Oscura tentación

By Storiesscris

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El club Moleko es el más prestigioso del país, un lugar donde todas las fantasías que la mente humana sea cap... More

Antes de leer
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40 (FINAL)
Epílogo
Extra 1
Extra 2
Extra 3

Capítulo 9

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By Storiesscris

Tras bajar de su nube de éxtasis, ella lo miró totalmente anonadada, sin saber muy bien que decir. Tenía muy claro que este no era su mundo pero había algo de todo esto que la atraía demasiado y la hacía desear más. O quizá no fuera el mundo sino las sensaciones que él le estaba haciendo sentir.

—Quiero verte al final de tu jornada —le hizo saber Christopher, tras besar la mejilla de la rubia se levantó.

—¿Eso que significa?

—Significa que antes de que te vayas te vas a acercar a nuestra mesa, tenemos mucho por delante, Cyara.

Acomoda su saco y sale de la habitación. Cyara se queda durante unos minutos para asimilar todo, su mente es incapaz de pensar en momentos así. El resto de la noche se la pasa sin pensar en ello, al menos intentándolo.

—Cyara, lleva esto a la mesa de los dominantes que acaban de entrar, por favor —pidió Fiammenta entregándole la bandeja con un par de vasos en ella.

Esta caminó a paso firme hasta la mesa y sirvió sus bebidas con total formalidad, sin mirarlos de más ni nada por el estilo, limitándose a hacer su trabajo.

—Espérate un momento, perra —dijo uno de los dominantes allí presentes a la vez que tomaba del brazo de Cyara y la hacía acercarse a él.

—Señor... —aclara su garganta mientras forcejea para liberar su brazo de su agarre.

—No te hagas ahora la dura, ponte de rodillas —ordenó con la voz ronca, su compañero solo miraba la escena sin comentar nada.

—No, suélteme...

La mano del dominante se estrella en el rostro de Cyara, su cara se mueve al ritmo del golpe y mira al hombre como si estuviera loco. ¿Acababa de abofetearla solo por no seguir una orden que no quería seguir?

—¿Qué cojones te pasa? —reclamó, llevando su mano a su labio y notando como sus dedos se manchaban de sangre. Ningún hombre la había golpeado antes y mucho menos por un tema semejante.

—A un dominante no se le habla así, niña —tomó su rostro con brusquedad y la miró desafiante.

—¡Me importa una mierda! —chilló a punto de romperse a llorar.

A su alrededor comenzaron a darse cuenta la situación y empezaron a acercarse a ellos, entre ellos los dueños del club y también alguna camarera que no había pasado eso por alto.

–Tienes dos minutos para abandonar el club —dijo la voz de Joel en dirección al hombre que la sostenía.

—Oh, vamos... —lo miró con sorpresa —. No puedes estar hablando en serio.

—Las agresiones físicas de este tipo no están permitidas en el club —respondió con seriedad—. Un minuto y medio o llamo a seguridad.

—¡Solo estaba enseñándole disciplina a esta niña! —gritó, acto seguido se retiró del lugar con su compañero caminando detrás de él.

El ambiente del club vuelve a la normalidad minutos después de que el dominante abandone el sector. Joel inspecciona a Cyara y se maldice al ver su labio roto y con sangre brotando de el.

—Vamos a curar eso, hermosa —susurró, tomó su mano para guiarla a una de las habitaciones de esa sección. Joel fue rápido en tomar algodón y alcohol para desinfectar la herida—. Esto arderá...

—Lo sé —suspiró la joven, sus ojos se cerraron con fuerza cuando el algodón mojado en alcohol presionó la herida de su labio. Los movimientos de él eran rápidos y delicados, en menos tiempo del esperado terminó su labor.

—¿Dolió mucho?

—Sólo un poco...

La mano del dominante acunó su rostro antes de tomar su labio inferior con los suyos, succionó suavemente de este sin importarle el fuerte olor a alcohol en sus fosas nasales ni el sabor agridulce en su boca. Cyara jadeó de la impresión pero siguió su beso como si nada, moviendo sus labios de forma lenta y acompasada formando un beso dulce.

—¿Sigue doliendo? —cuestionó con voz divertida sobre los labios de su acompañante.

—Creo que ya no... —admitió, por unos instantes el dolor había desaparecido para dar lugar al deseo.

—Tu turno ha terminado, Cyara. —Acomodó un mechón de su cabello detrás de su oreja—. Puedes volver a casa.

—Eh... Christopher dijo que quería hablar conmigo...

—No voy a interferir en eso, puedes ir a hablar con él. —Sonrió de lado mientras la miraba fijamente.

—Si, bueno... Yo creo que lo mejor será ir con él y después irme — aseguró aclarando su garganta y levantándose de la cama.

—Con cuidado —advirtió.

Cyara salió de la habitación y caminó por la sección del club en busca de la mesa de los dueños, al encontrarla tomó esa dirección.

—¿Cómo te encuentras, Cyara? —preguntó Erick al verla llegar.

—Ahm... Bueno, estoy bien, gracias.

—Te debemos una disculpa por el trato del dominante —dijo Zabdiel, su mirada era fría y penetrante.

—Exacto, nadie aquí debe de tomar el BDSM como una forma de maltrato —afirmó Richard.

—Está todo bien, en serio... —aseguró, la conversación se estaba volviendo incómoda para ella y prefería no llegar a esos extremos.

—Tenemos una conversación pendiente •murmuró Christopher al darse cuenta de su situación, levantándose de su sitio le ofreció una mano a la rubia—. Por favor, encargaros de ella.

Señaló con la mirada a la sumisa que se encontraba de rodillas a un lado de la mesa, llevaba un collar rojo en su cuello indicando que era de su propiedad.

—Ven conmigo, nena —dijo en dirección a Cyara cuando echó a caminar hacia una mesa un poco alejada de todos.

—¿Qué se supone que es todo esto...?

—El BDSM no es algo malo, tú por el momento pareces experimentar la peor parte ya que no dejas de recibir castigos. —Se acomodó en el sofá de cuero y sentó a la joven en sus piernas—. No me tengas miedo, Cyara, no tendrás más castigos hoy.

—Eso no quiere decir que no los tenga otro día... No quiero tentar mi suerte.

—Si tan solo fueras algo más obediente... —sus manos acariciaron la desnuda piel de sus piernas.

Ella tragó saliva con dificultad, todo su cuerpo desprendía excitación, el calor en su entrepierna aumentaba a medida que él ascendía sus manos. Sintió cómo se humedecía en exceso, sabía que el hombre frente a ella lo había notado pues esta carecía de bragas y era fácil darse cuenta.

—Te has metido en el infierno —susurró con voz ronca, fijando su intensa mirada en ella.

—Me gusta jugar con los demonios —le hizo saber, con la voz ahogada de placer. Los dedos de él hicieron contacto con su mojada vulva y repartieron caricias en ella.

—Lo que te gusta es jugar con fuego aún sabiendo que te vas a quemar. —Con su mano libre sube la tela del vestido hasta dejar sus nalgas al aire libre, da un par de azotes en ellas antes de concentrarse nuevamente en su goteante entrada.

—Por favor... —suplicó, sus ojos ya se encontraban oscuros de la lujuria.

—¿Confías en mi?—preguntó con sus dedos jugando en la entrada de ella, quería llevarla al límite y lo estaba consiguiendo.

—No —respondió firme, sin siquiera dudarlo, a pesar de que su cuerpo se encontraba en una batalla con su mente. Christopher soltó una risa al escucharla tan decidida con su respuesta.

—Haces bien —susurró antes de hundir sus dedos en ella, los movió en un lento vaivén torturándola y haciendo que suplicara por más. Dobló ligeramente sus dedos dentro de ella y los movió a un ritmo más estable golpeando su punto g una y otra vez. La joven apretó sus manos en la camisa de él, arrugándola y sin importar lo que tuviera que reclamarle más tarde—. Tu cuello es hermoso, le quedaría de puta madre un collar color rojo a su alrededor.

Sus labios hicieron contacto con su cuello y besó las marcas que él mismo había dejado anteriormente. Las piernas de Cyara temblaron como si fueran gelatina, sus ojos se presionaron con fuerza y su respiración se entrecortó. Acababa de llegar a su orgasmo y se estaba corriendo en los dedos de Christopher, quien la observaba totalmente satisfecho desde su posición.

—Bienvenida a mi infierno —susurró, sacando sus dedos de ella y adentrándolos en su boca, dándose el gusto de saborear sus dulces fluidos—. Aquí se arde de placer, entre otras cosas.

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