Oscura tentación

By Storiesscris

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El club Moleko es el más prestigioso del país, un lugar donde todas las fantasías que la mente humana sea cap... More

Antes de leer
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40 (FINAL)
Epílogo
Extra 1
Extra 2
Extra 3

Capítulo 3

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By Storiesscris


El resto de la semana había pasado con completa normalidad. Cyara trató de buscar cualquier pequeña cosa para entretenerse y no estar pensando en Moleko. Tarea difícil.

Por una parte, Christopher no salía de su cabeza, el castigo que le había dado, su fría mirada, sus palabras... Él. Porque había algo de él que seguía prendiéndole fuego en su interior, aunque por fuera lo camuflara de miedo.

Por otra, estaba Joel, quien la hizo llegar a un orgasmo con tan solo sus dedos después de haber sido castigada por Christopher... Sus gestos de amabilidad, su suave tono de voz, lo atento que era... ¿En serio se pondría a comparar a los dos dueños del club como si los conociera de toda la vida?

Volvía a ser viernes, día que Cyara estaba empezando a odiar porque únicamente le recordaba que el fin de semana pasado había estado en el club Moleko.

—¿Sabes?—llamó su atención Leyre, que se encontraba en el sofá mirando su celular con una expresión aburrida en su rostro— Tal vez deberíamos de buscar trabajo, son vacaciones y no tenemos que estudiar... Ganar algo de dinero no nos vendría mal.

—Tienes razón...—asintió Cyara—. Es una genial idea pero te recuerdo que no tenemos experiencia en nada y probablemente no nos quieran en ningún lado.

—Touché...—respondió su amiga mientras tecleaba algo en su teléfono, después alzó la mirada a su amiga arrugando su nariz—. Pregunta Zaida si esta noche vamos a Moleko.

Si.

S-i

¡SI!

—¿Qué?—preguntó ella negando con la cabeza —. No, yo no voy a ir por nada del mundo...

—Estoy empezando a pensar que te pasó algo en la supuesta zona de adiestramiento que no nos has contado.

—No me pasó nada —mintió —. Solo que no me gusta ese sitio y prefiero no volver.

Leyre la miró no muy convencida pero de igual forma asintió. Cyara dio la conversación por finalizada y caminó a su habitación, allí se puso a leer uno de esos libros sobre el BDSM, ahora más que nunca estaba interesada en ese tema. No leyó nada que no hubiera leído antes, siempre eran las mismas prácticas, el mismo placer, las mismas palabras. ¿Por qué, de todos modos, seguía tratando de buscar algo que le indicase lo contrario? Intentaba convencerse a sí misma que no todo era malo, que tal como dijo uno de los dueños del club, había partes buenas. Era un estilo de vida, claro, no iba a juzgar ella qué cosas le gustaban hacer en la cama.

Pasadas las diez de la noche alguien tocó la puerta de su habitación, esta le dijo que podía pasar y así lo hizo.

—¿Qué haces todavía así?—cuestionó la voz de Zaida, Cyara alzó la mirada confusa—. No me mires así, vamos a ir y punto.

—Yo no iré —dijo ella mientras cerraba el libro y lo dejaba en la mesita de noche.

—Tienes dos opciones, vístete o te visto yo —advirtió Zaida, mirándola con una ceja alzada.

—Nos serías capaz...

Zaida caminó a pasos apresurados y sacó algo de ropa del armario. Cyara la miró frunciendo el ceño.

—Ya lo pillé... Ahora puedes ir con tu novio y con Leyre —bufó ella mientras se deshacía de su ropa para poder vestir la que estaba encima de la cama. Si no lo hacía tendría a su amiga cabreada con ella toda la semana y echándole en cara que no quiso acompañarla al club, así que era mejor hacerle caso y tenerla contenta, suficiente tenía Zaida con estar enfadada con sus padres y sus exámenes de septiembre.

—Eso ya me gusta más. No te demores, Cyara —Sonrió mientras salía de la habitación.

Cyara la maldijo un par de veces en su mente a la vez que terminaba de ponerse los zapatos de tacón del mismo color que su vestido. No era una experta en moda pero al menos cuando salía le gustaba ir combinada.

Salió de la habitación y se encontró con tres pares de ojos mirándola de arriba a abajo.

—Pasable —susurró Leyre mientras sonreía —. Sabía que vendrías.

—No es como si me quedara otra opción.

Se dedicó a mirar por la ventanilla durante el trayecto, tal vez ya se había memorizado el camino de ida y vuelta al club y eso la frustraba. Se suponía que era el menor de sus problemas y, sin embargo, ahí estaba aprendiéndose el dichoso camino.

Las acciones para entrar fueron las mismas que de la vez anterior. Esta vez Joel no se encontraba en esa parte del club y eso la tranquilizaba un poco, más libertad y nada de propuestas indecentes sobre recorrer el club.

—Iré a por unas bebidas, podéis ir tomando asiento mientras tanto —avisó Alan.

Ellas se dirigieron a uno de los sofás y se pusieron a hablar de diversos temas sin sentido, como solían hacer a menudo. Las conversaciones importantes solían ser con un café y no con alcohol.

—Chicas.—Llamó Alan la atención de ellas al volver con un hombre a su lado, uno que la rubia no tenía ganas de volver a ver—. Él es Erick, dueño del club y también maestro.

Se saludaron amablemente, sonrió cómplice al recordar a Cyara. Había personas, como ella, que no se olvidaban con facilidad.

—Cyara, un placer volver a verte.

—Lo mismo digo —contestó ella con una sonrisa nerviosa en su rostro.

—¿Puedo tomar asiento con vosotros?— preguntó, sorprendiendo a todos. Un maestro no solía sentarse a tomar algo con los clientes, cuando lo hacía era porque estes eran dueños de otros clubes o dominantes conocidos.

—Si, claro que puedes —respondió Alan al ver que sus compañeras habían enmudecido.

La conversación con él fue fluida, se notaba que le gustaba hablar de cualquier tema. A Zaida no le fue difícil hablar, tenía la mano de Alan en su rodilla dándole la seguridad que necesitaba. Cyara no se dejaba intimidar por ningún hombre pero a él no le habló demasiado, temía que sus compañeros le hubieran contado lo del anterior viernes. Ella estaba acostumbrada a tener el tema sexual como algo íntimo y privado, allí era todo lo contrario, se vivía de una forma totalmente liberal.

—¿Y ya han encontrado trabajo?—cuestionó el pelinegro mirando a Leyre fijamente, esta negó con la cabeza un tanto desanimada—. Podrían trabajar aquí.

Cyara y Leyre se miraron entre ellas, negaron rápidamente mientras volvían su mirada hacia Erick. Una cosa era ir allí por diversión, para disfrutar del viernes con Zaida ya que esta por la semana se ausentaba para estudiar, otra muy diferente era trabajar allí.

—Definitivamente no, esto es demasiado... Yo no soportaría trabajar aquí —dijo Leyre—. El ambiente, la gente y todo lo que involucra este lugar, no podría. Yo soy más de algo relajado.

—¿Y tú Cyara?

—Yo... Creo lo mismo que Leyre.

Erick la analizó con la mirada y sonrió de lado, le extendió su mano mientras se levantaba.

—Me gustaría hablar contigo un rato en privado.

¿Privado?

Cyara juraba que si la llevaba a la casa que compartía con sus sumisas, se suicidaba ya mismo. No podía, no quería, tener algo con otro de los dueños, eso ya sería pasarse.

Sin embargo, tomó su mano y se levantó. Él caminó con ella todavía de la mano hasta el segundo piso. Allí tomaron asiento en uno de los sofás, como si nada, como si fuera lo más normal del mundo y la conversación que iban a tener sería del clima o de algún tema informal.

—¿Quieres algo para tomar? —preguntó Erick cuando una de las camareras se acercó.

—Uhum... Lo que sea estará bien —murmuró de manera desinteresada en dirección a la chica.

—A mi traeme lo de siempre —dijo él. La camarera se retiró para ir a por sus tragos—. Ahora dime que pensarás en la oferta de trabajar aquí.

—Es que yo no quiero trabajar aquí...—dejó un mechón de su rubio cabello detrás de su oreja. Quizá no era el trabajo lo que la agobiaba, sino para quien trabajaría.

—No es lo que piensas, trabajarás como camarera... A no ser que quieras hacer otra cosa —dejó la frase en el aire—. Si me dices que si puedes empezar el día que quieras.

—¿Qué?—alzó la mirada para poder mirarlo—. Pero no tengo ningún tipo de experiencia ni nada.

—No es un trabajo difícil, además de que eres de las que aprende rápido —afirmó él mientras descansaba su mano en la rodilla de ella y se inclinaba ligeramente para estar más cerca—. Joel y Christopher acaban de vernos y están de camino a nuestra mesa.

—Mierda —musitó por lo bajo.

—Si fueras una sumisa eso tendría castigo —advirtió —. No se tiene permitido decir malas palabras.

—Que suerte que no lo soy, entonces —respondió con descaro, haciendo sonreír al dominante.

Cuando alzó la mirada y vio a los dos maestros en frente, tragó saliva y fingió una sonrisa de labios pegados. A falta de uno, esa noche tenía a tres. ¿Qué es lo peor que podía pasar?

—Cyara, que gusto tenerte de nuevo por aquí —saludó Joel sonriéndole. Era cierto, le gustaba ver como la clientela repetía, eso solo podía significar que las experiencias en el club no eran malas porque terminaban regresando.

—No creo que pueda decir lo mismo —admitió ella, tratando de no sonar nerviosa.

Pero no lo logró y gracias a eso una sonrisa maliciosa se formó en los labios de Christopher, los nervios cuando se mezclaban con la excitación tenían un muy buen resultado.

—Chicos, me alegra dar la noticia de que Cyara trabajará con nosotros, a partir de hoy ya forma parte del club.

¿Cuando había aceptado?

—¿En serio?—preguntó Christopher alzando una ceja.

—¿Ah, si?—cuestionó ella también mirando a Erick.

—Si —afirmó a la vez que le guiñaba un ojo.

Cyara bajó la mirada a su regazo y jugó con sus dedos un tanto nerviosa. No iba a refutarle, quizá en el fondo no era una mala idea, trabajar como camarera sólo suponía servir bebidas, no tenía necesidad del contacto físico con nadie. Tomó una profunda respiración y asintió de manera ligera sin levantar la mirada de sus dedos

Los chicos se miraron entre sí y asintieron, como si se estuvieran diciendo todo con la mirada.

Y ese todo no podía ser más que "sabemos de sobra que tenemos a una nueva sumisa en el club, ahora solo falta que ella deje de reprimirse y se dé cuenta de lo que su cuerpo necesita". Estaba en donde tenía que estar.

—Nos vemos el siguiente viernes, Cyara —dijo Christopher a modo de despedida mientras acariciaba su cabello con una mano, ella se sorprendió ante su tacto pero no reclamó. Este sonrió y se alejó de ellos para ir con un par de sumisas que lo esperaban de rodillas.

❤️‍🔥❤️‍🔥❤️‍🔥

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