✓ DAMA DE PLATA ⎯⎯ ʟᴇɢᴏʟᴀꜱ

By OrdinaryRue

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𝗹𝗲𝗴𝗼𝗹𝗮𝘀 𝗳𝗮𝗻𝗳𝗶𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻 [TERMINADA] Silwen era la última de su linaje sobre la Tierra Media. Desc... More

Dama de Plata
Gráficos
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
epílogo

Capítulo 18

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By OrdinaryRue

La confirmación de aquel elfo, de que ya el grupo se encontraba al fin en las tierras de la Dama Galadriel, hicieron sonreír a Silwen de forma infantil. Pero quienes no dibujaban muecas agradables en sus rostros, si no ceños fruncidos y miradas desconfiadas, eran los desconocidos que los rodeaban. Facciones contraídas, la seriedad se emanaba de sus delgados cuerpos enfundados en armaduras de colores semejantes al bosque. No eran más que tonalidades de verdes lo que los rodeaban, a excepción de aquellos idénticos hermanos. Rojo y azul, cada uno portaba una capa distinta que ondeaba a sus espaldas.

Tal era la frialdad de sus rostros imperturbables, que Silwen retrocedió lentamente hasta quedar junto a Gimli. El enano la miró con confianza e infló su pecho con orgullo. Pero ninguna batalla se libraría allí, sino el encuentro de quienes antaño separaron sus caminos. Y temiendo Silwen no ser bien recibida, contempló con sorpresa como Aragorn se fundía en un caluroso abrazo con aquellos hermanos. Sus sonrisas fueron tan cálidas, que incluso Silwen atisbó algún que otro labio curvado de los elfos restantes, que habían caído de los arboles con la misma soltura que una hoja.

Despojados de la claridad del Sol en el bosque de la Dama, el grupo fue guiado hasta Lórien. Siguieron una marcha calmada, tras los pasos de los hermanos que tan bien conocían aquella tierra. Y aunque en ningún momento fueron amenazados, y no hubo tampoco más intercambio de palabras tras el saludo de Aragorn y Legolas a sus conocidos, miradas recelosas eran escupidas desde los oscuros ojos de los guerreros elfos. Gimli era el objetivo de la desconfianza, pues siglos de fraguado odio, no podía ser extinto en tan solo una década. Por otra parte, Silwen recibía miradas llenas de curiosidad, que la escrutaban de pies a cabeza sin vergüenza alguna. Aquello la crispó ligeramente, haciendo que su mano se moviera de forma instintiva hasta el lomo de Arod. Y cuando la elfa quiso darse cuenta, ya portaba de nuevo la espada, esta vez en su cintura. Pues ninguna correa quedaba ya a su espalda tras el anterior incidente. Nadie de su grupo reparó en su acto, ni Gimli que caminaba a su lado. Con los ojos entrecerrados, el enano mascullaba improperios a aquellos que lo miraban con desdén. 

Por mucho dolor inflingido, la espada siempre conseguirá atraer a su portador.

Largando un suspiro, Silwen caminó con rapidez hasta situarse al costado de Legolas. Quizás y tan solo quizás, ella podría hallar de nuevo la fuerza necesaria para resistirse. Tan solo requería de algo, o de alguien. Fue en ese instante, donde sus amigos repararon en la hoja ajustada en su cintura. Antes de que pudieran emitir cualquier tipo de reproche, Silwen entrelazó su mano con la de Legolas y curvó sus labios en una débil sonrisa.

— Conservad la fe en mi. —les susurró encontrando la mirada desconcertada de Legolas a su lado. Este observó con asombro la unión de sus manos.— Sevin dhâf? (¿Puedo...?) —cuestionó con temor mostrando sus dedos entrelazados frente a él. 

El elfo de cabellos rubios como el oro, asintió lentamente con la mirada aún perdida en aquel inocente gesto. Sus intentos por alejarse de ella parecían caer en el olvido. Con el rey de Gondor a su derecha, y el príncipe de Eryn Lasgalen a su izquierda, Silwen avanzó con seguridad. Y orgullosa de no escuchar los susurros de Seregmor, afianzó con más entusiasmo el agarre que mantenía con la mano de Legolas. Sobresaltado, este ladeo su cabeza con desconcierto y recibiendo tan solo una tierna sonrisa de ella, sonrió también como respuesta para sorpresa de todos. 

Con cada metro recorrido, Silwen conocía más sobre aquellos que lideraban la marcha. Hermanos de Arwen, los gemelos eran familia de la Dama Galadriel. Fueron criados en Rivendell, y partieron hace pocas lunas a estas tierras tras el regreso de su señora desde los Puertos Grises. Estaban aquí para acompañarla en su corta estadía, antes de marchar nuevamente. Y aunque no sabían realmente el porque había sido postergado su viaje, no creían necesario discutir la importancia de aquella inesperada misión. Pero había quienes si sabían el porque, y que la sombra se alzara en el Oeste, tan solo era una muestra más del poder de Lómion.

Cuando la estructura de Caras Galadhon se comenzó a ver entre las hojas de los árboles, Silwen no pudo más que suspirar embelesada por la imagen que tenía ante sus ojos. Las residencias de los elfos se construían en las alturas de los árboles. Eran de madera clara y decoradas con tantos cristales, que la luz provocaba un hermoso juego de haces de intensidades y colores distintos. 

Enrolladas en los blancos troncos, se elevaban majestuosas construcciones. Eran de tan elevada altura, que Silwen tuvo que doblar su cuello de forma vertiginosa. Pendían de las ramas luces que brillaban como estrellas. Latían con una luz irreal mientras el grupo cruzaba un robusto arco de piedra.

Con la Luna ya sobre sus cabezas, no había más luz que la que emanaba la propia ciudad en si misma. Los rayos blancos acariciaron con suavidad la piel de Silwen. La bañaban en un aura que tan solo podía definirse como etérea. Para ella, aquello era tan hermoso, que su labios se habían entreabierto secando su boca. Era incapaz de definirlo, ninguna lengua le haría justicia. Suspiró cautivada, con una dulce sonrisa pegada a sus labios y sus ojos brillando por la emoción.

Su mano se había desprendido de Legolas, quedando ahora rezagada entre los árboles. El silencio la abrazó, un silencio sereno que le hizo bajar la guardia. Una calidez se adhirió a su corazón, con un sentimiento inconcluso que no sabía definir. Quizás la palabra que más se asemejara era hogar.

Legolas reparó en la ausencia de Silwen, notando aún la piel de ella bajo la palma de su mano. Se volvió de forma lenta, pero no pudo errar más en su acto. Pues cuando encontró la esbelta silueta de ella, quedó sin aliento. El elfo quedó prendado de su imagen, como tantas veces le había ocurrido ya. Que necio era al pensar que podría escapar de algo tan profundo, tan atravesado en su cuerpo, que se había vuelto tan esencial como el aire. Silwen saciaba por completo su corazón. Los orbes grises de la elfa centelleaban de felicidad, aquello produjo al instante una enorme ternura y dicha en Legolas. Pues a pesar de sus esfuerzos, él seguía volviéndose dichoso con tan solo admirarla. Tan blanca era la cabellera de Silwen ahora, que ni la nieve más pura se asemejaría. Caras Galadhon irradiaba su propio Sol, y con su luz acariciando la aterciopelada piel de Silwen, Legolas tuvo claro que aquella luz, había sido creada únicamente para tocar a su amada.   

Elrohir y Elladan, los hermanos de Arwen, siguieron el rumbo de los ojos de Legolas. Encontraron a los pies de un árbol, como una elfa, enfundada en una reluciente armadura, estiraba sus brazos hasta alcanzar las ramas más bajas. Con parpadeantes luces envolviendola, admiraron con devoción aquella irreal imagen. Pues en la oscuridad del bosque, no habían alcanzado a ver las suaves facciones de Silwen. Con la tímida iluminación del entorno, tan mágica como la propia elfa, quedaron igualmente hechizados.

— No creo que debas preocuparte por la aceptación de los elfos. —Gimli llamó la atención de Silwen con una mueca burlona en su rostro. Ella, aún algo ensimismada por la belleza de Caras Galadhon, frunció el ceño sin entender— Diría que ya los tienes a todos cautivados. —señaló con su mirada una dirección que Silwen no tardó en seguir.

No fue grata su sorpresa cuando sus orbes plata, tropezaron con múltiples pares de ojos todos puestos en su figura. Hasta los soldados elfos habían cesado su marcha para admirarla a ella. Legolas, junto a los hermanos, tenía la vista clavada su rostro. La miraban sin aliento, como si de un espejismo se tratase. Viendo el fuego en los ojos del príncipe de Eryn Lasgalen, Silwen se sonrojó de forma violenta.

— Por Eru...—murmuró cohibida arrastrando consigo a Gimli— que vergüenza. —cubrió su rostro con ambas manos ante la descontrolada risa del enano a su lado— ¡Oh, callate! —le golpeo, lo que le hizo trastabillar pero no detener sus carcajadas.

— Errada es la idea de que los elfos albergan un corazón duro como la piedra. —su voz se ahogaba entre tanta risa— Cuan equivocado estaba...— Gimli infló sus pulmones de forma desesperada, deteniendo por fin su estallido de carcajadas. Con la mirada ahora compasiva, sostuvo la mano de Silwen de forma gentil—Te compadezco, tu estadía aquí será una tortura. —evitó soltar una risotada formando una arrugada mueca con su rostro.

— Que cruel eres Gimli, creía que éramos amigos. —Silwen cruzó sus brazos exagerando su molestia.

— Y lo somos, y lo somos... —afirmó con vehemencia— pues no hay mayor muestra de afecto por mi parte, que ser objetivo de mis mofas. —Silwen rodó sus ojos y continuó su camino, esta vez alejada de aquellos desvergonzados elfos.

En completo silencio, el grupo atravesó un segundo arco de piedra. Este tenía una enredadera que se adhería a la piedra blanca y donde unas flores resplandecían asomándose entre las hojas verdes. Con un riachuelo corriendo bajo sus pies, el agua serpenteaba empapando la tierra de su liquido cristalino. Silwen contuvo la tentación de estirar su mano hasta ella. 

Comenzaron a subir una larga escalera de caracol enrollada en el tronco de un robusto árbol. La gruesa corteza oscura, era acariciada por Silwen de forma continua. Ella agradeció no temer a las alturas, pues las figuras de los elfos bajo sus pies eran tan pequeñas como hormigas. Cuando alcanzaron lo más alto, escuchó las incontables maldiciones del enano a su lado.

— Descansad, largo ha sido vuestro viaje. —habló uno de los hermanos, Elrohir creyó distinguir Silwen por su capa rubí.

— Galadriel os recibirá con las primeras luces del alba. —añadió Elladan mientras señalaba un conjunto de residencias. Todas conectadas entre sí a través de los árboles.

— Gracias por vuestra hospitalidad, no abusaremos mucho tiempo de ella. —Aragorn palmeó con afecto los hombros de ambos elfos. Parecían tener una relación fraternal con el montaraz, semejante a hermanos quizás.

Los gemelos dirigieron entonces su mirada a Silwen, quien se mantenía algo distanciada tras Gimli. Elladan, se adelantó a su hermano con una pícara sonrisa sobre sus labios.

Brennil vuin, n'uir i thiad lîn 'ell (mi señora, vuestra presencia aquí es una dicha) —llevó el dorso de la mano del Silwen hasta sus suaves labios y depositó un casto beso sin dejar de lado su sonrisa. Elrohir hizo a un lado a su hermano e imitó su gesto besando también su mano.

Goheno Elladan. (disculpad a Elladan) —sonrió con elegancia Elrohir— Su osadía le precede.

Ni veren an le ñovaded (Estoy encantada de conoceros) —respondió Silwen escuetamente. 

Con las mejillas teñidas de carmesí, buscó con la mirada a Gimli. Este no entendía el élfico, pero tampoco le hacía falta. La coquetería en los ojos de Elladan y la refinada y atractiva sonrisa de su hermano, Elrohir, le daban a entender ya demasiado.

— Creo que es hora de retirarnos. —Gimli se acercó de manera protectora a la elfa— No sé vosotros, pero mi trasero necesita un mullido colchón después de dormir tanto tiempo al raso.

— ¡Estoy completamente de acuerdo! —añadió Legolas de forma apresurada sobresaltando a los presentes. Los nudillos del sindar se volvieron blancos por la presión ocultando su manos tras la espalda. Era algo estúpido, pero no pudo evitar sentir una punzada de celos.

El próximo capitulo está ya casi terminado, por lo que en los próximos días lo publicaré. En el siguiente podremos ver el encuentro con Galadriel. ¿Hype? <3

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