Oscura tentación

By Storiesscris

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El club Moleko es el más prestigioso del país, un lugar donde todas las fantasías que la mente humana sea cap... More

Antes de leer
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40 (FINAL)
Epílogo
Extra 1
Extra 2
Extra 3

Capítulo 31

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By Storiesscris

A partir de esa noche únicamente tuvieron algún que otro encuentro en el club, la química entre ellos era innegable pero sus estilos de vida eran tan diferentes que no les permitían pasar más tiempo juntos.

—¿A donde vamos a salir esta noche? — preguntó Leyre mientras retocaba la sombra de ojos.

—Mientras no sea a Moleko... —murmuró Cyara por lo bajo.

—¿Has tenido algún problema con el chico del látigo? —cuestionó dándole una rápida mirada para después volver a su labor.

—No, todo lo contrario. Sin embargo, esta ncohe quiero olvidarme de todo.

—¡Eso suena a borrachera! —exclamó Zaida desde la puerta—. Estáis tan perras que hasta me volvería lesbiana...

—¡Princesa, deja de actuar como si no estuviera aquí! —gritó Alan mientras caminaba por la sala, esperando a que ellas terminaran de arreglarse para poder irse.

—Hombres... —dijo ella poniendo sus ojos en blanco.

—¿Nos vamos ya? —dijo Cyara tomando un pequeño bolso del mismo color que su vestido.

Sus amigas asintieron y Alan dejó escapar un suspiro de alivio antes de salir de casa. El trayecto hasta una de las discotecas de la ciudad fue relativamente corto. Cuando llegan, el lugar está haste el techo de gente pero gracias a los buenos contactos de Alan pueden entrar con facilidad y pasar a una zona VIP. Cyara se dejó caer en uno de los aterciopelados sofás y dejó el bolso en la pequeña mesa que había enfrente, Alan no tardó en llevarles algo de beber a cada una de las jóvenes.

—¿Sabes? Deberíamos de ir a bailar — murmuró Cyara tras beber el contenido de su vaso—. Tú deberías de ir por más alcohol, mi sangre lo está pidiendo a gritos.

—Eso, trae la botella de whisky. —Zaida apoyó la idea alzando sus brazos, empezó a mover sus caderas al ritmo de la música y Leyre no tardó en seguirla.

—No quiero hacerme cargo de tres ebrias, podéis beber con calma para que no suba tan rápido...

—Señor amargado, solo queremos olvidarlo todo esta noche... No seas igual de gruñón que tu amigo —murmuró Cyara antes de levantarse y dirigirse a la pista de baile, con suerte encontraría a alguien para bailar y pasar la noche.

A Alan no le quedó de otra que ir a por la botella que habían pedido, la dejó encima de la mesa para que ellas mismas se sirvieran.

Las horas pasan como si fueran minutos, el hecho de que cada canción le guste más y más que la anterior le hace darse cuenta que tal vez ya había tomado lo suficiente. Llevar tacones era algo peligroso en su estado de embriaguez pero pareció no importarle mucho, por segunda vez en la noche dejó que su trasero se sentara en el sofá.

—Iré al baño, cuando vuelva tenemos un perreo pendiente —gritó Zaida sobre la alta música, Cyara levantó un pulgar en su dirección para hacerle saber que estaba de acuerdo.

Tomó su celular por primera vez en la noche, varios mensajes de una única persona aparecían en la pantalla de inicio y eso la hizo enojarse.

—Y tiene la puta cara de enviarme mensajes — espetó antes de tocar en su nombre para llamarlo, este atendió al tercer toque y eso hizo que la joven pusiera los ojos en blanco.

—Cyara, estuve enviándote mensajes toda la noche, ¿qué ha pasado? —cuestionó al otro lado del celular.

—No tengo que darte explicaciones de nada, ¿lo entiende el señor o quiere que le haga un dibujito? —preguntó, su lengua parecía adormecida y pesaba en cada palabra que pronunciaba.

—¿Qué? Joder, Cyara, se te escucha fatal... ¿En donde cojones estás?

—Shhh, eso a ti no tiene que importarte.

—Maldita sea, estás borracha.

—Por supuesto que no estoy borracha.

—Eso es algo que diría una borracha.

—Que te jodan —espetó—. Estoy harta de ti, un día me dices que me amas pero pones la excusa de que tu mundo y el mío son totalmente opuestos... ¡Si no me amas simplemente dilo! Entiendo que lo nuestro solo iba a ser sexo pero ya estoy harta, no quiero más.

—Por favor, cálmate —murmura con la voz tranquila como si nada de lo que ella había dicho le hubiera afectado en lo más mínimo—. Iré a por ti y mañana hablaremos esto con calma, no estás en tus cinco sentidos...

—No tenemos nada de que hablar —dice antes de cortar la llamada y guardar su celular en el bolso.

Christopher no le toma importancia, solo le toma un par de minutos dar con el lugar donde se encontraba gracias a Alan, en menos de media hora llega al club y busca entre la multitud a la joven que lo trae más loco cada día que pasa.

En cuanto la encuentra no duda en caminar a paso apresurado hasta ella, se encontraba de espaldas bailando con un chico de su edad mientras que su mano derecha tenía un vaso a medio beber.

—Cyara, ¿qué crees que estás haciendo?

—Anda, pero si es el señor del látigo. — murmura antes de soltar una risa y separarse del chico con el que se encontraba—. Te veo más tarde, guapo.

—¿Guapo?—cuestiona Christopher frunciendo su ceño—. Y una mierda, nos vamos ahora mismo de aquí.

—Que aburrido — se queja antes de llevar el vaso a sus labios y beber un pequeño sorbo ya que este es retirado de su mano—. ¿Qué mierda estás haciendo?

—Ya has bebido suficiente —zanjó mirándola con desaprobación.

—Eres una pésima compañía cuando te pones en ese plan... Me caes mucho mejor cuando me tienes atada y me follas.

Christopher parpadeó totalmente perplejo, no se esperaba una respuesta así de la joven, sin importar la cantidad de alcohol que corriera por sus venas esa no era una respuesta digna de ella.

—Confirmo que estás ebria, ha sido suficiente por hoy. Ahora te llevaré a casa y asunto arreglado.

Posa una mano en la espalda baja de ella para guiarla a la salida, sin importarle las quejas de ella mientras dicha acción era realizada.

—¿Sabes? Ahora mismo desearía comerte la boca...

—¿Solo la boca? —pregunta con un toque de diversión en la voz, la situación resultaba graciosa, tener a Cyara en tal estado y con la lengua tan suelta no era algo que pasara todos los días.

—Bueno, también la polla pero ahora mismo estamos hablando de tu boca.

—Ángel, yo también muero por besarte pero no estás en tus cinco sentidos.

Ella no respondió, se quedó con el ceño fruncido mientras él la ayudaba a subir al auto, le abrochó el cinturón de seguridad y cerró la puerta para después entrar al sitio de piloto.

—¿Vas a atarme y azotarme al llegar a casa?

—No digas tonterías, Cyara.

—¿No lo harás?

—Te pondré una mordaza como no te calles, ¿feliz? —dijo poniendo en marcha su auto y manejando bajo la oscuridad de la noche—. ¿Tienes las llaves de tu casa?

La joven dio un leve vistazo a su regazo antes de negar con la cabeza, se había olvidado de sus cosas en el sofá de la discoteca, sólo esperaba que una de sus amigas pudiera darse cuenta para llevárselas.

—No importa, te quedarás conmigo esta noche y mañana puedes volver a tu casa.

Ella se encoge de hombros restándole importancia y apoya su cabeza contra el cristal, sus ojos se cierran para permitirse descansar durante los quince minutos que tardan en llegar a la casa de Christopher.

—Cyara, hemos llegado.

—Uhum...—se acomoda mejor en el asiento del auto como si estuviera buscando la forma de encontrar la mejor posición para dormir cómodamente.

—¿Se puede saber cuánto has bebido? — replica mientras se deshace del cinturón de seguridad de ambos.

—Lo suficiente para quedarme contigo, ¿no es muy de película nuestra situación?

Él sale del auto para después abrir la puerta del lugar de Cyara, debido a que su cuerpo estaba apoyado en esta comienza a caer pero no llega a impactar con el suelo ya que Christopher la toma en sus brazos. Consigue cerrar la puerta con una de sus piernas y se dispone a caminar hasta adentrarse en su casa.

—¿Nos hemos casado? —pregunta de pronto, sorprendido al hombre que la sostenía.

—No, ¿me estás proponiendo matrimonio?

—Ay, no... Ya te gustaría... Es que me cargas como lo hace un hombre con su esposa nada más casarse.

Él suelta una risa antes de abrir la puerta de su habitación y dejar el cuerpo de ella en la cama, no pasa desapercibida la expresión de su rostro.

—¿Y ahora que pasa?

—Me decepcionas, realmente esto estaría más a tu estilo si tuviera látigos y todas esas cosas que tú usas.

—Creo que ya hemos hablado de ese tema, mañana puedo enseñarte el cuarto rojo sin ningún problema pero ahora es momento de que descanses.

Sus manos viajan a su espalda dispuestas a bajar la cremallera de su vestido, nadie en su sano juicio dormiría cómoda así.

—¿Qué crees que haces? —le da un manotazo que hace detener sus movimientos.

—Solo estoy tratando de sacarte la ropa, es un gesto inocente.

—Contigo nada es inocente... Aunque bueno, no me negaría si quisieras follarme —susurra juguetona, sus manos atrapan la camisa de él y lo acerca, su aliento apesta a alcohol pero eso no le importa al dominante cuando posa sus labios sobre los suyos.

En un inesperado movimiento de su parte lo deja sentado en la cama y con ella sobre su regazo, moviendo de forma sensual sus caderas para calentarlo.

—No es correcto, estás vulnerable.

—De todos modos, así es como me siento siempre que estoy contigo.

Los labios de la joven empiezan a explorar la piel del cuello de Christopher, quien muy a su pesar le deja hacerlo.

—Cyara... Detente —murmura, ella no le hace caso en ningún momento—. Cyara. —Uno de sus brazos rodea su cintura para después prisionar su cuerpo contra el colchón, quedando ahora él encima—. He dicho que te duermas.

—Me será algo difícil si te tengo encima.

—Duerme —repite antes de apartarse lentamente.

Ella le da la espalda sintiéndose indignada con él y con su comportamiento, cierra los ojos y trata de dormirse pero el simple hecho de saber que Christopher está a tan sólo centímetros le hace casi imposible su misión.

Por su parte, el dominante se pasa las manos por el cabello mientras mira como la joven se acomoda en su cama con un gesto de enojo.

Mañana sería un día interesante...

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