Before we fall; n.h.

By galesbrenhines

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Lo nuestro no fue amor a primera vista, jamas hubiera imaginado en que nos convertiriamos. Precuela de I cou... More

Prรณlogo
Cast
On my own
Everywhere
Dancing in the moonlight
Small talk
San francisco
New angel
Cross your mind
No judgement
On the loose
I could fall in love
So long
Seeing blind
Heartbreak weather
Dress
Fire away
The tide
Dear patience
You and me
Slow hands
Put a little love on me
Champange lovers

Nice to meet ya

759 35 37
By galesbrenhines

"Nice to meet ya, what's your name?"

Julio del 2017

Me detuve frente al gran edificio de fachada blanca con detalles en negro, algunas luces alumbraban ciertas ventanas como señal de que a pesar de la hora aún hay personas despiertas, la entrada seguía igual de iluminada, con el nombre del hotel en letras doradas al igual que el logo, dándole un aspecto elegante que había llamado mi atención desde el principio.

Mis manos se detuvieron en el volante, tomé una profunda respiración, suspiré y finalmente voltee hacía ella en busca de despedirme, topándome con sus ojos que ya estaban sobre mí.

Sin dudar un segundo más sus delgadas manos tomaron mis mejillas ejerciendo fuerza y haciendo que pudiera sentir sus largas uñas sobre mi piel en la búsqueda de acercarme a ella, se inclinó aún más hacía mí y sus labios se unieron a los míos en un brusco beso.

Un rastro del alcohol que tomamos aún estaba en su boca que se movía con rapidez al compás de la mía, su caliente respiración chocaba y se mezclaba con la mía, una de sus manos fue hasta mi nuca donde sus largos dedos se enredaron en mi pelo, sofocándome y apenas dándome la oportunidad de llevar una mano a su cintura mientras me encargaba de dominar mi lengua sobre la suya.

Después de lo que pudieron ser un par de minutos y por la sola necesidad de tomar aire nos separamos, revoloteo sus tupidas y gruesas pestañas mientras sus labios hinchados formaban una coqueta sonrisa que inevitablemente me hizo sonreír.

—Nos vemos luego —sus ojos buscaron los míos y por un segundo note aquellos ojos marrones tener el brillo que toda mujer tiene cuando algo le fascina, o alguien.

—Nos vemos luego, cuídate —se inclinó, dejando un último beso sobre mis labios y salió del auto.

Durante el corto camino de la acera a la entrada del hotel se aseguró de mover las caderas en cada paso, siendo lo suficientemente delicada y evitando exagerar, cuando estuvo frente a la puerta se volteó y se aseguró de despedirse con un movimiento de mano en el aire al que solo respondí con un asentimiento.

Cuando finalmente entro volví a encender el auto, conduciendo de vuelta a mi departamento, dispuesto a meterme en la cama y dormir o tal vez cenar algo antes de.

Una parte de mí, seguramente la única que aún estaba consciente de todo lo que sucedía recalco que no debería de estar conduciendo en este estado, pero eran las dos de la mañana y las calles estaban lo suficientemente tranquilas y despejadas como para hacerlo.

La brisa de Julio apenas y era soportable, el cielo estaba despejado y el ambiente se mantenía tranquilo y seguro, las luces iluminaban las aceras junto a las fachadas y si estuviera un poco más ebrio seguramente hubiera tomado una pequeña caminata.

Habíamos empezado en un bar solo unas cuantas horas atrás, cuando pareció ser suficiente y sin negarse fuimos directamente a mi departamento, un poco más de alcohol, algo de aquí, algo de haya y cuando menos me di cuenta era demasiado tarde.

[...]

El pulsante dolor en mi cabeza aumentaba con cada segundo que pasaba, di vuelta en la cama enredándome más en las sábanas y deseando con ansias poder seguir durmiendo y que tal vez de esa manera el dolor empezará a disiparse.

Sin embargo, fue completamente en vano, me senté en la cama y a tientas tomé el celular que estaba seguro de haber dejado a un lado, miré la hora y el par de mensajes que tenía desde muy temprano junto a las llamadas y mensajes de voz.

Agradecía profundamente que las cortinas no dejaran pasar ni un rastro del sol, haciendo que la penumbra en la habitación no molestara aún más a mi ahora sensible cabeza y ojos.

Solté un pesado y cansado suspiro, las náuseas empezaban a hacerse presentes y junto al dolor de cabeza solo hacían que mi humor fuera cayendo en picada.

Pocas veces solía sentir tanta dificultad para salir de la cama, generalmente solo era cuando había tomado de más, como la noche anterior, con cuidado y con las arcadas empezando a quemar mi garganta entre al baño, vomité, tome una ducha y cepille mis dientes dispuesto a ir a algún hospital, nunca había sentido el estómago de aquella manera.

Un vago intento de recoger las cosas que estaban fuera de lugar en la estancia y en la cocina fue detenido por un mareo, no iba a esperar más, tenía que salir de aquí, las paredes empezaban a asfixiarme, el dolor se hacía más insoportable y la idea de que algo que haya tomado o comido estuviera en mal estado empezaba a parecer coherente.

Sería rápido, un par de pastillas, algún suero o un medicamento inyectado que pudiera quitar la resaca que me atormentaba, antes de salir del departamento me asegure de tomar las llaves y la cartera puestas en la mesa de centro en la sala.

Durante el resto del camino me atormente repitiéndome que no volvería a tomar de aquella manera, cosa que claramente era en vano, en realidad si tenía un problema con el alcohol y podía admitirlo sin pena.

Cuando llegué al estacionamiento del hospital me detuve dentro del auto por unos segundos, el dolor de cabeza había disminuido, pero tomo lo demás parecía multiplicarse.

—Qué más da —salí del auto y caminé a la recepción del lugar, solamente esperando que esto fuera rápido porque el hambre empezaba a aparecer.

Solo unos minutos después en los que me dedique a llenar las hojas que la chica detrás de un escritorio me había proporcionado y camine hasta donde me indicó, sentándome en uno de los tantos asientos libres y esperando a que en cualquier momento saliera alguna enfermera.

[...]

—Niall James Horan —solté una risa, haciendo que sus mejillas tomaran un color rosa aún más fuerte—. Encantado de conocerte —extendí mi mano a ella y al parecer le sorprendió mi acción porque dudo por un segundo mientras miraba mi mano.

—El gusto es mío —la tomó y después de un segundo no dudo en soltarla.

La habitación era silenciosa, las paredes pintadas de blanco tenían uno que otro cartel informativo sobre una diversidad de temas, la potente luz blanca molestaba mis ojos y las camillas cercanas estaban vacías, no había nadie más, solo ella y yo.

—Pareces un tomate —me fue inevitable no hacer aquel comentario haciendo que —y si era posible— se sonrojara aún más.

[...]

Haber pasado por el hospital fue la mejor decisión que pude haber tomado, el par de pastillas junto al buen desayuno fueron suficientes para pasar de cero a cien, no había rastro de resaca y a pesar de tener la necesidad de seguir durmiendo era suficientemente soportable.

—Te la pasaste bien anoche ¿no es así? —una burlona sonrisa estaba sobre los labios de Mark mientras esperaba que el ensayo terminara.

—Supongo —levanté los hombros en una búsqueda de restarle importancia a lo sucedido—. Amanecí hecho mierda.

—¿Enserio? —asentí mientras sus dedos tamborileaban sobre la parte trasera de su celular—. ¿Cómo se llama esta chica?

—No es relevante —dudé por un segundo en mi respuesta—. Amaneciste curioso ¿no?

Si realmente quería mantener esto dejando fuera lo emocional el hecho de que mis amigos conocieran el nombre e información irrelevante de cada chica con la que salía no iba a dejarme suficiente margen de error, porque los conocía, una chica con la cual salga significa una nueva amiga para ellos y era lo que menos quería.

—Solo es eso, curiosidad —una de las comisuras de sus labios se levantó, sabía lo que significaba y el también.

—Dame un par de minutos, me asegurare de algunas cosas y podremos irnos —dejé la guitarra sobre su soporte, hice un ademán en el aire a los chicos de la banda y camine hasta Tara que mantenía su atención en el celular entre sus manos.

Un par de llamadas, mi firma en algunos documentos y revisar algunas cosas pendientes fueron suficiente para salir de ahí e ir a las juntas que Mark había organizado en el club de golf.

El clima era fabuloso, el cielo estaba especialmente despejado, el calor era ameno y me hubiera gustado sacarle provecho a cada hora del día como normalmente lo hacía si no hubiera tomado tanto.

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