Tenebris

By Val_Ales

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Amores prohibidos e imposibles, todos saben que ese tipo de relaciones terminan en tragedia. ¿Serán ellos una... More

Guía
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Lucidus, segunda parte

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By Val_Ales

JaeHyun

Habían pasado varios días desde que me incorporé a las clases con los vampiros. Eran interesantes, la mayoría de ellas llenas de historia y hechos relevantes en toda su existencia. Escribía algunas cosas y prestaba atención cuando el tema era interesante, después de todo no era como si pudiesen reprobarme. Me habían asignado a cuarto año junto con Nakamoto Yuta, quien también era mi compañero de asiento. El japonés era un personaje excéntrico, parecía soltarse mucho y me hablaba con normalidad; pero a veces lo encontraba mirándome serio, casi analizándome queriendo saber mis próximos pasos. Fingía que no me daba cuenta, aunque estaba más que seguro de que él sabía que yo lo había atrapado observándome, tal vez ese era su propósito.

Nadie parecía sospechar nada. Los vampiros de por sí eran muy reservados e incluso algo egocéntricos, centrándose en ellos mismos y obviando a los que los rodeaban. Algunos se extrañaron al verme llegar, pero no duró mucho tiempo. Al parecer cumplía con todas sus características, o al menos la mayoría. Lo único que podía delatarme era el tono rosado que tenía mi piel, que más notorio en mis mejillas; nada que no se pudiese arreglar con un poco de maquillaje, y vaya que era uno bueno. También estaba el calor. Los vampiros tienen sangre fría, prácticamente congelada, por lo que ninguna parte de su cuerpo debe desprender calor. Fue un poco difícil el lograr ocultar ese factor, sumado con el palpitar de mi corazón que todos podían escuchar. Uno de los brujos, no recuerdo su nombre, hizo una especie de encantamiento que crea una ilusión. Mark y yo usamos la misma, ni los lobos ni los vampiros esperarían que uno de los "suyos" porte un hechizo, y pecaban de soberbios también al no estudiar la magia. Pero fue justamente ese error el que nos ayudó a pasar desapercibidos más fácilmente.

En el descanso me sentaba con TaeYong, ese vampiro que aún me resultaba un enigma. También estaba DoYoung, Jeno, ChenLe y Yuta, obviamente. Con los menores me llevaba relativamente bien, ChenLe era alegre, tal vez demasiado, mientras que Jeno era más receloso pero aun así amable. Cuestionaron mucho mi llegada, pero el japonés demostró ser un mentiroso espectacular y relató una historia tan creíble que los dejó sin oportunidad para refutar. Eran una mesa única, se notaba que no eran solo compañeros o amigos, había una familiaridad entre ellos que no pasaba desapercibida. Todos sus movimientos parecían conectados, incluso sus pensamientos podrían decirse estar sincronizados.

Lo que me llevaba a dónde estábamos ahora, todos sentados en una mesa y disfrutando del descanso. Una copa de sangre en mano, y yo con la mía llena de jugo de uva.

—Los exámenes están a la vuelta de la esquina y no he repasado nada. —se quejó Jeno dándole un vistazo a uno de esos antiguos y pesados libros que últimamente llevaba consigo.

—Yo no entiendo que están evaluando. —dijo ChenLe bebiendo un sorbo de su copa, completamente despreocupado— ¿De qué me sirve a mí saber lo que hizo un vampiro hace más de mil años?

—Es para que conozcas tus orígenes, ChenLe. —regañó DoYoung sacando ese porte parental que había notado hace unos días— Además, sí que te servirá en el futuro.

—Pero hyung, —hizo una mueca disconforme recargándose contra el asiento— a mí nadie me va a preguntar qué colonia habitó primero cada zona.

—Las colonias son las familias, Lele. —intervino TaeYong— Todos venimos de una. Hay familias que mantienen el apellido incluso después de todo este tiempo, algunas incluso tienen a uno de sus fundadores aún con "vida".

—Como la tuya, por ejemplo, ¿no? —preguntó ChenLe.

—Así es, aunque la mía está realmente separada. Yo los conozco por pinturas y relatos, nunca los he visto en persona.

—Debe ser horrible, son como tu familia después de todo.

—Bueno... —mordió su labio mirando a otro lado.

—No todos son así, ChenLe. —habló Yuta moviendo su copa— Tú tienes suerte de haber sido convertido por una pareja de verdad, que aunque no puedan amarse con la misma intensidad con la que lo hicieron en vida, aún existe una llama de aprecio entre ellos que han extendido hacia ti. —explicó dejando el vaso en la mesa y mirándolo directamente a los ojos, con un rostro serio que no le había visto nunca— Otros, en cambio, han sido convertidos o por accidente o por simple casualidad. Quisieron matarnos pero a mitad de camino cambiaron de opinión, y decidieron tener a alguien que continúe con el apellido y traiga más relevancia al clan. No hay amor, ni aprecio, ni cariño, todo está fríamente calculado.

La mesa quedó en un silencio sepulcral. Yuta volvió a agarrarle su copa y bebió todo el contenido de un solo sorbo, extendiendo con elegancia una mano para pedirle a una sirvienta que le traiga otra. ChenLe lo miraba preocupado y apenado, y yo podía jurar que esa capa de ingenuidad que lo cubría había adelgazado. Se le notaba en su mirada, como si algo se hubiese quebrado.

—Los vampiros son seres insensibles, Lele. —dijo DoYoung con voz calmada— Incapaces de sentir, siendo guiados completamente por la razón y experiencia que te brinda la eternidad. Tú y yo aún podemos sentir, pero eso solo es porque aún nos queda algo de humanidad; una vez que esa llama se apague, no seremos más que simples caparazones sin alma dentro, quedaremos varados en el tiempo observando como los demás avanzan mientras nosotros seguimos estancados.

—Yo no quiero eso. —murmuró con un temblor en la voz— No lo quiero.

—No se puede hacer nada, la inmortalidad es un regalo con un precio muy alto que no puedes devolver. —concluyó sin un ápice de simpatía— Tarde o temprano lo aceptarás.

ChenLe se levantó de la mesa, manteniendo la elegancia en cada uno de sus movimientos incluso si sus manos temblaban un poco.

—Con permiso.

Salió del comedor siendo seguido por un Jeno preocupado. Ambos caminando tan rápido como podían, una acción tan simple pero que por ser ellos no pasaba desapercibida. Sentía pena y rabia al ver a ChenLe casi encogerse mientras avanzaba por la cantidad de miradas puestas en él.

Volteé a ver a DoYoung. Una parte mía exigía reclamarle por hablarle de esa forma a un chico que, aunque ya estaba grande, todavía conservaba ese brillo de inocencia tan inusual entre nosotros. La otra parte, esa fría y calculadora que usualmente estaba al mando, buscaba saciar su curiosidad.

—¿Cómo lo convirtieron? —pregunté directo.

—Eso no es algo que te incumba. —respondió mordaz sosteniéndome la mirada.

—¿Cómo te convirtieron a ti? —dije esta vez.

Pareció dudar por un momento, cuestionándose si era lo adecuado cederle esa información a un semi demonio.

—TaeYeon es una vampiresa relativamente joven, con sólo quinientos años. Ya debes saber que aquí el tiempo que lleva tu clan determina tu importancia, así que fue complicado para ella el hacerse un nombre. Pero aparte del tiempo, el dinero también es fuente de poder para nosotros, así que ella debía hacerse de él para llegar a donde quería. —hizo una pausa para beber de su copa antes de continuar— Fue así como convirtió a ChangMin, un humano con suficiente poder económico como para haber mantenido a cinco generaciones con un estilo de vida lujoso. Consiguió el dinero, le faltaba un último elemento: el árbol genealógico.

—Es ahí donde entras tú.

—Exactamente. Me encontraron en un callejón, yo apenas tenía nueve años, era un niño demasiado delgado como para ser saludable, y no tenía a nadie que pueda preocuparse por mi desaparición. Una presa sencilla que no dudó en tomar.

Nos quedamos en silencio por un momento. Yo no sabía qué decir, parecía seguir siendo un tema delicado que prefería no tocar.

—Bien, ya que estamos contando nuestros infortunios, seguiré yo. —Yuta bebió de su segunda copa y sonrió amargamente— La vampiresa que me convirtió se llama YooNa, no es un nombre que pueda pasar inadvertido. Su clan es de los más antiguos y, por ende, de los más importantes. Ella sí que lo tenía todo, poder, dinero, un puesto en la nobleza, todo menos un heredero. Debía convertir a alguien. —su voz se volvía cada vez más ronca conforme hablaba, con el enojo destilando en cada palabra— Yo sí que tenía padres, incluso tenía un hermano. Un día, ocurrió un accidente mientras viajábamos en auto. Mi padre había caído dormido manejando, el carro salió de control y terminamos estrellándonos. ¿Qué probabilidad había de que YooNa justo pasé por ahí ese mismo día a esa hora? Se acercó a donde estábamos, yo puedo recordar cada detalle con claridad, mi llanto se mezclaba con el sonido de sus tacones chocando contra el pavimento. Me sacó de ahí y me cargó en sus brazos, yo lloraba implorándole que ayude a mis padres y a mi hermano también, pero parecía no escucharme. Acercó su rostro al mío y pude ver sus ojos volviéndose rojos antes de que me mordiera. Grité y me removí entre sus brazos, llamando a mi madre con fuerza con la esperanza de que detenga a la mujer que me hacía tanto daño. Ella no llegó, y YooNa me llevó consigo. Al día siguiente desperté en su casa, rodeado de sirvientes que me atendían y limpiaban, pero nadie me explicaba por qué sentía tanta hambre, solo me daban una bolsa oscura llena de sangre.

Soltó una carcajada ronca antes de beber de nuevo todo el contenido de su copa, extendiendo por segunda vez el brazo para que le traigan una más. La sirvienta no tardó en llegar, recibiendo la copa vacía y entregándole una llena en cambio.

DoYoung solo movía la suya con lentitud, observando la sangre dentro como si fuese lo más interesante del mundo. TaeYong, por otro lado, miraba a Yuta con algo de compasión y pena, no pudiendo ocultar la curva de sus labios y sus ojos caídos.

—Ya te dije que odio que sientan pena por mí, Yongie. —dijo Yuta sin mirarlo.

—L-Lo siento.

El descanso había terminado y todos empezaban a retirarse. Le entregamos nuestras copas a las sirvientas más cercanas y nos hicimos pasó entre la multitud hacia la salida del comedor. Aún no podía acostumbrarme completamente al hecho de que todos se retiraban a un lado cuando los veían, algunos incluso llegaban a bajar la cabeza. Las clases estaban muy marcadas acá, era casi como si estuviésemos en el pasado y ellos fueran la realeza.

Yuta se despidió con un movimiento de cabeza, diciendo que aprovecharía que ya no tenía clases para descansar un rato. DoYoung lo siguió momentos después, luego de susurrarle algo a TaeYong al oído y darme una mirada de advertencia.

Ahora solo quedábamos el vampiro bonito y yo.

—Bueno, yo, uhm. —tartamudeó mirándome de reojo— Supongo que también me iré.

—Quería pedirte un favor. —lo detuve antes de que se vaya.

—Uh, okey.

—¿Podrías enseñarme el lugar?

—¿Qué? —abrió sus ojos, pareciendo un gato sorprendido— ¿No te han dado un recorrido aún?

—Lo hicieron. —admití asintiendo— Pero solo me enseñaron lo general, y yo sé que en un lugar tan grande como este deben de haber zonas ocultas que valdrían la pena conocer.

Vaciló por un momento, al parecer considerando todas sus opciones, ventajas y desventajas antes de tomar una decisión.

—Está bien. Tengo tiempo libre después de todo.

Sonrió un poco antes de girar y pedirme que lo siga. Me puse a su costado, metiendo las manos en mis bolsillos mientras lo observaba.

Todavía no había averiguado qué era lo que me llamaba tanto de él. Era precioso, con un rostro de piel tersa y visiblemente suave, blanca como la nieve pero con un ligero tono melocotón que solo la volvía aún más hermosa. Sus ojos tenían una curiosa forma gatuna, grandes y brillantes, rodeados de cortas pero rizadas pestañas, eran de un color marrón tan oscuro que podías confundirlo con el negro, era muy fácil perderte en ellos. Su nariz era pequeña y perfilada, y sus labios delgados pero de un bonito color rosado. La mandíbula era tan marcada que podía jurar que si pasaba mi dedo por ella podía cortarme. Era una mezcla de facciones delicadas, suaves, e incluso consideradas femeninas, con otras mucho más afiladas y varoniles; que en vez de darle un aspecto desequilibrado a su rostro, solo lo hacía mucho más armonioso y atractivo.

Pero no era su belleza lo que me conectaba a él. Me atraía, bastante, pero no era lo que le daba esa especie de control sobre mí. Era algo más profundo y oculto, difícil de descifrar, que aún no conocía pero que esperaba pronto descubriera.

Y yo sabía que no era el único que lo sentía. Al contrario de todos los demás vampiros que había conocido en este corto tiempo, TaeYong era muy expresivo. Bastaba una mirada a sus ojos para saber lo que estaba pensando o cómo se sentía. Era una cualidad extraña, que si bien era muy útil y adorable, para él podía ser altamente peligroso. Aunque si había entendido bien, esta característica se iría una vez que se convierta en un vampiro al cien por ciento. Después de todo, la capacidad de sentir desaparecería.

Llegamos a un bonito jardín, lleno de flores de todos los colores y arbustos con formas singulares y de un tono verde hermoso. El aire estaba inundado de los diversos aromas, pero era la fragancia de las rosas la que destacaba sobre las demás.

—Este es uno de los mejores lugares del instituto. —comenzó a decir, acercándose más a las plantas y extendiendo los brazos— Es un poco de naturaleza en un todo de piedra, acá encuentras calma y paz, cosa que es muy difícil de conseguir ahí adentro.

—Es verdaderamente hermoso.

—Lo es, pero dudo que esta sea la primera vez que vienes, ¿o me equivoco? —volteó a mirarme.

—No te equivocas. —admití, pues ya había descubierto este lugar en una de mis muchas caminatas.

—Era prácticamente imposibles que no hayas dado con este jardín, está a la vista de todos. Un lugar precioso pero lamentablemente muy común, es difícil encontrarlo vacío y solo para ti.

—Pero debe haber uno. —añadí dando un paso hacia él— Un lugar que solo tú conozcas y en el que puedas conseguir la verdadera tranquilidad.

—Lo hay. —asintió mirándome con sus grandes ojos marrones— Es... mi lugar especial, no sé si deba compartirlo contigo.

—Dijiste que me enseñarías esa clase de lugares.

—Nunca quedamos en que serían todos. —respondió sonriente.

Bufé aceptando la derrota.

—Está bien, tú ganas. —concedí alzando las manos— Entonces, ¿podrías enseñarme ese lugar oculto, por favor?

—Mmmm. —llevó uno de sus largos dedos a sus labios, dando ligeros toquecitos mientras pensaba— Está bien, te lo mostraré.

Asentí con una sonrisa que fue correspondida y lo seguí hasta el interior del instituto de nuevo.

Recorrimos miles de pasillos, cruzándonos con algunos vampiros que no se dignaron en alzar la mirada, manteniendo su fama de desinteresados. Subimos varios escalones, llegando a niveles que no había pisado nunca y dejando atrás las multitudes. Se detuvo en el último piso, caminando por él hasta adentrarnos en un pasadizo estrecho y algo empolvado, de seguro por la poca falta de gente recorriéndolo. Al final llegó a una puerta de madera cerrada con candado, se agachó y retiró una loseta del piso, sacando una oxidada llave y abriendo el cerrojo con ella.

Al otro lado había una pequeña habitación, repleta de mil y un cosas antiguas y empolvadas, algunas cubiertas con mantas y otras dejadas sin cuidado. TaeYong avanzó con confianza, conociendo dónde pisar y dónde apoyarse para no botar nada. Yo, en cambio, demoré un poco tratando de seguir sus pasos para no ocasionar un desastre.

—Espero que este no sea ese lugar tan especial del que hablas. —hablé mientras seguía avanzando.

—Tranquilo, ya estamos cerca, este es como el vestíbulo.

Avanzó hasta llegar a una ventana, se asomó un poco antes de voltear con una sonrisa juguetona.

—Espero sepas trepar.

—Nunca lo he intentado, es una gran primera vez el hacerlo a miles de metros de distancia del suelo. —dije con sarcasmo, algo asustado ante la idea de subir por ahí sabiendo que estábamos en el ultimo piso.

—Si te sostienes de los lugares correctos no te pasará nada. Fíjate bien donde pongo mis manos y pies.

Empezó sacando su cuerpo y con una fuerza que no me esperaba se impulsó hacia arriba para terminar quedando sobre la ventana, con la punta de sus zapatos siendo lo último que vi. El subir así requería mucha fuerza de brazos, me sorprendió el que lo haya logrado siendo tan delgado. Seguí lo que hizo, aguantándome el miedo e impulsándome tal y como él lo había hecho. Al alzar la vista me encontré su sonrisa gatuna, estaba sentado en el techo, y por la inclinación que este tenía sabía que era de forma triangular.

—Vamos, apúrate, tienes que ver el paisaje.

Hice lo que dijo y terminé de subir hasta llegar a su costado, sentándome en la misma posición en la que estaba. Al levantar la mirada no pude contener el suspiro de admiración ante la magnífica vista.

Era de esperarse algo fantástico si estábamos tan alto, pero esto era mucho mejor de lo que esperaba. Se veía el amplio y frondoso bosque, incluso la laguna de la que tanto me habían hablado pero que nunca había podido ver.  Si de por sí ese simple paisaje lleno de naturaleza era asombroso, a ello se le sumaba el cielo. Era de un hermoso color anaranjado con rosa, de nubes esponjosas y brillantes que solo lo complementaban.

—Wow.

—Esa fue mi reacción cuando descubrí este lugar.

—¿No te evaporas con la luz del sol? —bromeé sin apartar la mirada del paisaje.

—Sigo sin ser completamente vampiro, aún puedo apreciar esto sin la amenaza de quemarme.

Volteé a verlo y quedé maravillado por segunda vez en el día. Su piel brillaba, literalmente, como si estuviese cubierta de pequeños diamantes. Y el brillo en sus ojos, convirtiendo el usual color oscuro en un bello marrón claro, casi dorado. Juraba que se podía ver el mismísimo reflejo del sol en ellos.

Me regresó la mirada, sorprendiéndose un poco primero y luego sonriéndome algo avergonzado. Dejé de mirarlo, aclarándome la garganta con bochorno al haber sido descubierto. En estos momentos odiaba el avergonzarme rápido, de seguro mis orejas ya estaban totalmente rojas.

—¿Sabes por qué este es mi lugar favorito en todo el instituto? —me preguntó todavía mirándome.

—No lo sé.

—Está lejos de todas las personas. —explicó volteando a ver el paisaje, con una expresión melancólica en el rostro— Me gusta guiarlos, el organizar eventos y participar en reuniones que me permitan dar mi opinión y hacer escuchar la de los demás, ese es mi trabajo, el buscar que se haga lo mejor para todos. Pero es verdaderamente agotador. —rió un poco— Dicen que los vampiros no sentimos, y es la verdad, pero yo siempre he sido demasiado sentimental, y eso no ha desaparecido por completo todavía. Es difícil actuar como un insensible ahí dentro, debe parecer que nada puede herirme para que los demás depositen su confianza en mí y me vean como alguien de armas tomar. Esa es la razón por la que vengo aquí. No hay nadie para juzgarme, nadie que vea cómo soy en realidad. Aquí puedo desahogarme y soltar todas las lágrimas y pataleos que quiera. —sus ojos se aguaron un poco, y la voz le tembló al decir la última oración.

—TaeYong... —lo llamé, dudando en hacer la pregunta que me carcomía desde el descanso— ¿Cómo te convirtieron? —solté al final.

—No tiene mucho trasfondo, es considerablemente más aburrida que la historia de Yuta o DoYoung. —sobó su nariz y llevó sus rodillas hasta su pecho, abrazándolas y colocando su mentón sobre ellas— A los cinco años me detectaron leucemia, un tipo de cáncer a la sangre. Mis padres venían de una familia modesta, teníamos lo suficiente para sobrevivir y darnos unos gustos, pero todo el dinero se fue directamente a mis tratamientos. Pasé de quedarme en casa con ellos y con mi hermana mayor a vivir en el hospital, rodeado de enfermeras y otros pacientes en mejor o peor condición. Seis años después, cuando tenía once, la enfermedad empeoró. Aún recuerdo todo el dolor y cansancio que recorría mi cuerpo; ya ni siquiera podía llorar porque estaba muy débil para soltar una sola lágrima. Fue ahí cuando TaeMin y JiEun llegaron. —sonrió entre las lágrimas, al parecer inconsciente de su llanto— Nunca supe cómo fue que mis padres y ellos se conocieron, pero un día llegaron a mi cuarto en el hospital y me saludaron. Yo estaba encantando porque traían muchos regalos y juguetes que cualquier niño envidiaría. Unas horas después se retiraron junto con mis padres, y charlaron detrás de mi puerta. Yo no podía escuchar qué decían, pero sí que distinguía la voz angustiada de mi padre y la súplica de mi madre. Minutos después los cuatro entraron de nuevo, y mis padres me abrazaron con fuerza, besando mis mejillas con amor, mojándolas con sus lágrimas. Yo no era tonto, sabía que era una despedida, solo que en ese momento pensé que moriría. Lo hice, sí, pero no de la forma que creía. Fue TaeMin quién me mordió. JiEun puso una de sus manos en mi boca para que mis gritos no se escuchen mientras que con la otra acariciaba mi cabello casi con dulzura. Al día siguiente desperté en una habitación desconocida, sin todo ese cansancio y dolor al que me había acostumbrado, esta vez siendo reemplazados por un hambre voraz que nunca antes había sentido. Me alimentaron con sangre humana durante la primera semana, después toda fue de animal. —sorbió su nariz y llevó sus manos a su rostro, quitando las lágrimas con algo de brusquedad y dándose palmaditas en las mejillas— Esa es mi historia. —concluyó sonriendo.

—Yo... —no sabía qué decir, era la primera vez que veía a una persona que no fuera mi madre llorar— Lo siento, no sé qué decir.

—No te preocupes, estoy algo acostumbrado. DoYoung también es malo consolando. —rió, secando las nuevas lágrimas que caían.

—¿Quieres un abrazo? —ofrecí, pues era lo que mi madre pedía cuando se sentía mal.

—¿Puedo? —hizo un puchero poniendo ojos de cachorrito. Era injusto que incluso con el rostro rojo e hinchado de tanto llorar se viera así de precioso.

Extendí mis brazos, sonriéndole y asintiendo para que sepa que sí podía. Se acercó despacio, casi con inseguridad y timidez, pero terminó apoyándose contra mi pecho. Rodeé su menudo cuerpo con mis brazos, apoyando una de mis manos en su espalda alta y la otra casi en su cintura, dando suaves caricias para que se sienta más cómodo. Funcionó, porque al instante su cuerpo se relajó y enterró su pequeño rostro en mi pecho, igual que un gato. Todo él me recordaba a uno.

Nos quedamos así por un largo tiempo, ignorando el descenso del sol y la presencia de la luna en el firmamento. Yo solo lo abrazaba, sintiéndome cálido al tenerlo tan cómodo contra mí, pero extraño ante la forma perfecta en la que encajaba entre mis brazos. Esto no se debería sentir así de correcto, menos cuando apenas llevábamos unos días de conocernos, menos en un mundo como este. Pero por una vez dejé que la batalla la gane mi corazón, e impulsé todos esos pensamientos hasta el fondo de mi cerebro, dejándome rodearlo un momento más.









¡Hola hola! ¿Cómo están? Espero que todo esté yendo súper bien.

Este es mi capítulo favorito hasta ahora, de verdad que me gustó como quedó. Espero les haya gustado a ustedes también.

Nos leemos en una semana. Tomen agua y coman toda su comida. Cuídense mucho. 💖

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