Lala se hallaba sentada en medio de su cama con el teléfono pegado a su oreja y sujetado por su hombro, eran cerca de las tres de la madrugada cuando recibió la llamada de Gaby, que atendió porque pensaba que sucedió algo importante.
—¿Es en serio? ¿Le dijiste todo eso? —inquirió con sorpresa.
—Sí... me comporté como una cualquiera, ¿verdad? Ahora me siento avergonzada, pero en ese momento no podía pensar...
—No, creo que te comportaste como una mujer libre de prejuicios...
—El caso es que no puedo creer que le esté haciendo esto a Matías... —dijo con tristeza.
—Matías es un idiota que no te merece —zanjó Lala con decisión—, deberías dejarlo y revolcarte con el pianista guapetón —añadió.
—Si pienso en otro cuando estoy con él es que ya no lo amo, ¿cierto?
—Lo que tienes con él no es amor, Gabriela, y está lejos de serlo... Se llama dependencia, y algunas personas lo confunden con el amor —dijo con decisión—. Ya te lo he dicho un millón de veces...
—No puedo terminar con él...
—¿Por?
—Por mi carrera —susurró.
—Tu carrera es tuya, ¿no te das cuenta de que el poder lo tienes tú? Eres tú a la que las personas admiran y cuyo nombre gritan... eres tú la que tiene los millones de seguidores, la fama y la voz increíble. Él es quien se está valiendo de ti para ascender mientras te hace creer que lo necesitas y que es el salvador de tu carrera. Si terminas con él se puede quedar si desea, sobre todo si tú lo deseas... si no, se puede ir, productores y agentes no te faltarán, ¡eres Ágatha, por Dios! —zanjó.
—Dios... terminar ahora sería... un estrés más para mi vida, la gira, la universidad, mi poco tiempo...
—O te daría luz libre para aprovechar tu poco tiempo en la cama con un hombre que te complazca como el tonto de Matías no lo hará jamás, ¿no?
—¿De qué me serviría? No quiero sexo solo por sexo...
—Eso no es lo que decías recién...
—No estaba pensando... por eso —admitió ella.
—Al menos recorrer ese camino te ayudaría a conocerte más, a saber qué es lo que deseas, ¿no? Porque al final, hoy conociste a una nueva Gaby que no sabías ni que existía. ¿Qué tal si hay más Gabys dentro de ti que merecen ser descubiertas?
—No me ayudas —zanjó con un bufido.
—Porque quieres que te diga que olvides al pianista y sigas con Matías, eso es fácil y a mí no me gusta lo fácil. Sabes que yo jamás diré eso... Matías me cae mal y me molesta como te trata, el pianista al menos te hará alcanzar un agudo fuera de una canción —bromeó.
—¡Tonta! —exclamó Gaby entre risas.
—Date la oportunidad, si tanto esfuerzo estás haciendo por vivir una vida distinta a la de Ágatha y experimentar emociones que te perdiste, ¿por qué no lo haces bien? Deja ir a Matías y vive...
Gaby suspiró. ¿Realmente sería capaz de poner fin a una relación tan larga por un capricho de su cuerpo? ¿Sería cierto lo que decía Lala sobre su novio y que ella nunca quiso ver?
—Voy a dormir...
—Bueno, espero sueñes con unos dedos de pianista acariciándote toda...
—No ayudas, ¿sabes?
—No pretendo hacerlo —bromeó antes de colgar.
Gaby cortó la llamada y buscó una de sus tarjetas. Hacía días no quitaba ninguna porque con el ajetreo de su vida no le daba tiempo ni para eso. La tarjeta decía: "Déjalo ir".
¿A quién? Se preguntó la muchacha, ¿a Matías o a Lautaro?
Esa noche, Lautaro se apareció en sus sueños de maneras irreproducibles, cuando Gaby despertó se sentía acalorada y avergonzada. ¿Desde cuándo ella soñaba así con alguien?
Observó su celular y tenía unos cuantos mensajes, uno de los cuales sobresalió sobre los demás:
"Que tengas un bonito día...".
Sonrió, su corazón latía con fuerza solo tras leer esas cinco palabras que releyó un montón de veces como si atrás de ellas se escondiera algo o alguien.
Entonces, ignorando el resto de los mensajes, le contestó:
"No será bonito hasta que te vea".
Pensó si mandarlo o no, era muy lanzado, pero era lo que en ese momento pensaba en realidad. Se sentía más viva que nunca, con ganas de... con ganas de saltar al vacío.
Se quedó pensativa, había escrito esa música hacía mucho tiempo, una noche que acostada en su cama sentía el frío de la soledad y la tristeza de verse atrapada en una vida que no estaba segura de haber elegido.
Buscó la música en su celular y se dispuso a tomarse un baño mientras rememoraba la letra y lo que la había llevado a escribirla.
Hoy el sol brilla en mi ventana,
pero en mi interior está lloviendo
tengo frío y hay mucho viento,
aquí en mi cárcel de cristal.
Hoy mi voz canta melodías,
pero en mi interior solo hay silencio,
tengo miedo y me siento sola,
aquí en mi cárcel de cristal.
Y de pronto allá en el fondo,
las cenizas de un viejo fuego,
me recuerdan que no soy esto,
y que debo levantar el vuelo.
Tengo la necesidad de dar un salto al vacío,
no importa que haya más allá,
lo que necesito es despertar de nuevo.
Tengo la necesidad de dar un salto al vacío,
pero no puedo dejar de pensar,
si acaso tú saltarás conmigo, amor.
Hoy el sol brilla en mi ventana,
y me recuerda que sigo viva,
el viento me grita al oído,
que mi libertad es todo lo que tengo.
Y de pronto allá en el fondo,
las cenizas del viejo fuego,
se convierten en esperanzas,
abro brazos y levanto el vuelo.
Tengo la necesidad de dar un salto al vacío,
no importa que haya más allá,
lo que necesito es despertar de nuevo.
Tengo la necesidad de dar un salto al vacío,
pero no puedo dejar de pensar,
si acaso tú saltarás conmigo.
Amor, por favor,
anímate,
yo saltaré,
salta tú también.
Gaby sonrió, aquella canción que había cantado tantas veces al final sí tenía un significado, le había salido de adentro y había gritado su necesidad antes de que ella pudiera darse cuenta. Era por eso lo que le gustaba la música, porque expresaba sus sentimientos incluso antes de que ella fuera capaz de entenderlos.
Salió de la ducha envuelta en una toalla y abrió el mensaje que sabía le había llegado hacía un rato.
"Eres una chica mala, Gabriela, juegas conmigo".
Le gustaba que Lautaro le siguiera el juego y le encantaba la adrenalina que la envolvía. Al final no era tan serio y reservado como parecía, o al menos no lo era con ella y le agradaba.
Decidió que haría algo que lo desbarataría, se paró frente al espejo y enfocó su cuerpo envuelto en la toalla. No se veía su cara, eso podría ser peligroso y a esas alturas tenía muy claro que debía cuidar su imagen por sobre todas las cosas, alzó el celular y enfocó su cuerpo desde arriba cerciorándose que se viera solo desde su cuello para abajo y apretando la toalla en sus pechos para que estos saltaran un poquito por la presión. Tomó la foto y se la pasó.
"Ya te dije que es todo lo contrario, no soy mala, soy muy muy buena".
Respondió.
Entonces apagó el celular dispuesta a dar un salto al vacío. La tarjeta que sacó el día anterior le había dado una pista. Ese día era sábado, pero iba a ir a Reyes a hacer algo que debió haber hecho hacía mucho tiempo.