Tenebris

By Val_Ales

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Amores prohibidos e imposibles, todos saben que ese tipo de relaciones terminan en tragedia. ¿Serán ellos una... More

Guía
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Lucidus, segunda parte

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By Val_Ales

Yuta

—No sé qué haces aquí, DoYoung. —mencioné sin apartar la vista de mi reflejo en el espejo.

—Ya te dije que necesito estar a solas. —escuché la voz cansada y estresada de mi amigo detrás.

—Tenemos diferentes conceptos de soledad. —expliqué volteando un instante para verlo.

—Ya sabes cuál es el mío. —dijo mirándome con sus ojos oscuros. Asentí, pues lo conocía bien.

—¿Y qué con TaeYong? —pregunté volviendo a mirarme en el espejo.

—Está con el tipo ese. —sonreí por el claro tono despectivo que usó.

—Se llama JaeHyun. —lo molesté sabiendo bien que nunca se referiría a él con su nombre.

—No entiendo por qué está con él. Es como si se hubiera olvidado que es un semi demonio, o que atacó a TaeMin y JiEun.

—JaeHyun es bueno, solo que tú no quieres acercarte a conocerlo más.

—¿Por qué debería? Se supone que estamos planeando alguna manera de vencerlos, no haciéndonos sus amigos.

Bufé cansado de escuchar lo mismo. DoYoung no parecía soportar la idea de que nuestros "invitados" no sean tan malos como se les describe. Menos aún con los demás, especialmente ChenLe y TaeYong, acercándose tanto a JaeHyun.

Terminé de peinar mi cabello, encantado con el nuevo color y corte. Por fin me había animado a teñirlo, así que ahora había dejado de ser negro para pasar a un rojo vibrante, justo como lo quería. Le di unos retoques con la tijera, pero en general seguía bastante largo. Me gustaba, más cuando lo amarraba en una cola. Iba mejor con mi estilo que el simple y común color negro de antes.

Me alejé del espejo para dirigirme a la cama, que era donde DoYoung estaba sentado. Parecía una estatua con la posición tan estirada que tenía, desentonando con el desorden de mi cuarto. Me seguía observando directamente, pero yo sabía que en realidad estaba perdido en sus pensamientos, como casi siempre que no estábamos con los menores. Se encerraba en sí mismo y no dejaba que nadie entre en su burbuja.

O bueno, casi nadie.

—¿Vas a hacer algo al respecto? —cuestioné tomando una bolsa de sangre del congelador que tenía al lado de la cama, rasgándola con mis dientes y sirviéndonos un poco en las copas que estaban encima de la mesa de noche.

—Vigilarlo. —respondió seco.

—No eres bueno en eso, todos se terminan dando cuenta.

Sonrió de lado con algo muy cercano a la maldad— Ese es el punto, que sepa que lo estoy viendo.

Solté una risa por su respuesta, sorprendiéndome al ver salir ese lado que mayormente mantenía oculto. Le entregué una copa y le di un sorbo a la mía, aguantando una mueca de disgusto por la helada temperatura. Nada se comparaba a la sangre fresca y caliente, pero era por un motivo de "moral" que lamentablemente no podíamos consumirla muy seguido.

—Bien, Yuta, te dejo. —avisó poniéndose de pie y sacudiendo el inexistente polvo de sus pantalones.

—¿Vas a tu dormitorio? —pregunté poniéndome de pie también.

—No, voy a buscar a TaeYong, ya le di suficiente tiempo para lo que sea que quería hablar con el otro tipo.

Arqueé una ceja ante lo tóxico que sonó eso— ¿Estás seguro de que no sientes nada por él?

—Yuta, TaeYong y yo solo somos amigos, nada más. —se quedó quieto un momento, sus ojos tomando un brillo nostálgico— Tal vez más que eso, yo podría darlo todo por él, pero no tenemos nada romántico de por medio.

—Tienen una relación algo... extraña. —dije acercándome a la puerta y dejando pasar a DoYoung primero.

—Supongo que sí, pero a ninguno de los dos nos incomoda. —confesó saliendo de mi habitación y arrimándose un poco a la izquierda para dejarme espacio a mí también— ¿Vas a ir a otra parte?

—A caminar, estoy cansado de quedarme en las mismas cuatro paredes. —cerré la puerta con llave— Te acompañaré hasta que encuentres a Yong, y si demoras mucho me iré por mi cuenta.

—Oh, qué amable de tu parte. —dijo sarcástico, rodando los ojos.

Le sonreí mostrando mis dientes. Me gustaba molestarlo un poco, pues se enojaba relativamente rápido y los gestos que hacía eran entretenidos.

Caminamos por los pasillos, primero revisando toda la planta en la que nos encontrábamos y bajando por las escaleras al no ver rastro del mayor por ninguna parte. Ahora estábamos en el segundo piso, siguiendo a paso lento y cruzándonos con poquísima gente. Yo ya me estaba aburriendo, esto de jugar a las escondidas con TaeYong ya no me divertía.

Dimos una vuelta por toda la planta antes de volver a los pies de la escalera, aún sin noticias suyas. Amarré mi cabello con una liga y remangué mi camisa hasta los codos, había sido una buena decisión el no ponerme el saco de nuevo.

Unos pocos vampiros que estaban pasando junto a nosotros me quedaron viendo, más específicamente a mis mangas arrugadas y los botones desprendidos de mi camisa. Les devolví la mirada y alcé una ceja con altanería, invitándolos a decir el más mínimo comentario. Obviamente, apartaron la vista y se alejaron a paso rápido. Ese era el lado bueno de ser un Nakamoto, solo el apellido te daba poder sobre los demás. Aunque quería creer que también se debía a mí mismo, la idea de ser intimidante animaba mi orgullo. De todas formas, podían meterse su código de vestimenta por donde les quepa, yo no tenía intenciones de abotonar mi camisa hasta el cuello solo para lucir como un pijo.

—Bueno, DoYoung, TaeYong no aparece por ningún lado. —le dije aunque este parecía no prestarme atención, alzando el cuello y buscando al mayor— Como dije, tendrás que seguir solo.

—Si solo hemos estado buscando por unos cuantos minutos, tú lo que estás es aburrido.

—Nunca dije que no lo estaba. Y el tiempo que gasté siguiendo un inexistente rastro no me lo devuelve nadie. —me quejé al pensar que podría estar en algún sitio tranquilo, lejos de todos.

Levanté la cabeza al escuchar unas pisadas. Ahí se encontraba el pelinegro, bajando con gracia las escaleras y sonriéndonos. No pude evitar quedarme mirándolo por largos segundos, cautivado por su belleza. TaeYong era por mucho la segunda persona más hermosa que había visto en toda mi vida. La primera era, por supuesto, mi lobo rubiecito. A quien no había visto desde hace bastante tiempo, por cierto.

—Es aquí cuando dices "ampay me salvo". —bromeé cuando llegó con nosotros.

—¿Eh? —hizo un sonido de confusión, ladeando la cabeza para acompañar el sentimiento.

—Las escondidas. —me sorprendí al ver que seguía sin reconocer el juego— ¿Nunca has jugado a las escondidas? —solté una risa impresionada e indignada, pues ese juego formaba parte de mi infancia. La poca que recordaba.

—Fuimos transformados desde pequeños, Yuta. —dijo DoYoung al lado de TaeYong— Crecimos rodeados de sangre y ornamentos antiguos, nuestro juego era ver quién resistía más el hambre sin apuñalarse en el estómago.

—Cierto, había olvidado lo bonita que fue su infancia. —intenté bromear sin saber bien si debía consolarlos de alguna forma o no.

—De lo mejor. —ironizó DoYoung entrelazando uno de sus brazos con el mayor, una acción que estaba más que seguro hacía involuntariamente— Nosotros nos vamos, supongo que nos veremos ya mañana.

—¿Me dejan? —fingí indignación poniendo una mano en mi pecho, donde estaba mi corazón.

—Si mal no recuerdo, te estabas quejando de lo aburrido que estabas hace unos minutos. —recordó TaeYong sonriendo de lado, un gesto que discordaba con la ternura que había en sus ojos.

—Me había aburrido de buscarte, pero ahora ya te encontramos, o tú nos encontraste a nosotros. —corregí pues era el quién se había topado con nosotros— Por cierto, ¿qué hacías en los pisos de arriba?

TaeYong fingió inmutarse ante la pregunta, pero yo noté el ligero cambio en su expresión, ya acostumbrado a leer sus gestos. Su rostro se endureció un poco por la tensión y sus fosas nasales se agrandaron un poco. También empezó a jugar con sus dedos, presionando las uñas contra las yemas de los contrarios. Sea lo que sea que haya estado haciendo, no quería que lo supiéramos.

—Solo estaba mostrándole a JaeHyunnie el instituto. —dijo volviendo al tono grave que usaba cuando tomaba su posición de líder, uno que nosotros no escuchábamos seguido.

—¿Y le enseñaste lo vacíos que estaban los pisos superiores? —soltó con sarcasmo DoYoung, tan incrédulo como yo.

—Sí, ¿algún problema? —demandó TaeYong alzando un poco la mirada para enfrentarse a la analítica de DoYoung. Esa era otra de las extrañas facetas de su relación, porque el mayor era el único que podía hacerle frente a DoYoung, y este era el único que lograba sacar su lado desafiante.

—Bueno, ahora sí creo que tomaré lo que dijeron y me iré. —dije tratando de escapar de ellos. Me gustaban las peleas, eran realmente entretenidas de ver, pero me quitaban toda la diversión cuando me metían en ellas de alguna forma (y yo no era uno de los protagonistas). Si me quedaba, de seguro buscarían que haga de alguna clase de mediador, y yo no tenía ni la paciencia ni la voluntad para hacerlo— Adiós.

—Nakamoto Yuta. —escuché a TaeYong llamarme, por lo que caminé más rápido para alejarme.

Deambulé por el lugar, simplemente observando los alrededores por si algo interesante ocurría. Me sentí decepcionado al no encontrar nada nuevo, siendo que casi todos los días se desataba una discusión pasivo-agresiva entre dos o más vampiros. Me daba gracia lo pleitistas que éramos, y más que la mayoría (por no decir todos) trataban de lucir lo más estirados que puedan incluso insultando a otro. Algunas veces era divertido de ver, más si sabían los aspectos personales de su contrincante; pero usualmente era tan entretenido como una carrera de caracoles, pues intentaban ser agraciados a la hora de discutir. Eso me molestaba, si iban a pelear que al menos lo hagan bien. Como los lobos alfas, esos sí que estaban más que dispuestos a sacarse sangre y arrancar órganos por la mínima cosa. Verdaderamente eran unos completos animales.

Seguí caminando sin darme cuenta de que había llegado a la zona límite con los brujos, incluso podía ver la sombra de algunos y escuchar —aunque a la lejanía— sus pisadas y voces. Podría darme una vuelta por ahí, si tenía algo de suerte encontraría esa diversión que había estado buscando por ya casi una hora.

Caminé y caminé sin hallar nada nuevo, mi aburrimiento haciéndose más grande con cada pisada. Estaba considerando seriamente el volver a la habitación y quedarme ahí hasta el día siguiente. Sí, parecía una buena idea.

Volteé bruscamente para volver sobre mis pasos e ir a las escaleras, chocándome con alguien y sintiendo un pinchazo en el brazo. Siseé por el dolor y miré la zona, viendo una pequeña abertura en la camisa y un hilo de sangre manchando la tela. Alcé la mirada para ver a quién me lo había hecho, sonriendo de lado al encontrar al brujito peliblanco.

—Tú de verdad que llevas el peligro a donde sea que vayas. —dije bajando mis brazos y metiendo mis manos en los bolsillos del pantalón.

—Iba apurado y no te vi, mis disculpas. —habló con voz baja y aterciopelada, mirando al piso.

El chico tenía intenciones de pasar por mi lado con prisa, huyendo tal cual ratón. Lo dejé avanzar un poco, queriendo hacerlo sentir a salvo por unos segundos antes de detenerlo. Agarré su muñeca con fuerza y tiré de él de regreso, empujándolo contra la pared y poniendo uno de mis brazos al lado de su cabeza, dejándolo sin escapatoria.

—Debes estar loco como para creer que te dejaría ir así como así. Dime, Xiao DeJun, ¿crees que soy estúpido? —cuestioné acercando más mi rostro para intimidarlo. Sus ojos marrones me veían con algo de temor, pero vacilaban entre algo a su derecha y yo— Dame el objeto con el que me has pinchado.

—Yo no... —golpeé la pared haciéndolo sobresaltar.

—No lo repetiré de nuevo, brujito. Dame la bendita aguja o te juro que...

—¡XiaoJun! —giré hacia la voz grave que llamaba al peliblanco, encontrándome al chico pelinegro de ojos azules que mayormente paraba con él.

Bajé mi brazo para dejarlo ir, cosa que no dudó en hacer tan pronto como ya no se encontró acorralado. El otro brujo me miró con seriedad, pero podía notar algo de miedo en sus ojos. Sonreí socarrón, al menos no eran tan idiotas como para jugar a quien era el superior.

—Vigila tu espalda, DeJun. —amenacé en voz alta, volviendo a meter mis manos en los bolsillos y viéndolos irse. Había encontrado un nuevo entretenimiento.

Esta vez tuve que dejarlos ir. TaeYong me mataría si se entera de que estuve agobiando a uno de los brujos, más aun cuando este era amigo de Kun. Era una cuestión de qué pesaba más, el tenerlo de mal humor por varios días o disfrutar de unos cortos segundos de mortificar al peliblanco. La respuesta era más que obvia. El tener a TaeYong de mal humor era sin duda mil infiernos peor que soportar un poco de aburrimiento.

Regresé por el pasillo hacia las escaleras, ya algo cansado de caminar por tantas horas. El recuerdo de una tarea me golpeó al instante, pero le resté importancia. No era ni la primera —y tampoco sería la última— vez que no cumplía con algo, para los maestros no era novedad. Solo quería llegar y echarme en el colchón hasta mañana.

Estaba a punto de subir al segundo piso cuando divisé a ChenLe y a Jeno a lo lejos. Di un paso hacia ellos queriendo saludarlos y hablar un poco, pero sus rostros serios y preocupados me alertaron. Se veía que era algo íntimo, y si bien lo que TaeYong y DoYoung hubiesen hecho era el acercárseles y preguntarles qué les pasaba, yo prefería darles su espacio y solo esperar a que acudan a mí si necesitaban ayuda. Confiaba en ellos, eran muy inteligentes y centrados para su edad, tal vez Jeno más que ChenLe, pero estaba seguro que eso se debía al entorno en el que había crecido. Mantendría su secreto y solo actuaría si veía que la situación los preocupaba demasiado. Por ahora, lo dejaría pasar.


                  •••••••


Habían pasado un par de días desde el incidente con el brujito y, tal como había dicho, no le había quitado el ojo de encima. No parecía hacer nada fuera de lo normal, solo conversando con su grupito como siempre. Aunque era complicado el vigilarlo si solo podía verlo en el receso y muy ocasionalmente en los pasillos. De todas formas, no pensaba dejarlo escapar. Solo un idiota creería que el pinchazo había sido un accidente. La pregunta era para qué querría sacarme sangre.

El descanso acababa de terminar y yo seguía bebiendo de mi copa recientemente llena. Debía aprovechar que en el comedor ofrecían sangre fresca, así que siempre pedía que me rellenaran la copa unas tres veces más. TaeYong me miraba indignado, pues iba totalmente contra sus principios. Yo lo ignoraba, si él quería beber de esa insípida sangre animal pues que lo haga, yo seguiría prefiriendo la humana.

JaeHyun caminaba a mi lado, tan callado y sereno como siempre. Tenía un aura extraña, realmente parecida a la de los vampiros nobles. Era atractivo, de facciones angulosas y contextura fuerte, todo eso junto con la postura de príncipe que se cargaba todo el tiempo. Un gran número de vampiresas se le habían acercado, algunas más atrevidas que otras, pero todas ellas habían sido rechazadas. No sabía qué se traía en manos, pero me gustaba el que no se creía el rey del mundo y no dudaba en decir no.

—¿De qué demonio dijiste que venías? —le pregunté susurrando, la vista clavada en dos chicas que no despegaban la mirada de él.

—Asmodeo. —respondió en un tono bajísimo para que sólo yo pueda escucharlo.

—El de la lujuria, ¿no? —asintió con la cabeza, aún sin notar las miradas que atraía. O haciéndose el que no lo hacía— ¿Tienes alguna especie de imán o hechizo que te haga más atractivo?

Abrió sus ojos ligeramente, la sorpresa pasando por su rostro por cortos segundos— La verdad es que no lo sé, nunca me había puesto a pensarlo.

—Pues yo creo que sí. Tienes a toda la población detrás tuyo, y no hablo solo de vampiros. —dije recordando la vez que un par de omegas se le quedaron viendo con las pupilas dilatadas.

Rascó su nuca con una pequeña sonrisa avergonzada, incluso sus orejas estaban adquiriendo un sutil tono rojo. Si antes el chico parecía de lo más caliente, ahora solo inspiraba ternura. Más con los dos hoyuelos marcándose.

—Aunque tampoco es como que te importe mucho, ¿no? Tienes a alguien más en mente. —quería indagar más sobre lo que pasaba entre TaeYong y él, tal vez podría venderle la información a DoYoung.

—No sé de qué hablas. —negó con la voz grave y el rostro serio de nuevo.

—¿Me he equivocado? —cuestioné con ironía y soltando una carcajada al final.

—Sí, te has equivocado. —cerró avanzando de prisa y pasándome.

Dejé que se vaya, pues sabía reconocer cuando me acercaba al límite de alguien. No había conseguido mucho, pero prefería investigar luego sin arriesgar la coartada que teníamos.

Borré mi sonrisa y me dirigí a la zona limítrofe con los brujos. Si mis contactos no me fallaban, DeJun debía estar yendo a la biblioteca. Yo era alguien muy poco observador e impaciente, y por más que haya cumplido mi amenaza de mantenerlo entre ceja y ceja, el detallar sus horarios y memorizar a qué hora iba a pasar por tal lugar se me hacía imposible. Por fortuna, tenía ciertos conocidos que intercambiaban información a cambio de algo. Casi siempre era dinero, el valor dependía mucho de lo que pidas. Ellos eran unos estafadores, tenían varios trucos bajo la manga, pero sabían muy bien que yo no era alguien con el que debían meterse, así que el averiguar la ubicación de DeJun a esta hora había sido pan comido.

Me oculté detrás de una columna, recostando la espalda contra la pared y cruzándome de brazos para esperar a que el brujo aparezca. No tardó mucho y, para mi fortuna, venía completamente solo.

Me separé de la pared y me acerqué a él, aprovechando que varios debían cumplir con algunos deberes y por esa razón la biblioteca estaba vacía. Agarré su muñeca y tapé su boca con la otra mano, llevándolo a un rincón medio oculto en el que podamos tener esa amena charla que me debe.

—Hola de nuevo, brujito. —dije todavía presionando mi palma contra su boca— Te soltaré en unos segundos, y confío en que tu cerebrito sabrá que lo que más le conviene es permanecer callado.

Quité mi mano de su boca y sonreí al distinguir el temor en sus ojos. Estaba totalmente petrificado, ambas cuencas abiertas al igual que sus labios.

—Mira, no pienso hacerte daño, al menos no por ahora. —medio susurré lo último, pero por su expresión noté que sí lo había escuchado— Pero si no me dices por qué me sacaste sangre y me entregas la aguja, entonces ahí las cosas sí se tornarán feas.

—F-Fue un accidente, ya me había disculpado. —tartamudeó sin mirarme a los ojos.

—¿Y llevas una aguja así de expuesta siempre? —cuestioné con ironía.

—Guardé todas mis cosas apurado, no pensé que iba a chocarme con alguien. —intentó excusarse, y tal vez lo hubiese creído de no ser por lo mucho que temblaban sus ojos.

Y que olía a puro miedo y nerviosismo.

—Mira, DeJun, escúchame bien porque no pienso volver a repetirlo. —susurré acercándome más a su cara— Me darás la aguja por las buenas, o por las malas. —dejé salir mis colmillos y garras para asustarlo, por si mis iris rojos no lo hacían.

—Y-Yo... —tragó duro antes de tomar una profunda respiración. Me miró a los ojos un instante antes de volver la vista al suelo— Está bien, pero debes escucharme sin interrupciones.

—Eso dependerá de qué tan cierta sea tu excusa.

—Está bien. —hizo una larga pausa antes de empezar a explicar— T-Todo comenzó en la fiesta de los padres de TaeYong, uh, luego de que nos hicieran reunirnos y charlar. Yo me alejé para ir por mi saco, pero tu madre me detuvo. —alcé una ceja por la mención de YooNa— Ella se me a-acercó y me dijo a...

—¿XiaoJun?

Volteé rápidamente a la izquierda, mi concentración vacilando entre la profunda voz que reconocía y lo que DeJun estaba relatando. Claramente, fue mi rubiecito el que ganó la batalla.

—Yuta, ¿qué estás haciendo? —me preguntó con el ceño fruncido y acercándose a paso veloz hacia nosotros, interponiéndose entre el brujo y yo.

—Solo teníamos una conversación. —miró con incredulidad mis garras y colmillos, los que oculté rápidamente.

—Claro, una conversación. —me miró molesto e intrigado, a lo que le sonreí con todos mis dientes.

—Todo está bien, gege. —intervino DeJun poniendo una mano en su hombro. Aguanté las ganas de quitarla de ahí, pues el chico aún no era mío y estaba más que seguro de que si lo hacía se iba a enojar.

—¿De qué estaban hablando? —preguntó más calmado.

Hice una mueca por la pregunta. No pensaba responderle, era algo que solo nos incumbía al brujo y yo, pero me molestaba el no poder contarle nada.

—Nada importante. —contesté seco.

—Dime la verdad, Yuta. No esperes que te crea si cuando llegué estabas apunto de lanzarte encima suyo.

—Bien, te seré sincero entonces, no es algo que te incumba, SiCheng. —me dolía hablarle de esa forma pero si era la única manera de apartarlo, entonces lo haría.

Me miró confundido por un momento, me atrevería a decir que también dolido. Él sabía que tenía una especie de crush en él, lo notaba en sus acciones y en las vistas robadas que me daba cada que actuaba "distraído". Me gustaba que lo sepa, eso simplificaba más las cosas; sin embargo, el que piense que por gustarme tenía todo el control sobre mí me fastidiaba. Y no solo me molestaba el que lo crea, sino que también lo hacía porque había un poco de verdad en ello. Me aterrorizaba y estresaba el que sintiendo una simple atracción por el omega, un batido de sus pestañas o una mirada con sus redondos ojos marrones me hacía cuestionarme cada acción. Debía alejarme de él, mi razón me lo dictaba.

—Bien, prefiero una cruda verdad que una mentira.

La razón podría equivocarse también.

—¿Nakamoto Yuta?

Giré hacia el desconocido, un hombre alto y erguido de cabello marrón, vampiro, por supuesto. Tenía ojos vidriosos y un traje que aunque bien planchado y limpio, se veía barato. Podría ser un sirviente, la pregunta era de quién. Conocía los de BaekHyun, a todos, y esta era la primera vez que veía a este hombre.

—¿Quién eres? —pregunté poniéndome delante de SiCheng, cubriendo de paso al brujo.

—Su madre me manda, ha ordenado que lo llevemos con ella. —habló con neutralidad al igual que la mayoría de sirvientes.

—¿Ahora? —cuestioné arqueando una ceja, YooNa normalmente avisaba con tiempo cuando quería que vaya.

—Así es.

Volteé a ver a los dos chicos detrás mío, notando sus expresiones dudosas. SiCheng parecía perplejo, como si recién hubiera caído en cuenta de algo. Me hubiese gustado acercarme a él y preguntarle por ello, pero ya suficiente riesgo estaba corriendo con haber sido visto a mi lado por uno de los sirvientes de YooNa.

Me despedí de ellos con un movimiento de cabeza, dándole una última mirada a XiaoJun indicándole que pronto volveríamos a hablar de lo que sea que le había dicho mi madre esa noche. Él pareció comprenderlo, pues asintió de forma disimulada.

Avancé hacia la salida con el sirviente unos pasos detrás mío. Me incomodaba el que lo hayan mandado, solo mostraba cuánto poder tenía YooNa sobre mí. Me preguntaba qué era lo que le había dicho a SiWon para que me deje salir, y qué era lo que pasaba para que mande a uno de los nuevos por mí.

—¿Estás bien, gege? —escuché susurrar a Xiao DeJun, de seguro pensaba que ya estaba lo suficientemente lejos como para oírlo.

—Sí, es sólo que se me había olvidado quién era. —respondió SiCheng, una nota de frustración y, quizás, tristeza en su voz.

Seguí caminando rogando que sólo yo haya captado la conversación. Ignoré el dolor en mi pecho y aumenté el ritmo para alejarlo de ellos lo antes posible. Cualquier cosa que vea o escuche iba a ser contada a YooNa, y yo me había prometido no poner en peligro al rubiecito.




¡Hola hola! ¿Cómo están todos?

Este capítulo está directamente relacionado con el anterior. Vimos cómo XiaoJun obtuvo un poco de sangre de Yuta y que este casi lo mata. Por suerte apareció Hendery y lo salvó.

También he dejado algunas claves que resolveré en los próximos capítulos, ¿vieron cuáles son y quiénes están involucrados?

En fin, espero les haya gustado mucho. Tomen agua, coman bien y descansen.

Este capítulo va en memoria al pelito rojo de Yuta porque me encantaba. 😭

¡Nos vemos la próxima semana!

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