Riot

By Suicidal_voice

10.2K 1.3K 787

Claude se siente pleno con su vida, tiene un trabajo que disfruta y un lugar para llamar hogar, pero como sie... More

RIOT
00: Puto Dorrance
01: Selección
02: Desafiar a un diablo
04: La envidia del mundo
05: Servicio a domicilio
06: Príncipes falsos
07: Plática familiar
08: Hora de la fiesta
09: Experiencias
10: Peligro
11: Cielos distantes
12: Mío
13: Desde la raíz
14: El rey de la mala suerte
15: Caballería al rescate
16: Dile la verdad
17: Hazte responsable
18: Punto de inicio
19: Sabor amargo
20: Quiebre
21: El silencio del perdedor
22: El sacrificio del Alfa
23: Daño y cura
Nota del autor
24: [EXTRA] Un epílogo sobre el pasado

03: El inicio de todo

381 59 32
By Suicidal_voice

—¿Aceptas?

Creí haber perdido la cabeza por un microsegundo. Mi cerebro tardó en trasmitir algún tipo de señal de que seguía vivo, incluso hasta creí haber dejado de respirar, pero todo volvió de golpe como un balde de agua fría.

Un enorme balde.

¿Había sido seleccionado para servir a Aage Dorrance?

Que locura, que locura.

—Yo... —murmuré sin saber qué decir. Aage dejó de ofrecerme el bolígrafo y giró para dirigirse a una ventana.

—Tranquilo, antes de tomar la decisión tendrás que leer lo que dice el contrato—señaló con calma—. Cada cláusula es de vital importancia que la respetes y en ningún momento romper, si es así, este se anulará y dejarás de trabajar para mí en ese preciso instante. Entenderás mejor si lo lees.

El hombre a mi lado me indicó sentarme y colocó el contrato frente a mí.

—Lea con atención—pidió.

Observé a todos los presentes entre un rápido vistazo, para después dirigirme al contrato frente a mí y leerlo con atención. Era simple de cierta forma, indicaba sin dudas qué tipo de servicios tenía que cumplir, pero hubo unos grandes puntos que llamaron mi atención:

"[...] Cualquier intento de formar un lazo, una relación en medio de este documento y la presencia de un hijo será tomado como el rompimiento de las cláusulas [...]".

Bueno, era fácil de comprender, nadie quería que la futura generación de un Dorrance se formase en una clase de prostíbulo, ¿no?

"[...] Libertad a cualquier tipo de experiencia si ambos están de acuerdo [...]"

Qué considerados.

"[...] Si el Señor Aage Dorrance no lo pide, no se tendrá la obligación de uso de preservativo [...]"

¿No usar condón? Bueno, ni que fuera la primera vez que debía tener sexo sin condón. Tuve varios clientes con anterioridad que no les gustaba, aunque claramente pedía unos exámenes de enfermedades sexuales, por si las moscas.

Observé a Aage de reojo. Bueno, no creo que la futura cabecilla de los Dorrance tenga alguna clase de enfermedad.

Cuando terminé de leer el contrato quedé un momento en silencio, asimilando todo de hecho. Las reglas, mis obligaciones y la buena paga. Pero principalmente mi mente me cuestionaba si era capaz de servirle a alguien tan poderoso y famoso como Aage Dorrance. Pero ya sabía la respuesta, y más porque mi perra interior lo gritaba como si no fuera un mañana:

¡Seré capaz de aquí al fin del mundo y ningún Alfa se nos interpondrá!

Estaba decidido.

No lo dudé por más tiempo y busqué la mirada del Alfa para que me entregara el bolígrafo, finalmente firmé el maldito contrato. El abogado de Aage tomó la carpeta, asintiéndole al Alfa.

Estaba hecho.

—Espero contar contigo de aquí hasta que el contrato termine—dijo al fin el Alfa, sonriendo de una forma burlesca que yo solo entendí.

De aquí hasta que uno de los dos se aburra, ¿no?

El choque de las botellas de vidrio golpeó mi mente. De alguna forma me sentía feliz, exitoso al haber conseguido un trabajo deseado por muchos, pero al mismo tiempo sentía que acababa de asegurar mi muerte entre un millón de posibilidades.

—¡No sabes lo feliz que estoy por ti, Claude! —decía Verónica con emoción—¡Ah, perfecta ocasión para beber unas buenas cervezas!

—No es para tanto, Vero—Le dije sin importancia, bebiendo con tranquilidad.

—¿Qué no es para tanto? —saltó la mujer llena de energía— ¡Acabas de firmar un contrato con Aage Dorrance! ¿Qué acaso eso te parece poco? Para mí suena como un camino asegurado al paraíso, ¿cierto, Luke?

—Un paraíso hecho un Alfa dominante y una silla de ruedas asegurada, ¡cómo no! —exclamó este con la misma emoción, para luego rodear mis hombros con su brazo—¡Ay, amigo mío! Sabes que te quiero mucho, pero ahora mismo siento demasiada envidia de ti, lo sabes, ¿verdad?

—Si quieres te recomiendo para que trabajes con Roswell—Le dije correspondiendo su sonrisa.

¿Deberitas? —preguntó con toda expresión de ilusión en su rostro.

—Claro que no, ¿acaso me ves con cara de ser su fiel amigo? Sigue soñando—respondí finalmente, obteniendo una fuerte risotada de Vero y una enorme expresión de sufrimiento por Luke.

—¡Eres un monstruo, Clau! —exclamó aparentando estar dañado.

—¡Sí que lo eres! —concordó la Beta—. Mira, que ya hiciste llorar al bebé.

—¡No soy un bebéee! —volvió a exclamar la antorcha humana—. Si fuera un bebé estaría llorando por un dulce, no por una enorme pieza de carne que le cuelga a esos Dorrance.

No pude evitar reírme a viva voz por sus comentarios. Cada vez que salía a beber con Luke no faltaba el que se emborrachara y empezara a soltar frases extrañas o llenas de referencias sexuales, provocando grandes risotadas a nuestro alrededor.

Luke golpeó su frente con la mesa.

—¡Ah, ¿por qué mi vida es tan aburrida?! ¿por qué no tengo la suerte de Clau para servir a una enorme celebridad? Siempre me tocan aburridos hijos de empresarios que se creen el centro del universo—se lamentaba.

—Ya llegará tu momento de brillar, mi antorchita—Le contestó Verónica con el mismo nivel de alcohol en su sangre que Luke.

—Me gustaría tener un Sugar Daddy—siguió murmurando el Beta—, o una aventura, cualquiera me sirve.

—¿Y un novio? —dijo Vero arrastrando las palabras en una especia de voz coqueta—. Sería divertido verte enamorado.

—¡El amor es para estúpidos! —exclamó, alzando su cabeza de golpe junto con la cerveza en su mano—. Soy feliz estando solo, ¡y mucho más teniendo encuentros sexuales dos días completos a la semana!

Y bebió lo último que le quedaba en su séptima botella, para luego volver a recostarse en el mesón con evidente expresión de estar por quedarse dormido. Verónica y yo volvimos a reírnos.

Ella fijó su vista en mí.

—¿Y tú, Claude? —preguntó con interés—¿Hace cuánto no tienes una relación formal?

Dejé mi cerveza sobre el mesón, pensando la respuesta con tranquilidad mientras que mi atención era llamada por el pequeño brillo de su anillo de bodas en su mano izquierda.

—Hace años que no salgo con alguien—respondí al fin—. Creo que la última vez fue iniciando mi carrera universitaria, ahí salía con un Beta, pero no fue nada serio.

—¿Y por qué no trabajaste con respecto a tu carrera? Habías terminado sin problemas, hasta tienes el título, pero aquí estás.

—No me sentí listo para envolverme en un trabajo de cual viviré por siempre—respondí con sinceridad—. Quería probar más cosas antes de entregarme a eso.

—Já, probaste muchas cosas en realidad—murmuró Luke semidormido a mi lado—. Eres todo sin sinvergüenza... tragándote tantos penes...

Verónica se ahogó con la cerveza entre una fuerte carcajada.

—Hey, ¿Cómo es que sigues consciente? —pregunté riendo, moviéndolo con suavidad.

—Esta cerveza aún no me vence, ¡aún... no! —siguió murmurando, sonriendo débilmente.

Verónica y yo sabíamos que ya lo había vencido, por lo que seguimos hablando una vez calmado nuestro nuevo ataque de risas.

—De todas formas, ¿lo has pensado, o no? Tienes veintisiete y, por lo que he visto en mi sagrada y santa vida, los Omegas tienden a enlazarse o estar con pareja a corta edad —siguió hablando la chica.

—Admiro eso de mí, la verdad—respondí—. Por ahora nunca he sentido la necesidad de vivir atado a alguien, ni la necesidad de formar una familia por esos estúpidos instintos de Omega. Mis celos siempre fueron tranquilos porque encontré los inhibidores y anticonceptivos perfectos para mi cuerpo.

Vero sonrió.

—Sí que sí, y pensar que por haberte olvidado de una pastilla quedaste en cinta—sonrió con evidente malicia. Me atoré con la cerveza al volver a recordar esos días—¡Fueron de lo mejor! Debes estar agradecido con el cielo por haberlo notado o no habrías alcanzado a abortarlo.

—Fue hace solo cinco meses y sigo sin recuperarme monetariamente de eso—me lamenté.

—¡Pero ya no tendrás que estar triste ni hacer tiempo extra! Ahora estás bajo contrato con un Dorrance y la paga que vendrá a tu bolsillo te sacará de toda especie de deuda.

Mi contrato con un Dorrance.

Ahí estaba también una de mis excusas para haber aceptado el trabajo. Tuve más que una mala jugada cuando terminé embarazándome de uno de mis clientes por una mísera pastilla olvidada, fue tanto mi miedo que no tardé en someterme en el tratamiento a pesar de no tener todo el dinero asegurado. Se suponía que Blane's nos cubría con un seguro prioritario para estos momentos, cubriendo el 70% del monto, obligándonos a pagar la otra parte como una especie de lección por descuidarnos. No era mucha la diferencia y la cantidad era accesible, pero para un ser como yo que solo trabaja tres-cuatro veces a la semana y viviendo solo fue un golpe duro. Al menos, fue ahí cuando comprendí que mi cuerpo era una maldita fértil y que nunca más iba a saltarme una pastilla por accidente.

Una vez terminado nuestra pequeña celebración, Verónica se hizo cargo de dejar a Luke a su casa para que llegase a salvo. En cambio, aún con mi lucidez me dirigí a mi departamento, cayendo muerto en el momento que toqué mi cama.

Pensé por mucho tiempo mi estado actual, en el que cualquier momento Aage entraría por la puerta de Blane's para recibir su atención merecida.

¿Cómo iba a ser nuestra primera vez?

Estaba nervioso, algo incómodo, la verdad. Era difícil explicar la sensación que recorría mi estómago al pensar que iba a servir a un Alfa de máxima cuna.

Fue después de dos días desde que firmé el contrato cuando llegó el primer aviso de que Aage Dorrance estaba por llegar a Blane's.

—Suerte, soldado—me deseó Luke, colocando una de sus manos en mi hombro—. ¿Quieres que te consiga una silla de ruedas para cuando acaben?

Lo observé con clara expresión de querer matarlo, consiguiendo que este se recogiera de hombros.

—Solo estoy siendo un buen amigo.

No quería admitir que estaba muriendo de los nervios y más cuando vi a Aage entrando al recinto. Verónica, mi superior, me entregó una tarjeta que sirve como llave a una de las habitaciones más exclusivas de Blane's.

—¿Sientes miedo? —preguntó Aage cuando cerré la puerta a nuestras espaldas.

—No—negué con suavidad—. Solo... Es algo extraño, nunca había estado en un tipo de servicio así, ya sabes, por medio de otro contrato que no sea del recinto en sí.

Dejé la llave en la pequeña mesilla a un lado de la puerta. Al dirigir mi vista a Aage, este me observaba con curiosidad.

—Un prostituto con un par de años trabajando, diciendo que se siente extrañado por servir a un cliente, eso no se ve todos los días—rio con suavidad.

Fruncí mi ceño.

—No es para que te burles—respondí intentando mantener mi personalidad de perro a un lado.

Aage se acercó peligrosamente a mí, me obligué a no vacilar ante su olor y mantener mi ceño.

—Eres divertido.

Colocó su mano derecha por detrás de mi cuello, logrando que cada pelo de mi no santo cuerpo se erizara ante el calor que emanaba su piel. Sus ojos se mantuvieron fijos a los míos a pesar de rozar nuestras narices y me besó. Fue suave al inicio, como pidiéndome permiso para invadirme.

¿Qué se creía este idiota para trátame con tanta delicadeza?

Fue lo primero que se había cruzado en mi mente ante su acto, pero su beso fue una droga nueva para mí consiguió que me calmase de golpe. Me entregué a sus labios y caí rendido. Suavemente pasé mis manos por su pecho hasta llegar a su cuello y enredar mis dedos en su cabello. Nunca había vivido una sensación de esa forma, el sentir que con un simple beso y caricias de nuestras lenguas nos provocaría el entregarnos sin dudar.

Aage se alejó de mí por falta de aire. Solté con suavidad de cabello y lo observé.

Sus ojos parecían deseosos.

—¿Vamos? —preguntó en un simple susurro.

No alcancé a asentir, sólo salté a esos labios mientras sus manos caían en mi espalda baja, descendiendo hasta caer en mis glúteos.

—Llévame a la cama—jadeé.

Aage me levantó y yo enredé mis piernas por su cadera. Lo sentí caminar hasta que me recostó sobre la cama, pero no con tanta delicadeza ni fuerza. Acaricié con suavidad mis labios, viendo cómo, sin quitarme la vista, se despojaba de su saco para caer sobre mí.

Sentí su respiración sobre mi cuello, bajando hasta llegar a mi abdomen y subir mi camiseta para quitármela.

La verdad es que no tenía idea de si Aage era virgen o poco experimentado y la forma con la que me había empezado a tratar me hacía dudar. Claramente yo no era un ejemplo de pureza, pues llevaba alrededor de cuatro años trabajando en esto y tenía bastante experiencia con diferentes tipos de cliente, pero eso no significaba que podía leer a Aage y su conducta.

Aage consiguió quitarme la camiseta sin problemas.

—No tengo ni idea cómo te gusta tener sexo, ¿Me vas a decir o tomarás el control? —pregunté con suavidad.

El Alfa alzó su mirada.

—Por ahora no tengo un ideal, pero la verdad es que me gustaría descubrirlo—contestó acercando su rostro a mi pezón—. Veamos qué puedes hacer.

¿Qué puedo hacer? Já, puedo hacer de todo si me lo propongo, idiota, ¿acaso subestimas el poder de mi perra interior?

Claro que no debería.

Mantuve mi total atención a los gestos de Aage y cómo recorría mi cuerpo en busca de nuevos lugares. Mordió con suavidad mi pezón y suspiré, ¿Por qué me tocaba con tanta suavidad? Esto no era lo que me imaginaba venir de un Dorrance, ¿acaso quería hacerme el amor o una blasfemia así?

—¿Te estás tomando tu tiempo? —volví a preguntar con una especie de sonrisa burlesca.

—Por ahora, sí—asintió—. Quiero ver qué tipo de cuerpo tienes para mí.

—Tengo muchas cosas por si no te has dado cuenta.

—¿Y sabes qué parece que no tienes? —me preguntó imitando mi mirada burlesca—. Paciencia.

Sonreí.

—Me asustaste, pensé que ibas a decir trasero.

Aage me giró con facilidad, acariciándome.

—Iba a decirte que sí, pero no soy un mentiroso y me gusta tu trasero.

Mordí mi labio inferior. No lo pensé dos veces ante su respuesta y alcé mi cadera, pegando mi retaguardia en su cadera, sintiendo sin dudas su prominencia.

—¿Y sabes qué no es mentira? —seguí diciendo entre una mezcla de burla y picardía—. Que te está esperando con muchas ganas.

No tengo idea de qué tipo de magia hice, pero la sutileza con la que me había tratado al inicio desapareció. Sin cuidado atacó el cierre de mi pantalón y bajó mis pantalones junto mi ropa interior, dejándome completamente desnudo a su merced.

Escuché mi ropa caer al suelo.

Fue entonces cuando pude caer en cuenta de todo: Estaba a merced de un Dorrance.

No quise girarme hasta que volví a escuchar ropa caer al suelo.

Dioses.

Mi Omega no tardó en corroerse en felicidad y ansiedad. Hace tiempo que no tenía un Alfa de ese estilo a su servicio y la idea de probar aquella dominancia le emocionaba de tal manera que no pude evitar soltar una pequeña cantidad de feronomas.

—¿Estás listo? —pregunté.

—Eso debería preguntarte yo a ti—dijo sin titubear.

No tuve tiempo para contestar, pues sentí como presionó mi entrada hasta abrirse paso en mi interior sin dudar hasta llenarme por completo.

Debía admitirlo, me había quedado sin aire, y más cuando sentí sus manos tomar mi cadera con fuerza, apegándome aún más a su cuerpo.

—Mierda—jadeé acostumbrándome a su presencia—, eres grande.

Aage se acomodó entre mis piernas.

—Y eso que no estoy completamente excitado.

Se movió en una fuerte embestida, robándome otro jadeo. Aage no tardó mucho tiempo en establecer un ritmo, uno que me golpeaba con ganas, haciendo que el sonido de nuestras pieles se repitiera constantemente en mi mente.

Su mano cayó en mi nuca, obligándome a pegar el rostro en la cama y alzar aún más mi cadera.

—Que suave eres—murmuró con sin ocultar su voz grave, rasposa por la excitación—. Me aprietas.

—No molestes—jadeé.

Volvió a embestirme, pero esta vez tocó esa zona que me hizo soltar un grito entre un fuerte espasmo. Me quedé quieto en mi lugar, sorprendido de mi reacción. Yo conocía mi cuerpo, y entre todas las veces que me he acostado con alguien, sabía que no era difícil alcanzar mi punto sensible, pero nunca pasaba en el inicio de la acción sexual.

Sentí a Aage crecer más en mi interior.

—Mierda.

Volvió a embestirme, lo hizo por mucho tiempo y cada vez más rápido. Hasta que me volteó, obligándome a abrir mis piernas ante él mientras me acorralaba entre sus brazos.

—Aage—jadeé sin quitarle la vista de encima, intentando de una forma recuperar el aire que me faltaba.

Alcé mis manos, atrapando su rostro entre ellas para acercarlo a mí y devorar su boca.

Su sabor era asombroso.

Gemí débilmente cuando volví a sentirlo en mi interior, ante la calidad de su aliento golpear mi cuello y bajar hasta mis clavículas. Creí que iba a morir en ese mismo instante, y más cuando su mano cayó sobre mi pene para empezar a masturbarlo.

No tuve ni la menor idea del paso del tiempo, solo supe que en el momento que llegué a mi segundo orgasmo y él se corrió en mi interior por fin había acabado.

Aage Dorrance aún se encontraba sobre mi cuerpo intentando recomponer su respiración en mi hombro, el cual se escuchaba de una forma erótica para mis oídos. Inhalé con fuerzas, sintiendo sus feromonas rodearnos como una suave brisa. Observé el techo de la habitación.

Diablos, había sido alucinante.





¿Qué? Es una relación cliente-prostituto, claramente iban a pasar a la acción antes que todo uwu

Los leo en los comentarios <3 

Continue Reading

You'll Also Like

84K 10.7K 80
(COMPLETA/EDITADA) (Los extras finalizados) "Mi Luna eres tú, porque me haces sentir vivo y en mi hogar, aun estando en las tinieblas". No acepto c...
100K 7.8K 37
Alex tiene 34 años, ha trabajado 10 años para Industrias Maximov, y espera que luego de todo el arduo trabajo su esfuerzo sea recompensado de alguna...
125K 11.9K 31
Esteban está enamorado del chico feo del salón. 👓 🎆cliché🎆 fluff, humor y m-preg (EMBARAZO MASCULINO). Sin dramas... o eso creo. «Esta historia se...
326K 18.4K 35
LIBRO TRES DE LA SAGA ÁMAME. Summer ha estado enamorada de Nikolai desde que tiene memoria, ella siempre ha estado consciente de que nunca pasaría a...