Breathe || CAMREN

By camisouterspace

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Lauren es una repartidora de correos en la ciudad de Vancouver, no cuenta con la vida perfecta. En algún mome... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
NOTA
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Final
Epílogo
Nueva Historia

Capítulo 46

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By camisouterspace


Lauren's POV

— No puedes llevarlo. — repetí. Estaba trabajando en la biblioteca como todos los días.

— Por favor, ¿no puedes hacer una excepción por mí? — si fuese una idiota seguro este chico me tendría a sus pies pero como no lo era, se lo demostraría.

— Acércate, cariño. — el moreno puso más cerca su cara. — ¿Qué te parece si negociamos? Te llevas el libro y a cambio podrías dejarme...

— ¿Qué? Dime, lo que quieras te lo doy. — estaba convencido de que seguiría su juego.

— Podrías dejarme patear tus bolas por idiota. — dije con fuerza alejándome. — Te digo que estos libros no se dejan llevar, puedes tomar este que es parecido y sí puedo prestarlo.

— Eres una estúpida ramera. — dijo por el aire, mi sangre hirvió pero no pensaba pelear con él así que me iba a retirar pero yo no había notado la presencia de otro chico que miraba con furia al moreno.

— Y tú un idiota, ella solo hace su trabajo, imbécil. — lo enfrentó, el moreno se acercó a él y lo miró de pies a cabeza.

— ¿Y qué puedes hacerme tú?

— No sé, podrías preguntarle a mi tío Barack Obama. — mis ojos se abrieron de golpe, ¿cómo decía?, el otro moreno se largó con paso decidido y yo miré al chico que tenía enfrente.

— Gracias pero no era necesario.

— Lo sé, pero comparto muchas clases con él y es insoportable, alguien debe detenerlo, ¿no?

— Si tu lo dices. — me encogí de hombros. — ¿En serio eres sobrino de Obama? — él rió y confirmó con su cabeza, yo estuve en shock.

— Lo sé, es muy loco. No suelo mencionarlo porque eso me genera más problemas que ventajas pero ese idiota se asusta con nada. — asentí al comprender. — Como sea, vengo a devolver este libro. — levantó el objeto, yo saqué la carpeta para llenar el formato de devolución.

— ¿Cómo te llamas? — pregunté mientras tomaba el libro para ver la tarjeta de alquiler.

— Liam Obama. — respondió este, yo asentí llenando el formulario. — ¿Y tú?

— Lauren Jauregui. — dije esbozando una sonrisa al final para mirarlo, le tendí el esfero y lo tomó para firmar.

— No estudias aquí, ¿o si? — preguntó devolviéndome el plumón.

— No, solo trabajo. — contesté.

— Bueno, está bien entonces. — sonreímos.

— Puedo ver que perteneces a un equipo de la universidad, por como luce tu chaqueta diré que eres el típico jugador de fútbol americano. — él se sorprendió y rió.

— No, de hecho esta chaqueta ni siquiera es mía, es de mi roomie y sí pertenezco a un equipo pero es el de ultimate. — mis ojos se abrieron de par en par, amaba ese deporte.

— Me encanta el ultimate. — declaré, él mostró una gran sonrisa.

— ¿En serio? ¿Pero solo eres observadora o lo has jugado? — preguntó con un tono de mayor confianza.

— Fui la capitana de mi equipo cuando vivía en Miami, eso fue en la secundaria.

— Wow, maravilloso.

— Pero hace mucho que no entreno, seguro estoy oxidada. — rasqué mi nuca, él hizo una mueca.

— Nada que un buen partido amistoso no pueda arreglar, ¿no crees? — me encogí de hombros, ¿me estaba invitando a jugar? — Bueno, dime ¿qué te parece si lo piensas? Un par de amigos y yo solemos jugar por las noches en las canchas que están detrás de la facultad de medicina, no son partidos oficiales y suelen asistir terceros así que no serás la única que no sea del equipo. — apreté mis labios. — Si en algún momento te decides, me escribes. Anotaré mi número en este pequeño papel. — dijo señalando uno que estaba sobre el mostrador, él volvió a tomar el plumón y anotó. — Bien, ahí está, Lauren.

— Muchas gracias, Liam. — fue lo único que pronuncie, él sonrió y se alejó caminando.

— Piénsalo bien. — escuché que dijo antes de irse por completo.

Me quedé organizando algunas carpetas que me había pedido mi jefa antes de irse por la mañana. Por lo general yo estaba sola, solo veía a la mujer cuando llegaba por las mañanas y me entregaba el trabajo del día; no podía decir mucho de ella porque nunca habíamos tratado más allá pero era amable. Inesperadamente hoy había vuelto luego de que yo terminara con las carpetas, eran casi las 5 de la tarde.

— Hola, Lauren. — saludó ella con una cordial sonrisa.

— Hola, señora Donson. — respondí.

— Vine porque necesito que me hagas un favor. — la miré escuchándola. — Tienes que llevar esos libros a la facultad de medicina, salón 306. — dijo señalando una caja, enseguida la tomé. — Y debes quedarte allí toda la clase para cerciorarte de que devuelvan todos los libros porque no hay tiempo de llenar el formulario. En total son 38 libros. Después de eso puedes irte a casa, yo me quedaré cuidando el puesto. Ahora corre. — asentí y salí a toda velocidad hacia la facultad de medicina.

Entré en el edificio y subí hasta el tercer piso, comencé a buscar los salones y pronto encontré mi destino pero antes de ingresar revisé que estuviera bien presentada. Limpié un poco mis jeans, estiré mi pólera, até bien mis zapatos y acomodé mi cabello, tomé un suspiro y entré. Para mi sorpresa la cara de Valerie estaba allí, y para aún más sorpresa era la clase de Camila, sonreí al ver a mi novia.

— Buenas tardes. — saludé, los jóvenes respondieron al unísono.

— Buenas tardes, Lauren. Pasa, por favor. — escuché a la profesora y así lo hice, ella me señaló una silla para poner la caja y se fue un poco más adelante para comenzar con lo que parecía la explicación de la actividad que harían con los libros.

Yo miré y conté los libros antes de que fueran entregados para estar segura de que la cantidad total sí fuera 38.

— Lauren, espero no te moleste entregar los libros. — miré a la mujer. — Te pido ese favor.

— No hay problema. — contesté con normalidad y tomé la caja en mis manos para repartir.

No fue hasta que me volteé al público que noté la mirada de todos en mí a pesar de que la maestra Vega seguía explicando, tragué saliva porque sí me intimidaba bastante la mirada de todos, yo busqué los ojos de Camila y ella estaba debatiéndose entre mirarme y prestar atención, sonreí internamente.

— Tienen que compartir, muchachos. La información que necesitamos solo está en esos libros y no hay suficientes para todos, así que les agradecería buscaran una pareja para trabajar. — muchos bufaron, yo seguía esperando que se juntaran para repartir. — Solo es por hoy, lo prometo. — por fin hubo movimiento y yo comencé a entregar.

— Maestra. — escuché una voz masculina. — ¿Mi pareja puede ser la chica que reparte los libros? — miré al chico por primera vez, era uno de los que me había hablado esta semana. No dije nada y continué con mi trabajo.

— No, no puede. Y le agradezco que se calle y se siente si no quiere que lo saque de mi clase por indecente. — el tono fuerte de la mujer dejó el salón en completo silencio, lo único que se escuchaba eran mis pasos entre los puestos para entregar los libros.

La siguiente pareja era Camila y Nancy, yo me acerqué a ellas y fueron las únicas que miré detalladamente, les sonreí —en especial a Camila— y saqué el libro para dárselos. Mi novia lo tomó y rozó mi mano al hacerlo, sentí un cosquilleo en el estómago como la primera vez que nuestras manos rozaron cuando era repartidora y le entregué la tableta de firmas. Lastimosamente tuve que abandonarlas y continuar con la entrega. Cuando por fin terminé volví al frente y esperé que Valerie terminara de hablar, entonces me acerqué a ella.

— Disculpa que te moleste pero no puedo irme, la señora Donson dijo que debía esperar...

— Estoy enterada, no te preocupes. — murmuró. — Mira, toma asiento allí, ponte cómoda. — señaló la misma silla donde había puesto los libros y asentí, me senté ahí y quedé mirando al público donde todos volvían a verme, agaché la vista y comencé a jugar con mis dedos. — Lauren, ¿puedes ayudarme con algo? — preguntó Vega un rato después, me puse de pie. — ¿Podrías dibujar esto en el pizarrón? Que sea tamaño gigante, por favor. — ella estaba señalando una ilustración del cerebro humano, asentí y tomé un rotulador comenzando a pintar en el tablero.

Escuchaba la voz de Valerie mientras yo continuaba dibujando, ella parecía buena profesora, sabía expresarse muy bien, tenía dominio del público y era demasiado sabia e inteligente, ahora entendía porque trabajaba allí. Por fin terminé el dibujo y llamé su atención, ella volteó a verme y vi una sorpresa en sus ojos. Algunos 'wow' salieron de los estudiantes pero yo no quería ver porque me avergonzaba un poco.

— No sabía que eras tan talentosa con el dibujo, ¿qué vas a estudiar? — preguntó con cuidado.

— Estoy buscando una beca en Artes Plásticas y Visuales. — conté, sonrió.

— Pues tienes gran futuro. — halagó, le regalé una sonrisa honesta.

El resto de la clase estuve sentada mirando a Camila la mayoría del tiempo. Mi novia era muy inteligente y lo notaba cada vez que participaba en clase, me tenía babeando por completo. Cuando la clase acabó tuve que recoger devuelta los libros y me despedí de Valerie mientras salía junto a todos los estudiantes, llevaba la caja cargada y sentí un brazo colarse por el mío y luego por el otro, volteé a ver a Noah y Camz que estaban agarrados a mí, les sonreí.

— Hey, yo hubiera dicho que eras buena aunque no lo fueras pero de verdad eres muy buena. — dijo Noah refiriéndose al dibujo, me encogí de hombros.

— Gracias, Noah. — respondí con suavidad.

— Espero consigas esa beca, en serio. — volvió a hablar el chico, le sonreí en agradecimiento.

Los chicos me acompañaron hasta la biblioteca donde volví a ver a la señora Donson y le hice la entrega de los libros, nos despedimos y pude salir a casa más temprano. Los tres caminamos hasta el estacionamiento porque tendríamos noche de películas en compañía de Noah.

— Hoy hice un... ¿amigo?, bueno, conocí a alguien. — comenté mientras continuábamos caminando, Camz frunció el ceño y Noah me miró pero sin ninguna expresión.

— ¿Si?

— Sí. — afirmé. — Es sobrino de Barack Obama, me invitó a jugar ultimate. — ambos se detuvieron en seco con un rostro de asombro absoluto.

— ¿Conociste a Liam? — preguntó Noah, afirmé, así se llamaba. — Wow, él estudia Ciencias Políticas, ¿cómo lo conociste?

— En la biblioteca, fue amable. — recordé al sencillez del muchacho, era agradable.

— ¿Y así como así te invitó a jugar con él? — esa fue mi novia, la miré ladeando mi cabeza.

— No exactamente. Hablamos un poco y surgió el tema del ultimate, le conté que jugaba en la secundaria y me invitó a uno de sus partidos informales. — me encogí de hombros al hablar, justo llegamos al auto y yo le quité el seguro.

— Bueno, ¿y piensas ir? — preguntó ella.

— Si vas quiero que me lleves. — pidió Noah.

— No sé aún, quizás, quedamos en que yo le escribiría. — conté mientras subíamos al auto.

— Sinceramente, me alegra que al menos hagas amigos, ¿no crees que ya era el momento? — las palabras de mi novia me hicieron pensar y me di cuenta que en estos meses en California no había conocido a nadie aparte de Valerie y los amigos de mi novia pero en realidad no tenía mis propios amigos, la miré con media sonrisa y puse en marcha el motor.

Camz puso música desde su móvil y comenzamos a escuchar una canción muy buena de Bon Jovi. Movíamos nuestra cabeza al ritmo de la música y cantábamos como súper estrellas, a ratos se nos escapaban algunos malos tonos y reíamos.

— Amor, debemos entrar al supermercado, no hay palomitas en casa. — recordó Camz y yo escuché entonces me estacioné justo en frente de un 24 horas que había en la calle.

— Supongo que aquí debe haber lo que buscamos. — dije mientras bajábamos del auto.

Fuimos dentro del almacén, la campana sonó cuando entramos y fuimos a los estantes para buscar las palomitas y más frituras. Camz tomó varios paquetes de estas, yo tomé las palomitas y Noah tomó algunos dulces.

— Amor, ¿traes dinero en la cartera? Yo no he ido al cajero. — habló mi novia y le di varios billetes, fuimos todos hasta la caja.

Camz estaba pagando mientras Noah y yo esperábamos a un lado, vi al hombre del establecimiento irse de repente a la parte de los mostradores, lo observé atenta, creo que se dirigía a una niña, no podía tener más de 13 años.

— Oye, tú, te vi tomar la barra de pan. — casi gritó señalándola. — Llamaré a la policía. — yo seguía observando y tragué saliva, vi que el par de chicos me llamaba pero yo decidí ir hasta el hombre.

— ¿Amor? — volvió a llamarme Camz y sentí como me siguió un poco lejos.

— Lo siento, señor, lo siento mucho. Haré lo que quiera pero por favor no llamé a la policía. — suplicó la niña, mi pecho se encogió.

— Cállate, basura. Estás mejor en la calle, sal de aquí antes de que en serio haga esa llamada. — dijo el tipo y la empujó, la chica de golpeó con algunas cajas haciéndolas caer. — Mira lo que haces, recógelo, basura. — no aguanté más.

— Entiendo que esté enojado por lo que pasó pero no tiene que tratarle así. — me acerqué a la pequeña, él tipo lucía muy enojado.

— ¿Y tú qué eres? ¿Abogada o algo? ¿O por qué defiendes tanto a esta rata callejera? Muy probablemente sea ella quien en un futuro te robé el móvil en un callejón a mitad de la noche. Es ese tipo de gente. — sus palabras eran fuertes pero yo era aún más.

— La amabilidad puede cambiar todo, ¿sabe?, ¿o cómo cree que se cambia a "esta gente"? — reté. — En un mundo donde puede ser cualquier cosa, sea amable. — repetí aquellas palabras que solía usar Camz casi todos los días, seguro estaría orgullosa de lo mucho que he aprendido de ella. He encontrado más humildad en una 'niña rica' que en este señor.

— Tú no sabes nada, yo soy padre y sé que se debe corregir desde el viente. Los niños aprenden las cosas que ven en casa, seguro sus padres también eran unos ladrones. — tomé aire, no iba a pelear con un tipo que no sabía tanto de la vida como creía. Me aparté y ayudé a la pequeña niña a terminar de levantar las cajas.

— ¿Tienes hambre? — pregunté poniéndome en pie porque ya habíamos terminado, ella no se movió y tampoco me miraba. — ¿Cómo te llamas? — pregunté, ella volvió a hacerse la sorda. — Bueno, lindo nombre, yo soy Lauren. — ofrecí mi mano y ella solo la miró, por fin conectó sus ojos con los míos y aunque se veían tristes mostraron sorpresa.

— Tienes bonitos ojos. — halagó en un susurro, yo sonreí amplio.

— Pues gracias. — esperé que dijera algo pero no pasó entonces seguí. — ¿Me dirás como te llamas?

— Rosa. — contestó en un susurro.

— ¿Y tienes hermanos? — afirmó.

— Dos. Soy la mayor. — tragué pesado.

— ¿Tus padres?

— Ambos en la cárcel. — a este paso tenía un enorme nudo en la garganta y lágrimas que querían salir. Miré a Camila y veía la escena preocupada, yo volví a ver a la niña.

— Hagamos algo, Rosa. — susurré. — Te compraré comida suficiente para ti y tus hermanos por unos días, ¿bien?, y cuando se acabe podrás ir a buscarme... o dime en dónde vives y yo te puedo ayudar. — sentía esto tan vivo, lo sentía en mi propia carne y no podía evitar ayudar.

— No. No es necesario, Lauren. — contestó. — Mañana comenzaré a trabajar lavando autos y podré pagar la comida de mis hermanos. Hoy solo pensaba... tomarla prestada. — cerré mis ojos con fuerza, el mundo no era justo.

— Entonces por hoy yo te regalaré la cena, ¿está bien? — pareció pensarlo y me miró, entonces pudo asentir.

Tomé pan, frituras, soda y algunos enlatados y los llevé a la caja. Camila continuaba observándome curiosa y Noah se le sumaba. Pagué por ellos mientras sentía la mirada del dueño del lugar, por fin salimos y le entregué la bolsa a Rosa.

— Muchas gracias, Lauren. — dijo y me abrazó y puedo jurar que nunca un abrazo me había llenado tanto. Era inevitable sonreír.

— No es nada, Rosa. Si algún día me necesitas quiero que sepas que vivo en Redwood City, en el edifico Golden. — dije y ella escuchó atenta, al finalizar nos despedimos con otro abrazo y la vi irse hacia un callejón.

Subimos al auto y duré varios segundos en silencio, sentía la mirada aún de ambos chicos porque no les había compartido nada sobre aquel momento con Rosa. Miré mis manos y después al frente, Camila no paraba de mirarme y ahora Noah estaba metido en su móvil.

— Una vez pasé por lo mismo. — confesé, era algo que jamás le había contado a nadie. — Una noche... no tenía en dónde pasar porque me escapé del hogar temporal y... llevé a mis hermanos conmigo. De hecho, fueron casi tres noches. — había un nudo en mi garganta y yo trataba de deshacerlo. — Nos trataban muy mal así que se me ocurrió solo irnos... no sé, tenía 16, era una ingenua. — notaba que Camila hacía un esfuerzo para no llorar. — No teníamos que comer así que se me hizo fácil... — cerré los ojos. — El hombre de seguridad se dio cuenta y llamó a la policía. Me llevaron junto a mis hermanos a la estación, los del hogar temporal fueron por nosotros y al día siguiente las jefes del Departamento de Adopciones estaban allí. Solo pude tener a mis hermanos dos días más y entonces...

— Se los llevaron. — completó ella con un hilo de voz.

— Los estaban protegiendo de mí, Camz. Desde un principio fue mi culpa que nos separaran. — mis lágrimas abrieron camino y ya no se podían detener. Camila me abrazó también llorando.

— No fue tu culpa, mi amor. Nunca lo ha sido. — besó mi mejilla llena de lagrimas, la miré fijamente y sonreí, dio otro beso en mi frente. Escuché que la puerta de atrás se abrió y sentí a Noah bajarse.

— ¿Qué pasó con Noah? — murmuré limpiando mis lágrimas.

— No lo sé, amor, ¿vamos a ver?, ¿ya te sientes mejor? — afirmé y bajamos del auto.

Noah estaba sentado en un andén con la cabeza entre sus rodillas, tapaba su rostro con sus manos, creímos que estaba llorando. Nos acercamos lentamente hasta quedar a centímetros de él, ambas seguíamos de pie.

— Noah, ¿ocurre algo? — preguntó mi novia, él levantó su cara y confirmó nuestras sospechas, sus ojos estaban rojos.

— Toda mi vida lo he tenido todo y jamás he visto más allá de mí. — se quejaba. — Un tío trabajaba en el Departamento de Adopciones de Miami, ¿tienes idea de cuántas veces estuve allá? Él me cuidaba mientras mis padres no estaban. — continuó sollozando. — Pude haberte visto, Lauren, o a tus hermanos, o haber visto a cualquiera de esos niños y quizás... ayudarlos así fuese con una sonrisa. Pero jamás levanté la vista de mí. No levanté la vista de mi ropa cara, ni de mis zapatos, ni... — a este punto ambas estábamos sentadas junto a él sobando su espalda. — Hay mucha gente que sufre en el mundo y yo solo me miro al espejo y "sufro" porque no pude comprar la última ropa del mejor diseñador. De niño "sufría" porque mi amigo tenía el último auto a control remoto y yo tenía el penúltimo... y mira a Rosa, mira por lo que tú y tus hermanos pasaron. — nunca había visto al muchacho tan abierto, seguíamos consolándolo. — De todo corazón, de mi parte y de todos los niños ricos e insensatos del mundo, lo siento. — concluyó mirándome, vi sus mares inundados y le resté importancia, compartimos un lindo abrazo.

— Tampoco es tu culpa, Noah. Es la burbuja en la que fuiste criado, envuelto, pero lo bueno de salir al mundo real es que conoces todo de él, incluyendo lo negativo. — susurré en su oído, él intensificó su abrazo y al final se unió mi novia. — Tampoco es la tuya. — le dije a ella en secreto y sonrió.








[ . . . ]







— ¿Entonces no eres, ni fuiste adoptada? — cuestionó Noah.

Estábamos en casa y acababa de terminar la primera película. Camz iba a la cocina para servir más comida mientras nosotros esperábamos conversando.

— Nop. — acompañé la negación con mi cabeza. — Mi tía Selena fue quien se hizo cargo de mí pero no fue como si me adoptara... se volvió en mi tutora legal y todo eso pero no llevé su apellido ni nada; la cosa es que ella vivía en Canadá así que por eso conseguí la residencia de allí y conocí a Camila. — resumí. El chico me miraba escuchando con atención.

— ¿Y tus hermanos si fueron adoptados?

— Sip, pero por un par de psicopatas así que cuando papá salió de la cárcel pudimos recuperarlos. — era increíble lo fácil que podía hablar de eso ahora.

— Y entonces... ¿ellos ahora viven en Canadá con tu primo Mario?

— Es Malcolm, y sí.

— ¿Y cuándo tu madre murió...

— ¿La primera o la segunda? — interrumpí para estar segura de quién hablaba.

— La primera. — contestó con algo de vergüenza. — ¿Qué edad dijiste que tenías?

— Ocho; bueno, casi ocho. — asintió pero seguía en shock.

— Wow, vaya vida. — dijo soplando aire y nos levantamos para ir a la cocina y ayudar con las bebidas.

— Lo sé, algo loca.

— Lo siento mucho. — dijo dando unas palmaditas en mi espalda, sonreí por su gesto.

Me parecía curioso que él no supiera nada, yo creía que Camila le había mencionado algo pero él estaba más que sorprendido con lo que le contaba.

Después de ver varias películas fuimos a la cama. Noah se quedaría en el cuarto de invitados mientras Camila y yo íbamos al nuestro. Nos acostamos sobra la cama y tuvimos nuestra sesión de besos pero esta vez más pequeña porque estábamos cansadas; me metí entre los brazos de mi novia mientras ella acariciaba mi cabeza para que yo durmiera, solté un suspiro de tranquilidad cerrando los ojos pero el murmullo de su voz me trajo de vuelta.

— ¿Qué opinas de que... vaya con la especialista de la universidad? — me levanté y giré un poco mi cabeza para verla, ella tenía un semblante tranquilo.

— ¿Tú quieres ir? Porque si tienes la iniciativa, está más que perfecto. — contesté, ella asintió y yo sonreí plantando un beso en su frente.

— Creo que sí asistiré, es lo mejor. — sonreímos juntas y juntamos nuestros labios con cariño.






[ . . . ]






Tenía el móvil en mano y en la otra sostenía el papel con el número de Liam anotado, estaba pensando en llamarle en vez de enviarle un mensaje pero no me decidía. Soplé aire y marqué el número pero justo cuando estuve por llamar Camz apareció detrás mío.

— ¿Qué haces, amor? — preguntó y solo volteé a verla.

— Decidiendo si llamar a Liam, pero no estoy segura de que sea una buena idea. — contesté guardando todo en mi bolsillo.

— ¿Llamarle?

— Contactarlo. — corregí, ella tomó asiento junto a mí. Tenía toda su faceta de estudiante, incluso los lentes la acompañaban y sonreí.

— Amor, yo creo que es una buena oportunidad para que hagas amigos, ¿sabes?, por lo que me contaste él no parece un "galán" más y solo quiere... ser tu amigo. Tal vez me equivoque pero no pierdes nada con llamarle, además te haría bien. — escuché atenta lo que decía, me encogí de hombros.

— Es que dudo encontrar amigos como Troy, Ally y Mani. — confesé mi inquietud, el semblante de mi novia cambió y puso una de sus manos en mi espalda.

— Ay, mi amor, sé que los extrañas y sí, nadie será como ellos pero eso no quiere decir que no haya gente buena. — continuó acariciándome mientras me abrazaba. — Sé que debe haber gente que merezca tu amistad, estoy segura, amor. — aseguró y plantó un beso en mi mejilla.

— ¿Tú crees que sea una buena idea llamar a Liam? — pregunté casi suplicando que fuera honesta.

— ¿La verdad? Sí. — eso fue más que suficiente.









[ . . . ]









Puse mis mayas oscuras y encima unos shorts que me llegaban encima del muslo, jersey deportivo color celeste y unas zapatillas de fútbol que tenía hace tiempo. Bajé al primer piso con Camz tomada de mi mano y fuimos hasta el auto; debía recoger a Noah porque al final sí lo pude invitar a jugar con nosotros así que salí con dirección al hogar del ojiazul. Él ya nos esperaba afuera, llevaba unos shorts deportivos azules junto a un jersey blanco y zapatos como los míos, subió en la parte de atrás luego de tocar los hombros de ambas en forma de saludo y yo tomé camino hacia la universidad, eran las 7 pm y el partido comenzaría a las 7:30.

Al llegar casi no podemos entrar pero las caras de Camila y Noah ayudaron bastante, además que Liam había dejado una lista con nuestros nombres y por fin pudimos ingresar. Aparqué cerca a la cancha en dónde jugaríamos y caminamos en dirección allí. Atravesamos la entrada y pronto todas las miradas estuvieron encima de nosotros, localicé a Liam y antes de llegar a él vino a mí con una sonrisa.

— Hey, qué bueno que viniste. — me saludó con un beso en la mejilla y sonreí.

— Liam, te presento a mi novia: Camila. — dije señalando a mi chica, ellos intercambiaron un apretón de manos. — Y un amigo: Noah. — se repitió la acción.

— Si no estoy mal, ustedes son de medicina, ¿no? — ambos asintieron. — Genial, ya necesitábamos alguien que supiera como usar un botiquín de primeros auxilios. — bromeó y el par de chicos rió, yo solo di una media sonrisa. — Vengan, vamos a comenzar.

Seguimos al chico hasta donde estaban sus amigos, nos presentó y todos allí parecían agradables, nos miraban bastante pero creo que era por curiosidad.

— Amor, ¿puedes sostener mi botella de agua? — le pedí a mi chica que ya había encontrado un lugar en las gradas, ella aceptó y dejé un casto beso en sus labios antes de ir al frente. — Ah, y también la de Noah. — dije volviendo y dándole el segundo envase.

— ¿Cómo así? — miré a Liam. — ¿Camila no jugará? — iba a responder pero mi novia me ganó.

— No, yo no sé hacerlo. — contestó.

— Pues aprendes. — dijo él. — ¿Está bien si la incluyo en el juego? — Liam me miró tratando de pedirme permiso, me encogí de hombros.

— Si ella quiere. — contesté con simpleza, él sonrió.

— Prefiero ver primero, tal vez en otra. Además, ni siquiera traigo ropa adecuada, empezando por mis zapatos. — dijo mientras miraba sus vans.

— Está bien, pero a la próxima te obligaremos. — advirtió. — Y tú, asegúrate de que traiga ropa para el juego. — habló señalándome, reí asintiendo. — Ahora juguemos.

Caminamos hasta el medio del campo en donde ya estaba la mayoría, incluyendo a Noah. Hicimos estiramiento y un calentamiento suave durante 15 minutos, esto para evitar futuras lesiones. Yo podía sentir la mirada desde las gradas en mí, y no era específicamente Camz, sino otra chica que no dejaba de mirarme. Miré a mi novia y sonreí, ella envió un beso y lo respondí.

El calentamiento terminó y comenzamos a repartir equipos. Cuatro chicos llevaban el uniforme del equipo de ultimate de la universidad, el resto éramos "aficionados". Liam comenzó a pedir gente a su equipo, el primero que nombró fue a Spike —uno de los vinotinto con verde—, luego me pidió a mí, otros tres muchachos y una chica. El otro chico del equipo, Ryan, pidió a Noah, el último de vinotinto, dos chicas y otros dos chicos, quedando así 7 contra 7.

Yo iría a rodear en la zona de anotación, Liam me permitió hacer el primer saque e hice que el disco volara por el aire. Una chica del otro equipo lo atrapó y el juego comenzó con pases sencillos. Corrí hasta quedar cerca a la zona de anotación por si en algún momento llegaban aunque estaban del otro lado del campo. Por fin vi que Spike venía corriendo esperando un pase de otro muchacho que vestía un jersey negro. El pase se hizo, el vinotinto atrapó y cuando estuvo a punto de lanzarla vino otro y lo frenó haciendo que se devolviera el disco y continuaran los pases sencillos hasta que nuevamente venían, Liam por la orilla izquierda, Spike por la derecha y ambos esperaban el pase de la otra chica del equipo. Por fin se hizo y Spike lo atrapó haciendo que Liam corriera, recibió y aunque estaba algo lejos de mí sabía que podíamos anotar; me concentré cuando vi el frisbee volar y corrí hacia atrás, salté y aunque no comprendo como, pude atraparlo. Los aplausos llovieron, habíamos anotado el primer punto.

— Excelente, Lauren. — felicitó Liam. Spike y el resto vinieron para que yo chocase los cinco.

Continuamos con el juego. Sacaron y los pases comenzaron. La chica morena la atrapó y me hizo un pase a mí, se la lancé a un chico de gris porque uno de los vinotintos contrarios venía a mí. Subí a la zona de anotación, el chico de gris volvió el disco a mí, lo vi correr y ahora Noah venía a mí. Visualicé a Liam y la lancé pero antes de que la atrapara una de las chicas del otro equipo saltó casi tocándolo, el moreno fue más rápido y lo tomó haciéndome señas para que corriera. Fui más cerca al lugar de anotación, Liam pasó a Spike y este lanzó a mí, yo atrapé y sin pensarlo los veces lancé al chico de negro que saltó y tomó el frisbee dentro de la zona sumando otro punto a nuestro favor. Escuché los aplausos y grititos de apoyo desde las gradas, miré con una sonrisa a Camila y le envié un beso, ella me imitó. Nuevamente todos vinieron a felicitarme, también al chico de negro.

Creo que podía volver al ultimate.












Holaaa, espero tengan un buen lunes. No olviden votar y comentar si les gusta. ❤️

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