El ruido era tan sordo, opaco, se podía escuchar muy a lo lejos el ruido que nos rodeaba pero incluso eso, no nos importaba.
Mi cuerpo estaba recargado sobre el respaldo del sofá, mis piernas cruzadas y mi rostro apreciaba a Tom quien también hacía lo mismo, me miraba.
Habíamos comenzado una batalla de miradas, seriedad, aunque era imposible mantenerla sin tener que sucumbir a la risa nerviosa que me comenzaba a dar por ver esos encantadores ojos azules.
Brillantes.
Grandes.
Que justo ahora me miraban a mí, y solo a mí.
— Dios, no puedo. —Chisté dejando escapar una risa nerviosa mientras negaba con la cabeza.
Tom sonrió victorioso.— Gané, soy el ganador.—Canturreó bajando su mirada por un instante a la cerveza en su mano para darle un trago.
Para pasar la noche habíamos comenzado a tomar un poco de alcohol después de haber cenado, veíamos la televisión, nada en particular al comienzo aunque después colocamos The Flash, y de un momento para otro Tom y yo nos mirábamos con seriedad tratando de resistirnos, un juego simple pero en el que se ponía a prueba hasta la dignidad de uno.
— Ay cállate, solo no seguí porque comenzaron a ardermer los ojos.
— Solo a ti se te ocurre no parpadear.
— Es que tú tampoco lo hacías. —Me quejé.
— No, yo sí lo hago pero no tan frecuente.
Reímos.
Suspiré dejando que mi cabeza se hundiera en el felpado respaldo para luego mirar nuevamente a Tom.
Sorprendentemente, también me veía a mí.
— Eres muy linda.
Me sorprendí dejando escapar una risa divertida y nerviosa, suave, me había tomado por sorpresa eso.
¿Que debía responder?
— ¿Gracias? —Dije con un tono más confuso que agradecido.
Él bufó con burla y diversión.
— ¿Sabes? Me sigo preguntando quién es ese chico.—Su mirada se volvió a un punto del suelo.— Ese chico del que hablabas con Phelps.
Eres tú.
— No es nadie.
— No, lo es todo.—Sonrió sin mostrar sus dientes y sin mover su mirada.
— No, no lo es.
— ¿Podrías al menos contarme de él?
Mi mirada en él pesó.
— Solo para quitarme la duda... Me sorprende, Daniel tiene pareja, Rupert la tiene, Emma no pero la tuvo, y tú... Eres el patito feo.
Solté una risa.— Soy una gallina más bien.—Inhalé y exhalé con pesar preparandome.
— ¿Prometes no volver a decir nada con respecto a ese chico?—Tom asintió.— ¿Promesa? —Levanté el meñique.
Él enlazó su meñique de la mano libre que no sostenía la cerveza con el mío.— Promesa.
— Muy bien, si la rompes te cortaré el dedo.—Burlé.
¿Por donde podría empezar a describirte?
— Me enamoré de ese chico hace ya unos cuantos años, siempre fue un gran amigo para mí pero nunca estuvimos a la altura, no de una forma social, no, si no que aunque éramos amigos no éramos tan cercanos de la forma en la que me gustaría ¿Entiendes?
Hice una pausa para verlo, el ojiazul asintió lentamente, su rostro se veía serio, sereno, con una particular atención a mis labios, a lo que yo decía.
— Perfecto. —Puntualicé.— Era difícil no estar enamorada de él, era un chico de ensueños para mí, era tan sincero, amable, leal, era perfecto, vaya. —Sonreí por inercia.
Pero tan pronto esa sonrisa se formó en mi rostro quise borrarla, mi mirada estaba puesta ahora en los ojos azules de Tom.— Pero creí, creo, no lo sé realmente, que estaba en una relación con una amiga que teníamos en común y no dije nada, me gustaba verlo sonreír, verlo ser feliz, y aunque quería mantener todo como una amistad simple no pude.
— ¿Es por eso que te fuiste? —Interrumpió Tom.
Asentí.
— Me enamoré, y no me gustó.
El silencio se hizo entre nosotros dos lo que a mí me hizo dar un suspiro.— Apenas terminó todo, me fui con mi madre, pensé que sería lo mejor.
Le di un trago largo a mi cerveza para por fin terminarla.
— Él te alejó.
— ¿Qué?
— Él te alejó.—Repitió Tom.— Ese chico, ese joven del que te enamoraste básicamente te alejó de mí, de todos.
— No, no. —Negué.— Estas equivocado.
Se puso de pie rápido pegando sus labios al borde de la botella de cerveza dandole un trago.— Para nada, ese chico estaba cegado enamorado de alguien más que no se dio cuenta de que una increíble mujer como tú lo amaba.
Oh, Tom.
— Te resignaste por él, y eso, te condujo a que te fueras por siete y casi ocho años. —Me miró con el ceño levemente fruncido.— Ese chico es un imbécil.
Ese chico eres tú.
Se tumbó nuevamente en el sofá provocando que yo me moviera un poco por inercia, y la distancia que tuvimos anteriormente se había reducido.
Me miró y me sonrió.
— Te perdí por ocho años.
Eso estrujó mi corazón.
— Lo siento Tom, fui egoísta.
— Oh, sí que lo fuiste. —Me respondió de forma suave y vaga soltando una risa sin gracia.— Me hiciste sentir que no había sido nunca tu amigo, que esas noches de rodaje, que las pláticas entre vestidores, que las risas que dinos no fueron nada.
Bajé la mirada incómoda.
Su mano se posó en mi mentón y lo subió con suavidad obligándome a verlo.
— Sabía que Daniel era tu mejor amigo pero no pudo evitar sentirme mal por querer tener el privilegio que él tuvo de seguir en contacto, siquiera un "Feliz año" aunque no estuvieras interesada en seguir con nuestra amistad.
¿Por qué sentía que sus palabras eran tan sinceras?
¿En verdad hablaba en serio?
Mi corazón comenzaba a latir con fuerza.
Haber tomado, nos había aflojado la lengua a ambos aunque al parecer a Tom lo puso en contacto con su yo vulnerable.
¿Realmente lo hice sentir mal?
¿Por qué su rostro se veía lentamente cada vez más cerca?
Mis ojos marrones dejaron que mis párpados los cubrieran.
Tom hizo lo mismo.
Nuestra respiración comenzaba a mezclarse.
Tibia, calidad, lenta.
Felton tenía novia ¿Iba a besarme?
Está mal ¿Pero por qué no quería moverme para evitarlo?
Y de pronto sentí un peso.
Su cabeza descansaba en mi hombro, y la mano que me sostuvo caía en el otro, abrí mis ojos encontrandome con Tom descansando.
Sentí alivio de saber que nada había ocurrido pero ese mismo alivio también era dolor, una sensación amarga de que nada había ocurrido.
— Descansa Tom. —Al parecer el alcohol lo indujo al sueño sin contar que la cena nos dejó a ambos más que satisfechos.
Sollozaba abrazandome a mí misma, estaba tendida en mi cama sollozando por ese recuerdo que se repetía una y otra vez como disco sin final.
Había dejado a Tom durmiendo en mi hombro por casi una hora hasta que decidida, me escabullí fuera del sofá para dejar que este durmiera ahí ya que no podía moverlo yo sola hasta su habitación y no quería despertarlo, salí de su casa no sin antes apagar la televisión, lavar los trastos, recoger todo aquello fuera de su lugar y despedirme de Willow.
Apenas regresé a mi casa me tiré a la cama, y lloré.
Sollozaba, Tom pudo besarme, estuvo a punto y eso parecía hacerlo pero no lo hizo y aunque no lloraba por eso exactamente me sentía mal.
Mis sentimientos nunca se fueron.
Mientras él culpaba a ese chico misterioso mi mente luchaba para no permitirme sentir esa ola de vulnerabilidad, hablarle de los sentimientos a una persona por los que lo tuve no era fácil como pensaba.
Tom tiene novia.
Casi ocho años de relación.
¿Y realmente creí que me besaría?
Tom estaba enamorado de Jade.
Que idiota era.
Tom.
Desperté de golpe apenas tuve la sensación de caerme, con un pie y un brazo en el piso me sostenía de no recibir un golpe. Tardé en asimilar que estaba acostado en lo largo del sofá de mi sala.
Me reacomodé volviendo a acostarme tomando entre mis brazos una frazada la cual luego me percaté que en un principio no la tenía.
Moa.
Sonreí al recordarla, me levanté sentandome para inspeccionar a primera vista a mi casa encontrandome con que todo estaba vacío y en silencio, solo se encontraban encendidas las luces de las lámparas de mesa.
— ¿Moa? —Hablé alto aguardando para recibir respuesta la cual no obtuve.
Llevé mi mano hasta la mesa de noche que había ahí tomando mi celular, 04:22 a.m., era de madrugada y lo más probable es que se haya ido.
Me puse de pie tomando la frazada para caminar hasta mi habitación y evitar terminar con dolor de espalda, mientras escribía un mensaje.
Dime que has llegado a casa por favor.
—Enviado a las 04:24
Para Moa.
Reí para mi mismo, no me respondería justo ahora pero esperaba que al despertar encontrara una respuesta.
Y acompañado de un escalofrío a mi mente llegó la última vez en la que vi a la morena.
Sus labios, solo recordaba sus labios.
Mierda.
¿La había besado?
No, no podía haberlo hecho.
Yo amo a Jade.