Todo a mi alrededor se volvió oscuro, caí al frío suelo sin entender lo que ocurrió. La cabeza me dolía y no lograba escuchar nada solo un agudo pitido que lo único que hacía era empeorar el dolor, mi boca estaba cubierta de un líquido espeso que salía de mi Nariz. Intenté abrir mis ojos pero me resultaba doloroso, como si un reflector apuntara directo a mi rostro. De un momento a otro, y sin darme cuenta me sumerjo por segunda vez en un oscuro agujero.
No podía respirar, la garganta me ardía y un escozor en mis extremidades me atormentaba. Abro los ojos pero todo a mi alrededor se encuentra borroso, todavía me pican los ojos pero me aterra no saber en donde estoy. Cada vez me cuesta más respirar, puedo ver como algo de color gris cubre completamente mi boca y parte de mi Nariz. Todo comienza a moverse de nuevo, el murmullo de voces me redea hasta que vuelvo a caer en la oscuridad, o eso pensaba hasta que un ardor considerable se apodera de mi pecho. Puedo respirar otra vez pero duele, empiezo a toser descontrolada mente hasta lastimar mi garganta y escupir lo que parece ser sangre, el sabor es familiar. La presión en mis extremidades desaparece y un alivio me inunda, todavía no soy capaz de moverme. Las personas a mi alrededor no dejan de hablar pero no logro comprender nada de lo que dicen, me llevan por un pasillo en una camilla a una habitación más iluminada que la anterior. De repente el pánico se apodera de mi cuando reconozco a una de las mujeres que me acompaña, o eso creo, tiene más canas y su rostro se encuentra demacrado y con arrugas pocos visibles, pero están ahí de todas formas. Tomo su brazo con las pocas fuerzas que me quedan y mi rostro se humedece, quiero gritar y no puedo solo salen gimoteos inútiles de entre mis labios.
—Mantén la calma, todo va estar bien
Intento gritar, o algo semejante a eso, de una forma más pobre y aguda. Mi respiración se acelera haciendo que todo mi pecho empiece a doler, sigo sin poder hablar mientras la gente me acomoda en otra cama más grande y cómoda, no puedo ver bien lo que hacen pero se que más de una aguja a atravesado mi piel. De apoco las personas van desapareciendo y de un momento a otro me quedo sola en un silencio abrumador. Me quedo dormida.
El frío en mi rostro me despierta, ahí está otra vez, limpiando el rostro con un trapo húmedo. Mi cuerpo también se siente algo frío y deduzco que también se tomó el tiempo de limpiarme. Sumerge el pedaso de tela en una bandeja de agua que se encuentra en su regazo, la exprime un poco y con un toque delicado limpia mi barbilla. No me mira, solo se limita a asearme. Ya tranquila tomo un profundo bocado de aire y me concentro en las palabras que quiero que salgan de mi boca.
—Agua—levanta la vista y nuestros ojos se cruzan, sin embargo, y sin decir nada me sirve un vaso de agua y me ayuda a tomarla —¿Dónde están? —confusión y tristeza se pintan en su rostro. No se bien a que me quise referir cuando lo dije, ¿a mi familia? ¿A los chicos y chicas que estaban conmigo en el bosque? ¿ A Sheila?
De una manera algo brusca se levanta de su silla y me ayuda a reclinar la cama, logro enderezar me a pesar del dolor en mi abdomen y miro bien mi cuerpo, al principio no lo reconozco, esta pálido y muy delgado, mis manos son huesudas y más grandes de como las recordaba. De repente la mano de la mujer cubre la mía, es cálida, con su ayuda logró salir de la cama y dar unos cuentos pasos, ella sigue ignorandome haciendo cada movimiento de manera lenta y delicada como si fuera a lastimarme si aplicaba mucha fuerza. El primer paso me mando al suelo, estaba tan agitada tanto física como mentalmente que no podía mantenerme de pie. Otra vez con su ayuda, esta vez rodeando su cuello con mi brazo y su mano en mi cintura, pude caminar de manera lenta y segura hasta un pequeño baño. Me puso en frente del no tan grande espejo y está vez grité. Grité. Todo se hizo oscuro otra vez.
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Comenten que creen que paso y quién es la mujer que Sam reconoció