No editado, a tener en cuenta: Faltas de ortografía y algunas incoherencias a lo largo de la historia.
Abie se queda dormida en mis brazos y la dejo tumbada en la camilla cuidadosamente. El médico se acerca a ella y le toma el pulso. Ahora parece estar más tranquila y relajada. No puedo creerme que esto haya pasado, que esto le haya ocurrido a Abie. Debería haber corrido más rápido. ¡¡¡Debería haber llegado a tiempo!!!
—La señorita Anderson será atendida inmediatamente. Siento lo ocurrido —dice el médico.
—¿Ustedes... ustedes comprobarán si Abie está...? —pregunto, viéndome incapaz de terminar la frase.
—¿Embarazada? Sí, lo comprobaremos. Recemos a Dios porque no lo esté, ella ya tiene suficiente.
Me restriego la cara con las manos.
—Quiero que sepa, que, cuando la señorita Anderson despierte, no va a reaccionar de la misma forma que ahora. Todo ha ocurrido demasiado rápido y no lo ha procesado, una vez que su cerebro lo procese, no va a dejar que nadie se le acerque.
—¿Va a tenerme miedo? —pregunto con un hilo de voz.
El médico hace una mueca de disgusto y asiente.
—Ahora el sexo masculino es una amenaza para Abigail.
Tenso la mandíbula y asiento.
—Gracias por todo, doctor.
Salgo corriendo e intento salir del hospital antes de que la policía se lleve al hijo de la gran puta de Niall. Voy a matarlo. Y esta vez no es una forma de hablar. Corro por los pasillos, esquivando a los enfermos y a la gente que está de visita, y salgo a la calle. ¡Mierda, no está! Saco el móvil y llamo a mi madre. Me fui sin dar explicaciones ni nada por el estilo, así que supongo que temen que me haya dado por hacer una locura. Y la voy a hacer, voy a meterle un tiro a Niall entre ceja y ceja.
—¡Kendall, ¿dónde estás?!
—No me esperéis despiertos —digo y cuelgo.
Corro por la calle, como un loco —tal vez lo esté—, y aparto a la gente a empujones. Tengo que llegar rápido a la casa de Laura, no me permitiré llegar tarde, jamás. Exijo puntualidad a cambio de mi impuntualidad y eso ha provocado que Abie haya sido... haya... ¡¡No puedo ni pensarlo, soy demasiado cobarde para atreverme a asumir lo que le ha hecho Niall!!
Marco el número de Laura en mi móvil.
—Al hablar Laura —dice, animadamente.
—¡¿Lauren?!
Hace tiempo que no hablo con ella ni la veo, suele ir a las carreras con su novio. Creo que es la única amiga que tengo.
—¡Uy..., me has llamado por mi nombre de pila! ¿Qué te pasa, Jones?
—¡¡Prepara la revólver, en cinco minutos estoy allí!!
—¡¿Qué?! —pregunta, ahora sorprendida—. ¡Pero, ¿qué coño...?!
Cuelgo y sigo corriendo. Hace seis meses fui a comprarme una pistola, no sé por qué razón, pero me la compré. Lauren se encarga de guardármela para que mis padres no la vean y yo no haga ninguna gilipollez. Ella sabe que yo no voy a pedírsela, salvo en casos extremos o cuando esté borracho y tenga ganas de pelea. Se la he pedido una par de veces, después de haberme bebido media destilería y en medio de una pelea con cualquier imbécil, pero jamás se la he pedido sobrio y furioso. Jamás se la he pedido en serio.
Entro en la calle de Laura y corro hacia su casa. No me molesto en llamar, salto la verja del jardín y rodeo la casa para ir directo al jardín donde tiene un cobertizo en el que guarda las armas. Ella me espera, sentada en sobre la hierba.
—¿Dónde está la pistola? —le pregunto.
Lauren me mira seria y señala con la cabeza un trapo que está a su lado. Cuando me agacho a coger la pistola que está cubierta por el trapo, ella pone la mano encima para que no la coja.
—¿Para qué la quieres? —me pregunta, seriamente.
—No te importa, dámela.
Laura frunce el ceño y coge la pistola.
—No, no te la doy. Dime para qué la quieres y te la daré.
Me paso las manos por el pelo y maldigo en voz alta. ¡¿No puede dármela y ya está?! ¡¡Es mi pistola y yo hago lo que quiera con ella!!
—Kendall... —me advierte Lauren.
—Mira..., Laura, no... no puedo decírtelo.
—Sí, sí que puedes.
Me dejo caer a su lado y resoplo.
—Yo... estoy con alguien.
Laura abre los ojos como platos y ahoga un grito.
—¡¿Con quién?!
—Abie Anderson.
—¿Y qué pasa con...? —deja la frase en el aire.
—Jane es el pasado. Mi presente y mi futuro es únicamente Abie.
Le explico cómo comenzó todo y ella escucha expectante. Hablar sobre todo esto es confuso y me produce jaqueca. Hemos discutido a saber cuántas veces, nos hemos besado, nos hemos gritado y hemos hecho el amor. ¡¡Pero sigo sin tener nada claro!! ¡¡¡No sé si a Abie le importo tanto como ella a mí!! ¡¡¡No sé si sabe lo mucho que la amo!!! ¡¡¡Porque la amo, maldita sea!!! ¡¡Ella no puede imaginarse lo que significa para mí!! Ella es mi salvavidas, mi punto de apoyo, mi cordura, mi felicidad, mi vida entera...
Ella me ha hecho sonreír, decir las palabras <<te quiero>>, llorar, perder los estribos y, sobre todo, ser un puto cursi. Y, ahora, por culpa del puto Niall, no podré besarla ni susurrarle al oído ni estrecharla entre mis brazos, porque ella no me lo permitirá. Porque me gritará que me vaya y pedirá auxilio cuando me acerque.
<<Niall, ya puedes ir contando los minutos que te quedan de vida, puto cabrón>>, pienso. Cuando termino de contárselo a Laura, ella se queda boquiabierta y me mira horrorizada. No es algo bonito de contar, pero es la jodida realidad.
—¡Eso es horrible! —exclama.
—Sí y, ahora, dame la pistola de una puta vez.
—Kendall, entiendo que estés cabreado... —dice, pero la corto de inmediato.
Me levanto del golpe y la miro furioso.
—¡¿Cabreado?! ¡¡¡Ésa no es la palabra!!! ¡¡¡Quiero matar a ese cabrón y dices que estoy cabreado!!!
Lauren se levanta, dejando la pistola en el suelo.
—¡¡Matar a Niall Ford no servirá de nada!!
—¡¡¡Me importa una puta mierda!!! —grito y cojo la pistola.
Camino con firmeza hacia la parte delantera de la casa y Lauren me agarra del brazo para intentar pararme. Escucho el motor de unas motos y comienzo a andar con más rapidez mientras arrastro a Laura conmigo. Esta chica es más cabezota...
—¡Lauren, suéltame!
—¡¡¡Chicos, está aquí!!! ¡¡Rápido, que no puedo con él!!
Liam, Fred, Dennis y Jake aparecen de repente y corren hacia mí.
Me guardo el revólver en el bolsillo del pantalón y me zafo del agarre de Lauren. Los chicos corren detrás de mí, gritándome que pare. Liam se abalanza sobre mí y me tira al suelo. Grito frustrado y me zarandeo para tirarlo.
—¡Para, joder! ¡¿Eres capullo?! —Me grita—. ¡¿Por qué coño le pides la pistola a Laura?!
—¡¡Liam, será mejor que no te metas!! —le advierto.
Laura y los demás llegan hasta nosotros.
—Liam, creo que deberías escuchar a Kendall —dice Laura.
—¡¿El qué?! ¡¿Qué quiere ser un puto asesino?!
—¡¡No, Liam, es otra cosa!! ¡Kendall, díselo!
Liam se sienta sobre mi espalda y me obliga a pegar el pecho al suelo mientras sigo intentando tirarlo. Pesa demasiado y me duele la espalda.
—¡¡Eres gilipollas!! —Grito—. ¡¿Sabes lo que acaba de pasar, capullo?!
—¡¿Qué acaba de pasar?! ¡¿Qué has visto a Niall caminando tranquilamente por ahí y que te han entrado ganas de darle de hostias?! ¡¡Eres tóxico, tío, deja a Abie porque no le haces bien!! ¡La estás jodiendo!
Tenso la mandíbula y saco fuerzas de mi ira y lo tiro. Me levanto rápidamente y le envío una mirada iracunda. ¡¿Quién se cree que es?! ¡¿Quién coño se cree que es?! ¡¡¡¡No tiene ni puta idea de nada!!!! ¡¿Y quién se cree que es para hacerme dejar a Abie?!
—¡¡Para que te enteres, gilipollas, Niall ha violado a Abie hace apenas una hora y ahora le está haciendo pruebas para ver si ese cabrón hijo de puta la ha dejado embarazada!! ¡¡¡No tienes ni puta idea de nada, chaval!!!
Aprovecho el shock de mis amigos para correr hacia sus motos y me monto en la de Jake, que es la única que está arrancada. Acelero y me dirijo hacia la comisaría. Es una estupidez matar a alguien que está dentro de un sitio lleno de policías, pero me da igual. Prefiero ir a la cárcel o a un reformatorio antes que dejar que Niall siga vivo.
Cuando paso por un callejón viejo y ruinoso, una moto se me cruza y giro el manillar de la moto, haciendo que ésta gire bruscamente y vuelque. Giro sobre el asfalto, a menos de medio metro de la moto, y choco con la pared de un edificio abandonado. Me tumbo bocarriba y me sujeto en brazo. Tengo unos pequeños cortes, pero nada en comparación con lo que me hice en el accidente con Jane.
—¡Joder! —grito lleno de frustración.
Me levanto del suelo y le doy una patada a mi moto antes de intentar levantarla. Escucho el motor de la moto que me ha hecho volcar y levanto la cabeza, lentamente. Parker Graham quema rueda con una sonrisa socarrona en su odiosa cara.
—¿Qué tal, Jones?
—Será mejor que te vayas, si aprecias tu vida —lo amenazo.
Suelta una carcajada y se baja de la moto.
—¿Y ese humor de perros?
Tenso la mandíbula y me llevo la mano al bolsillo del pantalón para tener la pistola a mano.
—No tendrá que ver con Niall y Abie, ¿verdad? —pregunta con una sonrisa malévola.
—¡¿Tú lo sabías?! —rujo.
Él ríe y se acerca un poco a mí.
—Kendall, Kendall, Kendall... —suspira y se acerca a mí para susurrarme—: Yo esperaba a que él saliera para colarme en la habitación de Abie sin que se diera cuenta y follármela.
Saco la pistola del bolsillo y le pego el cañón a la sien.
—¡¡¡Vuelve a repetirlo si tienes pelotas!!! —digo empujando su cabeza con el cañón de la pistola.
Él ríe y asiente.
—¡Venga ya, Jones, no está cargada! —Se mofa—. Y, como tengo pelotas, te lo repito. Quería follarme a Abie y lo haré cuando tenga la mínima oportunidad. Tenga o no tenga su consentimiento... Me da exactamente igual verla llorar, eso es mucho más excitante —susurra con su puta sonrisa.
Le quito el seguro a la pistola.
—Sí... verla sufrir me pone —dice sonriendo—. No sabes lo bien que podría a llegar a pasármelo con ella.
—¡¡¡No harás nada de eso, gilipollas!!!
Y aprieto el gatillo.