Oscura tentación

By Storiesscris

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El club Moleko es el más prestigioso del país, un lugar donde todas las fantasías que la mente humana sea cap... More

Antes de leer
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40 (FINAL)
Epílogo
Extra 1
Extra 2
Extra 3

Capítulo 33

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By Storiesscris

Hacía más de diez minutos que un camarero dejó sus comidas frente a ellos, ninguno se atrevía a iniciar la conversación ni siquiera a probar el contenido de su plato.

Sus mentes los torturaban pero actuaban como si nada.

Dicen que las tentaciones están hechas para caer en ellas y que la oscuridad es necesaria para brillar.

¿Cómo se definiría entonces su Oscura tentación? Esa que tanto los había marcado a ambos.

—Esto... Lo nuestro...—dice ella en un tono de voz bajo señalándose a ambos con su dedo índice.

—No digas algo de lo que te vayas a arrepentir más tarde, Cyara... Por favor —murmura ladeando su cabeza y mirándola expectante.

Toma una profunda respiración debatiéndose en qué decirle sin hacerse daño a sí misma. Sus ojos verdes son una tormenta de tonalidades cuando lo regresa a mirar, haciendo que él apriete su mandíbula.

Temía por la decisión que Cyara fuera a tomar pero no le quedaba de otra que aceptarla, fuera la que fuera.

—Cyara, sé que estamos jodidos, ¿de acuerdo? Soy un jodido gilipollas fanático del control y de dar órdenes, tú te metiste bajo mi piel como nadie más... Sé que no te merezco, eres demasiado ángel para un demonio como yo — confiesa antes de dejar escapar un suspiro de sus labios—. Pero estoy enamorado de ti.

—Christopher...

—No he terminado, Cyara —le hace saber, ella da un ligero asentimiento y el procede a seguir con sus palabras—. Créeme, podría estar contigo sin besarte, sin tocarte... Con solo tu presencia es necesario para que mis sentidos se alboroten, para que la sangre fluya a ritmos exageradamente rápidos por mi cuerpo, para que me hagas sentir bien... Para que te ame.

—No sé que decir después de todo esto —se sincera—. Yo también te amo...

—¿Pero?

—Pero dudo que lo nuestro tenga futuro, me haces sentir mejor que nunca porque puedo jurar tocar el cielo cada vez que te tengo cerca.—Tragó saliva y remojó sus labios ya secos—. No podría estar con un demonio que ama más a su infierno.

—Sabes que no puedo dejar el club — dice en un tono angustiado—. Pídeme lo que quieras pero no eso, ángel.

—¿Cómo te sentirías tú? —contraatacó—. Si yo estuviera con una infinidad de hombres, que todos ellos me follaran a diario, que se desviviesen solo por mi...

Un gutural gruñido se escapó de la garganta del dominante de solo imaginarlo, no podría... Él no lo soportaría así que no podía pedirle a ella que lo hiciera.

—Ya entendí el concepto, no sigas.

—Pues a eso me refiero, lo siento — dijo finalmente.

—Encontraremos un equilibrio para todo esto, solo deja que las cosas fluyan.

No volvieron a mencionar el tema durante la comida. Seguía flotando en sus mentes pero preferían fingir que ya era agua pasada.

Tras salir del local llevó a Cyara a su casa para que pudiera cambiarse de ropa y pasar el resto del día tranquila ya que habían quedado de verse esa misma noche en el club. Zaida y Leyre dormían plácidamente en los sofás, ninguna fue capaz de llegar a su cama la anterior noche ya que el alcohol mezclando con el sueño ganó la batalla.

Caminó con pasos desinteresados hasta llegar a su habitación, probablemente Alan hubiera dejado allí sus cosas así que le agradecía por ello.

—¿Cyara? —preguntó una de sus amigas desde la sala—. Jodida mierda, ¿qué horas son?

—Ya casi es de noche. —se burló la recién nombrada mientras echaba una ojeada al exterior donde la oscuridad comenzaba a cubrir el cielo. Había pasado la mayor tarde de la tarde metida en su habitación y con sus libros frente a ella.

—Puff, diría que hemos dormido muchísimo pero llegamos a casa cuando recién eran las ocho.

—¿Las ocho? Mujer, vosotros si que sabéis aprovechar el tiempo.

—Ahora mismo estoy con una jaqueca que flipas, así que si me disculpas iré a tomarle una pastilla —dijo antes de levantarse del sofá y quejarse por el molesto dolor de cabeza.

—De todos modos, yo iba a salir.

— Uhum, suerte con tu chico... Que no te folle demasiado duro porque mañana tendrás que caminar.

Cyara revoleó sus ojos en fingida molestia para después cruzar la puerta de la salida e ir en dirección al club Moleko.

El ambiente era el mismo de todas las noches, tal vez estaba más cargado que de costumbre así que intuía que algo estaba pasando allí.

—Cyara, es agradable verte por aquí —dijo Fiammenta mientras se acerca a saludarla, ambas se abrazaron con confianza y sonrieron mirándose.

—¿Qué pasa aquí esta noche? Hay más gente que de costumbre.

—Oh, bueno... Digamos que hoy es todo mucho más libre, verás a muchas personas haciendo stripteases y todas esas cosas.

—Pensé que para eso había otros sectores.

—Y los hay, pero hoy decidieron trasladarlo todo aquí —explica antes de encogerse de hombros.

Los labios de Cyara forman una sonrisa ante la idea que comienza a hacerse en su mente, ella era una increíble bailarina así que podría divertirse bastante.

Christopher no había despegado sus ojos de ella desde que la vio entrar al club, entornó la mirada cuando vio la maliciosa sonrisa en el rostro angelical de su muchachita.

Solo esperaba que nada de lo que tuviera en mente fuera a pasar realmente...

—¿Esa es Cyara? — preguntó Erick con diversión en la voz señalando con la mirada a la joven que se estaba deshaciendo de su ropa y dejándola en los brazos de su amiga.

—¿Qué cojones tiene en mente? —cuestionó Christopher, hizo un ademán de levantarse pero el brazo de Joel se lo impidió.

—Está haciendo esto por ti, deja que se divierta.

—No me está agradando mucho esa forma de divertirse, ¡está en ropa interior y todos os la estáis comiendo con la mirada!

—¿Si, verdad? —se burló Joel antes de soltar un risa.


Una reconocida canción empezó a sonar, ninguno de los cinco se sabía la letra pero por la música podían adivinar que era algo lo suficientemente erótico y sensual.

Las luces rojas le dieron un aspecto de película cuando la joven situó una silla justo en el medio del club, haciendo que todos posaran su mirada en ella. Empezó a caminar alrededor de esta con pasos lentos, en un cambio de intervalos de la música se sentó y pasó sus manos desde sus tobillos hasta su cuello, pasando por ambos lados de su cuerpo.

Nadie perdía de vista los movimientos de ella, se veía segura de sí misma, sabía lo que hacía.

Se abrió de piernas y se inclinó hacia delante para después comenzar a mover sus caderas sobre la silla. Una sonrisa juguetona apareció en sus labios cuando cerró sus piernas y movió sus hombros para atrás, moviendo sus pechos en el mismo acto haciendo que la mirada de todos se clavara en esa zona.

Se levantó para acariciar de forma sensual su trasero, subió una pierna a la silla para hacer pequeños golpes de cadera y mover sus nalgas al mismo tiempo.

Sus manos jugaron con su cabello, pasándolo de un hombro al otro e incluso enredándolo en sus dedos.

Volvió a sentarse en la silla pero de forma contraria, apoyando sus brazos en el respaldo y haciendo movimientos sensuales de cintura contra este.



El hombre que dijera que no le había ocasionado una erección estaría mintiendo. Desprendía sensualidad y erotismo en cada movimiento, cada mirada y cada pequeño gesto.

Lo que no todos sabían era que eso iba dedicado a una única persona con el fin de jugar con él.


—¿No ha sido suficiente? —cuestionó el dominante, ella no lo escuchó pero pudo leer perfectamente sus labios.

Caminó hasta él y se sentó en sus piernas, para después empezar a refregarse contra su erección. Sus manos se aferraban a sus hombros para guiar sus precisos movimientos.

—No —dijo ella en un susurro cuando él quiso poner sus manos en su cuerpo.

—Cyara, soy un dominante no puedes darme un orden y menos si esa implica no tocarte.

—Mi amor, esta noche vas a dejarte llevar por mi —murmura cerca de sus labios, dejándolo con ganas de un beso ya que es rápida en volver a alejar su rostro.

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