Terminó la primera hora de clases y me largue de ahí lo más rápido que pude, seguía pensando en la odiosa forma de comportarse de aquel chico. Por suerte ubiqué a Zoe.
—Hola sobrada —bromeé, me miró con sus ojos cafés y me di cuenta de que estaba llorando
—Zoe... ¿que pasó? —no recibí respuesta —no me digas que estás así por Tom
Ella asintió, la abracé tratando de consolarla. Fuimos al baño para que pudiera lavarse.
—Sabes, ya deberías dejar a Tom solo ésta jugando contigo te está utilizando tu no eres un juguete, ¡entiendelo! —vi sus ojos llorosos nuevamente pero tenía que ser dura con ella sino nunca reaccionaría
—Pero yo... yo lo sigo amando... yo no lo odio por todo lo que me hace. Sé... sé que debería, pero no logro hacerlo —dijo rompiendo en llanto
Estuve consolándola hasta que se calmará.
Minutos después sonó el timbre, pero no iba a dejar sola a Zoe. Ella era como mi hermana así que en este momento debía estar con ella y no dejar que se sienta sola. Estuvimos así casi media hora.
—Deberíamos irnos ya —dijo
Se veía ya más calmada.
—Claro —respondí asintiendo con una sonrisa alentadora
—Gracias Diann, no se que haría sin ti —me abrazó, le devolví el abrazo
—Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea
Me fui hacia mi salón, abrí la puerta deseando que la maestra no esté.
—Señorita Reed espero que tenga una buena excusa para justificar su tardanza —sabía que la maestra me suspendería si no le daba una excusa que la convenciera realmente
—Eh... yo me... me quedé en la sala de computadoras leyendo su maravilloso artículo que escribió para un periódico, es que es tan genial que una vez que lo lees te paralizas y quieres leer más y más del artículo - noté una gran sonrisa en la cara de la maestra
Mis dones para la mentira nadie me los supera. Sonreí triunfante.
—Esta bien te lo pasaré por hoy, pero que quede claro que es la última vez que llegas tarde
Asentí y me fui a mi asiento.
Aquel chico estaba mirándome de manera burlona, pero no lo culpo, seguro todo el salón cree que soy una sobona, me senté y abrí mi cuaderno para hacer garabatos.
—Steven —dijo sin mirarme
—¿Perdón? —no entendí lo que dijo
El suspiró.
—Me llamo Steven —ahora si me miró
Observé sus hermosos ojos negros, eran tan oscuros que fácilmente podía perderme ahí por horas.
—¿Y tu tienes nombre? —tenía expresión burlona
Decidí pagarle con la misma moneda.
—Si —lo miré —todo el mundo tiene uno
Mostró una pequeña sonrisa.
—De acuerdo —dijo tranquilamente
Se recostó en el pupitre, yo me puse a terminar con unos deberes.
Creo que nuestra relación "compañero-compañera" ya estaba tomando un buen camino. Espero que sea así, por el bien del semestre.
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