Oscura tentación

By Storiesscris

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El club Moleko es el más prestigioso del país, un lugar donde todas las fantasías que la mente humana sea cap... More

Antes de leer
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40 (FINAL)
Epílogo
Extra 1
Extra 2
Extra 3

Capítulo 8

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By Storiesscris


Cyara se quedó totalmente sin habla, no sabía que responderle al dominante que tenía frente a ella. No era algo que le propusieran todos los días y no tenía ni la menor idea de qué respuesta debía de darle.

—No te voy a exigir una respuesta para esta misma noche —concluyó, tomando en su mano el vaso que Fiammenta dejó en la barra para él —. Pero al menos dime que te lo pensarás y que hablarás con alguno de nosotros en cuanto tengas una respuesta.

—Si, señor —respondió involuntariamente—. O sea, que si que les daré la respuesta en cuanto logre ordenar toda mi mente.

—Perfecto, Cyara.—Le guiñó un ojo mientras sonreía —. Ya hablaremos.

Ella no despegó la mirada de él hasta que este tomó asiento en la mesa de los Maestros, varias chicas se acercaron gateando, un collar estaba envuelto en sus cuello y tenían una correa que terminaba en las manos de alguno de los dueños del club.

Esto le llamó especial atención. No sabía cómo funcionaba eso de los collares pero ya había visto a muchas sumisas con estos alrededor del cuello. Fiammenta resolvió sus dudas explicándole que la collarización era la ocasión donde una sum recibe formalmente el collar de un dom, convirtiéndose oficialmente en propiedad de este.

Quiso reclamar, pero había prometido no cuestionar nada de lo que allí se hacía.

Sus ojos no dejaron de mirar en ningún momento a aquellas chicas, concretamente a la morena que refregaba su mejilla contra la rodilla del maestro de la quiebra sección en busca de un poco de atención por su parte.

—Deja de mirarlos, niña tonta —espetó una de las camareras pasando por su lado—. El contrato lo deja bien claro.

–Creo que también deja muy claro que no se debe de hablar mal —contraatacó.

—Tú no eres nadie para decirme que hacer, solo eres una sumisa más en ente sitio.

—Yo no soy sumisa —siseó, desviando su mirada a esta para mirarla mal.

La joven dejó la bandeja de nuevo en la barra y se acercó a Cyara de forma desafiante. No fue impedimento para ella ser unos centímetros más baja y la miró de la misma forma retadora que ella hacía.

—Eres una zorra —escupió en dirección a Cyara—. Ni siquiera sirves para esto, lo único que haces es recibir castigos.

—Mira bonita... —empieza a decir en tono sarcástico.

—¡Los dueños no te están dando la disciplina que mereces! — gritó—. Por eso haces lo que te da la puta gana aquí. Te diría que te buscases un dominante oficial y que no anduvieses de uno en otro como la puta que eres, pero pensándolo bien... ¿Que dominante te habría de querer de manera oficial?

—Lo que haga o deje de hacer no es asunto tuyo —habló, evitando arder de la rabia—. No pagues tus inseguridades conmigo.

Ella, enfurecida e indignada, alzó su mano para golpear la mejilla de Cyara pero esta no llegó a su rostro.

—Ten cuidado con lo que haces —dijo Joel agarrando su muñeca y haciéndola retroceder—. No es actitud de una buena sumisa.

—Se-Señor... Yo puedo explicarlo...—Tragó saliva con dificultad y bajó la mirada.

Pero antes de que pudiera volver a hablar ya estaba otro de los dueños del club allí, uno al que no podría replicarle aunque quisiera.

—Ocúpate de tu perra —pidió Christopher mirándolo—. Me encargaré de la niña.

Y con eso miró a Cyara,  su mano agarró su brazo midiendo su fuerza y tiró de ella hasta salir por la puerta trasera del club. Caminó en dirección a su casa y la hizo subir a una de las habitaciones.

—Cyara, si no aprendes por las buenas lo harás por las malas. —Tomó unas cadenas e hizo que juntara sus muñecas, envolvió estas a su alrededor  y tiró con fuerza haciendo que soltara un quejido.

—Yo no hice nada...

—Comportamiento agresivo, contestaciones, sostener la mirada a un maestro... ¿Quieres que siga enumerando? Porque es una lista bastante larga la de tus incumplimientos.

Subió su falda hasta su cintura y bajó sus bragas de un tirón para guardarlas después en el bolsillo de su pantalón.

—Vas a prescindir de ropa interior en el club — dijo con seriedad—. Abre las piernas.

Lo hizo, quedando totalmente expuesta hacia el dominante, dejando que la vergüenza volviese a apoderarse de su cuerpo.

Por su forma de tratarla incluso debería de estar asustada, pero no lo estaba. Sabía que si temblaba no sería por el pánico sino por algo más fuerte que él pudiese producirle.

Este caminó por la habitación y tomó un látigo en sus manos. Los primeros suaves azotes fueron en las piernas, subieron hasta sus nalgas donde golpeó con más fuerza pero sin sobrepasar el límite.

Cyara comenzó a sentirse extremadamente mojada, el siguiente azote fue directo a su sexo haciéndola gemir. Él sonrió al encontrar ese punto de ella, dio varios latigazos más en esa zona, ella no dejó de gemir en ningún momento, sintiéndose totalmente excitada por sus acciones.

Sus labios hicieron contacto con la piel de su cuello, dejó caer el látigo y movió su mano derecha hacia su entrepierna, la chica se encontraba lo suficientemente lubricada. Sus dedos apenas y acariciaron su sexo, la estaba volviendo loca.

—¿Esto es lo que quieres? —preguntó, su dedo giró alrededor de su clítoris muy despacio, llevándola al límite—. ¿Quieres que te folle duro, Cyara? 

La joven asintió sin ser capaz de formular alguna oración.

—¡Responde!

—Si, señor.

Hundió dos de sus dedos en su interior con fuerza, estos la embistieron con dureza, resbalando por su húmedo sexo una y otra vez.

—¿Quieres correrte? —preguntó sobre la piel de su oído —. Porque no seré yo quien te deje hacerlo...

Cuando la joven estaba por alcanzar su orgasmo, él retiró sus dedos y la observó con una maliciosamente sonrisa dibujada en los labios mientras la escuchaba replicar por lo que había hecho.

—Un castigo es un castigo, nena. —Le guiñó un ojo, desató sus muñecas y dejó caer las cadenas al suelo—. Tócate.

—¿Qué?

—No cuestiones mis órdenes, hazlo.

La hizo arrodillarse en la cama, se acomodó a su lado y la aferró a su cuerpo. Brindándole ese calor que le proporcionaba.

—Vamos, Cyara... Tócate y déjate ir.

Los dedos de la chica se abrieron camino en su vulva, acariciando sus pliegues y pasando la yema de sus dedos por su clítoris. Hundió sus dedos en su entrada y jadeó cuando empezó a penetrarse a sí misma con sus dedos.

—Eso es, bebé... Fóllate con tus dedos —susurró él, sus labios se posaron en su cuello y la ayudaron a llegar a su orgasmo con tan sólo estimular esa zona—. Ahora déjate ir...

Sus rodillas comenzaron a cerrarse a medida que movía más y más rápido alrededor de su clítoris y sus dos dedos follaban con más y más fuerza en su interior, sus ojos comenzaron a revolotear, su respiración era poco profunda. Se corrió en un sonoro gemido, que retumbó en los oídos de su acompañante durante un tiempo, verla desvanecer en sus brazos fue suficiente para traerlo de vuelta a la realidad. Besó su frente con suavidad, la acostó en la cama y se dispuso a colocar su falda de la forma correcta.

—Cyara, te voy a decir una cosa y quiero que lo tomes en serio —susurró mientras acariciaba el cabello de la chica que trataba de recuperarse de un intenso orgasmo—. Vas a terminar mal si lo único que haces es incumplir normas, sé que eres una niña y estás en edad de eso... Pero por favor, no te tomes esto como un juego.

—Las normas son todas tan... Absurdas.

—Absurdas o no, están para cumplirlas —dijo con seriedad.

Se miraron por unos segundos, Christopher apretó su mandíbula ante el solo pensamiento que tenía acerca de la muchacha. Ella presionaba todos los botones incorrectos en su mente. Ella era su tan ansiada oscura tentación, esa que deseaba de todas las formas posibles pero sabía que no debía de tener.

Su lenguaje era el control.

Ella no era por naturaleza una mujer sumisa o dócil. Así que darle el control, someterse a él, sólo sería ella respondiendo en su lenguaje, más no al suyo propio.

✨✨✨

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