El príncipe de las hadas (com...

By CarnavalDeMonstruos

557K 75K 130K

(LGBT+) Un joven rey invoca a un príncipe hada para realizar un ritual mágico que mejore su suerte. ¿Qué tan... More

Advertencia de contenido (opcional)
1. Cambio de suerte
2. Armas secretas reales
3. Jardín de hadas
4. Al final de la fiesta
5. Cadena de errores
6. Rescatarte
7. Sin magia
8. Donde se encuentran los caminos
9. El punto de no retorno
10. La casa del mago
11. Algo más tenebroso
12. Sobre hechizos prohibidos
13. Las puertas del bosque
14. El corazón de los árboles
15. Un refugio del caos
16. No hay rosas sin espinas
17. Los ojos del halcón
18. Te amo y adiós
19. En las fauces de la oscuridad
20. La invocación de la nigromante (actualización especial)
21. Un contratiempo terrible
22. Encantamiento de glamour
23. Lluvia de miradas indiscretas
24. Marionetas rebeldes y encuentros inoportunos
25. El secreto del guardia seductor
26. La ciudad muerta
¡Interludio especial de MEMES!
27. Los que no pueden volver
28. Conexiones siniestras
29. Susurros del hielo
30. Entre los hilos de la telaraña
31. El ardid sangriento de la hechicera
32. El portal hacia la luna
33. La reina maga
34. Extrañas maravillas ocultas
35. El misterioso pacto de Doslunas
36. Bruma sobre el lago
37. Lo que hay al final de la escalera
38. Más allá del túnel
39. La fuente del poder arcano
40. Noticias ominosas de la tierra de los muertos
41. Todos los miedos (parte 1)
42. Todos los miedos (parte 2)
43. La llave del viento (FINAL)
Epílogo: la inauguración del nuevo jardín
¡Segundo especial de solo MEMES!
EXTRA #1: Una especie de magia (Drustan y Arami)
Curiosidades de cómo escribí este libro (SUPER SPOILERS)
Fanarts de la historia
Más fanarts de la historia
EXTRA #3 (parte 1 de 3): El invierno es temporada de nigromantes
EXTRA #3 (parte 2 de 3): El invierno es temporada de nigromantes
EXTRA #3 (parte 3 de 3): El invierno es temporada de nigromantes
¡Tercer especial de fanarts!
EXTRA #4: ¿A qué huele la magia? (🐶 y 🐱, Casio/Dion, Arami/Drus, Nora/Erika)

EXTRA #2: Una promesa encantada (Angus, CaDion, DrustaMi)

5.3K 851 2K
By CarnavalDeMonstruos

Este es un extra independiente que se desarrolla después de la historia principal. Hay que haber terminado de leer el libro para entender :D 

Si te aparece como ya votado es porque usé este espacio antes, en todo caso lo podés des-votar y re-votar (???).

· · • • • ✤ • • • · ·

La primera vez que Dion soñó con Angus fue poco después de que Nora esparciera sus cenizas desde lo alto de un acantilado. Aquel claro día de verano, un repentino viento proveniente del lago frente al que estaban había llegado para revolver el pelo y los ánimos sombríos de los presentes, hasta desbaratar la seriedad del momento.

—¿Eres tú el que está provocando esto con tus emociones o qué? —le había preguntado Alhelí a Dion, mientras se aferraba con fuerza al borde de su oreja.

—¡No soy yo!

—¡Entonces esto es cosa del viejo!

Era verdad que sonaba a algo que él haría. De aquella tarde Dion recordaba la imagen de Drustan persiguiendo un sombrero que se había escapado de uno de los asistentes, las risas de Nora y Casio, la forma en que la corriente se había llevado las cenizas hacia lo más alto.

Unas semanas más tarde, a Dion no le sorprendió soñar que se encontraba de vuelta sobrevolando aquel acantilado; aunque en el sueño, el escenario era un poco distinto. Un extraño velo iridiscente lo cubría todo. El cielo, repleto de estrellas, brillaba con una mezcla de tonos perlados que hacía parecer que un arcoíris había explotado en el firmamento y dejado detrás un rastro de colores. Era difícil saber si el sol estaba a punto de salir o de ocultarse, porque aparentaba ser de noche y de día al mismo tiempo. Desde un bosque cercano llegaba el ulular de un búho; desde el lago, el croar de las ranas, desde más allá, el murmullo de una ciudad. El aire tenía el aroma dulzón a jazmín que Dion recordaba de la ceremonia de despedida de Angus, eso sí.

Al comenzar a descender sobre el acantilado, Dion notaba que el espacio donde antes se habían reunido para esparcir las cenizas estaba ahora vacío, excepto por la presencia de una persona que miraba hacia el horizonte, con su largo pelo suelto ondeando al viento.

Conteniendo el aliento, Dion se posaba sobre el suelo, unos metros detrás.

—¿Angus...? —preguntaba, titubeante.

Sin darse la vuelta, la persona movía la cabeza para dejar su perfil al descubierto, recortado contra el extraño cielo, y miraba a Dion por encima del hombro con ojos adormilados. No cabía duda de que se trataba de él, y mucho menos al verlo esbozar una sonrisa tenue, con un dejo pícaro.

—Al final no fue en vano —decía Angus.

—¡Claro que no! —respondía Dion—. Casio está trabajando con Doslunas para reorganizar el reino y la academia de magos. Nora va a dar clases, ¿sabías? Y Solonia tiene un nuevo rey que busca lo mismo que nosotros. Tomará tiempo, pero creo que vamos por el buen camino.

Conteniendo un bostezo, Angus se volvía hacia él del todo. Llevaba puesta la misma túnica sencilla de la última vez que Dion lo había visto, y su rostro se veía fresco, relajado.

—Todo muy interesante —decía—, aunque esa no es la razón por la que quería hablar contigo.

—¿Entonces qué...?

—Pronto necesitaré que me devuelvas el libro de cuentos de hadas que te llevaste. Muy pronto.

Con esas palabras haciendo eco en sus oídos, Dion despertó en la gran cama circular de la nueva residencia del bosque, donde Casio dormía a su lado. Por encima del aroma a hierbas habitual, un olor ajeno prevalecía: el de los jazmines del sueño, que permaneció con Dion un buen rato.

¿A qué se refería Angus con devolver el libro? ¿Devolverlo a dónde?

La mirada de Dion recorrió el espacio, que comenzaba a iluminarse con las primeras luces del día. El lugar, restaurado para adaptarse a Casio y a él, era una mezcla del mundo feérico con el de los humanos: flores y hierbas que nacían de las uniones de las piedras de las paredes; esferas luminosas de las hadas que flotaban en el aire; pequeños adornos y muebles tallados, traídos del castillo. La atención de Dion fue hacia una estantería con algunos tomos, que se asomaba entre unas enredaderas. Aunque la mayoría de ellos pertenecían a Casio, allí estaba también el libro de cuentos que Dion había tomado prestado de la casa de Angus.

—¿Qué crees que signifique el sueño? —le preguntó Dion a Casio más tarde. En su regazo tenía el libro de Angus, abierto en una página ilustrada que mostraba un colorido jardín repleto de pequeñas hadas, no tan distinto del patio donde acababan de desayunar.

—¿Quizá podrías preguntarle a Nora? No sé mucho de asuntos de magos...

—¿Seguro que no? —Con los ojos entrecerrados, Dion tomó la mano de Casio. Cuando sus dedos se entrelazaron, esta vibró al ritmo de una corriente repentina de magia que se abrió paso a través de la piel de Dion hacia su interior y lo hizo estremecer.

La sorpresa debió ser visible en su rostro, porque los ojos de Casio se agrandaron con alarma.

—¿Estás bien?

A veces, la magia de Casio se salía un poco de control. Según Neleb, esto era normal en los niños humanos que nacían con ella y debían aprender a usarla. A pesar de que Casio fuese un adulto, el despertar de su magia era reciente todavía: alguna vez había hecho volar objetos o había encendido un pequeño fuego sin querer.

A Dion no le molestaban los pequeños accidentes, sin embargo. Se recostó en el pasto y puso una mano sobre la nuca de Casio, para invitarlo a acercarse.

—Sí —dijo, cuando sus labios estaban a punto de rozarse—. Me gustó cómo se sintió.

El beso que le siguió estuvo cargado del mismo tipo de electricidad, ahora intencional, para el que Casio había venido desarrollando un talento único. No se sentía solo en su boca, sino que hacía eco en todo su cuerpo. Dion, por su parte, invocó un viento que alejó a las criaturas que los observaban.

Todo Casio se sentía eléctrico. Tocar su piel, calurosa y palpitante, provocó una reacción en cadena sobre la de Dion. No se resistió a las sensaciones, sino que se entregó por completo al hormigueo placentero que acompañaba cada roce. Su magia respondió preparándose para la unión de ambos, que iba más allá de sus cuerpos. Cuando estaban juntos, las fronteras que los dividían desaparecían, y los dos pasaban a ser parte de la tierra, del bosque, del aire que los rodeaba.

Tenía sentido que el libro de Angus hubiera quedado momentáneamente de lado, pero al volver a la realidad, Dion decidió tomar acciones al respecto, y esa misma tarde se dirigió a la ciudad para consultar con Nora.

Para entonces, el castillo de Casio —del que él conservaba solo un área de trabajo y su antigua habitación— estaba siendo preparado para convertirse en un centro de formación de magos. Luego de atravesar los jardines, agitados por el ir y venir de la gente que trabajaba en su renovación, Dion encontró el camino hacia el interior del edificio, mucho más silencioso y fresco. Mientras recorría el pasillo que llevaba al estudio de Nora, Dion escuchó una voz entusiasta que salía de detrás de una puerta entreabierta, y otra susurrante que le pedía que tuviera más cuidado al hablar.

—¿Por qué estás tan colorado? —preguntó la voz animada, a la que Dion reconoció como la de Drustan—. ¿Qué dice?

Quien respondió fue Arami, tartamudeando:

—No-no creo que debería estar leyendo esto...

—¡Pero Nora te dio permiso! ¿No era que querías aprender y todo eso? Es solo un libro de hechizos.

—Sí, es que ahora entiendo por qué me dijo que tenía algunas secciones un tanto especiales...

Sin querer interrumpir, Dion se asomó apenas para ver hacia adentro por la rendija de la puerta. Rojo hasta las orejas, Arami estaba inclinado sobre una mesa donde descansaba el libro de hechizos de Angus. Drustan también se encontraba allí, con el mentón apoyado en el hombro del joven mago.

—A ver... —dijo Drustan, y comenzó a leer de la página en la que Arami tenía los ojos fijos—: «En conclusión, el perfeccionamiento del hechizo de barrera protectora ha demostrado ser un gran éxito. Sigo explorando opciones para un hechizo lubricante, pero de momento el uso de un ungüento sigue siendo mejor. En lo personal, mi favorito es el que es en base a menta, ya que la sensación de hormigueo fresco que provoca me resulta interesante. Sin embargo, el príncipe Koren ha dicho que le da un poco de impresión, así que es algo que deberé advertir a posibles compradores. Siguiente prueba: hilos mágicos movedizos, a conversar con el príncipe». —Drustan miró a Arami, sonriendo de lado—. Ah, estudiar así es menos aburrido de lo que pensaba... ¿Crees que podamos probar alguna de estas cosas...?

Luego, rodeó a Arami con una mano y lo acercó contra sí. Con el beso que llegó después, Arami pareció aflojarse en los brazos de Drustan, hasta que miró de reojo hacia la puerta y se alejó de repente de la boca de su compañero.

—Hay alguien afuera —murmuró.

Resoplando, Drustan levantó la vista y dijo:

—¿Quién está ahí?

Descubierto por fin, Dion asomó la cabeza hacia el interior con una sonrisa.

—Perdón, no quería interrumpir —se disculpó—. Buscaba a Nora, tengo que preguntarle algo sobre su maestro.

Arami cerró el libro de inmediato y asintió. Drustan sonrió.

—¡Su maestro era muy interesante! —exclamó Drustan—. Nora dijo que volvería pronto. Deberíamos pedirle que nos preste el libro para llevarlo a casa, ¿no te parece? —agregó, dirigiéndose a Arami.

—¡Drus! —respondió Arami, en tono de reproche.

Tal como había dicho Drustan, Nora no tardó en aparecer, cargando una canasta donde traía quesos, mermeladas y panes que colocó sobre la mesa, junto al libro de hechizos. Escondida entre los frascos estaba Alhelí, que examinó a Drustan y Arami con los ojos entrecerrados mientras Nora buscaba en las estanterías infinitas de la habitación hierbas adecuadas para preparar un té.

Esa tarde, mientras merendaban, Dion les contó de su sueño con Angus y discutió con ellos posibles significados. Drustan expresó alivio de que el libro reclamado fuera el de cuentos de hadas y no el de hechizos, y sugirió llevarlo al lugar donde habían esparcido sus cenizas para quemarlo, pero Arami se escandalizó con esa posibilidad. Alhelí le propuso a Dion volver a la casa del bosque, aunque ahora estuviese vacía.

Nora, sin embargo, no estaba de acuerdo con ninguno:

—Te pidió que esperaras —dijo, finalmente—. Quizás recibas instrucciones en un sueño futuro.

—¿Crees que haya sido realmente él? —preguntó Dion—. ¿Que una parte de él quedó atrás? ¿Es mi culpa por haber tomado su libro sin permiso...? —agregó, su voz temblando un poco—. ¿Y si por eso le quedó un asunto sin resolver y no puede descansar?

Sonriendo con melancolía, Nora miró la taza que sostenía entre sus manos.

—No te culpes, él siempre tuvo su propia manera de hacer las cosas. Yo también he soñado con él alguna vez, pero creo que solo porque lo extraño. A veces los sueños son así de simples: deseos, reflexiones, miedos.

Con aquello en mente, Dion volvió al bosque, considerando la posibilidad de que el sueño con Angus no hubiese sido más que una manifestación de la culpa que sentía.

Los días pasaron sin que volviera a soñar con él, y luego las semanas y los meses. Así, el verano se convirtió en otoño, y el cabello de Dion pasó del tono verde que tenía en las estaciones calurosas a uno castaño, similar al de las hojas secas, para sorpresa de Casio.

No fue sino hasta la llegada del invierno, cuando el pelo de Dion se había vuelto blanco, que volvió a soñar con Angus.

En ese sueño, un aroma a jazmín guiaba a Dion a través del bosque hasta la antigua cabaña de Angus, que se veía tal como la última vez, con sus decenas de velas que brillaban en los huecos de las paredes de piedra, frascos de ingredientes de todos los colores y texturas en las estanterías, libros esparcidos por todas partes. En la estufa ardía un fuego que entibiaba el ambiente con un calor que se sentía como el abrazo de un ser querido, y frente a él, desperezándose, estaba Angus.

—Es hora de que te vayas preparando para devolver el libro —decía Angus.

—¿Devolverlo a dónde? —preguntaba Dion, sin terminar de entender—. ¿Quieres que lo traiga aquí?

Angus reía, su voz llenando el espacio de un sonido descontracturado.

—¡Claro que no! No hay nadie aquí, sería un desperdicio.

—¿Cómo sabré a dónde, entonces...?

—¿Cómo supiste cómo llegar aquí?

Luego de aquella pregunta, Dion había despertado tan confundido como antes o incluso más. Casio opinó que no debía preocuparse, que quizá tendría un tercer sueño que aclararía los dos anteriores, cuando llegase el momento. Aunque el asunto siguiera tintineando en el fondo de su mente, aquellas palabras sirvieron para que Dion pudiese relajarse de nuevo.

La primavera trajo una explosión de flores y le devolvió el verde a los árboles del bosque y al pelo de Dion. Para entonces, las renovaciones del castillo y la ciudad que lo rodeaba estaban avanzadas, y los cambios comenzaban a notarse. Gracias a ellos, cada vez era más común encontrar seres feéricos compartiendo espacios con los humanos, y el reino iba poco a poco tomando un aspecto de jardín gigante similar al de Doslunas.

Una mañana, cuando faltaban solo unas semanas para que llegara el verano y se cumpliera el año desde que habían esparcido las cenizas de Angus, Dion tuvo el último de los sueños. En él, se encontraba en un túnel oscuro y cálido, al final del cual se dibujaba la silueta del mago contra una luz cegadora.

—Es hoy —decía Angus.

Eso fue todo.

Dion despertó del sueño con el ya familiar olor a jazmín, pero la diferencia con las veces anteriores fue que, en esta ocasión, el aroma permaneció con él en vez de desvanecerse a los pocos minutos. Venía de una dirección en particular, un lugar más allá del bosque. Encaramado en la copa del árbol más alto, en medio de un mar de verdes que brillaban con el resplandor de las criaturas del mundo de las hadas, Dion le preguntó a las corrientes de aire por el origen del olor. Estas le hablaron de un terreno justo en las afueras de la capital del reino, donde se plantaban hierbas que los magos solían usar para sus pociones.

Convencido de que allí estaba la respuesta, Dion tomó el libro de cuentos de hadas y voló hacia la capital para avisarle a Nora, quien dejó de lado unas notas en las que trabajaba y se ofreció a acompañarlo a caballo en su pequeña aventura. Una vez que salieron de la ciudad, el escepticismo inicial en el rostro de Nora se fue transformando en confusión mientras se acercaban al lugar indicado, que resultó ser un espacio verde repleto de arbustos, flores, y plantas de todos los tamaños y colores. Allí, un cuidado camino de piedra conducía a una casita con paredes cubiertas de enredaderas.

—¿Tiene este lugar algo que ver con Angus? —preguntó Dion, mientras se bajaban del caballo y lo aseguraban a un poste que se levantaba cerca de la entrada.

—No que yo sepa —respondió Nora, frunciendo el ceño—. Este lugar es conocido como el jardín de Jazmín, ella vende ingredientes para pociones mágicas y ungüentos.

—Se ve como un lugar que le gustaría a Angus —señaló Dion, deteniéndose a admirar la variedad que crecía.

A su encuentro salieron unas cuantas criaturas feéricas, algunas de las cuales eran hadas de las flores similares a Alhelí, de piel verde y pelo multicolor, mientras que otras eran elementales más cercanos en apariencia a ranas, o a las mismas piedras.

—¡El jardín de Jazmín está cerrado por hoy! —exclamaron.

—¿Cómo que cerrado? —preguntó Dion, apretando el libro contra su pecho—. ¿Por qué?

—¡Jazmín no puede atender, tiene que ocuparse del nuevo!

—¿El nuevo qué?

—¡Ah! —intervino Nora—. Quizás se refieran a que tiene que descansar, porque Jazmín está...

La puerta de la casa se abrió antes de que Nora pudiese terminar, y la atención de Dion fue hacia allí de inmediato. Una parte de sí esperaba ver a Angus y se decepcionó cuando quien se asomó por el umbral no fue él, sino un hombre joven de muy baja estatura y unos enormes ojos intrigados que fueron de Nora a Dion.

—¿Nora? —dijo el hombre. Y luego, casi sin aliento, agregó—: ¿Y... el príncipe?

—Disculpa la intromisión, Tabar, una circunstancia curiosa nos trae aquí, pero si es mal momento...

Tabar miró hacia el interior de la casa, luego a ellos y de vuelta al interior.

—¡No es un mal momento, ella dijo que un sueño le había avisado que hoy llegaría una visita especial!

Con esas palabras, Tabar se apartó de la puerta e hizo un gesto para invitarlos.

El interior de la casa tenía un aire similar a la de Angus y al estudio de Nora: paredes adornadas con amuletos, estanterías con frascos, piedras preciosas colocadas alrededor de velas sobre los muebles. Las plantas también tenían su lugar. Colgaban del techo o crecían en macetas a nivel del suelo, pero a pesar de la abundancia de olores, Dion seguía oliendo el rastro del jazmín, que provenía de una habitación al fondo de la residencia.

Hacia esa habitación se dirigió Tabar. Nora y Dion lo siguieron por un corredor, y a medida que lo recorrían, algo llamó la atención de este último: en el aire flotaban pétalos, no movidos por el viento sino levantados por una fuerza mágica. Más adelante se encontró con otras cosas que volaban, entre ellas una media, semillas y algún frasco que Dion hizo a un lado para poder avanzar.

—Disculpen el desorden —dijo Tabar, atrapando un zapato que se cruzó en su camino. A continuación, se detuvo frente a una puerta abierta y anunció la llegada de ambos.

—¡Adelante! —respondió una voz aguda proveniente del interior del cuarto.

Cuando Dion entró vio a una mujer pelirroja de rostro regordete y sonrisa radiante, acostada en una enorme cama que tenía suficiente espacio para tres personas. A su lado, un individuo alto contemplaba con adoración a un pequeño humano que estaba recostado sobre el pecho de ella y que miraba a su alrededor con curiosidad. Tabar se dirigió hacia la cama y se acomodó del lado opuesto del colchón, con la misma expresión de devoción. En aquella habitación todo parecía flotar un poco, con excepción de la cama y un par de robustas mesitas.

—¡Bienvenidos! —saludó Jazmín—. ¡Es un honor recibirlos en mi casa!

—¡Perdón por venir sin avisar! —exclamó Nora—. No sabía que el bebé ya había nacido.

—¡Sí! ¡Llegó hoy, y con mucha magia, mira todo este caos! Creo que lo sacó de sus papás —señaló Jazmín, y le dio un beso a cada uno de sus dos acompañantes.

—¿Por qué flota todo? —preguntó Dion, acercándose a la cama de Jazmín para ver mejor al recién nacido. Las hadas nacían ya hablando y caminando, por lo que le resultaba curioso lo frágiles que eran los humanos al nacer.

—Hay personas que muestran una propensión a la magia desde el nacimiento —explicó Nora—. Pero al no saber controlarla, pasan este tipo de cosas a veces —agregó, agarrando un plato que volaba frente a ella—. Aunque nunca había visto un caso donde se manifestara con tanta fuerza.

La mirada adormilada del bebé fue hacia Dion, quien entendió al cruzarse con ella lo que estaba pasando, por fin. Aquel no era un niño cualquiera. Por un segundo vio un dejo de reconocimiento en sus ojos, que luego pasaron a fijarse en el libro que Dion tenía en sus manos.

—Ya veo —dijo Dion, dirigiéndose al bebé—. Supongo que tiene sentido que quieras este libro.

El recién nacido bostezó.

—Espera —intervino Nora, con voz temblorosa—. ¿Crees que este bebé sea...?

—No lo creo, lo sé —respondió Dion.

Jazmín y sus dos acompañantes lo miraron con extrañeza cuando dejó el libro en una mesa junto a la cama y explicó que se trataba de un regalo para celebrar el nacimiento. 

«Cuida del libro, quizás un día vuelva a reclamarlo», había dicho Angus en su momento. Frente a aquel diminuto ser que hacía flotar los objetos a su alrededor con su caótica energía mágica, aquellas palabras por fin cobraban sentido. Sonriendo, Dion se resignó a que tendría que conseguirse su propia copia. El libro había vuelto por fin a manos de su verdadero dueño.

Fin del extra 2.

¡Holaaaa!

Aquí está el extra prometido, que hasta tiene un vistazo al libro de hechizos de Angus xD ¿Qué hechizos te imaginas que habrá allí?

Esta es una idea que tenía desde hace mucho tiempo, y por eso fue que Angus le dijo a Dion que cuidara del libro en su momento. Consideré dividirlo en dos, pero al final va todo junto.

También quería tratar el tema de cómo se manifiesta el despertar de la magia en los humanos, me hacía gracia que fuera con un poco de caos. ¿Será que Baby Angus recuerda su pasado? 

Siendo que es muy mágico creo que es probable  que recuerde retazos, pero de a poco, todo a su tiempo. No sería sano que recordara las cosas XXX antes de tiempo xD Seguro que en esta vida también se encontrará con su príncipe para experimentar con magia sexy cuando tenga suficiente edad. Por ahora, otra gente (*cof*Drustan y Arami *cof*) lo hará.

¿Y cuál es el papá del nuevo Angus, el alto o el bajo? Quizás nunca se sepa, pero a ellos no les importa xD

Mi idea es que haya más extras en un futuro, sigo teniendo ideas para hacerlos :) ¿Hay algún tema que te interese en especial?

¡GRACIAS a la hermosa gente que ha apoyado esta y mis otras historias!

Continue Reading

You'll Also Like

32.8K 9K 118
⚠️Solo a partir del capítulo 401, primera y segunda parte en mi perfil.⚠️ En un giro del destino, Jun Hao, un despiadado matón callejero conocido por...
58.7K 6.1K 41
Mirame aunque tú ya no me quieras mirar... "El amor cuando es verdadero duele como un tiro a quemarropa" Los errores pueden arruinar la vida y alejar...
23.5K 1.4K 74
Hiroshi y Katashi son amigos desde pequeños, aunque eso Hiroshi no lo sabe por un accidente que tuvo de pequeño. Al conocer a katashi nuevamente, hir...
59.2K 10K 64
Sinopsis: Garreth es un chico solitario que no siente importarle a nadie. Su apariencia agresiva y su retraída forma de ser le causan problemas, al...