Prisionera de la Corona

By aurora_Agb

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En mi mundo lleno de libros, estaba acostumbrada a leer sobre los reyes que gobernaban grandes naciones, algu... More

𝕻𝖗𝖔́𝖑𝖔𝖌𝖔
𝖀𝖓𝖔
𝕯𝖔𝖘
𝕿𝖗𝖊𝖘
𝕮𝖎𝖓𝖈𝖔
𝕾𝖊𝖎𝖘
𝕾𝖎𝖊𝖙𝖊
𝕺𝖈𝖍𝖔
𝕹𝖚𝖊𝖛𝖊
𝕯𝖎𝖊𝖟
𝕺𝖓𝖈𝖊
𝕯𝖔𝖈𝖊

𝕮𝖚𝖆𝖙𝖗𝖔

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By aurora_Agb

El día de hoy todas vestimos de negro, otro firme recordatorio de la muerte que nos espera a alguna de nosotras pronto. Tal como le sucedió a la chica que dormía enfrente de mi habitación.

Después de la comida ya no volvimos a saber de ella y en la noche no apareció, todas, o bueno, por lo menos yo creí que estaba descansando en enfermería pero en la mañana tampoco estaba.
Cuando desperté tenía un conjunto de color negro reposando sobre la esquina de mi cama, entendí a medias lo que significaba.
Fue hasta el desayuno cuando Juliet nos contó a todas que la chica había tomado un objeto punzo cortante de la enfermería y se había cortado la garganta.
Casi nadie le creyó, pero nos dijo que ella seguía tirada en el suelo, por si queríamos ir a visitarla.

Espero a que Juliet termine de servir el plato para Candy, ayer todas nosotras tuvimos un tiempo juntas para conocernos mejor. Candy es de mi edad y es... la más voluptuosa de todas, pero es linda en definitiva; fue castigada por Juliet en la noche, se acabo la mitad de la comida que estaba en el refrigerador en la madrugada y la nana no tuvo mas opción que encerrarla en una celda.

— Gracias.

Gracias a Genny y mis recorridos matutinos ahora se donde se encuentra cada lugar, es fácil encontrar las cosas aunque a veces parece un completo laberinto. La puerta de metal es imposible de abrir a menos de que tengas una pulsera como Genny o Juliet pero hay una pequeña rendija para pasar la comida en la parte de abajo.

— ¿Candy? Soy yo, Laris... te traje algo de comer...— paso con cuidado la bandeja por la abertura.

Del otro lado se escuchan los sollozos de la chica, es un alivio, temí que estuviera muerta ahí adentro, siento su mano sobre la mía y como la aparta para tomar la bandeja.

— Gracias... perdón por casi acabarme la comida.

— No te preocupes, nadie está molesta contigo.

Y es verdad, a nadie le importo que Candy arrasara con el refrigerador, todas sabemos que el Jailer quiere que estemos comiendo bien así que no me sorprendería que para mañana tengamos dos refrigeradores más.

Por lo que Genny me cuenta, el Jailer es un señor adinerado, obtiene todo lo que quiere, literalmente. Ella no vino hoy a visitarme, no se por qué, tal vez de rato se aparezca por aquí con una sonrisa muy reluciente; aún así, no me siento sola, tengo a Rose y Coral esperando en mi cuarto para pasar el rato, como lo hemos estado haciendo desde hace dos días.

Al pasar por el pasillo ninguna voltea a verme, cada quien está charlando con alguien, mientras las veo intento memorizar sus nombres.

En el cuarto ocho tenemos a Amely, la chica pelinegra que no come carne junto con Pearl, otra chica rubia de preciosos ojos azules, labios rosados y piel que parece de porcelana.
En el cuarto número seis tenemos a Resee, la única pelirroja de nuestro grupito y la más bajita al parecer, habla muy tranquilamente con Sabann, la segunda chica de piel morena y una sonrisa espectacular.

Todas aquí son una completa obra de arte, las podría dibujar y cuando llegue el momento de salir de aquí sus retratos estarían colgados en algún museo.
La imaginación que tienes es grande.

Llego a mi cuarto, las chicas están tendidas en el suelo y tienen la mirada fija en el techo. Tal vez recordando cosas de su vida, tal vez pensando en un plan para salir de aquí... tal vez en ninguna de las anteriores y yo solo estoy pensando idioteces.
Me acuesto junto a ellas, sin embargo, no soy capaz de recordar nada en estos momentos.

— ¿Algún día saldremos de aquí?

— No sin morir en el intento— Rose parece desalentarse, cualquier pizca de esperanza que haya brillado en sus ojos se ha esfumado con mis palabras. Pero ella sabe que no miento, la esperanza no tiene cavidad en este lugar.

— Dos días aquí han sido suficientes para que yo me quiera morir.

— ¡Coral, no digas eso! Tenemos que seguir viviendo por...— Rose se queda a media frase, dándose cuenta de que en realidad no hay nada por lo cual nosotras debamos seguir viviendo.

Como dijo la chica que se suicidó, no deberíamos dejar que nadie nos toque, pero es eso para lo que estamos aquí, y quien sabe, tal vez un día todo cambie. Tal vez algún día lograremos salir de aquí.
Espero no estar equivocada.

Un foco gigante colocado en la parte de arriba del cuarto de Candy se ilumina con luz de color amarillo. Parpadea sin parar, es algún tipo de señal. ¡Oh Dios mío! ¿Significa que Candy está muerta?

Sin pensarlo dos veces corro hasta la celda de la chica, las demás me ven pasar pero ninguna me detiene, nadie sabe que diablos voy a hacer, ni yo tampoco.

— ¡Candy! ¿Me escuchas? ¿Estás bien?— Sin respuesta. Intento ver algo por la puerta pequeña pero esta todo completamente oscuro.

Introduzco mi brazo en el lugar para palpar el suelo, mi mano se topa con la bandeja de comida, la golpeó por un lado para quitarla de mi camino. Solo un poco más... mi mejilla se raspa con el suelo y mi brazo se lastima con el filo del metal pero no me importa.
Por fin mi mano se topa con lo que creo es el short de ella, no se siente nada, intento jalarlo pero no consigo nada con eso. Segundos más tarde una mano suave se siente sobre la mía.

— ¿Laris? ¿Eres tú? ¿Qué estás haciendo?

— ¡Oh Dios mío! Creí... creí que tú...— sin darme cuenta comienzo a sollozar.

Temí por la vida de Candy. Como dijo Genny, cualquier cosa en este lugar puede ser utilizada como un arma en contra de nosotras, incluso unas simples cartas de juego, o una bandeja con platos de vidrio.
Un suspiro de alivio se escapa de mis labios, la luz parpadeante no significa que ella esté muerta o en peligro pero entonces... ¿Qué es?
Del otro lado, Candy apretuja mi mano y entrelaza sus dedos con los míos, siento unas pequeñas gotitas de algo caer sobre mi brazo, está llorando.

— Ya no quiero estar aquí...

Casi puedo ver sus ojos verdes por la rendija de la puerta. Una sombra gigante se proyecta en esta, un guardia. Pero al voltear mis ojos se encuentran con unos zapatos negros bien lustrados y un pantalón gris de vestir; la piel se me eriza, tirada en el suelo como estoy no tengo la fuerza para voltearlo a ver a la cara, el Jailer esta aquí.

— Muévete — ordena una voz gruesa provocando que mi piel se erice.

Para mi sorpresa, mi gran sorpresa, quien está frente a mi no es un viejo de cien años como creí que lo sería, es un joven, de unos veinte años o más.

Juliet aparece en la esquina del pasillo, pasmada en su lugar con miedo en los ojos, desvía su mirada al suelo y pone las manos a sus costados mientras yo me levanto del suelo sin despegar ni un ojo de ambos. El Jailer pasa su pulsera plateada por el escáner de la celda.

Candy esta del otro lado con la cara escondida en las rodillas, cuando se abre la puerta ella se asusta al ver al señor, me arrastro con cuidado hacia ella para estrecharla en mis brazos; ella no despega su mirada de él, todo su cuerpo por completo esta temblando.
Se ve como el jailer aprieta un puño y dirige su furiosa mirada a Juliet.

— ¡No las vuelvas a encerrar, jamás! ¡No las trates como animales!— la reprime. Ambas, creo que incluso la nana, damos un respingo ante su voz.

El deja la puerta abierta para que ambas salgamos de aquí. Candy tiene mucho moquillo en su camiseta, se ve sucia de los pies a la cabeza y eso que solo ha pasado menos de un día aquí encerrada, pero de igual manera la entiendo, no debe ser sencillo pasar horas en un lugar tan estrecho y oscuro; en minutos llegamos a su habitación y con la orden del Jailer, de la regadera de su cuarto comienza a salir agua caliente para ducharse, ella no quiere, se niega a darse una ducha frente a él.

— ¿Podrías...?— aunque mi pregunta se queda sin terminar es más que clara.

Me golpeo la cabeza mentalmente, es mi fin, moriré solo por preguntarle esto, en cualquier segundo se abalanzará sobre mi para asesinarme.
Pero su reacción no es la que yo esperaba, él simplemente asiente y se da media vuelta, se queda observando el ordenado catre de Candy y la ropa limpia qué hay sobre el.

Aún así, ella se niega a ducharse, intento calmarla lo más que puedo.

— Solo hazlo— le susurro— no hay que hacerlo enojar, nunca... ¿entiendes?

Aún con lágrimas en sus ojos ella entra a la regadera. A través de las paredes de vidrio se ve como cada una de las chicas está en su habitación, mirando a la única pared de piedra para no incomodar a Candy, también para evitar ver al Jailer.
No hace falta decir la razón por la cual nadie quiere que él esté aquí. Sin decir ni hacer nada aún, tiene algo en el que transmite terror.

Candy cierra el paso del agua, le doy su ropa para que se cambie ahí mismo. Se mantiene estática en su lugar, o bueno, escondiéndose detrás de mi. Si claro, escóndete para que pueda asesinarme primero.

El Jailer voltea a vernos, posa su mirada sobre Candy, tiene unos ojos de color gris oscuro, muy oscuro, no la mira con enojo, más bien, con tristeza. Se intenta acercar y tocarla pero ella se estremece y él retrocede, dándose cuenta de su error.

— No dejes que Juliet te encierre de nuevo, jamás. Puedes comer todo lo que quieras ¿si?

Ella no responde, aprieta mis hombros tan fuerte que me duele, él coloca un dedo bajo mi barbilla para obligarme a verlo.

— Gracias por cuidar de ella, no la dejes sola.

Cuando el sale de la habitación suelto una bocanada de aire que no sabía que estaba conteniendo, Candy también parece relajarse, el foco de la entrada dejo de parpadear desde hace varios minutos.
El Jailer desaparece por los pasillos, supongo que va hacia la cocina para seguir regañando a Juliet, se lo tiene merecido.

— ¿Quieres dormir un poco?— ella niega repetidamente con la cabeza.

Sin saber que más hacer por ella, me siento en su cama y la palpo para que se siente junto a mi, cuando las chicas ya no se sienten en peligro corren hasta nosotras, siete cuerpos entran con cautela a la habitación para rodear a Candy en un gran abrazo. Como si eso pudiera curar el pánico que la chica siente, aunque se escuche mal, solo están logrando asfixiarla con su presencia.

Todas se quedan aquí, sin decir nada, quietas como una estatua pensando, tal vez en lo mismo que yo, el maldito foco. Genny no me contó de el ni su significado... tal vez cuando pasas tiempo en la celda se enciende. Tal vez.

Juliet aparece en la entrada de la habitación, viéndonos a todas con total desagrado, cosa que no hacía cuando recién llegamos. Parece que se va a dar la vuelta pero no, se queda ahí quieta como una estatua mirando fijamente a Candy.

— Lo siento mucho, señorita Candy, no debí tratarla de esa manera.

Si en lugar de Candy hubiera sido mi hermana, estoy segura que ella le habría lanzado una navaja directo al ojo de haber tenido la oportunidad, quizás se hubiera lanzado sobre ella para dejarle el rostro deforme; pero Candy solo se limita a decirle: "no hay problema", lo que hace que mi ira aumente.

Si hay problema, todo esto es un problema, el estar aquí encerradas, el soportar los malos tratos de esta nana y también el sentir miedo del jailer, el futuro aquí me aterra, si es qué hay uno y eso es un problema.

Para recompensar a Candy aún más, Juliet nos preparo una noche de películas.
Creí que nos darían una pantalla para ponerla en una habitación y ver la película pero no. Caminamos sigilosamente por los pasillos, todas temerosas excepto yo, me mantengo firme por ellas, soy yo quien va al frente de la fila, detrás de Juliet.
Tal vez esto sea una trampa y nos va a asesinar a todas de una vez. Ya saben, siete pájaros de un tiro.

¿Podrías dejar de pensar en asesinatos?... gracias.

Nos detenemos en una puerta gigante doble, ella pasa su pulsera y está se abre, dejando ver la sala de un cine, la pantalla abarca casi toda la pared y los asientos están ubicados en forma de pirámide, empezando con una fila de tres hasta una de cinco.

— Siéntense donde quieran.

Me siento en la parte más alta de la fila, justo en el centro, Rose y Coral se sientan a mi lado, las demás debajo de nosotras. Alejo mis brazos de los descansa brazos, he visto muchas películas como para saber que pueden atarme aquí.
Después de unos minutos Juliet vuelve con snacks para todas, la observamos mientras camina por cada fila para entregarnos la comida.

— Gracias— le digo, ella me sonríe y le entrega una bandeja igual a Coral y Rose.

Pareciera que le sobró una pero no es así, arriba de nosotras hay alguien más, no hace falta voltear a ver para saber quien es. El Jailer está sentado solo en la última fila, hay solo un asiento al lado de él, tal vez asignado para Juliet, cuando entramos esa fila no estaba ahí, me ve que lo observo y palmea el asiento a su lado.
Niego con la cabeza, siento como mi yo interna me da una bofetada, te matará si no lo haces, idiota.
Me sostengo con mis manos temblorosas para ponerme de pie, la bandeja no se mantiene quieta mientras camino hacia él, tiembla al compás de mis manos y las piernas son las únicas que no deciden traicionarme.

Me siento a su lado justo cuando Juliet va entrando de nuevo con sus snacks, lleva una sonrisa en el rostro la cual desaparece cuando me ve sentada junto al Jailer, le he quitado su lugar, con una mueca y susurrando cosas que no alcanzo a distinguir se va a sentar a la fila más baja.

Veo de reojo al jailer, come sus palomitas con los ojos fijos en la pantalla, a los segundos la película comienza, jamás la había visto, parece tener algo que ver con historia... o guerra. Desde el décimo segundo ya comienzan a hablar en un idioma que no logro entender.

Como una palomita de mi bandeja, tengo miedo de tragarla, tal vez Juliet les puso algún veneno encima, no me sorprendería, creo que sería lo mejor, así estaría muerta antes de ser más atormentada. ¡Basta ya, maldita sea! ¿Es posible odiar a mi cerebro cuando prácticamente soy yo? Es como si tuviera a alguien más aquí adentro.

El Jailer se ríe en algunas partes, solo eso, después vuelve a su rostro serio, estoy segura de que siente mi mirada pero no se molesta en voltear a verme.
En otras circunstancias se me haría un sujeto atractivo, lo tiene todo para ser un dios griego. Sus ojos grisáceos son lo más peculiar en el, tienen un brillo que jamás había visto antes, su cabello es de color castaño, casi negro, su piel crema como la nieve de vainilla, tal vez está enfermo, ¿será algo contagioso?
Parece ser un sujeto infeliz.
A mitad de la película ya me he acabado todo lo que había en mi bandeja, las demás chicas todavía tienen comida o incluso no han comido nada, de seguro tienen el mismo miedo que yo, pero para mi ya es tarde, si me muero espero hacerlo disfrutando cada minuto de lo que hacemos.
Rose voltea hacia mi y luego a la persona sentada a mi lado, sus ojos se abren más de lo usual con el asombro, toca el hombro de Coral y le susurra al oído, ella solo se tensa de los hombros, no voltea porque seria muy obvio, tal vez porque también le tiene miedo.

Todas respingamos en nuestros asientos cuando se escucha el disparo de las armas en la película, algo que no veíamos venir, porque nadie le entiende.

— Le hubieran dicho a Juliet que escogiera otra— me susurra al oído, los vellos de mi brazo y cuello se erizan. ¿Le respondo o no? Hazlo, de igual manera ya estás muerta.

— No sabíamos que haría esto hasta que estábamos a mitad del camino, además, nadie puede contradecirla.

— Para la otra díganle lo que quieren, pónganse de acuerdo.

No habrá una otra vez, moriremos antes de volver a repetir esto. El se encargará de eso.

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