Desde cuándo Sophia Weasley?! —grita de tal manera que me logra asustar y hace que dé un paso atrás.

—Ehh... Ron... no... no creo que debas hablarle así a Sophie... yo... —Neville avanza hacia mí.

—¡Cállate, Longbottom! No la defiendas.

—¡No le hables así, Ronald! – le grito de regreso mientras doy un paso amenazante hacia él.

Estamos en el campo de Quidditch, justo había terminado el entrenamiento y me estaba dirigiendo a los vestidores junto con Harry, ambos estábamos hablando sobre las nuevas jugadas que Oliver Wood, nuestro capitán, había planeado. Todo estaba realmente tranquilo, un hermoso día de finales de mayo, pero esa tranquilidad se vio interrumpida cuando mi hermano mellizo entró vuelto una furia al campo de Quidditch gritando que era una traidora por confraternizar con el enemigo.

¿Quién es el enemigo? Draco Malfoy.

¿De qué se me acusa? De ser su amiga.

¿Cómo me declaro? Culpable.

Si, siendo honesta nunca esperé tener una amistad con un Slytherin, mucho menos con Draco Malfoy pero con el paso de los meses, después de la tarea de DCAO, ambos nos hicimos realmente cercanos, aún no sé explicar cómo, pero después de hacer las paces para poder terminar el ensayo sin que nos matáramos el uno al otro, nos dimos cuenta de que en realidad éramos más parecidos de lo que creíamos. Es muy sencillo hablar con Draco, cuando no se comporta como un idiota sangre pura, con el paso de los meses se ha convertido en uno de mis mejores amigos.

La verdad es que ninguno de los dos nos hemos esforzado por ocultar nuestra amistad, de hecho muchos de nuestros compañeros han notado que nos llevamos realmente bien, incluso Neville lo descubrió hace unos cuantos meses, si bien no le agradó mucho la idea, dejó en claro que siempre apoyaría mis decisiones y que si yo creía que Draco Malfoy era digno de mi amistad, él respetaría eso. Al igual que Hermione, a quien obviamente no se le pasa nada.

—No tienes ningún derecho a gritarme de esa manera y mucho menos a Neville, él solo está siendo un buen amigo. —continúo acercándome hasta él y una vez estoy a su altura, tengo que mirar hacia arriba pues él es significativamente más alto que yo, sin embargo eso no me acobarda. —No eres mi padre, Ron, y créeme que papá confiaría mucho más en mí y jamás me prohibiría ser amiga de alguien. Eres mi hermano, no tienes ningún tipo de autoridad para exigirme y gritarme así. Madura un poco, Ronald.

—Madura tú. ¿En qué cabeza cabe volverte amiga de Draco Malfoy?

—Lo conocí mejor, Ron. No es tan mala persona como parece, si te dieras la oportunidad de conocer mejor a las personas antes de crearte una idea acerca de ellos, tal vez tendrías más amigos.

—¿Draco Malfoy una buena persona? ¿Ahora lo defiendes? — suelta una carcajada.

—Sí, porque es mi amigo ahora. Así como lo son Dean, Neville, Seamus y Harry, no estoy diciendo que es la mejor persona del mundo. Pero es mejor de lo que pensaba y en verdad me agrada. Deja de comportarte así y confía en mí.

—¿Confiar en ti? ¿Después de que pasaste meses ocultándome que eras amiga de Malfoy?

—¡Jamás te oculté nada! Muchos ya sabían porque se enteraron por su cuenta, no son unos idiotas egocéntricos que solo se fijan en su propia vida.

Veo como el rostro de mi hermano se pone del color de su cabello.

—Eres una estúpida, Sophia Weasley. Siempre has sido una estúpida, vas por la vida creyéndote superior a los demás, creyendo que sabes algo que nosotros no. Pero déjame decirte algo, solo eres una estúpida niña insegura que no sabe vivir sin la protección que los demás le dan. Si continúas siendo amiga de gente como Malfoy, vas a terminar siendo una de ellos. Me das asco. —sus palabras golpean con fuerza mis oídos y por un momento creo que escuche mal, pues no creo que mi hermano haya dicho tales cosas sobre mí. Doy un paso atrás y luego otro, y otro más hasta que mi espalda choca con el pecho de alguien.

Siento que mis ojos hormiguean por las lágrimas acumuladas, durante todo este tiempo mantengo mi mirada fija en la de mi hermano, por un segundo sus ojos parecen alarmados al ver rostro afligido pero aun así mantiene su mirada severa. El llanto se acerca hacia mí y cuando por fin sale me doy la media vuelta y entierro mi cara en el pecho de Neville. Múltiples sollozos silenciosos me abandonan, no puedo creer que Ron haya dicho esas cosas sobre mí, es mi hermano, se supone que debe apoyarme, no dejar al descubierto mis inseguridades y avergonzarme así frente a nuestros amigos.

Neville pasa su brazo sobre mis hombros y me acerca más hacia él.

—¿Tú... tú te atreves a decir que Sophie es una niña insegura? ¿Cómo... cómo es qué siquiera pudiste pronunciar esas palabras? —dice Neville con pequeños tartamudeos, puedo sentir como tiembla bajo mis brazos pero no sé si se debe a los nervios o al coraje, creo que es una mezcla de ambos. —Dices que Sophie es insegura y que te da asco, pues... pues déjame de...decirte que tú eres todo eso y más. Admite que... que la única razón por la que te enojaste tanto al descubrir la amistad de ella con Malfoy es porque... porque tienes miedo, eres un cobarde inseguro que teme que su hermana lo abandone por alguien más... tienes miedo que Sophie decida que ya no eres suficiente para querer ser tu amiga... porque si, es tu melliza pero es tu amiga porque ella lo decide así... y... y... ella es la única persona que soporta que seas un idiota la mayor parte del tiempo.

Estoy de espaldas a Ron pero estoy segura de que su rostro es un poema en este momento, no se esperaba esa respuesta por parte de Neville, y tengo que admitir que yo tampoco. Mi mejor amigo toma un fuerte respiro y me aprieta aún más entre sus brazos antes de continuar.

—Tú eres el que me da asco, Ron... porque decides ofender a tu hermana y humillarla antes de expresar tus verdaderos sentimiento... eres un cobarde y miedoso que... que prefiere lastimar a las personas que ama antes de perder su orgullo.

A este punto mis sollozos han parado, no porque dejé de sentirme mal, sino porque las palabras de Neville han logrado dejarme en un estado de shock del que no creo poder salir pronto. Él no es de los que se enfrentan a las personas, al menos no tanto, prefiere quedarse callado y agachar la cabeza antes de defenderse. Pero no, él en este momento ha decidido defenderme y lo ha hecho con una gran valentía y coraje.

—Yo... Sophie... yo, lo siento, No quise...

Las palabras de mi hermano son interrumpidas por la voz segura de Neville. —Ella no quiere hablar contigo ahora, Ron. Lo mejor será que te vayas. Ya.

Entierro mi rostro con más fuerza en el pecho de Neville y lo rodeo con mis brazos. Escucho como Harry, quien se ha mantenido al margen durante toda esta discusión, le dice a mi hermano que deben irse a la sala común, ambos pasan por nuestro lado y sus pasos se pierden detrás de nosotros. Cuando estoy segura de que ambos ya se han retirado lo suficiente, salgo de mi pequeño escondite y levanto mi mirada hacia el chico de cabello castaño, le regalo una sonrisa que me devuelve de inmediato.

—Gracias, Neville. Eso ha sido muy valiente de tu parte. —mientras agacha la mirada. Y se encoge de hombros restándole importancia.

—No... no ha sido nada. Ron cruzó la línea y te dijo cosas que me... me molestaron mucho.

—Pero tú me has defendido, estuviste increíble. —rodeo su cuello con mi brazo y lo envuelvo en un gran abrazo. Él me devuelve el abrazo con rapidez.

—Haría cualquier cosa por ti, Sophie.

—Yo también, Nev. – susurro con sinceridad.

—Estoy feliz de tener una mejor amiga como tú. —escucho como susurra contra mi cabello.

Pero a este punto yo ya no estoy tan segura de sólo querer ser eso. Por primera vez siento un extraño hueco en mi estómago al escucharlo nombrarme de esa manera.

"Mejor amiga" Sí, ya no suena tan fantástico después de todo.










omg, al fin puedo publicar el prólogo. Esto se trata de sucesos importantes en la vida de Sophie para que entiendan el contexto una vez iniciado el libro, vamos a empezar en el cuarto año de los personajes. Espero les haya gustado.

- Solinne

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