Soy inocente (Yaoi/Gay) PAUS...

By LenDrops02

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Borrador 6 Kanzaki es un chico víctima de abuso sexual quien termina siendo culpado del asesinato de su mejor... More

Antes de leer
0. ¡El fracasado desciende! (Borrador)
1. (No) Eres inocente hasta que se demuestre lo contrario [Borrador]
2. Tienes derecho a guardar silencio (Borrador)
3. Si hay litera, habrá compañero (Borrador)
4. Touya Minami y Seishiro Vólkov (Borrador)
5. Flor de loto (Borrador)
6. El líder del ala uno (Borrador)
7. Sufre bastardo, sufre (Borrador)
8. Necesito comer (Borrador)
9. Esperanza y ojos de serpiente (Borrador)
10. El dinero es el estiércol del diablo (Borrador)
11. Tarot (Borrador)
12. La intervención (Borrador)
13. La celda de aislamiento (Borrador)
14. ¡A trabajar, holgazán! (Borrador)
16. Sin excepción (Borrador)
16.2. Sin excepción (segunda parte) [Borrador]
17. Alas rotas
18. Familia
19. Tranquilidad pasajera
20. Jugando con fuego
21. No es como si tuviera otra opción...
22. Ojalá todas las heridas sanaran así de rápido
23. Traslado
24. Porque soy débil

15. Un invierno a tu lado (Borrador)

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By LenDrops02

En toda la habitación, hacía eco el sonido del reloj, que mostraba el correr del tiempo. Y se oía claramente la voz de un chico, que, temblorosa, describía un montón de situaciones y sentimientos.

Su mirada seguía el dedo índice de la persona que le daba terapia. Se movía en un vaivén de izquierda a derecha, tanto su mirada, como el dedo de Koco.

—Entonces él me pidió que escogiera una carta y se veía como mi salvación porque... parecía tomarse muy en serio lo que las cartas decían. Yo estaba tan desesperado por encontrar una carta buena, pero no tenía idea de nada, por eso no quería escoger ninguna carta. Entonces la escogí y él dijo que era una carta afirmativa...— su voz se quebró al final. Vio la cara de Tarot en su mente y sintió mucho terror de ese recuerdo, pero de inmediato volvió a dirigir su concentración en seguir el dedo índice de Koco y visualizar a Tarot al mismo tiempo. —Yo... yo... mojé mis pantalones. Él iba a matarme, pero los subordinados de Vólkov me salvaron. Y cuando me encontré con Guadalupe y Kondo, me sentí tan patético. Otra vez sentí que era repugnante, como me dijo Nara, la amiga de Ryuichi. Era como si reafirmara lo débil, inútil y asqueroso que soy. Otra vez me odié a mí mismo con todas mis fuerzas, pero Guadalupe me dijo que es normal estar asustado.

—¿Qué sucedió después?— preguntó, sin parar el movimiento de su dedo.

—Yo lloré mucho y Guadalupe me abrazó. Él me dijo que a él también le había pasado, también a Kondo y hasta le pasó algo parecido a alguien tan fuerte e intimidante como Vólkov. Y así terminó. Ellos me salvaron.

—De acuerdo. — Koco detuvo el vaivén ladeante, por lo que Kanzaki también dejó de seguir su dedo.
Volvió a mirar hacia el frente y se sentía un poco mareado y alterado. —Respira. Toma aire y déjalo salir. Cálmate. — El pecoso obedeció sus instrucciones y empezó a buscar una forma de relajarse. —Muy bien. Lo hiciste muy bien, Shinomiya.

Kanzaki exhaló profundamente y bajó la mirada para tocarse la frente con la mano.

—Fue más fácil que lo de... los baños.

—Es porque has progresado mucho.

—Eso espero...— después se limpió las lágrimas. Eran pocas y a penas comenzaban a brotar, pero lo hizo aún así.

—Yo sé que sí. Ya has dejado atrás varias cosas, las has aceptado y has continuado. Y más importante, puedes reconocer cómo impactaron en ti y en tu forma de verte a ti mismo, y has intentado corregirlas. Te has esforzado mucho y vas avanzando a pasos agigantados.

"Me gusta pensar que Koco siempre me dice que lo hago bien porque de verdad voy avanzando, y no porque se sienta con la obligación de hacerme cumplidos"

—¿Qué piensas ahora sobre lo que te dijo Guadalupe?, sobre qué está bien tener miedo.

—Pues, si alguien tan fuerte como él también siente miedo en esas situaciones... me hace pensar qué tal vez yo no soy un fracasado por estar asustado y llorar constantemente. Sé que todos se sienten asustados y perdidos alguna vez, pero también sé todos los demás son cien veces más fuertes que yo, porque sí pueden superar su dolor y yo todavía no puedo.

—Cada quien afronta el dolor a su manera y que tú te tardes mucho en superarlo no es malo, ni significa que seas débil. Pero incluso así, ser débil no tiene nada de malo.

—Ya es la cuarta vez que me dice algo como eso, Koco. Pero aunque me lo diga... no puedo estar de acuerdo.

—No te preocupes. Aún hay muchas cosas en las que tienes que trabajar. Es un proceso muy largo pero te darás cuenta de que ser débil no está mal.

—Sí...

Se quedó callado procesando todo lo mencionado, prestando más atención a lo que le pasó en el ala tres con Tarot.

—Si quieres podemos dejarlo aquí por hoy. No te ves con muchas ganas de continuar.

—Sí, creo que es mejor terminar aquí.

—No olvides apuntar todo lo que surja. Pensamientos intrusivos, y todo a nivel emocional, porque el reprocesamiento del trauma sigue incluso después la terapia EMDR.

—Sí... lo sé.

—Y, Shinomiya... empieza a tratarte mejor a ti mismo.

• • •

El invierno ya empezó. Y yo aún sigo extrañando a mi mejor amigo todos los días, aún siento un miedo intenso cuando se trata de ir a los baños y veo a Tarot, a esos tipos del ala uno y a Ryuichi en mis pesadillas de vez en cuando. Pero... algo que no le he contado a Koco todavía, es que he comenzado a quererme un poco a mí mismo. Siento que estoy descubriendo mi valor como persona en el frío ambiente de un reclusorio...

El idiota de Kaname me dijo que fuiste al ala tres— lo llamó Hiroshi. Kanzaki estaba en un rincón de la cocina, comiendo tranquilamente.

Y tan solo se quedó mirando a Hiroshi, como diciéndole con la mirada que no tenía por qué decirle nada.

—También soy subordinado de Vólkov. Bueno, de vez en cuando— el pelirrojo bostezó.

—Sí, estuve en el ala tres.

Me sorprende que no te murieras.

—No necesito saber lo que piensas— dijo con algo de miedo, pero también expresando su disgusto.

Hiroshi rió.

—Pero no me sorprende que seas tan estúpido como para no darte cuenta.

—Ya déjame tranquilo, por favor.

Shinomiya desvió la mirada y quería marcharse de ahí.

—Oye, ¿no te das cuenta de que estás en la mira de Vólkov?

—¿Qué...?

—Por eso te llevas bien con Kaname— se quejó. —¿Últimamente no ves que te sigue demasiado?, ¿no lo has visto observarte como si quisiera romperte los huesos?

—No...

—Accedió a darte un trabajo, a ti, ¿te has visto en un espejo?, eres débil y hasta casi te mueres. ¿Acaso no se te ha ocurrido que quería matarte?

—Por supuesto que lo pensé.

"Katsuragi- san me dijo lo mismo, pero él tuvo más tacto"

—¿Entonces?

—¿Por qué me estás diciendo todo esto?

"Porque no quiero que me quites el puesto de recadero ocasional, niño estúpido"

—Porque creo que eres idiota.

Kanzaki bajó la mirada y se quedó callado, sintiéndose herido.

• • •

Me pregunto si realmente lo seré...

La razón por la que siento que ahora me quiero a mi mismo un poco... bueno, son varias razones en realidad.
He aprendido muchas cosas útiles en la enfermería con la doctora Murakami, ya estoy comiendo bien porque en la cocina nadie me molesta, y en los baños ya está Kizuna custodiando que nada malo pase, además mis terapias con Koco van bien.
Las cosas están en orden y me he estado tratando mejor a mí mismo.
Hace tanto que no me sentía así. Pero creo qué hay dos razones principales que me hicieron cambiar...

Escribía en su libreta y se encontraba sentado en su cama como ya era parte de su rutina.

También estaba Seisou Vólkov. Él levantaba un par de mancuernas de tamaño mediano, tan grandes como para sostenerlas con una mano. Y vestía con una chamarra negra abrigadora, que tenía peluche en la parte del cuello. Era como un abrigo, pero con cierre.

Al estar haciendo ejercicio con tal prenda puesta, ya estaba sudando y se veía acalorado; esa era la intención, pues se subió las mangas e incendió sus brazos, y después sus pesas.

"¿Supongo que en el frío no puede usar muy bien su naturaleza...?", se preguntaba Kanzaki. "Después de todo ya empezó a nevar desde hace unos días"

—¿Qué tanto me ves?— le preguntó Seisou al sentir su mirada.

—Nada. — Dijo suavemente y desvió la mirada con timidez.

—Toma— dijo y llamó la atención del chico con pecas, quien volteó a mirarlo y se levantó de la cama para acercarse. —Levantala.— se refirió a su mancuerna.

Se la iba a entregar a Shinomiya, y en cuanto éste la agarró, el rubio la soltó bruscamente, dejando ir todo el peso del objeto.

—¡Aaah!

Kanzaki se fue para abajo con la mancuerna, haciendo que esta impactara con el suelo y creara un sonido muy fuerte.
Vólkov se rió al mirarlo intentar.

• • •

Vólkov no me agrada del todo, pero... me siento mucho mejor conmigo mismo desde que hice ese trabajo para él. Porque alguien como él, alguien fuerte que es respetado por todos, que siempre obtiene lo que quiere e impone su autoridad, es el tipo de persona que siempre he querido ser. Y que alguien así me diera ese trabajo, me hace sentir que no soy un caso perdido.
Él dijo que no importaba quien fuera, si podía hacer el trabajo. O sea que no importa su sexo, su complexión, ni si es un chico tan poco viril y débil como yo; el verdadero valor de una persona está en sus acciones.
Y yo me pude haber muerto de una forma horrible... pero estoy feliz de haber hecho ese trabajo.

Por eso, me pregunto si realmente seré un idiota

• • •

—¿Shinomiya?

—¿Ah?

Su amigo de cabello castaño lo llamaba, así que volteó a verlo porque lo sacó de sus pensamientos.

Estaban en el taller de arte y manualidades, sentados uno al lado del otro. Kaname también estaba cerca de ellos.

—¿En que tanto piensas?— le preguntó Katsuragi.

—Nada, es solo que... me he sentido mucho mejor en estos días.

El castaño le sonrió, radiante como siempre.

—Me alegra mucho oír eso. ¿Tus terapias van bien?

—Sí. Siento que voy progresando. Y, ¿qué figura estás haciendo, Katsuragi- san?— preguntó Kanzaki, mirando la escultura de arcilla que su amigo modelaba; tenía forma de cuerpo femenino.

—Estoy haciendo a una persona que era muy importante para mí. Es más fácil hacerlo con mi topacio, pero también quiero mejorar mis habilidades de modelado.

—Eres muy bueno. Tus esculturas siempre tienen muchos detalles.

—Es que quisiera poder representar cómo era esa persona para mí. Quisiera poder recrear su belleza para mantenerla conmigo y admirarla todos los días. — Habló, desde lo más profundo de su corazón.

—Que cursi eres. — Kaname intervino de repente.

Tora Katsuragi fijó sus profundos ojos color miel en la ropa flotante. Tenía una expresión que no sabría como nombrar, pues no parecía enojado, pero definitivamente no estaba feliz. Eso sí, su aura era un poco amenazante.

—Ejem, que cursi eres, pecas. —Se retractó.

Kanzaki miró al invisible y sintió ganas de reír.
—Tal vez yo también debería dibujar a una persona que es muy importante para mí.

—Claro.— dijo Tora y luego se volteó hacia Kanzaki e hizo una expresión alegre. —¿Este ángulo esa bien?— Luego empezó a mirar la hoja donde dibujaba, creyendo que lo dibujaría a él.

—Mi mejor amigo Dai ha sido de las personas más importantes para mí.

Y la sonrisa de Katsuragi se esfumó.

—¿Vas a dibujar a Dai?— dijo desanimado.

—Sí. ¿Hay algo malo?

—No, nada. Pensé que me dibujarías a mí, ¿no soy importante para ti?

—¿Qué?, por supuesto que lo eres, pero... tú sabes que yo extraño mucho a Dai.

—Tienes razón. Lo siento. Además yo también estoy haciendo a otra persona. —Respondió, al colocar su mano derecha en su nuca y rascarse, a manera de nervios.

"También debería hacer a Shinomiya", pensó después.

__________________________________

Ya habían pasado varios días de invierno.
El patio de receso se encontraba lleno de nieve, y era la labor de algunos presos juntarla toda hacia las esquinas para que fuera más fácil caminar.
Kanzaki era uno de esos presos.

Juntaba nieve con una pala. Estaba un poco cansado y sentía frío, incluso con el uniforme de invierno puesto.

Entonces, sin aviso alguno sintió un golpe frío en su espalda, que lo hizo retorcerse y sentir escalofríos.
Cuando se volteó hacia atrás, estaban Hiroshi y un gorro, bufanda y guantes flotantes.
Kanzaki intuyó que Kaname era ese conjunto de prendas.

—¿Qué haces?— le preguntó el invisible.

—Es obvio que está recogiendo nieve, estúpido— respondió el chico con olor a café.

Kanzaki se quedó mirándolos. No entendía si Kaname y Hiroshi se llevaban bien o no.

—Es mi trabajo de destino, ya casi termino. Oye, Kaname- san, ¿de dónde sacaste ese conjunto de invierno?

—El bastardo se niega a usar ropa, aunque hace mucho frío. — Responde el pelirrojo con inexpresión. —Y lo sacó del taller de costura. Él tejió todo eso cuando el taller de costura aún existía. Pero le avergüenza reconocer que tiene habilidades de abuela.

—Cállate. Estoy usando ropa, deja de quejarte.

—Es solo un asqueroso gorro y una bufanda, inútil de mierda— Hiroshi seguía siendo inexpresivo pese a sus insultos.

—¡Cállate ya, Hiroshi!

Los guantes flotantes formaron una bola de nieve. Después la arrojó con la intención de golpear a Hiroshi, pero era pésimo lanzando, por lo que la bola se desvió y fue a impactar en la espalda de la peor persona posible, Seisou Vólkov.

El susodicho se giró hacia ellos y nada más ver al gorro flotante, supo quien había sido el responsable.

—Oh, mierda... ¡tengo que irme!

Kaname echó a correr a toda velocidad, y entró al ala uno. Vólkov fue tras él, caminando con una tranquilidad que daba miedo.
Todo esto mientras Kanzaki y Hiroshi lo miraban.

—Podemos darlo por muerto— dijo el pelirrojo y se marchó.

"Una bola de nieve no es la gran cosa, no creo que le haga nada tan malo..."

Después, una tercera bola de nieve fue lanzada hacia él, pero no lo golpeó, tan solo cayó a su lado.
Kanzaki miró hacia donde la nieve había venido y se encontró con su amigo castaño, asomándose discretamente por la puerta que daba hacia el patio del ala dos.

Katsuragi le hacía señas para que fuera con él, así que miró hacia los guardias que cuidaban la puerta y como no parecía importarles mucho, se fue con su amigo.

❆  ❆  ❆

El patio del ala dos no era muy diferente al de la uno. Solo los presos eran diferentes.

—Hola, rol de canela— saludó feliz. —Quería verte.

Su amigo vestía un abrigo color café, se veía elegante.

—¿Pasa algo?

Katsuragi también sonreía de oreja a oreja, pero pese a eso, parecía que algo andaba mal.

—No. Solo quería estar contigo y aproveché que Vólkov se fue para poder traerte aquí. Que bueno que Kaname por fin sirvió para algo— dijo eso mientras caminaban.

—Oye... no hables así de él. Kaname- san es una buena persona.

—¿Lo es?, ¿sabes que solo se acerca a ti por puro interés?, porque piensa que podrá conseguir favores míos si se lleva bien contigo.

Tomaron asiento en una de las bancas del patio. Estaba hecha de concreto y era muy fría.

—Puede que sea cierto, pero él me ha ayudado antes.

Katsuragi miró su rostro desanimado y eso tan solo lo hizo suspirar y sonreír más.

—Está bien. Ya no hablemos de eso, no quiero que nos peleemos.

—Sí. Yo tampoco quiero. ¿No tienes frío, Katsuragi- san?— le preguntó abrazándose a sí mismo y frotando sus brazos.

—No.

—Yo sí. Incluso con el uniforme de invierno, tengo mucho frío.

Entonces Tora Katsuragi se quitó el abrigo que vestía y lo pasó por la espalda del chico con pecas. Y dulcemente lo colocó en sus hombros, para abrigar su espalda y un poco de sus brazos.

—Gracias...— dijo, desviando la mirada, pues dicha atención lo había hecho feliz. —¿Pero tú no vas a tener frío?

—Yo estoy bien.

Kanzaki se quedó mirándolo, y notó un ligero temblor en el cuerpo de su amigo. Temblor que lo hacía alterar su respiración un poco.
Su sonrisa no desaparecía.

—Pero... estás temblando.

—No tengo frío, Shinomiya. —Su voz sonó feliz.

Kanzaki pudo ver el dolor que ocultaba en esa expresión tan alegre, y su pecho sintió una punzada de dolor.

El de cabello rosa bajó su rostro, y al mirar el abrigo tuvo una idea.
Se acercó a Katsuragi, al punto en el que sus cuerpos podían tocarse. Sucesivamente se destapó el hombro que estaba junto al castaño y lo estiró para posicionarlo en el hombro derecho de Tora. Lo cubrió, compartiendo el abrigo con su dueño.

El más alto lo miró con asombro.

—Así tendremos menos frío. —Afirmó Kanzaki.

Katsuragi suspiró y la enorme sonrisa en su rostro desapareció, pero en su lugar, esbozó una sonrisa más leve y más relajada. Una sonrisa de verdad.

"Es tan precioso...", pensó Katsuragi.

—¿Qué pasa, Katsuragi- san?, tu también puedes contarme lo que sea, yo también quiero apoyarte.

El chico del topacio aún seguía temblando, así que era cierto que no temblaba por el frío.

—Es que... ayer en el taller, comencé a esculpir a alguien, ¿te acuerdas?

—Sí.

—Quería hacer a mi novia. Su nombre era Rina Katsuragi.

—Como tú...

—Sí, teníamos el mismo apellido. La conocí en secundaria, estuvimos juntos en la preparatoria, pero ella desapareció tiempo después. La policía la buscó por todos lados, pero nunca la encontraron. Así que intenté seguir adelante, pero unos años después mi madre murió.

—Yo... lo sien-

—Está bien, no tienes que decir nada. — su voz era pacífica. —Es solo que, ayer la recordé a ella, y a mi madre. También a...— se quedó mirando a Kanzaki, como dudando si decirle o no. —A cierta persona. Yo... cuando recién fui encarcelado, estaba en el ala cinco recibiendo atención psiquiátrica, y ahí conocí a un chico. Tenía la naturaleza del toro, así que tenía cuernos y algunas manchas como una vaca. Él era... tan lindo y... gordito. —Se veía radiante una vez más. Sus ojos brillaban por el mero recuerdo de ese chico. —Se llamaba Shota Nakamura, nos llevamos bien casi al instante. Te lo juro, fue como automático. Nuestras personalidades encajaban muy bien.

Al voltear, se dio cuenta de que Kanzaki lo escuchaba muy atento, con una sonrisa.

—Pero... lo transfirieron a otro reclusorio desde hace un año, o tal vez más. Así que no he vuelto a saber nada de él y he perdido la esperanza de poder volver a verlo.

Tora Katsuragi sonreía, pero mientras terminaba de hablar, el dolor que sentía empezaba a volver poco a poco.
Sus ojos se pusieron llorosos, y fácilmente cayeron lágrimas que se escurrieron por su mejilla.
Así mismo, su temblor volvió.

Kanzaki no supo muy bien qué hacer, pero al verlo así sabía que no podía quedarse sin hacer nada.
Procedió a tomarlo de las manos, como esa vez que Katsuragi lo sujetó y construyó una flor de loto con su topacio. Kanzaki formó un cuenco con sus manos y apretó delicadamente las de Tora Katsuragi.

—Ellos te amaron con todo su corazón, está bien que los extrañes. No tienes que forzarte a sonreír ni a actuar como que nada pasó. Puedes desahogarte conmigo si te hace sentir mejor.

—Shinomiya... me siento miserable sin ellos. Estoy roto y mi cabeza duele. — Sollozó. —Incluso siendo el líder del ala dos no puedo llenar este vacío.

Kanzaki le permitió abrazarlo y descansar su cabeza en su hombro.
Así que Katsuragi lloró, de forma silenciosa, pero dejó salir esa presión que la causaba mareo y dolor de cabeza, esa que lo aturdía y no lo dejaba pensar con claridad.

•••

Lloró un rato, pero eventualmente se calmó.
Sentir la calidez de Kanzaki parecía ser todo lo que necesitaba para estar mejor.
Era increíble la calma que el chico pecoso le podía brindar tan solo con abrazarlo.

—Cuando estoy contigo ya no duele tanto. —Le dijo tras separarse de él.

"No necesito tomar esas asquerosas medicinas si te tengo a ti", pensó el castaño.

—Yo quiero apoyarte, como tú a mí, Katsuragi- san, así que es bueno saber eso. Si necesitas que te ayude en algo, cualquier cosa, puedes decírmelo.

"Sí, después de todo... ahora tú eres a quien más amo"

—Gracias, Shinomiya. Pero cambiando el tema, acabo de darme cuenta de que... te confesé que me gustaba otro hombre.

—Oh, no te preocupes por eso, yo no creo que sea malo que dos hombres estén juntos.

Katsuragi sonrió en respuesta.

—¿Y tú?

—¿Yo...?— preguntó Kanzaki, algo nervioso.

—¿Tu alguna vez tuviste una novia o alguien que te gustara?

—Pues... nunca tuve novia, pero sí había una persona que me gustaba, aunque nunca tuve nada con ella.

—¿Cómo se llamaba?

—Hayato Kuroda, era un año mayor que yo y estábamos en el club de dibujo en secundaria.

—Así que te gustaba una senpai.

—Sí...— Kanzaki desvía la mirada hacia abajo y juega un poco con sus dedos. Está dudando si debería decirle o no, pero finalmente se decide. —La verdad es que... también era un hombre.

—Oh, ¿en serio?

—Sí. Yo... soy gay. A veces me preguntaba si soy gay porque fui... vio- ya sabes. Pero me di cuenta antes de que eso me pasara y, bueno, eso no tiene nada que ver, ni que mi padre me abandonara, ni nada de eso. Koco me ayudó a entenderlo. Simplemente me gustan los hombres y ya está, pero en este momento eso es en lo que menos pienso.

—¿Y tú familia lo sabe?, porque cuando mi padre se enteró de que era bisexual, ni siquiera le importó y pensó que yo era gay, y me repudió más de lo que ya hace.

—Lamento mucho eso. En mi caso, mi mejor amigo Daisuke fue el primero en saberlo y él me convenció para que se lo contara a mi familia.

—Así que eres todo un hombre y ya enfrentaste esa situación— dice Tora con asombro.

—No es verdad.— respondió avergonzado. —En realidad estaba muy asustado antes de decirles, me temblaban las manos.

—¿Y cuándo pasó eso?, ¿cómo fue?

—Creo que tenía unos quince años, pero no recuerdo muy bien...

...

—Entonces, ¿qué tienes que decirnos, Kanzaki?— preguntó su madre.

Estaban cenando en el comedor, Kanzaki, su madre Kinoshita y su hermana Sasaki.
Comían el pollo frito que el integrante más joven de la familia había preparado.

—El pollo te quedó bien. Sabe rico.— le dijo su hermana mientras masticaba.

—Gracias. Bueno... lo que tengo que decirles es algo importante.

Sacó a relucir su inseguridad mirando hacia abajo.

—Sabes que puedes decirnos cualquier cosa, bebé. — Su madre sonrió.

Ante ese apodo, Kanzaki se sintió todavía más avergonzado, por lo que desvió la mirada y empezó a rascarse el cuello.

—No tienes que ser tan cohibido con nosotras, Kansai. —Habló su hermana, usando el apodo de siempre. —Estuviste preparando esto desde hace tiempo, ¿verdad?, se nota por tu cara, así que no te eches para atrás en el último momento.

—Es que no es tan fácil decir esto, pero... — Hizo una pequeña pausa para respirar y prepararse. —Hay... alguien... hay alguien en la escuela que me gusta.

Los ojos de su madre Kinoshita parecieron iluminarse con estrellas en ellos.
Jamás pensó que su estudioso y tímido hijo le pediría consejos de amor y estaba encantada con la idea.

—¿Cómo se llama?, ¿va en tu salón?, ¿cuál es su naturaleza?— preguntó muy emocionada.

—Madre, espera. Ni siquiera lo dejaste terminar— intervino Sasaki.

—Aaaaw, es que quiero saber cómo es mi nuera. Además es la primera vez que Kanzaki-chi nos cuenta algo como eso.

[•]

—Bueno, eso es cierto. Yo también estoy sorprendida. Pensé que en tu cabeza solo había lugar para los estudios y los dibujos. Me alegra saber que no eres extremadamente serio como yo.

—¿Y cómo se llama la afortunada?— preguntó su madre con una sonrisa.

Kanzaki se sintió mal consigo mismo, pues pensó que las decepcionaría.

—Se llama Kuroda... Hayato Kuroda— respondió cabizbajo.

—¿Y cómo es?, ¿es bonita?, bueno eso es obvio. Seguramente es la más bonita de todas. — decía su hermana.

—¿Está en tu misma clase?

—No. En realidad está en tercero, pero vamos en el mismo club. — Kanzaki parecía más desanimado todavía.

—¿Qué sucede, Kanzaki?— Y su madre notó su evidente tristeza.
Aunque más que sentirse triste, estaba asustado.

—Lo qué pasa es qué Kuroda es un hombre. Yo... en realidad soy gay.

Todo se quedó en completo silencio durante unos segundos.
Su hermana y su madre solamente se quedaron observándolo, ambas muy sorprendidas. Después intercambiaron miradas.

Y esos pocos segundos se sintieron como horas para Kanzaki, quien estaba a la expectativa e intentaba prepararse para la respuesta.

—Así que, ya estás en esa edad en la que puedes darte cuenta de esas cosas. No... siempre has podido hacerlo.— su madre rompió el silencio y esa bella sonrisa volvió a dibujarse en sus finos labios. —Has madurado tanto en estos años y no me había dado cuenta.

La miró. Había lágrimas cayendo de sus mejillas y sonreía con orgullo.
Él también comenzó a llorar. Era como si le hubieran quitado un enorme peso de los hombros. Y se sentía querido y aceptado.

—Perdón por haber asumido que era una chica— dijo Sasaki apenada. —Hice que te sintieras presionado, ¿verdad?

—Sí, yo también lo siento, hijo.

—No. No pasa nada. — respondió Kanzaki, limpiando sus lágrimas. —Pero... ¿de verdad está bien que me gusten los hombres...?

—Sí. Bueno, a mí también me gustan. — dijo su madre con una sonrisa de complicidad. —Seas como seas y hagas lo que hagas, tu siempre serás mi hijo.

Kinoshita tomó la mano de Kanzaki y lo miró dulcemente, sonriéndole.

—A ver... vamos a ponernos serios y a aclarar las cosas.— interrumpió Sasaki. Kanzaki se asustó, pues pensó que su hermana diría algo malo. —Ya que estamos en un ambiente de confianza, dime, Kansai, ¿te gusta Daisuke?, ¿ustedes están saliendo?

—¿Qué?, no. — Rió. —Dai y yo somos muy buenos amigos nada más. Él es más como tú, es como mi hermano.

—¿Y no te parece que Daisuke- kun es un chico muy guapo?— le preguntó su madre.

—Pues no creo que sea feo. ¿Pero saben quien sí me parece muy atractivo?, el chico de ese comercial de refrescos.— Kanzaki se sinceró.

—Oh, ¿verdad que sí?, te lo dije, Sasaki.— La llamó su madre.

Al final, su hermana rodó los ojos.

...

—¿En serio fue así?, tu familia es muy buena, Shinomiya.

—Sí. Ellas eran muy buenas conmigo. Aún recuerdo que cuando iba en secundaria mi vida era normal, pero cuando Ryuichi se enteró de que soy gay, entonces todo cambió.

—¿Ryuichi es quien te molestaba en la escuela y le hizo eso a Daisuke?

—Sí. Él me decía que me golpeaba por ser débil y que por ende, me lo merecía. Que un chico gay, sin naturaleza como yo, nunca podría ser un policía. Y molestaba a Daisuke diciéndole que era mi novio y esas cosas. Pero... me gusta poder hablar de esto contigo, Katsuragi- san. Y saber que tú me aceptas tal y como soy.

—Gracias por confiar en mí.

—Bueno, tu también me contaste cosas sobre ti.

El castaño le sonrió.
Y luego pensó:

"Entonces... es posible que yo tenga una oportunidad con Shinomiya, ¿no es cierto? Puede haber una posibilidad de que yo también le guste"

El tiempo para descansar terminó, pero gracias a Katsuragi pudieron quedarse charlando en el patio durante un rato más. Un largo rato, que se pasaría sin que se dieran cuenta, pues podían hablar durante mucho tiempo más.

• • •

Además del trabajo que hice para Vólkov, siento que puedo quererme más a mí mismo porque Katsuragi- san está conmigo.
En estos momentos, él es la persona en la que más puedo confiar, porque siempre me apoya cuando necesito a alguien.
Y él es la razón por la que siento que aún puedo salir adelante, porque él me va a ayudar

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