Vecinas incontrolables | Supe...

By ChicadeOtroRollo

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Lena conoce a su nueva vecina, Kara. Desde el primer momento ambas chicas sabían que no se iban a llevar bien... More

Nota*
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Epílogo

Capítulo 35

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By ChicadeOtroRollo

—A ver si he escuchado bien... —la CEO se pellizcó el puente de la nariz y observó nuevamente a la rubia que tenía una sonrisa burlona pintada en su rostro.

Lena, Sam y Kara se encontraban a altas horas de la noche en la oficina de la pelinegra. Estuvieron hablando cordialmente, aunque Lena tenía muchas ganas de gritar. Y qué gritar, quería arrancarle la cabeza cada vez que la rubia hablaba, como si la tratara como la más idiota del mundo. O quería arrancar su misma cabeza, tampoco lo sabía bien porque lo que estaba viviendo era totalmente una pesadilla.

Cuando vio a la rubia en la cafetería, su mejor amiga tuvo que pellizcarle el culo para que reaccionara porque se quedó de piedra, como si hubiera visto un fantasma. Realmente no se lo esperaba y menos que Kara la saludara como si estuvieran en el instituto. Al reaccionar, puso mala cara al instante al recordar su oficina al igual que la rubia borró su sonrisa; se desafiaron con la mirada al igual cuando se vieron por primera vez con once años.

«Por favor, no... Deja de latir, maldito corazón. Ni se te ocurra caer de nuevo. No se lo merece», pensó Kara apartando la mirada lentamente haciendo que Lena sonriera por su victoria y Sam negara al ver a las dos.

«¿Por qué tengo este pellizco tan intenso? ¿Es culpabilidad? ¿Miedo a lo que vendrá? ¿O es que...? Imposible. Ni hablar. Después de haberse reído de ti... ¡Ni lo intentes, corazón maldito!», pensó Lena borrando su sonrisa y nuevamente se miraron.

«Pero esta sensación familiar...», pensaron a la vez.

La morena intentó romper el hielo, pero ambas mujeres giraron la cara a lados opuestos. Dios, Sam pensaba que estaban ante dos niñas pequeñas en vez de dos mujeres hechas y derechas. Luego Lena pensó de nuevo en su preciosa oficina... Rosa. Gruñó y le dijo a su socia: "que la señora Danvers pase a mi oficina". Se giró y se marchó. La rubia miró atónita como el taconeo de la sexy CEO se fue alejando.

—¿Señora? Oh, no... Se va a enterar —susurró Kara apretando los puños y yendo detrás de la pelinegra antes de que Sam dijera algo.

—Por favor, Dios —pidió la morena mirando el techo—, que no haya sangre esta noche.

La rubia no solo se sintió dolida con su indiferencia. Se sintió dolida como si hiciese que no la conociese y la tratara estrictamente profesional. Ella pensó en que la broma le haría reaccionar un poquito y recordar viejos tiempos, pero se había vuelto muy fría cómo le aseguró Lillian al principio de los años.

Realmente Kara estaba nerviosa y preguntándose cada dos por tres que era lo que pasaría, pero sabía perfectamente que no debía ilusionarse y sabía que tampoco la recibiría con los brazos abiertos como si no hubiera pasado nada... Pero esto...

Joder, ¡si ella había desaparecido del mapa! ¡Qué le está contando! Odió más cuando le cerró las puertas de los ascensores en su cara. ¡Ella quería guerra! Kara dijo que, si la pelinegra buscaba pelea, la iba a tener. ¿Quería que volvieran al principio de todo, como cuando tenían once años y tirarse de los pelos cada dos por tres como unas crías? Pues si era así, lo haría con cera y la iba a dejar calva hasta que no quedase un pelo de su precioso cabello de ónix.

Además, la rubia quiera o no quiera, no iba a cambiar. Ella misma decidió hacer como si nada hubiera pasado y no solo porque le tuviera un cariño especial; tenía un propósito: hacer que Lena se diera cuenta de que todo lo que había hecho, lo había estado haciendo mal.

—Mi madre no pudo venir porque tenía otra remodelación en otra ciudad y, como son socias, cosa que mi madre se le olvidó comunicarme completamente, por cierto —suspiró y dejó de tocarse el puente de la nariz—, usted le dijo que se encargaría del trabajo.

—Parece que la edad le ha dejado sorda —se burló Kara cruzándose de brazos mientras se sentaba junto a la morena al estar cansada de estar de pie. Hizo reír a Sam, aunque borró su sonrisa de inmediato ante la mirada furiosa de su mejor amiga. Lena no quería entrar en el trapo sucio, así que ignoró su comentario y fue al tema en cuestión.

—Mi madre sabe perfectamente que odio este color y seguro que se lo habrá dicho —comentó tranquilamente, mirando a la rubia como su sonrisa se extendía.

—En efecto.

—Y usted ha tenido el descaro de utilizarlo —repitió con el mismo tono.

—Correcto —su sonrisa iluminaba la habitación y Lena ya no podía más.

—¿¡Sabe lo que he pagado para que estuviera perfecto y me encuentre con esto!? —gruñó Lena sacudiendo la cabeza atónita y antes de que Kara pudiera contestar, Lena continuó—. Llamaré a mi madre, le haré saber lo que ha hecho, abonará MI dinero perdido y haré que la despida por su falta de...

—No tendrá que hacerlo —interrumpió la rubia con una mirada seria y cruzándose de brazos.

—¿Disculpe?

—Llame. Se llevará una sorpresa —le dedicó una sonrisa arrogante, alzando la mano hacia el teléfono, haciendo que la mirada de Lena lanzara tres cuchillas. Iba a decirle lo estúpida que era, pero se mordió la lengua y, antes de que dijera algo indebido, quiso asegurarse haciéndole caso.

Cogió el teléfono y tecleó el número de su madre. Miró como la sonrisa de Kara se agrandaba con cada tono. ¿Qué era lo que le hacía tanta gracia? Dios, si no fuera por sus años de entrenamiento contra los idiotas estaría saltando a su yugular ahora mismo.

Por fin su madre contestó, un poco confusa por la llamada a estas horas de la noche. Lena no tardó en explicar lo ocurrido, poniéndolo en altavoz para que la rubia escuchara perfectamente como asentía.

—¿Y bien? —preguntó después de contar la anécdota.

—Kara está ahí, ¿verdad? —cuestionó soltando un suspiro y Lena asintió con una sonrisa satisfactoria mirando a la idiota, esperando a que la regañara—. Dile que se ponga.

—Está en altavoz, Lillian —gritó la rubia, conteniendo las ganas de reírse.

—Kara, realmente pensaba que estabas de broma. ¿Te ha valido la pena gastar todo el dinero que has ahorrado?

—Espera... —Lena interrumpió antes de que Kara dijese algo—. ¿¡Tú lo sabías!? ¿¡Y cómo qué dinero ahorrado!?

—Sí... bueno... no lo sabía, pero me lo intuía —afirmó Lillian soltando otro suspiro—. Kara ha utilizado todo su dinero con la excusa de que, si fracasaba en hacer el trabajo, no se lo perdonaría porque era la empresa que admiraba por tu hermano. Yo ya tuve mis sospechas cuando me preguntó sobre el color que menos te gustaba y, cuando terminó, me mandó la foto de su "excelente" trabajo. Pensé que era una broma y había cogido una foto de Internet para hacerme reír, pero ya veo que no.

—¿Y mi dinero? Porque esto lo he pagado yo... —preguntó Lena con extrañeza mirando a su alrededor, haciendo una mueca de asco, y Lillian se rio.

—Deberías ver tu cuenta bancaria a menudo. Se te ha devuelto hasta el último centavo, chica rica —explicó Lillian dejando de reír cuando Lena gruñó—. Lo siento mucho, cariño. Si quieres te lo arreglo en tres semanas.

—¿¡TRES SEMANAS!? —gritó horrorizada haciendo que Sam y Kara taparan sus oídos—. ¡No puedo esperar tanto, mamá! ¿Sabes cuánta gente importante pasa por aquí? ¡La semana que viene tengo una reunión importantísima! Como vea esto dirá que no me tomo mi trabajo en serio —se desplomó en su silla, pensando en la reunión y la cara atónita que tendría la otra persona al entrar en su oficina.

—Lo siento, cielo. Diría que podría hacer una excepción, pero Lex necesita muchas cosas de madre que ya te iré contando... Lo único que puedo ofrecerte...

—Ni se te ocurra ni siquiera de pensarlo —miró fulminantemente a Kara que le devolvió la misma mirada—. Buscaré a otra persona.

—Te saldría el doble de caro —tarareó Lillian y Sam contuvo la risa al escuchar el tono el gruñido de Lena.

—Señora Luthor —carraspeó Kara inclinándose hacia delante y poniendo las manos sobre la mesa.

—Señorita —corrigió con cara de pocos amigos y la rubia asintió.

—Con mi debido respeto, aunque no sea de su agrado, realmente he hecho un excelente trabajo. Solo mire a su alrededor —señaló toda la habitación y Lena volteó los ojos y sacudió la cabeza, no sabiendo muy bien cómo es que contenía tanta fuerza para no arrancarle la cabeza. Claramente le estaba vacilando—. Si me da la oportunidad, mañana mismo empiezo y no me pagará hasta que todo esté acabado y sea como siempre había deseado. ¿Ha visto cómo está todo perfecto? Imagínese que en vez de rosa fucsia y pastel es un blanco roto con muebles...

—¿Sabe lo que pasa, señora Danvers? —interrumpió la pelinegra con descaro.

—Señorita —corrigió Kara con una sonrisa vacilante haciendo que Lena contuviera las ganas de golpear la mesa.

—Que ahora no me fío de usted y no sabré si estaré perdiendo el tiempo en cómo intenta arreglar mi oficina —gruñó de mala gana.

—Kara —interrumpió Sam dándole un toque suave en el dorso—. Déjame un momento a solas con Lena. Te llamaré cuando hayamos tomado una decisión.

Sabía que la única persona capaz de calmar su mal humor era ella. La rubia miró a Lena que sacudió la cabeza mirando hacia un lado, atónita a la actitud mansa de su mejor amiga. ¿Es que estaba de su parte o todos estaban locos aquí? Kara finalmente asintió e intentó levantarse, pero se sentó de nuevo rápidamente.

—¿Qué hace? —preguntó Lena de mala gana como si Kara estuviera jugando.

—A veces me falla la rodilla.

Boom.

Esa frase fue como un puñetazo directamente al estómago de Lena. Apartó la mirada sin decir nada. ¿Y qué debería decir si no lo sabía? Había pasado tanto tiempo... Se dio cuenta de que se estaba comportando como una idiota y se estaba pasando con la rubia, pero tampoco había algo de tregua y que Kara regresara a su vida de esa forma le había sacado mucho de las casillas.

—¿Quieres que te ayude? —preguntó Sam suavemente, pero la rubia negó.

—No, gracias, humilde señorita —imitó a una anciana haciendo reír a la morena—. Puedo yo sola.

Esta vez se levantó y caminó yéndose hacia fuera. Lena miró como cruzó la puerta. Ya no cojeaba, pues se le olvidó completamente el tema de su accidente y supuso que Kara se encontraba como una rosa, pero vio que no era así. Se sintió un poco mal, pero sacudió esos pensamientos. Ya no valía la pena pensar en un pasado enterrado. Sam la observó, pero no dijo nada.

—Realmente es buena y empezaría mañana —empezó Sam con cautela y Lena la observó—. La semana que viene lo tendrías listo para tu reunión. Buscar a otra persona sería también perder el tiempo; tendríamos que fijar fecha y disponibilidad, explicaciones y diseños, contratación y dinero...

—Lo sé, Sam... —suspiró, sabiendo que la mismísima Kara Danvers tenía razón desde el principio—. Pero es que me ha vacilado en mi cara y no lo soporto.

—En su defensa diré que te lo tienes merecido.

—Oh, gracias por ponerte de su parte —rodó los ojos de mala gana y miró al teléfono—. No me puedo creer que mi madre...

—Tu madre no, Lena —interrumpió la morena a pesar de que su mejor amiga le estaba fulminando con la mirada. Ella estaba un poco harta de esta situación y le echó huevos, aunque luego Lena quisiera sacar los ojos—. Tú te has distanciado de todos, incluso de tu madre. Te has vuelto una directora ejecutiva muy fría y lo sé porque he sido la única que he estado contigo —Lena intentó interrumpir, pero Sam se adelantó. No se iba a callar más y menos al ver a Kara—. ¿Te crees que no me he dado cuenta? Nunca te he preguntado ni lo haré porque ni siquiera me cuentas tu día a día, ¿me ibas a contar lo que pasó con Kara y demás? Sé que no... —se sinceró haciendo que Lena apartara la mirada—. Si lo hubieras preguntado o sabido desde el principio, esto no hubiera pasado. Y Kara... Por el amor de Dios, le has ignorado durante años. ¿Qué pretendías? ¿Qué te diese una bienvenida con abrazos y besos? Si ella te hubiera hecho lo mismo, el rechazarla e ignorarla, te apuesto todo mi sueldo a que tú hubieras hecho lo que ha hecho Kara. ¡Hasta yo lo habría hecho!

—Está bien —sentenció Lena de mala gana. No quería darle la razón, así que fue al tema en cuestión—. Que haga el diseño que le mandé a mi madre y pagaré cuando termine su trabajo. Una semana. Si se pasa ese tiempo, iré descontando.

—Se lo informaré —suspiró satisfecha. Sabía que Lena no iba a decir nada, pero su cara lo decía todo—. ¿Algo más? —preguntó antes de levantarse.

—Me voy a casa. No tengo hambre —se levantó cogiendo su bolso y Sam asintió, haciendo lo mismo.

Abrieron la puerta y observaron como Kara estaba hablando con un chico que pasaba por ahí. En cuanto vieron a Lena, el chico huyó como si fuera una serpiente mortal, despidiéndose rápidamente para irse a su puesto de trabajo. La rubia se sorprendió. ¿Realmente su vecina se había vuelto un corazón sin alma? ¿Tanto le había afectado o es que le había pasado algo más en todo este tiempo?

El ascensor tintineó y Lena entró. Sam cogió a Kara del brazo antes de que avanzara y observaron que la pelinegra agachó la mirada a su móvil cuando se cerró la puerta. ¡Ni un adiós! ¡Ni a su mejor amiga!

—Lena ha aceptado. Tienes una semana. Esta noche te enviaré un correo con todo y mañana mismo empiezas.

—¿Qué pasa? ¿Le has cortado la lengua por gritarme y por eso no puede decírmelo? ¿O se ha vuelto maleducada y ni siquiera sabe despedirse? Que yo sepa, según CatCo Worldwide Media, es la mujer más sexy, amable y caritativa de todo National City.

—Que va —rio Sam ante la broma—. Solo que no sabe hablar sin gritar, te lo aseguro... hasta a mí me grita y soy su mejor amiga del alma.

Comenzaron a reírse y Sam la acompañó hasta abajo. En el ascensor, Kara intentó varias veces preguntar por Lena, pero tenía que ser orgullosa y dejar de ser una perra faldera. Decidió que no iba a acercarse hasta que lo hiciera la idiota de su vecina. Bastante había aguantado ya.

Así que terminó hablando sobre Sam y sus aventuras por el campus al igual que Kara. Confesó que la había visto varias veces con alguna chica que otra, pero las dos pensaron lo mismo: no tenían tanta amistad como Lena con ella o Kara con Nia y no sabía si sería incómodo o algo. Ambas se riñeron por eso, por idiotas y terminaron riéndose.

Cuando salieron, se dieron cuenta de que estaba lloviendo. Kara suspiró, pues no se había traído paraguas y Sam quiso llevarla a su casa. A pesar de negar como siete veces, la morena la arrastró hasta que estuvieron en su coche.

.

—¿¡Aquí!? —gritó Sam con la boca abierta y Kara se echó a reír.

—Sí... sé que Lena vive aquí. Lo descubrí hace una semana.

—No me digas que... —intentó preguntar, pero Kara asintió de inmediato viendo por dónde iban los tiros.

—Síp. Es mi vecina. El destino es muy puñetero —sacudió la cabeza y Sam observó la tristeza que reflejaba su cara a pesar de tener una sonrisa—. Muchas gracias, Sam. Me alegra que por lo menos alguien me trate como siempre.

—Kara, sé que no es excusa, pero Lena no ha vuelto a ser la misma sin ti —se sinceró apenada—. No sé qué ha pasado, pero espero que, con todo mi corazón, se arregle y vuelva a sonreír.

—Y vuelva a sonreír... —suspiró y miró al techo—. Ella sola se ha quitado la sonrisa, Sammy... —dijo sin tapujos, aunque no quería sonar cruel. Sam asintió con tristeza dándole la razón puesto que Lena nunca habló sobre ella e intentó cambiar de tema.

—¿Sammy?

—Oh, sí... Mi hermana y yo, cuando hablamos de todos, ella te apodaba así y se me quedó.

—Oh... —asintió lentamente, apartando la mirada—. Es verdad, en los veranos cuando también venía con nosotros, se metía conmigo con eso —sonrió recordando viejos tiempos—. Ojalá regresar a esos momentos y que tú y Lena... —dijo sin pensar.

—No sé yo... —interrumpió cansada. No le echó la culpa por sus buenas intenciones, pero cuanto más escuchaba, más le dolía. No debería dolerle, pero no podía evitarlo—. Creo que le he demostrado bastante todos estos años y verme después de tanto tiempo y tratarme de esa manera como si fuera una desconocida... —divagó y finalmente encogió de hombros y miró a Samantha a los ojos—. Prometo que me comportaré, Sammy, porque ya somos adultas, pero no creo que vuelva a ser como antes, aunque quiera.

—Bueno... en realidad habéis vuelto como al principio, cuando vosotras dos me contasteis que os agarrabais a mamazos —tarareó y Kara apretó los labios para no sonreír.

—Buenas noches, Sammy, y gracias.

—Buenas noches, Karita.

.

Subió por las escaleras para ejercitar un poco su rodilla. Se quedó en el pasillo, suspirando y pensando en futuros inciertos durante un largo rato. Al abrir la puerta de su apartamento, se quedó mirando la de su vecina. Le daba mucha pena que todo hubiera acabado así, pero no le iba a dar más vueltas.

Haría su trabajo y supuso que volverían cada una por su camino, aunque realmente deseaba que todo volviera a ser como antes; iba a tratarla como si nada hubiera pasado, maldita sea; todo para que Lena se diera cuenta de que ella cuando decía "siempre" lo decía de verdad y que se tomara en serio todo lo que le había dicho hace años. Cuando abrió la puerta, observó al otro lado a alguien cantando animadamente. Un hombre alto y musculoso que la miró de arriba abajo y Kara arqueó la ceja, un poco confusa.

—Por fin vemos a la vecina —comentó el chico guapo con una sonrisa entre dientes—. Bueno, solo yo. Mi chica... —señaló a la puerta de al lado. Sí, a la de Lena.

«Mi chica...», se repetía en la mente de Kara. «Para, frena, para de una vez, por favor...», se dijo ella misma tocándose el pecho. «No se lo merece, joder. No se lo merece. Ni siquiera pienses en esa mínima posibilidad. Solo te da rabia en cómo te ha tratado, eso es todo».

—¿Está bien? —preguntó cauteloso observando como Kara agarraba la manilla de la puerta con todas sus fuerzas. Si fuera Supergirl, lo habría espachurrado con sus manos sin dudarlo.

—Sí, he tenido un día extraño, casi irreal debería decir. Lo siento si parezco rara, no quiero parecerle una loca —hizo una mueca de disculpa y el chico negó sonriente.

—A Lena también le pasa a veces, incluso a mi siendo un simple barman —comentó casualmente haciendo que la rubia respirara hondo.

Otra puerta se abrió y el corazón de Kara se congeló. Si le incomodaba esta situación, no sabría cómo sería soportarlo ver a los dos. Joder, como se odiaba ahora mismo existir. Más se odiaba en hacerle caso a Lillian para que se mudara a National City con la excusa de que sería más fácil irse de un lado a otro por su rodilla. Aún más cuando se dio cuenta de que no; todavía tenía esa espinita de la chica que ahora la miraba con el ceño fruncido.

—Oye, nena, por fin sabemos quién es nuestra vecina —le señaló el hombre con el dedo con una sonrisa.

—¿Qué haces tú aquí? —preguntó de malas formas haciendo que Kara tensara la mandíbula. ¡Por supuesto que no iba a ser amable!

—Oh, ¿ahora me habla como si me conociera, señora Luthor? —vaciló con una sonrisa.

—¡Señorita! —gruñó Lena de mala gana y luego se calmó al ver a su chico con la frente arrugada. Suspiró y miró al hombre confundido—. Ella es Kara, Clark.

—Wow... ¿Kara Danvers? —asintió Lena volteando los ojos—. Tu amiga de la infancia y... —hizo una mueca al ver la mirada asesina de la pelinegra al igual que la mirada de sorpresa de Kara, pero finalmente sonrió—. Bueno, sea lo que sea, espero que tengamos una buena convivencia vecinal.

—Gracias, eres muy amable, Clark. No como otras —le guiñó un ojo a Lena haciendo que sacudiera la cabeza y pusiera los ojos en blanco—. Buenas noches —entró y cerró la puerta.

—No debería haber salido al escuchar tanto jaleo. Hasta Haruki estaba arañando la puerta y no me pude contener —susurró masajeando sus sienes y luego miró la sonrisa del hombre—. ¿Y tú qué haces aquí? Porque has insinuado como si vivieras conmigo cuando solo eres el novio que llega tarde a las citas —preguntó Lena de mala gana y Clark alzó las cejas debido a su tono.

—¿No puedo ver a mi chica? —sonrió como si le brillaran los dientes. Lena se apoyó en el marco de la puerta mientras se cruzaba de brazos y su chico suspiró—. Sam me lo ha contado. Estaba preocupada por ti y yo también lo estoy. Obviamente me ha omitido el detalle de que era tu vecina porque me dijo que acompañó a Kara a su casa. Ya veo el por qué...

—Genial... —negó con la cabeza, anotando en que mañana definitivamente mataría a su mejor amiga—. Mira Clark, no te lo tomes a mal. No he tenido un buen día como ya comprenderás. Mejor nos vemos mañana, ¿vale?

—De acuerdo, lo que desees siempre —susurró acercándose a ella, abrazándola de las caderas—. Por lo menos un besito, ¿no?

Ella suspiró y unió sus labios con los suyos. El chico intentó tener algo más, pero Lena se alejó, dando toques en su brazo. Murmuró un "lo siento" lleno de sinceridad porque, a pesar de su carácter y de lo fría que había sido. Clark era un ser puro, increíble y paciente, contestando con un "no pasa nada, princesa, nos lo compensaremos con una cena".

.

Suspiró cayendo sobre su cama. Su gato rápidamente se unió tumbándose en su cuello y Lena lo acarició, intentando pensar en otra cosa, pero no podía más. Se tapó los ojos con las manos y comenzó a llorar. Todo estaba mal y se sentía peor por ser tan egoísta, exigente y gilipollas. Sam tenía razón; siempre la tuvo. Ella lo sabía, que todo lo que hizo había hecho que fuera una persona sin alma, por no decir ser una mala persona.

No con Clark, que también y más aún ahora. Su vecina era sobre todo la chica que le cambió la vida. Le afectó tanto aquella "cita de amigas" que no pudo mirar a la vida de otra forma. Le afectó más lo que pasó después. Y ahora, tenerle de vuelta... Era una explosión de emociones y recuerdos. Recuerdos que creía haber enterrado.

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