¡Gerónimo mi querida Katherin...

By lorena_edogawa

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Tras la regeneración del 10° Doctor, uno nuevo aparece frente a Katherine Tyler. Ella no puede preocuparse po... More

《 Introducción 》
- La undécima hora -
Amy Pond
20 minutos
Soy el Doctor
Olvidar o protestar
Último en su especie

- La bestia de abajo -

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By lorena_edogawa


La bestia de abajo (parte 1)

Amy estaba flotando en el espacio en pijama. Su cabello y ropa se movían por la gravedad. Si no fuera porque el Doctor estaba agarrandola del tobillo, ella se habría ido volando.

-Vamos Pond -apremió el hombre trayendola de vuelta a la Tardis, haciendo que se riera mientras se agarraba a él-. ¿Ahora me crees?

-De acuerdo, tu caseta es una nave espacial. Es realmente una nave espacial. ¡Estamos en el espacio! -gritó a pleno pulmón-. ¿Por qué respiramos?

-Extendí la cápsula de aire... estamos bien -aclaró el Doctor sonriendo cuando Katherine se colocó a su lado. Este se inclinó levemente y besó la frente de la castaña.

-Ahora, eso es interesante -murmuró Katherine al ver lo que había debajo de la Tardis. Era una enorme nave, una enorme nave que llevaba una ciudad encima.

-Siglo 29. Erupciones solares rostizan la Tierra -explicó el Señor del Tiempo volviendo a la consola-, y toda la raza humana hace sus maletas y se va hasta que el clima mejore. Naciones enteras...

-Doctor -llamó Amy, aunque no le escuchó.

-...migrando a las estrellas.

-Doctor.

-¿No es eso asombroso?

"Doctor"

La llamada de su esposa por la mente hizo que se diera la vuelta para mirarla. Amy estaba a punto de salir volando por la puerta de la Tardis, lo único que se lo impedía era porque Katherine estaba agarrandola.

-Traela de vuelta, Kathy. He encontrado una nave espacial para nosotros -pidió, logrando que la nombrada rodará los ojos antes de meter a la joven dentro de la nave. Las dos se colocaron frente a una pantalla redonda que había en la pared donde se veía la ciudad de cerca-. Este es el Reino Unido de Britania e Irlanda del Norte. Todo, unido y flotando en el cielo. Nave estelar RU. Es Bretaña, pero de metal. Eso no es sólo una nave... es una idea. Eso es todo un país, viviendo, riendo y... de compras -añadió sin saber qué decir.

-Buscando en las estrellas un nuevo hogar -murmuró Katherine de forma soñadora.

-¿Podemos salir a ver? -pidió Amy.

-Por supuesto que podemos, pero primero, una cosa -avisó el Doctor caminando de vuelta a la consola.

-¿Una cosa? -cuestionó la pelirroja confundida.

-Una cosa importante. De hecho, la cosa uno -sacó una lupa colocandola frente su ojo-, sólo somos observadores. Esa es la única regla a la que siempre nos apegamos en nuestros viajes. Nunca nos involucramos en los asuntos de otras personas u otros planetas.

Katherine alzó una ceja mirándolo con los brazos cruzados en su pecho.

-Nunca hemos cumplido esa regla -murmuró.

-Eso es interesante -intentó desviar la atención el hombre mirando de vuelta a la imagen de la consola. Era la de una niña pequeña llorando.

-Entonces somos como un documental de vida salvaje, ¿sí? Porque si ven a un cachorro herido o algo, no lo pueden salvar simplemente. Tienen que seguir grabando y dejarlo morir -comentó Amy comprendiendolo bastante rápido. Aunque su voz descendió un poco-. Eso tiene que ser duro. No creo que pudiera hacer eso. ¿No encontráis difícil... ser todo... desinteresados y fríos?

Se quedó en silencio antes de notar en la imagen que el Doctor se había acercado a la niña y estaba intentando hablar con ella.

Katherine sonrió al verlo mientras que Amy lo observaba extrañada.

-Siempre tiene un punto débil con los niños -susurró-. Vamos -dijo cuando el Doctor les pidió desde la pantalla que se uniera a él.

Al salir fuera se encontraron en una calle comercial donde la gente pasaba sin cesar. Todos estaban haciendo algo y había mucho humo y una estética futurista.

-"Bienvenido al mercado de Londres. Está siendo monitoreando" -habló una voz femenina robótica por el lugar.

-Como a cientos... de años en el futuro -habló Amy dando una vuelta sobre sí misma-. He estado muerta por siglos.

-Ese no es un pensamiento muy positivo -comentó Katherine intentando aligerar su estado de ánimo.

-Olvida estar muerta, mira este lugar -negó el Doctor cortando sus palabras-. ¿No está mal?

-¿Qué está mal? -cuestionó confundida la humana mientras la llevaba por el camino.

-Usa tus ojos, date cuenta de algo. Kathy, ¿tú ya lo tienes?

-Sí -asintió la nombrada mirando a un lugar en especial.

-Bien. Ahora Pond, ¿qué tiene de malo esta imagen?

-¿Son las... bicicletas? Un poco inusual en naves espaciales, bicicletas.

-Dice la chica en pijama -se río el Doctor junto a su esposa.

-¡Dios mío! Estoy en pijama.

-No te preocupes, hay un enorme armario en la Tardis. Podrás cambiarte cuando vayamos -tranquilizó Katherine.

-Da igual, vamos a lo importante -cortó el Doctor-. Mira a tu alrededor. Mira realmente.

-"El mercado de Londres es un lugar libre de crimen".

Ignorando sus palabras, miraron al cielo donde a través de los cristales se podían ver las estrellas.

-La vida en una gigantesca nave espacial, de vuelta a lo básico. Bicicletas, ropa tendida, lámparas de calle a cuerda -enumeró el Doctor volviendo al tema-. Pero mira más de cerca. Calles y sombras, vidas conducidas con temor. La sociedad de forma, al borde del colapso. Perdón -se disculpó.

-¿Qué haces? -quiso saber Amy al verlo acercarse a una de las mesas para dejar un vaso de agua en el suelo.

Se quedaron en silencio viendo como el Doctor volvía a levantarse.

-Lo siento. Revisando el agua en esta área. Hay un pez prófugo -añadió como ocurrencia tardía-. ¿Dónde estaba? -cuestionó volviéndose a Katherine.

-La sociedad al borde del colapso -respondió su esposa habiendo notado lo mismo que él.

-¿Por qué hiciste eso con el agua? -Amy cuestionó.

-No lo sé. Pienso mucho. Es difícil mantener el curso. Ahora, policía estatal... ¿lo ves ya?

-¿Dónde?

-Ahí -señaló Katherine a la niña que había estado y seguía llorando.

X

Se habían sentado en un banco cerca de ella, pudiendo verla desde la distancia.

-Una niña pequeña llorando. ¿Entonces? -preguntó Amy sin comprender.

-Llorando en silencio -susurró Katherine.

-Los niños lloran porque quieren atención, porque están lastimados o tienen miedo. Pero cuando lloran silenciosamente, es porque simplemente no pueden detenerse. Cualquier padre sabe eso -comentó el Doctor.

-¿Tú eres padre?

La pregunta era dolorosa, por lo que Katherine dio su apoyo colocando su mano contra la de él. El Doctor sonrió agradecido antes de seguir hablando ignorando las palabras de Amy.

-Han pasado cientos de padres caminando por este lugar y ninguno de ellos le ha preguntando qué le ocurre. Lo que significa que ellos ya lo saben y es algo de lo que no hablan.

-Un secreto -susurró la Señora del Tiempo al ver cómo los adultos la ignoraban.

-No la están ayudando, así es que es algo a lo que temen -continuó el Doctor-. Las sombras, o a lo que sea que le teman, no se pueden ver en un lugar. Lo que significa que están en todas partes. Un régimen opresivo.

La niña se alejó del banco, y en la esquina del corredor, donde había una máquina con una muñeca de hombre sonriente, su rostro fue cambiando.

-¿Adónde se ha ido? -cuestionó Amy al no ver a la niña.

-Cubierta 207, bloque Manzana-Sésamo, vivienda 54. Estás buscando a Mandy Tanner -explicó el Doctor como si estuviera hablando del tiempo-. Oh... esto se cayó de su bolsillo -comentó sacando una libreta de su chaqueta-, cuando choqué accidentalmente con ella.

-¿Cuántas veces te chocaste? -quiso saber Katherine preocupada de que hubiera asustado a la niña.

-Cuatro veces -sonrió orgulloso el Doctor recolocando su pajarita. Se volvió a dirigir a Amy-. Pregúntale por esas cosas. Los sujetos sonrientes en las cabinas. Están en todas partes -añadió señalando las cabinas.

-Pero ellos son sólo cosas.

-Están limpios. Todo lo demás aquí está maltratado y sucio -comentó Katherine-. Nadie pone un dedo en esas cabinas. Ninguna pisada a menos de medio metro de ellas.

-Eso es -habló el Doctor girándose para ver a la pelirroja-. Pregúntale a Mandy: "¿por qué la gente está asustada de las cosas en las cabinas?"

-No. Espera. ¿Qué hago? No sé lo que estoy haciendo aquí. Ni siquiera estoy vestida.

-Yo puedo acompañarla -se ofreció Katherine.

-No, Kathy. Prefiero que vayamos juntos -susurró antes de volverse a Amy-. Es esto o Leadworth. ¿Qué piensas? Vamos a ver. ¿Qué escogerá Amy Pond? -hubo un momento de silencio antes de que Amy se girara para mirar al frente-. Te atrapé. Encuentranos aquí en media hora -declaró revisando su reloj de pulsera.

-¿Qué es lo que vais a hacer vosotros?

-Lo que siempre hacemos. Alejarme de los problemas -sonrió con suficiencia antes de ver el rostro de su esposa-. De mala manera. Bueno -rectificó-, me meto en problemas. Kathy me saca de ellos.

Con eso dicho, saltó por encima del banco para alejarse. La castaña se levantó rodando los ojos antes de seguirlo.

-Entonces, ¿así es como funciona, Doctor? -llamó Amy-. ¿Nunca interferis en los asuntos de otras personas o planetas, a menos de que haya un niño llorando?

El Doctor se giró con una sonrisa en el rostro.

-Sí.

X

-No deberíamos dejarla sola -comentó Katherine mientras caminaban por las calles.

-Oh, así aprende. Seguro que se lo pasa bien, no te preocupes Kathy -restó importancia el Doctor.

-Hablo en serio Theta.

El hombre se detuvo al escuchar su nombre. Se giró cogiendo con delicadeza las mejillas de la castaña notando la expresión de preocupación que tenía.

-Ella va a estar bien, y si la sucede algo, iremos a ayudarla. ¿De acuerdo? -murmuró con una sonrisa en sus labios, logrando que otra más pequeña apareciera en el rostro de su esposa-. Eso es. Mi brillante Katherine.

Bajó su cabeza y besó sus labios con delicadeza.

-Una cosa es segura, aún eres todo un romántico -comentó acariciando sus manos.

-Por ti, siempre -declaró guiñando un ojo-. Venga, vamos -dijo juntando una de sus manos con la de la chica.

Poco tardaron en meterse en una zona desierta, exactamente en un callejón donde estaban los supuestos motores. El Doctor comenzó a revisar las paredes antes de sacar su nuevo destornillador sónico.

-No puede ser -murmuró Katherine revisando al igual que él las paredes.

-Pienso igual que tú -murmuró el otro leyendo las lecturas del dispositivo.

-Doctor -llamó Katherine señalando un vaso de agua que estaba en el suelo.

El Doctor se tumbó revisando el agua.

-La imposible verdad -susurró una nueva voz-, en un vaso de agua. No mucha gente lo ve -la figura era una mujer con una máscara de porcelana en su rostro, piel oscura y una capa roja. El Doctor se levantó del suelo para ponerse a su nivel-. Pero vosotros dos sí. ¿Cierto, Doctor, Katherine?

-¿Nos conoces? -quiso saber el Señor del Tiempo escéptico.

-Mantén la voz baja -susurró la persona-. Están en todas partes. Decidme lo que veis en el vaso.

-¿Quién dice que vemos algo? -evadió la pregunta el Doctor colocándose delante de Katherine.

-No pierdas el tiempo. En el mercado pusiste un vaso de agua en el suelo, lo miraste, y entonces vinisteis directamente aquí, al cuerto de máquinas. ¿Por qué?

El Doctor parecía reacio a contestar, aún sin confiar en la mujer. Katherine lo hizo.

-No hay vibración de máquinas en la cubiertas. En una nave de este tamaño con grandes motores debería sentirse. El agua debería moverse. Pero no lo hizo.

-Por eso pensamos echar un vistazo -completó su marido abriendo una caja de fusibles sin encontrar nada-. No tiene sentido. Estos acopladores de energía no están conectados. Mira, son falsos. ¿Lo ves? -preguntó yendo al otro lado, revisandolo-. Y detrás de este muro, nada. Está hueco -declaró toqueteandolo-. Si no lo hubiera visto, diría que aquí...

-No hay motores -terminó por él la misteriosa figura.

-Pero está funcionando. Esta nave está viajando a través del espacio. Nosotros la vimos -habló Katherine casi sin creérselo del todo.

-La imposible verdad, Katherine -dijo la otra mujer dirigiéndose a ella-. Están viajando entre las estrellas en una nave que nunca podría volar.

-¿Cómo? -quiso saber.

-No lo sé. Existe una oscuridad en el corazón de esta nación. Amenaza a cada uno de nosotros. Ayudadnos, Doctor, Katherine. Vosotros dos sois nuestra única esperanza -suplicó mirandolos a los ojos antes de cambiar de tema-. Vuestra amiga está a salvo. Esto os llevará con ella -dijo entregandoles un objeto metálico con una pantalla en ella-. Ahora, iros, ¡rápido!

-¿Quién eres tú? -cuestionó el Doctor sin dejar de revisar el dispositivo entregado-. ¿Cómo te encontramos de nuevo?

La mujer se giró.

-Soy Liz 10 y yo os encontraré a vosotros.

Las luces parpadearon mientras un extraño sonido recorría el corredor. Cuando las luces volvieron a la normalidad, la mujer había desaparecido.



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