Oscura tentación

By Storiesscris

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El club Moleko es el más prestigioso del país, un lugar donde todas las fantasías que la mente humana sea cap... More

Antes de leer
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40 (FINAL)
Epílogo
Extra 1
Extra 2
Extra 3

Capítulo 7

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By Storiesscris

El resto de la noche pasó con una increíble tranquilidad, a pesar del ambiente en donde se encontraba. Así fueron pasando los días, ya casi hacía una semana que Cyara había empezado a trabajar en el club Moleko. Su felicidad era inmensa porque la habían trasladado a otro sector, allí no se cruzaría con ninguno de los maestros y eso la tranquilizaba. Servir bebidas sin tener que ver ninguna escena de humillación era mejor que cualquier otra cosa.

—¿Se puede saber por qué ahora trabajas aquí? —cuestionó el maestro del segundo sector al verla limpiando la barra con un trapo húmedo —. Nadie dio órdenes para que vinieras a esta sección, tu lugar es arriba con todos nosotros.

—Una de las chicas que trabaja allí me mandó venir para aquí —respondió frunciendo levemente el ceño, ella pensaba que los propios dueños del club le habían asignado ese nuevo puesto.

—¿Y tú le hiciste caso? —apoyó sus codos en la barra y la miró atentamente.

—Por supuesto, todas llevan más tiempo trabajando aquí que yo...

—Eso no les da derecho a nada —suelta una risita mientras menea la cabeza en señal de negación—. Acompáñame, Cyara.

Caminó hacia el ascensor y esperó a que ella hiciera lo mismo, una vez dentro de la caja metálica ascendieron al sector que ya conocían perfectamente ambos.

—¿Quién de ellas fue?

Cyara señaló con la mirada a la joven que estaba sirviendo bebidas en la mesa donde se encontraban los cuatro restantes dueños del club.

—Pecfecto, ven conmigo. —Caminaron hacia la mesa, ganándose la mirada de todos los allí presentes.

—Cyara, un gusto volver a verte —saludó Joel con una sonrisa en su rostro—. Hacía días que no se te veía el pelo por aquí.

—Buenas noches —murmuró en su dirección, sin querer dar más explicación.

La mirada de Erick se posó en la chica que llevaba la bandeja plateada en sus manos.

—Marta, creo que te haces una idea de lo que pasará contigo, ¿verdad? —dijo con su voz calmada.

—Si, señor.

—No quiero que vuelvas a hacer algo similar a lo que hiciste. Recuerda que tú aquí no eres nadie para dar órdenes.

—Lo sé, señor —susurra—. Perdón.

—A ella es a quien le debes una disculpa.

—Lo lamento —murmuró en dirección a Cyara.

—No pasa nada —aseguró ella, intentando restarle importancia a lo que se estaba cociendo. Ahora la pobre chica pagaría las consecuencias, quizá debería de tener la boca cerrada y así nada de eso hubiera pasado. Se sentía culpable.

—Dale la bandeja, ella continuará tu jornada de trabajo —indicó el ojiverde dándole una rápida mirada—. Tú te mereces un castigo por lo sucedido.

Ella obedece de inmediato y deja la bandeja en manos de Cyara, pero ella no logra mantener el equilibrio de esta en sus manos y termina cayéndose sobre las piernas del chico más cercano; Richard. La tela de su pantalón se humede al entrar en contacto con varios de los tragos que iban encima de la bandeja.

—Lo siento —dijo, agachándose para recoger el desastre que había ocasionado. Sintió varias miradas en su trasero pero decidió no darle importancia porque sería peor.

—Cyara... —suspiró pesadamente.

—En serio, lo siento muchísimo...

—Si, eso ya lo dijiste. —Se pone de pie y la mira desafiante—. Ven conmigo.

—¿Qué? — le es inevitable preguntar.

—No preguntes, solo obedece.

El maestro de la quinta sección trató de disimular la sonrisa que tenía en los labios cuando estos dos desaparecieron de su campo de visión e ingresaron en una de las habitaciones, miró a sus compañeros de mesa y dejó escapar una risita.

—Está haciendo de esto algo divertido—Se sinceró—. Será todo un reto enseñarle disciplina a esa mujer.

—Jovencita —lo corrigió Zabdiel —. No te olvides que es una niña.

Por otra parte, Cyara sentía que en cualquier momento se ahogaría con su propia saliva. Los minutos, incluso segundos, dentro de aquella habitación se le hacían una tortura. ¿Qué le esperaba allí? La dureza de este tipo era un poco menor a la de Christopher, pero aún así tenía que estar alerta, no sabía que pasaría.

—Ponte en posición de castigo —ordenó su dura voz detrás de ella.

—¿Cuál es la posición de castigo?

Él no pudo evitar poner sus ojos en blanco, le indicó que se acercara a la cama y apoyara sus brazos en esta. Tendría que reclamarle a su compañero más tarde, ¿que había estado haciendo con la chica si no era enseñarle cosas básicas?

—Ahora inclínate.

Lo hizo, poniéndose en la posición que él deseaba.

Caminó a pasos lentos por la habitación, haciendo que ella se desesperase más de lo que ya estaba, solo deseaba terminar el castigo y poder salir. Se maldijo a sí misma por ser tan estúpida, siempre tenía que terminar metida en problemas.

Las manos de Richard fueron a parar a un látigo, acarició con sus dedos la parte de cuero y asintió complacido  mientras volvía a situarse detrás de ella.

—Debería de desnudarte para hacer esto —dijo, mientras una de sus manos se paseó por el trasero de Cyara—. Sin embargo, no voy a torturarte de más, sé que te sientes incómoda.

La respiración de Cyara se volvió más pesada, no había protestado en ningún momento porque sería peor para ella, no lograba entender como ellos eran capaces de leer tan bien sus expresiones.

—Te daré cinco veces con el látigo, quiero que cuentes cada golpe en tu piel conmigo.

—Si...

—¿Si, qué? —el reclamo le hizo recordar a alguien en especial, se odió incluso más por tenerlo en la mente cuando otro hombre iba a azotarle el culo.

—Si, señor.


Juega con el látigo en sus manos, haciéndola esperar o más bien, desesperándola.

El primer golpe en su nalga fue duro y seco.

—Uno —contó Richard, esperando a que ella también lo dijera.

—Uno... —repitió segundos después con la voz entrecortada.

Los golpes continuaron, fueron cinco, tal y como lo había dicho. El ardor en sus nalgas se extendió por el resto de su cuerpo y cerró los ojos con fuerza, las lágrimas rodaban por sus mejillas mientras sollozaba en silencio.

Richard se acercó y dejó un beso en su hombro, acarició sus brazos al sentirla temblar dejabo de su cuerpo.

—Ya pasó, linda —la hizo levantarse y envolvió su cuerpo con sus brazos—. Todo está bien ahora.

—Odio eso —declaró entre lágrimas.

—Entonces tendrás que aprender a comportarte.

Varias miradas se posaron en ellos cuando salieron de la habitación, Cyara se sintió incómoda y bajó la mirada para evitar sentirse más avergonzada.

—No te sientas avergonzada, es algo completamente normal —murmuró él en voz baja para que solo ella pudieras escucharlo—. Ahora vuelve al trabajo y trata de no causar más problemas, que parece que se está volviendo tu pasatiempo favorito.

Cyara caminó hacia la barra donde Fiammenta la esperaba con una sonrisa en el rostro.

—Ya se echaba de menos tenerte por aquí, niña. —Le guiñó un ojo.

—Me gustaría poder decir lo mismo. —Hizo una mueca de desagrado.

—No te cansas de recibir castigos, eh —bromeó, ignorando el gesto que acababa de hacerle.

—Ni lo menciones —dejó escapar un suspiro—. Esto es tan absurdo...

—No lo es, nosotros respetamos vuestro estilo de vida, deberíais de empezar a hacer algo similar.

—Tienes razón, lo siento —Sacudió su cabeza ligeramente, esperando no haberla ofendido con lo que había dicho. No quería llevarse mal con la única persona que se había mostrado amigable con ella desde que ingresó al club.

Alguien se situó al lado de Cyara y miró a su compañera frunciendo el ceño.

—Señorita, póngase a trabajar antes de que la castigue —apuntó la voz de Zabdiel, Fiammenta fue rápida en asentir.

—Si, señor —murmuró en tono sumiso.

—Sírveme lo de siempre.

Su mirada cayó en Cyara, estaba segura de que no quería más castigos por esa noche así que caminó hacia dentro de la barra para ponerse a hacer su trabajo.

—Me gustaría hablar contigo —le hizo saber, con su característica seriedad—. Eres un tema muy interesante en la mesa de los maestros, me gustaría conocer a la niña que pone así a cuatro de los dueños.

—Verá... Yo soy bastante torpe, siempre tengo que hacer algo para quedar en ridículo —confesó, mientras miraba al dominante que tenía frente a ella—. Lo lamento.

—No lo hagas, quiero recordarte cual es tu lugar aquí, ni siquiera eres sumisa.—Alzó una ceja con diversión —. Así que te voy a dar dos opciones, la primera es que te limites a hacer tu trabajo.

—Esa opción me gusta.

—No has escuchado la segunda.

—Tienes razón... Dígame la segunda.

—Te damos el privilegio de adentrarte en nuestro mundo, no tendrías que pagar por la entrada al club ni porque tengas a un maestro a tu disposición. Nadie goza de esos privilegios aquí pero tú tienes la oportunidad de hacerlo.

—¿Por qué?

—Somos dominantes, Cyara. Sabemos leer miradas y todo tipo de expresiones —aseguró—. Tú eres un torbellino de emociones, denotas que no te gusta y sin embargo, todo tu ser arde de excitación. Eres interesante.

—Eso es absurdo —protestó frunciendo el ceño, sabía que cualquier otro maestro podría castigarla pero estaba segura de que Zabdiel no lo haría, no se notaba molesto.

—Claro —suelta una risita—. Pero déjame decirte que lo absurdo te hace temblar. Lo absurdo hace que tu piel se erice y que tus ojos brillen de la excitación. Y por supuesto, lo absurdo hace también que tu cuerpo reaccione a cualquier estímulo enviado por alguno de ellos, incluso por mi. Lo absurdo te atrae porque esto también forma parte de ti, Cyara. El BDSM es todo esto y mucho más, atrévete a conocerlo. 

✨✨✨


¿Creéis que Cyara aceptará la propuesta de Zabdiel? 👀🔥

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