El príncipe de las hadas (com...

By CarnavalDeMonstruos

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(LGBT+) Un joven rey invoca a un príncipe hada para realizar un ritual mágico que mejore su suerte. ¿Qué tan... More

Advertencia de contenido (opcional)
1. Cambio de suerte
2. Armas secretas reales
3. Jardín de hadas
4. Al final de la fiesta
5. Cadena de errores
6. Rescatarte
7. Sin magia
8. Donde se encuentran los caminos
9. El punto de no retorno
10. La casa del mago
11. Algo más tenebroso
12. Sobre hechizos prohibidos
13. Las puertas del bosque
14. El corazón de los árboles
15. Un refugio del caos
16. No hay rosas sin espinas
17. Los ojos del halcón
18. Te amo y adiós
19. En las fauces de la oscuridad
20. La invocación de la nigromante (actualización especial)
21. Un contratiempo terrible
23. Lluvia de miradas indiscretas
24. Marionetas rebeldes y encuentros inoportunos
25. El secreto del guardia seductor
26. La ciudad muerta
¡Interludio especial de MEMES!
27. Los que no pueden volver
28. Conexiones siniestras
29. Susurros del hielo
30. Entre los hilos de la telaraña
31. El ardid sangriento de la hechicera
32. El portal hacia la luna
33. La reina maga
34. Extrañas maravillas ocultas
35. El misterioso pacto de Doslunas
36. Bruma sobre el lago
37. Lo que hay al final de la escalera
38. Más allá del túnel
39. La fuente del poder arcano
40. Noticias ominosas de la tierra de los muertos
41. Todos los miedos (parte 1)
42. Todos los miedos (parte 2)
43. La llave del viento (FINAL)
Epílogo: la inauguración del nuevo jardín
¡Segundo especial de solo MEMES!
EXTRA #1: Una especie de magia (Drustan y Arami)
EXTRA #2: Una promesa encantada (Angus, CaDion, DrustaMi)
Curiosidades de cómo escribí este libro (SUPER SPOILERS)
Fanarts de la historia
Más fanarts de la historia
EXTRA #3 (parte 1 de 3): El invierno es temporada de nigromantes
EXTRA #3 (parte 2 de 3): El invierno es temporada de nigromantes
EXTRA #3 (parte 3 de 3): El invierno es temporada de nigromantes
¡Tercer especial de fanarts!
EXTRA #4: ¿A qué huele la magia? (🐶 y 🐱, Casio/Dion, Arami/Drus, Nora/Erika)

22. Encantamiento de glamour

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By CarnavalDeMonstruos

Se detuvieron cerca de un curso de agua, ya bien entrada la noche, cuando los caballos se negaron a seguir andando. Casio entendía el silencio tenso que se venía arrastrando desde que había mencionado volver a su reino, pero no veía otra alternativa.

—No estoy pidiendo que nadie venga conmigo —dijo Casio, cuando se bajaron de los caballos.

—Majestad —respondió Nora—, no sé si volver al reino sea lo mejor en estos momentos. Dalia va a estar en alerta, seguro va a probar nuevas formas de encontrarnos. No podemos precipitarnos.

—¿Qué sugieres, que nos escondamos en el bosque para siempre?

—¡No sé, no quiero seguir perdiendo gente! —exclamó Nora, dejando de lado todo intento de compostura—. Y lo de ir a esa taberna es una locura. Con todo respeto —agregó con una pequeña reverencia.

Casio asintió. Por la mañana lo hablarían, ¿sí? Ese no era el mejor momento para discutir, y esa noche ya no quedaba más por hacer. Dion encontró una cueva cercana donde esperar por el día y allí se dirigieron, aunque Casio estaba convencido de que nadie conseguiría dormir.

Se acomodaron alrededor de una pequeña fogata que Nora inició. Este no era el mismo fuego oscuro del futuro del que habían escapado, ni el fuego desesperado que Nora y Angus habían usado contra los sirvientes de Dalia. Era un fuego alegre y cálido, controlado.

Entre las llamas, a Casio le pareció ver seres que bailaban, una más de las peculiaridades que estaba experimentando desde su salida del reino de las hadas. Le hubiera preguntado a Dion al respecto, de no haber sido porque él sí estaba dormitando, con la cabeza apoyada en sus piernas. Y a su vez, enroscada entre los pliegues de la oreja de Dion, dormía Alhelí.

Miró la luna llena que brillaba en el cielo y pensó en Dalia, que debía haber perdido su rastro en el bosque de un momento a otro. ¿Habría sospechado algo? ¿Habría encontrado la cabaña de Angus, ahora vacía? ¿Seguiría buscándolos? Y pensó también en los reanimados a los que había tenido que enfrentarse, y con los que quizás volvería a encontrarse en el futuro, en especial en el hombre de los ojos saltones al que ya había matado dos veces. ¿Tendría una familia?

Casio hubiera jurado que pasaría la noche en vela, pero se equivocaba. En algún momento se quedó dormido, y entonces soñó que volvía a la capital de su reino y avanzaba por sus calles buscando la taberna de Bruna, para investigar si tenía conexión con los rebeldes. No llegaba a encontrarla; alguien lo reconocía.

—¡Ahí está! —decía la persona—. El rey asesino.

Junto con el dedo acusador del extraño llegaba una ráfaga de viento.

Despertó con las palabras resonando en sus oídos y la piel de gallina. Era de día ya; la fogata de la noche anterior estaba apagada y él estaba recostado contra una bolsa blanda, que supuso contenía ropa que Nora había traído de la cabaña. No recordaba haberse acomodado de esa manera; imaginó que debía haber sido obra de Dion, en algún momento de la noche. Le sorprendió haber dormido tan profundamente como para no recordarlo.

Un ventarrón similar al de su sueño trajo arenilla desde afuera y obligó a Casio a cubrirse los ojos con un brazo. Al ir hacia la salida de la cueva, vio a Dion y Nora cerca de la orilla del agua. Ella estaba sentada con un libro sobre el regazo, mientras que Dion flotaba en el aire, encima del arroyo, con los ojos cerrados; cada tanto, una ráfaga de aire nacida de él se expandía hacia su alrededor, haciendo temblar el agua y las hojas de los árboles.

Casio se acercó a ellos poco después, y debió haber sido más sigiloso de lo que pensaba, porque Nora dejó escapar una exclamación de sorpresa al verlo aparecer. Ella sí parecía haber pasado la noche despierta. Tenía ojeras y sus ojos estaban enrojecidos. Casio no podía culparla.

—Disculpe —dijo Nora—. Por un momento no lo reconocí. No me acostumbro a verlo con la barba en crecimiento, se ve un poco distinto.

—Más feo —intervino Alhelí, y se elevó en el aire hasta quedar frente a frente con Casio.

—Nadie te preguntó —respondió él, señalando al hada. Algo le quedó dando vueltas en la cabeza, sin embargo, entre el comentario de Alhelí y la sorpresa de Nora—. ¿Qué tan distinto? Me pregunto si lo suficiente como para que, si me disfrazara, pudiera pasar desapercibido en la capital...

Su razonamiento fue interrumpido por otra ventisca repentina que provenía de Dion y despeinó a todos. Alhelí, empujada por ella, terminó aplastada contra la frente de Casio, que pudo sentir sus diminutos dedos apretándose contra su piel.

—¡Basta, Dion! —exclamó Alhelí.

—¿Qué hace?

—Está traumado porque no pudo hacer nada por el mago, así que está probando cosas nuevas con su magia.

Resoplando, Casio se llevó las manos a la cintura. Él tampoco estaba orgulloso de su propia actuación. Y a juzgar por el libro de hechizos que Nora tenía abierto frente a sí, a ella le pasaba lo mismo. Lo que Dion estaba haciendo, sin embargo, no era tan nuevo para él. Recordaba haberlo visto defenderse de los guardias con lo que parecía ser magia de viento en el castillo. ¿Habría sido algo instintivo, que podía desarrollar?

Al notar su presencia, Dion detuvo su ejercicio; voló hacia Casio y buscó su abrazo.

—No puedo dejar de pensar en cosas que podría haber hecho anoche —dijo Dion—, si tuviera más práctica con la magia del aire. Si me apoyara más en ella, no dependería de la cercanía a mi bosque. Y es parte de mí, pero no la he usado casi...

Cada cual tenía sus arrepentimientos, pero estos no llevarían a ninguna parte. Así que, una vez que Dion se apartó un poco, Casio volvió a plantear su idea sobre disfrazarse para infiltrarse en el reino. ¿Podría funcionar? ¿Qué se les ocurría?

Se paró frente a Nora y Dion y los vio hacer una mueca distinta a cada uno: Dion entrecerró los ojos, como si no estuviera seguro, y Nora negó con la cabeza.

—No —dijo Nora—. Esa taberna a la que quiere ir es un lugar popular entre la guardia real, va a haber alguien que lo reconozca. Es muy arriesgado.

Nora estaba en lo cierto. Para la guardia real, ese lugar era como una segunda casa, un punto de reunión común después de terminar su turno.

—¿Y si me viera realmente distinto? —preguntó Casio. Luego, se dirigió a Dion—. Tú has cambiado tu color de pelo antes...

—Puedo cambiar cómo me ven otros —respondió Dion—, si no es un cambio demasiado radical. Pero no cambiar a alguien más.

—Nora también sabe sobre cambiar las apariencias —dijo Alhelí, colgada en uno de los rizos de la hechicera—. Se quita las ojeras por la mañana. Aunque hoy se las dejó.

Nora resopló y bajó la vista hacia su libro con expresión afligida.

—Eso es magia de glamour —murmuró Nora—. Pero no soy una experta.

—¿Y se puede aplicar a otros, ese tipo de magia? —preguntó Casio, poniéndose en cuclillas frente a ella, que volvió la vista hacia un costado.

—Quizás —dijo ella por lo bajo. Y luego agregó, con un suspiro—: Ni siquiera he usado mucho ese tipo de magia conmigo misma, pero creo que podría hacerlo. Podría ver si hay algo en las notas de mi maestro que pueda ayudar.

Estaba también el hecho de que Nora tenía ahora el báculo de Angus; Casio imaginaba que eso serviría para potenciar el poder de su magia. No lo mencionó porque era meter el dedo en una herida en carne viva, pero no hacía falta. La implicación estaba presente en el silencio pesado que siguió.

—Yo cambiaré mi apariencia para acompañarlos también —dijo Dion—. Si me volviera invisible, hay criaturas y algunas personas que podrían verme igual.

A esas alturas, Casio sabía que llevarle la contra no serviría de nada, así que asintió.

—Cuando dices que no puedes cambiar radicalmente tu apariencia, ¿a qué te refieres?

—Por ejemplo, no podría hacer que me vieran como un niño, o como alguien mucho más corpulento. El tamaño tiene que ser similar.

—Es parecido a la forma en que funciona la magia de cambio de apariencia de los hechiceros —dijo Nora—. Porque es como si fuera una máscara, una capa que cubre tu cuerpo; por eso la altura no es algo que se pueda modificar demasiado, aunque supongo que habrá quienes sí puedan. Tampoco es que la persona realmente cambie, sino que el resto la ve distinto. Pero si la tocan, lo que palparán será a la persona real debajo de la ilusión. Si la ilusión tiene un bigote y la persona no, y alguien toca su cara, sentirá la piel lisa.

—¿Qué tanto crees que podrías cambiarme? —le preguntó Casio.

Ella lo recorrió con la mirada, como si estuviera evaluándolo.

—Van a estar alerta por un hombre, así que quizás podría intentar hacer que lo percibieran como una mujer.

Intrigado por la posibilidad de que pudiera conseguirlo, Casio asintió. Le resultaba difícil de imaginar. Nora se levantó, libro en mano, y respiró hondo. Necesitaba un tiempo, dijo, y con paso rápido fue hacia la cueva.

Mientras esperaban por ella, Casio aprovechó a entrar al río para bañarse. Se sentía sucio, por más que las huellas de la pelea del futuro hubieran desaparecido. Se refregó los brazos, el pecho, la cara, intentando deshacerse de manchas inexistentes. Dion entró al agua también, sigiloso, y tomó sus manos para desviar su atención. El beso que Casio recibió a continuación, cálido y mojado, lo devolvió al presente. Trató de soltar a los fantasmas de cosas que no habían pasado y pensar en el futuro, aunque este albergaba sus propias sombras.

—Quizás no sirvo para rey —murmuró, sus labios sin apartarse del todo de los de Dion.

—¿Quieres serlo?

—Quiero lo mejor para el reino. ¿Qué tal si lo mejor que puedo hacer por él es dejarlo en manos de otra persona? Pero no puedo imaginar que alguien capaz de hacer las cosas que hizo tenga buenas intenciones...

—Entonces ya tienes tu respuesta, ¿no?

Dion lo hacía sonar simple. Y podía ser que fuera solo un alivio momentáneo, pero la tensión interior de Casio se aflojó un poco, mientras su convicción se fortalecía. Estaba en el camino correcto.

Al salir del agua, se recostaron en la orilla del arroyo hasta que Alhelí llegó a decirles que todo estaba listo. Hacia Nora fueron, y la encontraron dentro de la cueva, báculo en mano. Cuando sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, Casio dio un respingo al ver que el pelo de Nora era ahora rubio en algunas partes, sus ojos claros y sus orejas enormes.

—Estuve probando cosas conmigo misma —explicó Nora, en respuesta al silencio estupefacto de Casio—. Mi maestro también usó este hechizo para infiltrarse, en el pasado.

—¡Sí! —intervino Alhelí, sentada en el hombro de Nora—. Hay unas notas sobre que cuando él ya estaba en el bosque, lo usó para infiltrarse en el castillo del príncipe para volver a verlo a escondidas y luego tuvieron una noche interesante. Y también... —Alhelí se detuvo cuando Nora la empujó fuera de su hombro con la mano, como si estuviera sacándose una pelusa.

—Las notas hablan de cómo mejorar el hechizo y hacerlo durar más de lo normal —dijo Nora, roja hasta los dientes—. Yo también me cambiaré para ir con ustedes; quiero saber lo que pasó con Erika, incluso si es algo malo. No voy a quedarme escondida en el bosque.

Un báculo, explicó, servía para amplificar y concentrar el poder de un mago. Ella nunca había tenido acceso a uno tan poderoso como ese. Estaba segura de que podría hacer un buen trabajo, dijo. Lo que veían no era definitivo.

Asintiendo, Casio se paró frente a ella. En cuanto Nora activó el báculo, un círculo de luz se formó en el suelo y los rodeó por completo. Casio sintió una energía cálida que lo envolvía; al bajar la mirada, vio sus manos rodeadas por un halo, pero no se sintió cambiar. Cuando levantó la vista, sin embargo, vio a Nora transformarse frente a sus ojos. Su rostro cambió: sus rasgos se agrandaron, su mandíbula se volvió más cuadrada, y una barba espesa pasó a cubrir la parte inferior de su rostro. Para cuando la metamorfosis terminó, Nora conservaba la misma altura y complexión básica, pero se veía como un hombre. Incluso su ropa había cambiado para ajustarse a la perfecta ilusión. Nunca la hubiera reconocido de no haberla visto cambiar frente a sus ojos.

—Increíble —dijo Casio.

—Sí —respondió ella. Su voz, ahora grave, también era irreconocible—. Funcionó.

—Ahora te ves mejor —le dijo Alhelí a Casio, que por un momento había olvidado que él también estaba allí para cambiar.

Solo allí se volvió consciente de que Nora lo miraba con los ojos fascinados y las mejillas encendidas. Dion también se veía impresionado; se acercó a él y acarició su mejilla, sonriendo.

—Es como tú decías, Nora, puedo sentir la piel áspera por la barba, aunque cuando lo miro parezca que no tiene.

—¿Cómo me veo? —preguntó Casio, y el sonido de su propia voz le confundió; era distinto, un poco ronco, pero más agudo. Su ropa también se veía diferente, pero no sentía nada fuera de lo común en su rostro.

Nora dejó el báculo a un lado y fue a revolver sus cosas, de entre las cuales recuperó un pequeño espejo que le ofreció a Casio.

La imagen que le devolvió el artefacto no tenía sentido. Era la de una mujer atlética, de pelo largo atado en dos trenzas gruesas y ojos oscuros, que como mucho podría parecer una prima de su yo real. ¿Así se veía ahora para el resto? De esa manera, sería imposible que alguien pudiera reconocerlo.

—Te ves mejor así —dijo Alhelí, volando alrededor del espejo. Casio no tuvo la voluntad de contradecirla; era probable que tuviera razón.

—Nora, lo hiciste muy bien, gracias... —murmuró Casio. Ella trató de desestimar el comentario, hablando sobre cómo seguramente había sido gracias al poder del báculo. Pero para Casio, siempre había estado claro que Nora tenía un gran potencial, y esta era solo una nueva prueba de eso.

—Creo que entiendo la idea de lo que hay que cambiar ahora —dijo Dion—. Voy a intentar hacer algo parecido conmigo mismo.

Antes de que Casio terminara de asimilar los cambios de Nora y de él mismo, Dion comenzó a cambiar también. Lo primero fue el pelo, que tomó un color ceniciento similar al que había usado la primera vez, pero ahora fue más allá. Lo alargó y cambió también su textura, además de cambiar sus ojos y detalles de su cuerpo y vestimenta. Terminó siendo la imagen de una joven, menos llamativa que su yo original, pero aun así quizás demasiado bella. Casio fue quien se acercó a él esa vez, para tocarlo, hechizado por la perfección del encanto.

—Vas a llamar la atención igual —dijo Casio, pasando una mano por los labios de Dion.

Unos pasos más atrás, Nora asintió, sonrojada hasta las orejas. También advirtió que en el caso de su hechizo, duraría hasta que comenzara a caer el sol. Para entonces deberían estar resguardados. Casio recordó también que la magia de Dalia había interferido antes con el cambio de apariencia de Dion; ese era otro peligro. Tendrían que estar alertas, pero al menos tenían un plan.

Podrían llegar a la capital en unas horas. Así, con su nuevo aspecto irreconocible, partieron hacia ella con la intención de infiltrarse.

Próximo capítulo: sábado 3 de octubre.

¡Hola! El término glamour se conoce hoy en el sentido de esa aura atractiva y elegante que rodea a una persona, pero el origen de la palabra está en un hechizo que usaban las hechiceras para cambiar su apariencia. Por allá por el capítulo 5, Dion sospechó que Dalia lo usaba para alterar su apariencia. Bueno, hora de que sirva para algo más que para ocultar ojeras y hacerse un filtro de Instagram en vivo xD

Las notas sobre Angus usando este hechizo es una de las ideas que tengo para futuros oneshots con él, jajaja. Me da gracia imaginar que cada vez que Nora va a consultar el libro de su maestro, se va a encontrar con retazos de su vida que son demasiada información para su gusto xD

A raíz de esta situación, también puedo presentar las versiones temporales de Casio y Dion, con las que buscarán infiltrarse en la capital (gracias a los viejos y queridos generadores de picrew):

La versión alternativa de Nora no pude hacerla porque esos generadores no tienen opciones para hombres que no sean super estilizados, y en este capítulo, Nora quedó medio como Jack Black. Así que te podés imaginar a Jack Black.

Por más que ya escribí esos capítulos, dejo abierta la convocatoria para NOMBRES FALSOS (porque eso es tan simple como buscar y reemplazar en el texto). 

Si se te ocurren nombres para estas versiones disfrazadas de Dion, Casio y Nora, estoy abierta a escuchar ^^

¡Muchas gracias por leer votar, y comentar! ❤️️

PD: Resubí este capítulo porque a Wattpad se le ocurrió juntar arbitrariamente algunas palabras (??) cuando lo pegué desde Word. ¡Gracias por el aviso! 

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