Ser un estudiante de bellas artes no resultaba para nada fácil, Christopher Vélez sabía eso mejor que nadie.
Después de cuatro largos años estudiando llegaban los exámenes finales y de los que dependería para aprobar la carrera.
—No tienes de qué preocuparte en la última prueba, tú eres un gran dibujante. — le había dicho su mejor amigo en el último día.
Dibujo técnico, escultura y demás disciplinas las había aprobado con muy buenas notas. Pero el trabajo final constaba de un dibujo de una mujer, para ello tendrían cuatro horas mientras que la chica posaba como Dios la trajo al mundo.
Christopher ingresó al aula junto a varios de sus compañeros, en cada mesa había varios folios y un único portaminas. Finalmente le darían ellos el toque con el estilógrafo y con demás colores.
—Bien, alumnos y alumnas, ella es Cyara. — presentó el profesor a la joven que se encontraba con una fina bata de seda en el cuerpo—. Como podéis obvervar es preciosa así que espero que capteis su esencia en el dibujo. Dispondréis de cuatro horas, ni más ni menos. Suerte a todos, artistas.
Dio un leve asentimiento en dirección a la chica mientras se dejaba caer en su asiento, todos los alumnos estaban listos para empezar a dibujar.
Cyara desató el nudo de la bata y dejó que está cayera al suelo, se acomodó en una posición y dejó que todos los presentes la admiraran.
Christopher había fruncido el ceño cuando los chicos a su alrededor se habían sonrojado y habían bajado la mirada avergonzados. El cuerpo al desnudo era lo más bello que un artista podía dibujar, no entendía su vergüenza por hacerlo. Tanto ella como ellos eran profesionales, si ella no mostraba ni la más mínima vergüenza por desnudarsd frente a cientos de chicos para que estos la dibujaran... ¿Por qué habrían de tener ellos vergüenza por dibujarla?
No sólo estaban avergonzados, sino que también estaban excitados. La gran mayoría, por no decir todos, tenían una erección entre sus piernas.
—Esto es jodidamente increíble. — dijo Christopher por lo bajo mientras presionaba el portaminas contra el folio con más dureza de la necesaria, la mina no tardó en romperse haciéndolo maldecir.
Tras varias horas, un hermoso dibujo se estaba plasmando en su papel. La tinta negra recalcaba todos y cada uno de los trazos y el color verde intenso de sus ojos le daba un toque de fantasía.
Sabía que no era su mejor dibujo, sabía que no había comparación entre la chica y el dibujo, pero sobre todo sabía que había llegado a captar su esencia.
—Tiempo, chicos. — dijo el profesor mirando la hora—. Las cuatro horas que teníais para hacer el dibujo han finalizado, dejar el folio sobre la mesa e id saliendo de forma ordenada del aula.
Sin embargo, los ojos de Christopher no podían abandonar los de Cyara, quien lo llevaba observando desde hacía ya rato. Tomó la bata del suelo y la puso nuevamente en su cuerpo, como si los artistas no se supieran ya su cuerpo de memoria.
Christopher esperó unos instantes para coincidir con ella en la salida, el profesor ya se encontraba recogiendo los dibujos y, por primera vez en el día, el dibujante dejó de sentirse nervioso.
—Espero que te haya salido bien tu dibujo, te deseo suerte... — empezó diciendo ella.
—Christopher, soy Christopher.
—Christopher. — pronunció lentamente como si estuviera saboreando el nombre—. Yo soy Cyara, pero creo que ya lo sabías debido a que tu profesor lo mencionó hace cuatro horas.
—Eres hermosa, Cyara. — soltó sin poder evitarlo—. Es inevitable no hacer arte con un dibujo sobre ti ya que tú eres una obra de arte.
—Me halagas. — dijo sonriendo—. Tú eres un gran artista, Chris, no tengo dudas en que aprobarás bellas artes y nos veremos muy pronto en alguna de tus exposiciones.
Abandonó el lugar regalándole un guiño de ojo, ella acaba de decirle que sería un gran artista... O mejor dicho, que ya lo era. Y que se verían en sus propias exposiciones.
Lo que ella no sabía es que desde ese instante se volvió su musa y que cada vez que le hablaran de arte pensaría en ella.