Entre charla y más botellas de Soju llegó la madrugada, Hoseok sabía que ya debía llevarse a Yoongi de aquel lugar, como un buen caballero.
— Yoongi, vámonos, debemos irnos ya — el pálido lo miró por unos segundos, negó y se tiro a la mesa.
— ¡Vas a llevarme contigo y vas a abusar de mi! — Hoseok suspiró algo agotado.
Se acercó al pálido y lo levantó de la silla como pudo, posando una mano en la cintura del pálido y otra en su brazo.
— ¡A esto me refería! ¿No te avergüenza? Tocarme la cintura de ese modo... ¡No pienses que por tu apuesto rostro lo tendrás fácil, maldito! — el pálido golpeaba por todos lados a Hoseok, quien ya se encontraba cansado por las horas.
Sin haber más remedio Hoseok agarró a Yoongi y lo subió a su hombro como un costal de papas.
Obviamente Yoongi empezó a gritar como un lunático.
— ¡Aaaah! ¡Suéltame sucio volador!.
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Después de luchar por media hora y esperar por un taxi, por fin llegaron al frente de la casa de Hoseok.
No sabía dónde vivía Yoongi, así que no tuvo más remedio que llevarlo a su apartamento.
Si hubiera terminado con sus deberes como esclavo no estarían en este problema.
El problema era que Yoongi no quería salirse del taxi y llevaba más de quince minutos observando a Hoseok sin decir nada.
— Bájate ya Yoongi, llevas quince minutos ahí dentro — Yoongi no respondió y se le quedó mirando.
— ¿Le ayudo a bajar a su amigo, señor? — la chica taxista dijo esto en un tono aburrido, mirando con la misma expresión a Hoseok.
— Gracias, por favor ayu-
Fue interrumpido por los brazos de Min Yoongi a su alrededor.
— No te vayas Heechul, no se quién es Momo, pero yo valgo más que ella.
— ¿Qué?