Oscura tentación

Par Storiesscris

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El club Moleko es el más prestigioso del país, un lugar donde todas las fantasías que la mente humana sea cap... Plus

Antes de leer
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40 (FINAL)
Epílogo
Extra 1
Extra 2
Extra 3

Capítulo 36

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Par Storiesscris


La abrasadora mirada de Christopher estaba en ella justo cuando alzó la mirada, los metros que los separaban eran escasos así que dudaba de sí realmente había escuchado su conversación con Joel.

—Cyara, nos vamos... ¿O quieres quedarte otro rato? —preguntó él, dándole una rápida mirada a Joel para después volver a mirar a la joven.

—No, la verdad es que necesito irme a casa... —dijo antes de besar las mejillas del maestro para despedirse.

—Piénsate lo que me has dicho —susurró en su oído antes de que esta se apartara—. Espero verte pronto.

—No te preocupes por ello, podré...—respondió mientras se ponía al lado de su acompañante.

Entonces él no supo apreciar si lo decía por una cosa u otra. Christopher se despidió con un asentimiento de cabeza que Joel no dudó imitar. Salieron del club tomados de la mano, cosa que ya se estaba haciendo costumbre.

—Deberías de venirte a vivir conmigo — propuso Christopher, llevando la mano de Cyara a sus labios y dejando un beso en su suave piel.

—¿Qué? —preguntó totalmente anonadada—. Por Dios, no sabes lo que estás diciendo.

—Cyara, nunca he hablado tan en serio como hasta ahora —murmuró encogiéndose de hombros—. Pero no voy a presionarte, haz lo que quieras.

—No voy a vivir contigo.

—No quiero una respuesta ahora, piensa en ello y me lo dices más adelante... —le guiñó un ojo y dio por finalizada la conversación.

¿Irse a vivir con él?

Algo que nunca antes se había pasado por su mente, ¿qué se sentiría tenerlo todos los días de la semana?

Cyara sacudió su cabeza, tratando de que todos los pensamientos con él se esfumaran por completo. Ni siquiera le había dicho nada del embarazo, ¿cómo iba a irse a vivir con él? Tratando de aparentar que eran una pareja normal y corriente, cuando era más que obvio que no lo eran.

—¿Quieres entrar? —le preguntó ella en cuanto estacionaron frente a su casa—. Leyre me envió un mensaje diciendo que estaría en la biblioteca, así que...

—Tienes la casa sola —terminó Christopher sonriendo—. ¿Es una propuesta indecente?

—¡Joder, no! —exclamó con las mejillas sonrojadas—. Olvídalo, ya da igual...

Salió del auto mientras escuchaba la risa del dominante, caminó hasta la puerta y abrió esta. Christopher no tardó en bajar y correr hacia Cyara, sabía que no dudaría en cerrarle la puerta así que tendría que apresurarse si quería entrar con ella.

El interior era tal cual lo recordaba, estaba todo en silencio por lo que pudo confirmar las anteriores palabras de la joven.

—¿Quieres que te sirva algo de beber? — preguntó ella mientras caminaba hacia la cocina.

—No, no te preocupes —dijo apoyándose en el marco de esta para observar a Cyara llenar un vaso de agua para después acercarlo a sus labios y tomar un sorbo. Sintió como su celular vibraba dentro del bolsillo de su pantalón así que decidió sacarlo para ver de que se trataba.

Toda la sangre de su cuerpo se agolpó en sus pies al terminar de leer el resultado de los exámenes médicos que le habían hecho a Cyara.

Todo indicaba a que estaba embarazada.

Joder, Cyara tenía un mes de embarazo y ella no le había dicho nada.

—Ángel, creo que tenemos que hablar — murmuró tratando de mantener la calma, bloqueó el celular y lo guardó. Se pasó las manos por el cabello antes de soltar un suspiro y clavar su mirada en ella.

—¿De qué hay que hablar? — preguntó dejando el vaso encima de la mesada.

—No te hagas la tonta... —murmuró entre dientes—. ¿Cuándo pensabas decírmelo?

—¿Decirte el qué?

—¡Que estás embarazada! —exclamó en su dirección.

—¿Ya te lo fue a decir Joel?

—¿Joel sabía de esto y yo no? —preguntó alzando la voz—. ¡Jodida mierda, Cyara!

El silencio reinó durante los próximos minutos, Christopher se maldijo internamente por haber gritado mientras que Cyara bajaba la mirada para que él no notara las lágrimas en sus ojos.

—Lo siento, ángel —susurró acercándose a ella, llevó sus dedos a su mentón y alzó su mirada—. Por favor, no llores... Podremos con esto.

—Chris, quiero abortar —confesó antes de romperse a llorar en el pecho de Christopher.

—¿Qué quieres que? —preguntó anonadado—. Cyara, también es mi hijo... No me gustaría que lo hicieras. Sé que es tu cuerpo y tú tienes la última decisión, la respetaré sea cual sea, pero creo que debería de poder opinar también.

—Pero yo no quiero tener un hijo y menos...

Su voz estaba rota, las lágrimas estaban humedeciendo la camisa del dominante pero a él parecía no importarle demasiado esto. Su chica se estaba rompiendo en sus brazos y esto le estaba partiendo el corazón.

—¿Y menos uno mío? —preguntó él, intentando que su voz no saliera en un hilo.

Nunca se había planteado tener hijos, al fin y al cabo no llevaba una vida ejemplar para sus hijos. Pero ahora que sabía eso, no iba a dejar por nada del mundo que Cyara abortara. Iba a tener un hijo, sería padre... Y eso llegaba a causarle ciertas emociones.

Entendía a Cyara, era una niña en comparación a él... En sus planes no había bebés, quería centrarse en terminar la universidad para empezar a formar una vida después.

Pero el destino es caprichoso, y en cierto modo ahora amaba que fuera de esa forma.

Christopher la cargó en brazos y la llevó hasta la habitación, en donde se acurrucó contra él mientras este la consolaba sin decir ninguna palabra.

Y cuando le pareció que ella ya estaba dormida, se inclinó para besar su frente y mover su mano hasta llegar a su vientre.

—Te amo... Voy a cuidar de ambos —se prometió a sí mismo en un susurro, pensando que su ángel ya se había quedado durmiendo en sus cálidos brazos.

Admiró a la joven dormida en sus brazos, con el rostro enrojecido después de haber llorado tanto y con las mejillas todavía empapadas. Secó estas con sus manos y la acomodó, dejando que su cabeza descansara en su pecho y uno de sus pequeños brazos quedara sobre su abdomen.

—Ahora descansa —susurró mientras acariciaba su cabello, sintiendo tener todo su mundo en sus brazos.

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