Contra todo pronóstico, el gran día finalmente había llegado; la oportunidad de explorar Corea y gozar de libertad, al menos en cierto sentido, estaba delante de mí. Los días previos se arrastraron con lentitud, pero la emoción de enfrentarme a ese momento tan esperado era palpable en el aire.
La palabra 'ansiosa' se quedaba corta para describir el torbellino de emociones. Había revisado mi lista de indispensables más de mil veces, repasando cada artículo con atención. Mi maleta, abierta y cerrada en repetidas ocasiones para asegurarme que nada hiciera falta, y el outfit que tenía preparado desde hacía días, me había mantenido frente al espejo durante horas, contando los minutos con nerviosismo hasta el momento de la partida.
Y ahora, me enfrentaba a la aventura de volar sola por primera vez, abordando una aerolínea comercial, lejos del confort del jet privado de papá, para borrar cualquier lazo directo con nuestra identidad. Sosteniendo mi nuevo pasaporte, con datos y nombre falsos, me maravillaba de su autenticidad. Según este documento, mi nombre era Kim Rose, una ciudadana nacida en Estados Unidos, portadora de una fecha de nacimiento ajena a la real. Mi padre había pensado en cada detalle, dedicando incluso nuestras últimas dos semanas en Tailandia a practicar el nombre 'Rose' para que se sintiera natural. Prácticamente, estaba lista para embarcar en este viaje.
El toque suave en la puerta me sacó de mis pensamientos—Espero no molestar, pero ya es hora de ir al aeropuerto— dijo papá con una sonrisa
—Enseguida bajo—logro decir, intentando ocultar mi emoción
—Bien, Robert y yo te esperamos en la sala. No tardes—dice saliendo de la habitación
Emocionada, me quedé unos segundos viéndome con nerviosismo en el espejo, respirando hondo para reaccionar que ahora esta era mi nueva realidad, arreglando por última vez mi outfit. Luego de unos minutos bajé con rapidez, prácticamente volé escaleras abajo, sin realmente darme cuenta del momento en que mis manos tomaron las maletas. Al llegar, encuentro la mirada cálida de mi padre y Robert.
Papá se acercó a mí y mientras acariciaba con delicadeza mi cabello dijo:—Te pido que no le des muchos problemas a Robert, pórtate bien ¿si? — me ruega
—Tranquilo, no tienes de qué preocuparte. Prometo que me portare de maravilla— Le aseguré; aunque en el fondo sabía que mi curiosidad y ganas de explorar podrían desviarme un poco
—Sabes que te quiero mucho, cuídate ¿sí?— murmura con una voz temblorosa
—Y yo a ti. Prometo cuidarme—dije con una sonrisa—te voy a extrañar. Verás que dos años se pasan volando— intento bromear sabiendo que no hay una fecha definida para mi regreso, bien podrían ser dos años o dos meses.
—Eso ya lo veremos—dijo con los ojos cristalizados— nos vemos luego—responde antes de darme un beso en la frente y un fuerte abrazo
—No te pongas triste, ¿de acuerdo? —dije con una cálida sonrisa—Eres el mejor padre del mundo. Estoy feliz de que ambos estemos dejando atrás nuestros miedos; verás que esto nos ayudará a los dos—le afirmo dándole un beso en la mejilla antes de dirigirme hacia la puerta junto a Robert.
Ya en el camino hacia la puerta, no pude evitar voltear para regalarle a mi papá una sonrisa llena de agradecimiento, Pude observar cómo contenía las lágrimas y me sonreía con dificultad. En ese momento, al volver mi vista al frente, ya me encontraba frente al auto. Estaba tan emocionada que rápidamente me subí sin prestar atención a nada, olvidando incluso las maletas afuera. Afortunadamente Robert se ocupó de acomodar el equipaje.
— Bueno señorita... Rose ¿esta lista?— preguntó subiendo al auto. Asentí, sintiendo cómo el pulso se aceleraba ante la emoción— Bien, vámonos al aeropuerto.
[...]
10 HORAS DE VIAJE DESPUÉS
El viaje se había sentido eterno, a pesar de lo acostumbrada que estaba a los viajes largos, pero ya estaba frente a mi antigua casa, desprendía una calidez acogedora cosa que me hacía recordar la sensación de lo feliz que había sido. Mi mente no conseguía procesar todas las emociones de golpe.
—¿Esto es real? Es incluso más hermoso que en las fotos o en cualquier recuerdo vago de mi mente—exclamé, inundada de emoción.
—Lo es—dijo Robert con una cálida sonrisa— Puede entrar y explorar sin preocupación; yo me ocuparé de su equipaje
—¿En serio?—Robert asintió—. Te haré caso porque estoy demasiado emocionada como para no hacerlo.
La casa era tan inmensa que me estaba tomando mucho tiempo recorrer todo con detenimiento, aunque no había gran cosa, lo que hacía que no sintiera un vínculo especial y menos me ayudaba a recordar algo. Se notaba que había sido meticulosamente preparada para la venta; su estado impecable me hacía incapaz de relacionarlo a mis 5 años viviendo aquí.
Mi último destino fue mi antigua habitación. Ahora, sin embargo, era como un lienzo en blanco, casi literalmente. Cada rincón de esta está dominado por el color blanco: cortinas, sábanas, paredes... me recordaba más a un hospital psiquiátrico que a un hogar.
Con eso en mente, baje a la cocina en busca de Robert.
—Robert, tenemos que conseguir pintura y telas lindas para renovar este lugar. Esto es lo más deprimente que he visto— Insistí abriendo el refrigerador percatándome que estaba vació—. Y parece que también tenemos que conseguir comida. Papá olvidó unas cosas al parecer— dije entre risas
—Ya es bastante tarde y los establecimientos de comida más cercanos están a una hora— comentó viendo su reloj— quizá es mejor que vaya a descansar, mañana tiene programado un recorrido por la escuela
—¿Recorrido?— pregunté extrañada.
—Así es, su padre ha solicitado al director el favor de permitirle familiarizarse con la escuela antes de comenzar oficialmente sus estudios, considerando que nunca ha asistido a una. Piensa que esto podría ayudarle.
—He aprendido cómo funcionan las escuelas gracias a las películas— comenté de manera burlona, y al ver que Robert no se reía, agregué:— Está bien, señor seriedad. Iré a dormir sin cenar— sonreí a medias—. Buenas noches— concluí mientras subía las escaleras.
Subí rápidamente hacia mi habitación, que me parecía bastante aburrida. A pesar de no estar realmente exhausta y de creer que los nervios por el inicio escolar me mantendrían despierta, la realidad fue otra. Casi instantáneamente al acostarme, caí en un sueño profundo y placentero.
[...]
AL DÍA SIGUIENTE
A pesar de haberme dormido profundamente la noche anterior, libre de preocupaciones sobre lo que el siguiente día traería, al despertarme, sentí que los nervios se habían apoderado completamente de mí. Me levanté más temprano de lo que hubiera querido, también dominada por un hambre intensa. Bajé al comedor, rogándole al universo algo tan simple como una barra de cereal para calmar mi hambre. Al abrir el refrigerador, me llevé una agradable sorpresa.
—¡Comida! —exclamé, asombrada—. ¿Cómo ocurrió esto? Estoy infinitamente agradecida, gracias, universo— dije mirando hacia el techo en un gesto de gratitud.
—Se dice "gracias, Robert"— se oyó una voz mientras entraba al comedor—. Buenos días, señorita Rose.
—¡Uh!—dije sorprendida—. Así que fuiste tú el que consiguió todo esto, y no mi intento de manifestación... Bueno, técnicamente mi manifestación sí funcionó—dije entre risas, tomando una manzana.
—¿Qué hace despierta tan temprano? Supongo que la falta de sueño la lleva a decir incoherencias— dijo él con un tono claramente sarcástico.
—Es la primera vez que usas ese tono burlón conmigo. Genial; significa que estamos teniendo más confianza—respondí sonriendo—. Pero para contestar tu pregunta: Sí, ya no pude dormir. Supongo que los nervios, sumados al hecho de que alguien decidió que me fuera a la cama sin cenar, tienen la culpa —mencioné, con una sonrisa un poco forzada.
—Bueno, disfrute de su desayuno con calma y prepárese sin prisa. Yo arreglaré unas cosas por aquí. Nos vemos después.
—No hay prisa, apenas son las 5 de la mañana —sugerí, mientras comenzaba a hacer unos pancakes.
[...]
ESCUELA SHINHWA
Ya me encontraba fuera de la escuela, todavía estaba en el auto, contemplando aquella maravilla. Mis ojos no podían creer que algo así fuera una escuela.
—Robert, ¿es esto una escuela y no un castillo? Jamás me habría imaginado algo tan hermoso—. Le expresé con un tono de asombro
—Lo es, sin duda alguna... pero en fin, señorita Rose, le recomiendo que explore cada rincón con detenimiento. Por mi parte, me quedaré aquí, esperándola—, respondió con seriedad.
—¿Ah?—, dije, confundida —¿Vas a estar aquí todo el día?—La idea de que Robert me esperara todo el día mientras recorría la escuela me parecía extraña.
—Sí, estaré aquí esperando; obviamente, el lunes la situación será diferente. Disfrute de este momento de libertad para explorar. Agradezca que la dejo ir sola y no la estoy acompañando—, añadió
—Bueno, es un alivio saber que tendré, al menos, un poco de libertad para explorar... Entonces, ¿puedo ir a ver todo? ¿No habrá un guía o algo por el estilo que me acompañe?— pregunté, intentando esconder mi ansiedad.
—Su padre mencionó que usted sería capaz de manejarse por su cuenta... Ah, y no olvide su mascarilla, están en su bolso—, me recordó Robert.
—Bueno, gracias. Nos vemos en unas horas—, dije mientras salía del auto, colocándome la mascarilla—. Hoy me perderé sola, simplemente porque a mi papá le preocupa que me acerque demasiado a los demás. Pero qué ironía, el lunes estaré rodeada de gente... haber tenido un guía hoy no hubiera cambiado mucho, en realidad—, medité, considerando las paradojas de mi situación.
La escuela era tan grande y tenía tantos detalles que me sentía abrumada sobre por dónde comenzar mi exploración. Simplemente me deje llevar por la curiosidad y el asombro. Así fue como descubrí la piscina, la cancha, los baños, algunas aulas y los casilleros. Sabía que era imposible abarcarlo todo en poco tiempo, por ello busqué el edificio más alto para hacerme una idea de todo lo que había. Opté por el edificio menos concurrido y subí hasta la terraza. Desde allí, el paisaje era hermoso y sereno; estaba tan concentrada en el cielo azul, cosa que no hacía muy a menudo, que no noté lo que había detrás de mí. Y justo cuando iba a bajar la vista, algo me hizo tropezar y caer de golpe.
—¡Oye, ten más cuidado!— La voz molesta de un chico interrumpió mis pensamientos. Al girarme, lo vi ¿acostado? en el suelo.
—Lo lamento, no vi que estabas allí—, respondí, apresurándome a ponerme de pie. Él se levantó antes y me extendió la mano para ayudarme a levantarme.
—Asegúrate de mirar por donde caminas la próxima vez—, dijo, y asentí con timidez —¿Estás enferma o algo así?— preguntó, señalando mi mascarilla, y volví a asentir. Nunca antes había sentido que alguien me observara con tal intensidad; cada detalle de mi expresión, cada movimiento, parecía captar su atención de manera casi abrumadora.
—Bueno...—, comenté sintiendo nervios—, ha sido un gusto conocerte...—, hice una pausa, dándome cuenta de que no sabía su nombre.
—Ji Hoo—, mencionó él, manteniendo su mirada fija en mí.
—Exacto—, dije con una risa nerviosa—. Un placer conocerte, Ji Hoo. De nuevo, lamento el choque y las molestias. Seré más cuidadosa la próxima vez—. Sin esperar más, hice una reverencia rápida y me alejé corriendo.
Bajé lo más rápido que pude en busca de Robert. Al acercarme al coche, un fuerte nerviosismo me envolvió, haciendo que por un momento temiera volver a sufrir los ataques de pánico que pensaba haber superado. En ese instante, me di cuenta de la nueva realidad que me esperaba. Era necesario acostumbrarme a conversar y a entablar relaciones con nuevas personas. Pensar sobre ello era verdaderamente extraño para mí; después de todo, había evitado cualquier interacción con personas de mi edad durante años. La idea de empezar a participar en actividades sociales de la vida cotidiana, y de actuar de manera que se considere "normal", me resultaba difícil y, francamente, aterradora. Me encontraba debatiéndome entre seguir adelante o dar marcha atrás. Tenía miedo, pero de alguna forma tenía que superarlo.
Entré y me acomodé en el coche tratando de mostrar calma, haciendo esfuerzos por controlar mi respiración y esconder mi nerviosismo ante Robert.
—¿Está bien? Ha llegado más rápido de lo que pensaba —dijo, mirándome a través del espejo retrovisor.
—Decidí no subir por cada edificio, así que tomé el camino más corto— contesté, con mi voz agitada.
—¿Corrió o algo así?
—Algo por el estilo. Subí y bajé con rapidez por un edificio muy alto que no tenía ascensor—respondí sonriendo, intentando hacer el ambiente más ligero—. Me voy a quitar esto; hace mucho calor—, dije quitándome la mascarilla con rapidez.
—Estamos en invierno y está temblando— apuntó él.
—¿Ah sí?— respondí, con mis nervios a flor de piel—. Quizás es porque no estoy acostumbrada a hacer tanto ejercicio— volví a reír, en un esfuerzo por parecer despreocupada—. No te preocupes, con un poco de descanso estaré bien. Mejor vamos a casa.
A través del espejo, noté una sombra de duda en su rostro, pero sin más preguntas, nos dirigimos a casa.
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