—Aún no puedo creerlo... tantos años de mi vida dedicados a esto. —Mago Universal se encontraba en el casco antiguo, de pie frente a las numerosas estatuas en honor a sus predecesores—. Tanto sacrificio. Tanto desvelo... ¿Para qué? Para haber vivido atrapado en una completa mentira.
Victoria permaneció en silencio desde el otro extremo de la galería, con sus brazos cruzados y una de sus manos cubriéndole la boca.
—Creía conocerlo todo sobre la Orden de los Universales. —James cerró sus ojos y negó con la cabeza—. Somchai me enseñó cada cosa. Y lo poco que no, lo aprendí por mi cuenta.
—Estoy tan conmocionada como usted, darling —dijo al fin Victoria. Por su expresión confusa, no encontraba las palabras—. La misma historia que usted conoce, me la enseñó a mí Iluminado Universal. Universum y los dioses de la luz le otorgaron a Adam el poder para combatir a La Oscuridad en su rebelión contra La Luz, dando inicio a la Orden de los Universales. Desde entonces, de generación en generación, siglo a siglo, no ha habido un momento en la historia de la humanidad en la que este mundo haya estado indefenso.
—Hay algo en esta historia que no nos contaron del todo —murmuró Mago.
—Esto... esto debe ser un error.
—No. Somchai podrá ser lo que quiera, pero nunca un mentiroso. Ni siquiera después de la muerte.
—Me niego a creer que el principio de todo recaiga en las garras de alguien tan abominable como Máximo. Bobbly lo dijo todo, es simplemente despreciable, un ruin avaro que no descansará hasta cubrirlo todo con oscuridad.
Los suaves pasos de Bobbly retumbaron por el salón. Se acercó en sumisión, jugando con sus dedos.
—Amo Mago, Madame Victoria, hemos llegado —anunció—. Him Cheng Wu, septiembre veinticinco del año dos mil. ¿Desean partir ahora?
James exhaló profundo.
—No es como si tuviéramos de otra.
—Bobbly nota algo de... frustración en el rostro de ambos.
—No podríamos sentir otra cosa después de tan desagradable noticia —comentó Victoria—. Por casualidad, ¿sabías algo de esto?
—Bobbly está tan sorprendido y aterrado como ambos. Los orígenes de Lord Máximo siempre fueron inciertos. Bobbly solo conoce que siempre ha estado ahí, y tampoco se atrevía a preguntar.
—Sea lo que sea, estamos a punto de averiguarlo. Andando —habló Mago.
Victoria y Bobbly asintieron y, siguiendo a James, se abrieron camino por los largos pasillos del Templo. Los recibió la hojarasca florida de los árboles flor de cerezo que adornaban los bellos y pacíficos jardines del monasterio. Debajo del arco oriental de la entrada, un hombre calvo de ropajes marciales verde los esperaba.
—Aquí vamos.
—Juro que al primer monje que me salga a decir que en Him Cheng Wu solo se permite la entrada a los hombres, lo arrojaré de cabeza al lago —bramó Madame, maquillando aquellos recuerdos con una sonrisa impostada.
—Bienvenidos a Him Cheng Wu, los esperábamos. A todos ustedes: Bobbly, el valiente —saludó el monje, haciendo una leve reverencia.
El pequeño rojizo respondió con un gesto de sorpresa y, llevando uno de sus dedos al pecho, miró a James en sorpresa.
—¿Yo?
—Victoria, la justa —correspondió hacia Madame.
Ella levantó una ceja con interés.
—Oh, eso está mucho mejor —respondió con otra leve inclinación.
—Y... James —dijo finalmente hacia Mago, estático en su postura.
—Tenías que hacer una entrada, ¿verdad? —preguntó Mago, cruzándose de brazos con una sonrisa sarcástica.
La expresión en el monje cambió rápidamente a una gran sonrisa.
—¿Y de quién más podrías haberlo aprendido, engreído? Ven acá, tonto. —Extendió sus brazos hacia él, envolviéndolo con fuerza.
Victoria y Bobbly observaron la escena con confusión.
—¿Alguien desea explicarme qué es lo que está pasando? —preguntó Madame.
—Ahora el viejo Somchai posee cuerpos ajenos, eso es caer bajo —contestó James.
—No lo haría si no tuviera tanta urgencia. Maestra Victoria, es un honor verla de nuevo. —Volvió a reverenciar.
—El honor es mío, maestro —correspondió, imitando el saludo—. He escuchado grandes aventuras sobre usted. Sé que aún no se ha convertido en mi pupilo, pero debo agradecer al tiempo por haberme permitido la oportunidad de verlo hecho todo un poderoso hechicero.
—Síganme, por favor. —Indicó, abriéndose camino a través del jardín—. Los llevaré conmigo. O, bueno, con mi cuerpo real.
—¿Por qué habernos traído a esta fecha en específico? —quiso saber James.
—Fue un mes tranquilo, sin grandes problemas de trabajo —explicó el acólito—. Con el mundo a salvo, me había retirado de regreso a Him Cheng Wu para fortalecer mi espíritu. Los monjes me acompañaron en mi meditación durante todo ese tiempo. La energía espiritual nunca fue tan fuerte en este lugar, era la época perfecta para enviar mi espíritu aquí a través del Plano Astral. Mi yo del pasado no detectaría mi presencia.
—Eso es bastante inteligente —reconoció Victoria.
Los cuatro se internaron al patio principal, dejando escapar murmullos de asombro. Todos los monjes meditaban en perfecta paz con el mundo y con ellos mismos, en una pulcra organización de hileras.
Somchai relajó los músculos del cuerpo que invadía.
—Sé que soy resabiado, así que puede que mi yo del pasado dé un poco de pelea, pero puedo conmigo. En mis cinco años de muerto nunca antes me sentí tan vivo.
—Somchai, espera... —dijo James, recibiendo en sus brazos justo a tiempo el cuerpo inconsciente del acólito.
El espíritu del viejo maestro tailandés salió expulsado como un proyectil directo al cuerpo en reposo de Monje Universal. De inmediato ambos cuerpos astrales entraron en conflicto, con el uno intentando anteponerse sobre el otro. La batalla en su interior se reflejaba en los bruscos movimientos del cuerpo, hasta que finalmente se detuvo.
Los tres se acercaron con curiosidad al pequeño kiosco bajo el que se hallaba.
—Está... ¿muerto? —preguntó Bobbly.
Monje Universal abrió sus ojos y sacudió su cabeza, sorprendiéndolos.
—¿Y bien? —inquirió Madame.
—Eso sin duda dejará una fuerte jaqueca —respondió, regresándoles la calma—. Ahora, todos detrás de mí, no tenemos tiempo que perder. Mi espíritu no resistirá demasiado controlando este cuerpo —mientras hablaba, con el movimiento de sus dedos creó una burbuja de energía que los rodeó—. Es tiempo de hacer un viaje a través de la verdad.
—Estoy teniendo un terrible déjà vu —confesó James.
El viejo cascarrabias sonrió con nostalgia.
—Como en los viejos tiempos, mi muchacho. —Con otro movimiento, la burbuja salió disparada a una velocidad arrolladora hacia el espacio. Bobbly se pegó al borde con asombro, ampliando sus ojos ante la explosión de colores que contemplaba—. Solo que esta vez, desearía que esta historia no fuera cierta...
La expresión en Monje Universal se tornó seria. La realidad se fragmentó como un camino que siguieron en rumbo fijo en su travesía por el multiverso. De pronto, no hubo nada más que oscuridad, pero entre más viajaron, una luz brillaba con mayor potencia en el centro del abismo infinito, hasta que se hizo tan cegadora para cubrirlo todo.
Entonces, ya no hubo nada. Un impecable blanco era el todo.
—¿Dónde estamos? —resonó la temerosa voz de Bobbly.
—En el principio de todo, pequeño... bienvenido a La Eternidad —respondió Mago.
—Es... ¿es Dios?
—Elohim, Dios, Creador... lo han llamado de muchas formas a través del tiempo —dijo Victoria—, pero el nombre por el que siempre se ha conocido es La Eternidad.
—Antes de que el todo fuera todo, y espacio y tiempo fueran creados, solo existía La Eternidad —comenzó a explicar Monje Universal—. En su infinito devenir, La Eternidad ideó un plan para poblar la existencia con vida, una perfecta ecuación que requería el balance entre todas las cosas. Así, se creó primero un gran y único vacío en la eternidad, La Oscuridad.
El campo de fuerza fue expulsado hacia ella. Una infinitud negra que, aun con el campo de energía protegiéndolos, los envolvía con su abominable gelidez.
»Durante mucho tiempo, la consciencia de esa oscuridad se mantuvo en letargo, hasta que se rompió con La Luz.
De pronto, en el centro de La Oscuridad se formó un haz que eclosionó en un mar de colores propagándose a través del vacío.
»Cuando la consciencia de esa oscuridad despertó, también conocida en la actualidad como Madame Nyx, La Oscuridad en su conjunto, con todos sus avatares, atacaron con entes corruptos que intentaron consumir a la creación para regresar el todo hacia el abismo infinito.
»En respuesta, la consciencia de La Luz también despertó. Ambas fuerzas entraron en un choque que fragmentó la expansión de la creación, originando múltiples dimensiones a través de la realidad, con el multiverso. La batalla duró milenios, hasta que la Fuerza de La Luz consiguió encerrar todo el mal en un solo lugar: la Dimensión Oscura, sellándolo para siempre en la atemporalidad.
»Y buscando mantener a La Oscuridad contenida, La Luz creó seres cósmicos que se encargarían de vigilar y registrar el avance de la realidad, asegurando el éxito de la creación para que nunca más el mal se antepusiera sobre ella.
»Uno de esos seres fue llamado Universum. Él creó el Ojo Universal, la magia más poderosa de todas, que se encargaría de vigilar el despertar de La Oscuridad. Sin embargo, con los mundos multiplicándose en infinitas posibilidades a través del espacio-tiempo, y civilizaciones alzándose y cayendo, Universum y los demás dioses de La Luz crearon un ser que encarnaría toda su fuerza... él fue llamado Máximo.
»Universum entregó a Máximo el Ojo Universal y le encomendó la tarea de proteger las dimensiones, siempre vigilante del resurgir de La Oscuridad. Durante miles de años Máximo cumplió su tarea con éxito. El universo nunca había sido tan próspero.
»Pero La Oscuridad, molesta por haber sido rezagada a un plano inferior, creció ajena a Máximo y a toda La Luz, desarrollando durante todo ese tiempo un plan con el que corrompería a la tercera parte de los seres creados por La Luz, prometiéndoles un poder superior al de los dioses.
Desde la seguridad del campo de energía, Bobbly y los Universales contemplaban intrigados el avanzar de la historia.
»Máximo fue tentando. Estuvo a punto de caer ante los designios de Nyx, pero luchó valientemente, regresando una vez más a La Oscuridad a su dimensión, y hubo paz nuevamente.
»Pero entonces estalló una guerra. Lucifer y la tercera parte de los ángeles se rebelaron contra La Eternidad. Cayeron como estrellas, destruyendo la mayor parte de lo creado, muchas civilizaciones fueron destruidas, hasta que el universo quedó sumido en el caos.
»Sin embargo, La Eternidad rehízo su creación en tan solo siete días, expandiéndola a través de las ruinas ancestrales. Los seres cósmicos creados por La Luz continuaron con su tarea de vigilar y registrar el nuevo génesis.
»Pero no Máximo. Para entonces, algo había cambiado dentro de él. La Oscuridad lo había convencido de que La Luz y La Eternidad no era intocables, que podían ser retados. La revolución de Lucifer y sus ángeles había sido el ejemplo.
»Entonces Máximo hizo pacto con La Oscuridad, y, usando los poderes que le fueron encomendados, abrió los portales de la Dimensión Oscura para desatar los más temibles horrores alguna vez creados.
»Universum y los demás dioses lucharon en una gran batalla en la que muchos de ellos murieron protegiendo a La Luz. Con sus últimas fuerzas, Universum consiguió arrebatar el Ojo Universal a Máximo y aterrizó en la Tierra. Necesitaba un nuevo portador, un ser de voluntad pura con linaje bendito que terminara la guerra y evitara el ascenso de La Oscuridad.
»Ahí fue cuando Universum ordenó a Adam como Universal, el séptimo hijo de Adán y Eva. Por el poder que le había sido otorgado, Universum le dio el conocimiento y la sabiduría con la que Adam lideró la batalla contra La Oscuridad y el autoproclamado Lord Máximo.
»Tras una terrible lucha, Lord Máximo fue encerrado en la Dimensión Oscura para siempre, utilizando el tiempo como su prisión. También lograron hacerle un gran daño a Nyx, sumiéndola en la demencia y contrarrestando la mayor parte de su poder, así la Conciencia de La Oscuridad, ahora perturbada e insensata, nunca más se volvió a levantar y dejó de ser una amenaza. Aun así, a quienes corrompió siguieron beneficiándose de su poder.
»Adam, de regreso en el planeta Tierra, dio origen a la Orden de los Universales, y, buscando que nunca más alguien fuera corrompido, omitió una parte de la historia... la historia de Lord Máximo. Desde entonces, de generación en generación, siglo a siglo, un Universal ha protegido el mundo de las amenazas de La Oscuridad, encargándose de evitar su resurgir.
»Adam, Salomón, Olimpo, Seidkona, Doctor; tú, Madame; yo, Monje; y tú, James... todos hacemos parte de un propósito milenial encomendado por la misma Eternidad a La Luz.
La burbuja de energía, habiendo recorrido el espacio-tiempo desde la actualidad hacia su inicio, y ahora de regreso desde su inicio hacia la actualidad, aterrizó de nuevo en Him Cheng Wu. Monje lucía cansado, mientras que Mago y Madame en un impacto total, aunque no tanto como el de Bobbly.
—Entonces, todo este tiempo, Adam no nos ocultó esta verdad por algún motivo oscuro, lo hizo por seguridad —susurró Madame—. Para que ninguno de nosotros fuera tentado alguna vez. Aunque claramente difiero con su forma de pensar, fue un hombre sabio.
—Alguien debió decirle a Adam que quien no conoce su historia, está condenado a repetirla —respondió Mago—. No debieron habernos ocultado esto. ¿Tienes idea de cuánto hemos utilizado la energía de la Dimensión Oscura últimamente para regresar allí a los prófugos mágicos? Nos hemos expuesto demasiado. ¡Hemos abierto una puerta para Máximo!
—Sé que todo este tiempo han trabajo con compromiso y dando lo mejor de ustedes, pero ahora es preciso que entiendan la urgencia del éxito en su misión —contestó Monje—. No solo yo, sino todo lo que ha existido alguna vez, cuenta con ustedes tres, Mago, Madame y Bobbly. Son los únicos que pueden salvarnos del reinado de la oscuridad que Lord Máximo quiere imponer.
Somchai tambaleó hacia un lado, apoyándose de la columna para no caer.
—¡Viejo!, ¿qué pasa? —preguntó James con alarme.
—Mi espíritu no resistirá más este cuerpo, muchacho, si me quedo mucho más tiempo, podría terminar matándome a mí mismo. Debo regresar.
—Por esto odio las despedidas —dijo con pesar.
Somchai se acercó a James con dificultad y puso ambas manos sobre su rostro.
—Siempre estuviste destinado a convertirte en el más grande de todos nosotros —confesó con una sonrisa nostálgica—. Sálvanos. No permitas que él gane esta guerra. Él podrá haber planeado esto durante mucho tiempo, pero ustedes tienen dos ventajas: poseen el Darkrom, y ahora saben la verdad. El mayor poder es el conocimiento, sépanlo usar. —Lo miró directo a los ojos, lágrimas se asomaban por ellos—. No me equivoqué contigo nombrándote mi sucesor, así como tampoco me equivoqué llamándote mi hijo. Buena suerte, James. Ahora sabes lo que debes hacer.
Con las lágrimas bajando por su rostro, James recibió el cuerpo inconsciente de su viejo maestro. Lo dejó con delicadeza en el suelo, donde lo vio descansar.
—Sin Monje Universal liderando la meditación, percibo una poderosa disminución de la energía espiritual en el monasterio. Los monjes no tardarán en presentir que algo pasa —avisó Victoria, tomando de la mano a Bobbly—. Debemos marcharnos ahora mismo.
James asintió. Dieron marcha atrás de regreso al Templo y de inmediato salieron disparados de regreso al Limbo Temporal.
—Ahora sabemos lo que hay que hacer —habló James desde la mesa oval de la biblioteca, con el Darkrom frente a él.
Victoria y Bobbly asintieron.
—Bobbly solo les pide tener cuidado... el Darkrom es muy peligroso.
—Lo tendremos, Bobbly, pero antes... —James dio pasos lentos hacia el enorme huevo negro con rayas azul eléctrico que reposaba en un pedestal, alimentado por una diminuta brecha de la Dimensión Oscura sobre él—. Debemos cerrar cualquier posibilidad de ser corrompidos por Máximo, y eso también te incluye a ti, pequeñito. Ya no serás alimentado por más oscuridad. Es tiempo de salir.
Sus ojos se apoderaron de un azul eléctrico. Extendió la mano hacia la pequeña brecha y la cerró tan solo con pasarla sobre ella. Luego ubicó cada palma en los extremos del huevo y, con un susurrante cántico ancestral, el cascarón tembló.
James retrocedió un paso, mientras Victoria y Bobbly avanzaron los suficientes para poder observar mejor su nacimiento. El huevo terminó por romperse y chillidos leves resonaron. Era tan grande como una mano y compartía los mismos colores de su huevo. Escamas negras lo cubrían y ramificaciones azul eléctrico se expandían por su pequeño cuerpo.
—Ni siquiera en mis años más creativos se me ocurrió que llegaría a presenciar el nacimiento de un dragón —habló James, acercándose mucho más.
—Míralo, it's adorable.
—Es pequeño... más pequeño que Bobbly. Nunca había visto uno así. Bobbly solo conocía dragones enormes y peligrosos.
—Ahora es pequeño, pero crecerá, Bobbly, y deberás aprender a cuidarlo como si fuera tu hermano menor, ¿entendido? —le encomendó Madame.
El dragón sacudió sus alas, revelando los bellos colores azules en ellas. Chilló nuevamente mientras las abría y cerraba. Parecía mirar solo a uno de ellos: James Jerom.
De pronto dio un salto. Bobbly se escondió bajo la mesa y Victoria retrocedió, pero no James. El dragón había saltado hacia su hombro y caminaba confiadamente sobre él.
Mago no respondió, permaneció estático. Su respiración se tornó lenta y pesada. Temía asustarlo.
—¿Qué está haciendo ahora? —preguntó Bobbly.
El dragón no despegaba sus patas del hombro de Mago, pero sus alas se encontraban abiertas, cada una tan grande como otra mano.
—Debe sentir el mismo tacto que cuando Sir James lo rescató de Erik el Rojo. Lo olfatea, lo reconoce... como su padre —respondió Victoria—. El padre de dragones.
James aproximó una de sus manos a él. El dragón le acercó su pequeña cabeza y se acarició con sus dedos. Mago esbozó una sonrisa.
—¿Y cómo lo llamaremos? Todo este tiempo nunca pensé en un nombre —comentó Victoria.
—Yo sí. Lo pensé varias veces cuando no podía dormir pensando en cuando llegara este día —dijo sin apartarle la mirada a su hipnótica y singular belleza animal—. Lo llamaré... Dreccan.