Neville Longbottom y Sophie Weasley son mejores amigos. Han compartido lágrimas, promesas y risas.
Ambos se aman, pero solo como amigos.
Ambos sueñan con el otro, pero solo como amigos.
...¿no es así?
La verdad es que están enamorados.
Pero ambos...
Asegúrense de haber leído el capítulo 25 que publiqué ayer antes de leer este:)
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Salgo de la oficina de la profesora McGonagall y cierro la puerta detrás de mí. Después de haber pasado un día entero en agonía, por fin nos han otorgado el permiso para volver a formar el equipo de Quidditch de Gryffindor.
Camino rápidamente por el pasillo para llegar al salón de Encantamientos, y al girar hacia la derecha me topo con una de las personas que llevo evitando desde hace días.
Draco Malfoy suelta un bufido cuando me ve caminar en dirección contraria a la suya, y yo no puedo evitar la mueca de disgusto que se dibuja en mis rostro.
—Weasley, controla a tu perro... Longbottom ha estado muy rabioso estos días. —murmura con una sonrisa falsa mientras paso por su lado.
Ruedo los ojos, y me limito a maldecirlo internamente.
—¿Qué? ¿Ya no vas a hablarme? —continua, y se da la vuelta para seguir el mismo camino que yo.
—Tú mismo dijiste que nuestra estúpida tregua se había terminado, y si mal no recuerdo fuiste un idiota con mi familia y amigos la última vez. —le contesto con tono de indiferencia.
La parte de mí que quería disculparse con él y se sentía culpable por haberme reído cuando confesó sus sentimientos desapareció con el comentario que él soltó el otro día, donde sin darse cuenta incluía a los padres de Neville.
—Como quiera no necesito tu estúpida ayuda. —murmura enfadado. —Tú ni siquiera eres buena persona como para que me ayudes a mejorar a mí, terminaría siendo una perra hipócrita y patética como todos los de tu familia.
A pesar de que tengo ganas de darme la vuelta y pegarle un puñetazo en la cara, me limito a ignorarlo.
Si lo ignoro, se irá. Si lo ignoro, se irá.
Solo que él no se detiene con eso, me sigue por todo el pasillo mientras maldice y gruñe una y otra vez lo patética que soy.
—Malfoy, si tanto me odias entonces ¿por qué no sigues tu camino y me dejas en paz? —volteo furiosa cuando ya me hubo colmado la paciencia. —No quieres mi amistad, no la necesitas, ¡bien!, para mi mucho mejor. Pero deja de estarme siguiendo y maldiciéndome por lo bajo, ¡es patético!