nightmare from the past (CAMR...

By merari-cabello

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Lucy Vives, mi ex compañera en Historia, ella era muy simpática... ACEPTAR. ¿Arin Ray? ¡Claro! El que fue nov... More

Capítulo 1
Capítulo 3 Final

Capítulo 2

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By merari-cabello

Había pasado una semana desde que había asistido a la fiesta de reencuentro, una semana desde que había visto a mi matona de escuela, una semana desde que nos habíamos besado. Y sí, una semana que no dejaba de pensar en ella.

Tanto fue el impacto que provocó Lauren en mí esa noche que prácticamente ni pensé en lo que hacía cuando esta vez fui yo la que le envió una solicitud de amistad por Facebook, después de haberla ignorado la primera vez, pero por alguna razón, ella no la ha aceptado. Podría pensar que no había entrado a las redes sociales por eso no la había visto, pero su foto de perfil había cambiado, ya no era un gran árbol, ahora era un hermoso atardecer, por lo que claramente ella me devolvió el rechazo. Traté de ver sus fotos, estados y datos, pero todo lo tenía bloqueado para que tan solo lo vieran sus amigos.

De alguna forma quería verla, y no sabía exactamente por qué, así que recurrí a un recurso muy pobre y patético; robar algunas viejas fotos de mi época escolar de la casa de mis papás. Eran cientos de fotos las que existían de mi estancia en la escuela, pero Lauren solo salía en tres de ellas, y siempre salíamos a kilómetros de distancia. No pude contener la risa con la fotografía de una obra escolar, donde yo salía caracterizando a un gato y Lauren salía en una esquina vestida de árbol. Yo creo que tenía 8 años, en ese tiempo a Lauren no le gustaba, éramos muy pequeñas, y bueno, tampoco me odiaba, que ironía.

– ¿Qué haces Mila? – no me había ni dado cuenta que Dinah había llegado con mi ahijado, algunas veces olvidaba que ella tenía sus propias llaves de mi departamento, y que la frase "solo para emergencias" no era válida para ella.

– No hago nada. – Escondí rápidamente las fotos – Solo ordenando.

Tomé al pequeño que estaba frente a mí y llené de besos su carita.

– No lo mimes tanto, hoy se ha portado muy mal. – dijo Dinah entrecerrando sus ojos mientras miraba desafiante a su pequeño hijo.

– Muy bien Jake, tienes que devolverle a tu mamá todas las que alguna vez me hizo – dije sonriente, haciéndole cosquillas en su pancita.

– Recuérdame nunca más dejarte a mi hijo, de alguna forma le lavas el cerebro. – Dinah dejo sus cosas en el sillón de la sala – ¿Me prestas tu computadora, aprovechando que estás con Jake? – dijo ya tomando el aparato que estaba sobre la mesa de centro. – Él literalmente no me deja ver nada online que no sean vídeos de sus caricaturas preferidas en youtube.

– Dinah solo tiene 1 año – comencé a reír.

– 1 año y 10 meses, y no te imaginas como grita diciendo "yutu moñito" cuando agarro mi celular o mi computadora.

Como siempre las conversaciones con Dinah se hicieron fluidas mientras estaba en mi computadora hasta que Jake se colocó junto a ella y comenzó a hacer una rabieta.

– Está bien Jake, hagamos un trato, te tranquilizas y yo te doy un rico postre que te traje. – dijo Dinah muy seria como haciendo un trato con alguien de su edad, pero por muy loco que parezca, su hijo pareció entender, y dejo de lloriquear mientras mi amiga lo tomaba y lo llevaba a el sillón a darle su comida. – Mila ¿puedes cerrar mis cuentas?

– Está bien – dije poniéndome de pie para tomar el aparato.

Iba a darle clic a cerrar en su página de Facebook cuando algo me llamó la atención.

– ¡Dinah! ¡Tienes a Lauren Jauregui en Facebook! – grité sorprendida.

– Sí, ¿qué tiene? – comentó confundida.

– ¿No dijiste que la tipa estaba loca el otro día?

– Sí, pero no discrimino a la hora de aceptar a alguien para ser amigos en Facebook. Todos tienen derecho a ser amigos de Dinah Jane – respondió mientras seguía alimentando a su hijo.

– ¿Por qué no me dijiste antes que la tenías? – pregunté con algo de impaciencia.

– ¿Y por qué tendría que decirte? No me digas que aún la odias y consideras esto una traición. Mila, estoy de tu lado, siempre lo estuve. Solo la acepté, no somos amigas ni nada. Aún pienso que está loca, y me gustaría golpearla por las cosas que te hizo, pero tengo un hijo y tengo que actuar madura, ya sabes, sembrar la paz y...

– Dinah, solo cállate.

Supongo que mi mejor amiga pensaba que estaba tan exaltada porque aceptó a mi "pesadilla" de escuela, pero la verdad estaba así porque no me había dicho, y porque ella tenía a Lauren entre sus amigos ¡y yo no!

***

– Está bien, no diré nada sobre que estás en mi Facebook sin mi permiso, pero ¿sabías que llevas más de 1 hora revisando la página de Lauren Jauregui?

– ¿Sabías que es fotógrafa? Tiene fotos muy hermosas – no había escuchado muy bien lo que Dinah había dicho anteriormente, solo algo de Lauren.

– Mila...

– Pero no se saca muchas fotos sola, siempre con amigos, o paisajes, debería tener más selfies. – dije analizando la situación.

– ¿Por qué? – preguntó Dinah.

– Porque es linda. – y entonces me di cuenta que estaba diciendo mucho sin pensar bien – Digo... – pero no alcancé a justificarme.

– Mila, no me digas que te gustó la matona de ojos verdes – comentó mi amiga cruzándose de brazos entre confundida y coqueta.

– Yo... – en ese momento quería que la tierra me tragara. – No, solo...

– ¿Hay algo que quieras contarme? – seguía con la misma expresión en su cara.

– Yo, ella – solté un suspiro de rendición – Nos besamos.

– ¿Qué? – Dijo Dinah muy sorprendida.

Me confesé totalmente con mi amiga con todo lo que había pasado, la solicitud de Facebook, la noche del reencuentro, las palabras que me había dicho, el beso, lo que sentí durante ese momento, y como no había dejado de pensar en Lauren.

– ¿Y por qué no la vas a buscar y le dices: Hey Jauregui, tengo una pequeña gran obsesión contigo? Besémonos. – trató de hablar sexy, pero su idea me había parecido horrible.

– ¡Para!– grité avergonzada.

– Lo digo de verdad, deberías buscarla, creo que estoy a punto de cambiar la clave de mi Facebook para que dejes de ponerle me gusta a las fotos de la matona robando mi identidad. – Traté de poner cara de confusión. – Lo acabo de ver por mi celular – dijo mostrando su aparato – misteriosamente desde hace algunos minutos a Dinah Jane "le gustan" unas 20 fotos de Lauren Jauregui.

– Está bien, me declaro culpable, pero ¿qué quieres que haga? Si ella no me acepta como amiga. Porque tú la rechazaste primero y le dijiste luego de besarse que la situación era ridícula. – Entonces mi rostro cambió a uno triste como un niño recién regañado por su madre, Dinah soltó un suspiro.

– Deja de poner cara – volvió a tener el mando de la computadora, poniendo cara de concentración por algunos minutos hasta que volvió a hablar.

– Trabaja en el centro, en la tienda de artículos fotográficos que queda al frente de Starbucks, en la calle 45. Según la página de la tienda, cierran a las 20:00, y son las 19:05 así que toma tu auto y ve a buscarla.

Estuve 1 hora negándome.

Bueno, lo admito, en realidad fueron solo 5 minutos, pero ¿qué podía hacer? Mi amiga tiene un gran poder de convencimiento, y yo tenía esas ganas locas y extrañas de ver a Lauren Jauregui.

***

Estaba de espaldas cuando la divisé, sabía que era ella, con gran seguridad. Mi corazón latía rápido porque no sabía cómo abordar algún tipo de conversación, ni siquiera sabía a qué venía.

– Hola. – dije luego de 5 minutos de calmarme.

Ella se dio vuelta y yo quedé congelada. Algunas de las preguntas que hice en mi mente durante la semana, era si normalmente Lauren se vería igual de hermosa que esa noche, ya que estaba con maquillaje y ropa muy sexy, y al momento en que se dio vuelta la respuesta llegó; con ropa normal, con el rostro de manera natural, es igual de hermosa.

– Camila – dijo bajo, y muy sorprendida de verme ahí. No hubo una sonrisa, solo frunció ligeramente el ceño.

– Lauren, ¡que sorpresa! ¿Trabajas aquí? – me castigué mentalmente por la pregunta tan tonta y por mi tono de voz demasiado exagerado, nunca supe actuar bien.

– Sí – respondió como despertando de un trance. Puso una sonrisa en su cara y volvió a su papel de vendedora amable – ¿Qué se te ofrece?

Y en ese momento mi nerviosismo aumento considerablemente, yo no sabía nada de esas cámaras sofisticadas que había allí, o lentes con diferentes tamaños y con reguladores. Inmediatamente di una vuelta rápida por el local con la mirada, entonces la iluminación llegó.

– Me gustaría imprimir una foto de las que tengo en mi celular en la maquinita esa – la apunté torpemente.

– Claro, ven por aquí – dijo con una muy linda sonrisa que mi mente no pudo dejar pasar.

– Elige tu foto – me dijo, yo no tenía idea de cuál escoger, pero me decidí por una rápidamente.

– Qué lindo, ¿es tu hijo? – dijo con una sonrisita sincera pero algo floja, lo que me dio alguna esperanzas, pero ¿esperanzas de qué?

– No, es mi ahijado, el hijo de Dinah de hecho, ¿la recuerdas? – pregunté como si no supiera que si sabe de ella, y que hasta es su "amigui de Facebook", pero yo no.

– Claro, la que pensó que había veneno en vez de cerveza en el vaso – lo dijo sin algún tipo de rencor – ustedes eran inseparables en la escuela, de hecho la tengo en Facebook. Ahora que recuerdo, siempre sube fotos de su hijo, es muy lindo.

– Sí, lo es – dije bajo, había olvidado lo del comentario de la cerveza, Dinah está loca, pensé.

– Toma, aquí tienes tu foto – dijo haciéndome entrega de la fotografía con una suave sonrisa.

– ¡Gracias! – dije como si me hubiera hecho el más grande favor del mundo.

La di el dinero y supe que era el momento de actuar, era ahora o nunca.

– ¿Ya vas a salir? – pregunté distraídamente cerrando mi cartera.

– Sí, ya es la hora de cerrar – respondió mirando a sus dos compañeras de trabajo que yo había olvidado por completo.

– Te... – hice una pequeña pausa – ¿te gustaría ir a tomar un café? Me miró de inmediato algo confundida. Al ver un rechazo próximo agregué algo más

– Ya sabes, para hablar, ponernos al día – dije rápidamente.

– ¿Caíste y golpeaste tu cabeza? – su comentario fue como una patada en mi estómago, estaba algo borracha esa noche, pero sabía que yo le había dicho exactamente esas mismas palabras cuando dijo que conversáramos.

– Perdón, yo... – traté de hablar avergonzada.

– Solo bromeo – dijo con rostro neutro, mientras yo la miraba – Está bien, vamos – parecía resignada, pero yo estaba muy feliz con que hubiera aceptado.

Fuimos al Starbucks que quedaba cerca, tomamos café y conversamos. Literalmente nos pusimos al día, ella me contó que había estudiado arquitectura, pero su pasión era la fotografía, así que se estaba dedicando a solo eso por algún tiempo, trabajaba en la tienda y sacaba fotos en eventos para empresas y privados. Yo le conté que había estudiado Publicidad y tenía un buen puesto en una empresa.

Muchas veces traté de alguna forma llegar al tema del beso, pero parecía que desviarse de eso era su especialidad. Cuando le pregunté si tenía pareja ella me respondió que no, me sentí que fue muy desesperado hacerle esa pregunta, ya que a ella le llevó un poco más de rato preguntármelo a mí.

Y así pasó el rato, tranquilo, sin decir la palabra "beso", sin hablar mucho del pasado, más que los cambios físicos de las personas que asistieron a la fiesta, y del presente que teníamos.

Cuando ella dijo que ya tenía que irse, pensé en todo lo que me había previsto decirle, en todos los temas que yo quería abordar, y que no puede entablar. En eso pasaron por mi mente las palabras que solía decirme mi mamá: "una mujer siempre sabe si habrá una segunda cita", pero yo en este momento no sabía nada, y de todas formas, esto ni siquiera había sido una cita, no creo que ella lo haya sentido así.

Cuando la vi sacando dinero de su cartera, la detuve.

– No te preocupes, yo pago, recuerda que yo hice la invitación – ella negó pero yo insistí.

– Está bien, yo pago a la próxima – respondió sin darse mucha cuenta de lo que decía, pero sus palabras fueron para mí una señal de oportunidad.

– El viernes. – dije

– ¿Qué? – preguntó confundida.

– El vienes, venimos a tomar café otra vez, ahí te permito invitar – dije sonriendo.

– Está bien – respondió amable – me pasas a buscar a la tienda a la misma hora – yo asentí feliz.

Nos despedimos con un simple abrazo, del que yo no me quería soltar, nunca la había abrazado, solo cuando nos besamos, pero se sentía bien, definitivamente.

***

Llegó el día viernes y yo estaba muy preparada, ahora si hablaríamos del beso y todo lo demás. Los días anteriores habían pasado con una estúpida emoción por las ganas que tenía de verla.

La ida al café fue casi lo mismo del otro día, hablar del presente, la normalidad de nuestras vidas, mascotas, autos, lugares de comida, entre otras cosas, con la diferencia que ella parecía más relajada, al igual que yo. No puse obstáculos al momento de coquetear, lo hice y a ella pareció no molestarle, hasta siguió los comentarios coquetos alguna veces de forma más sutil.

La hora de irse llegó, pero yo tenía otra idea en mente.

– ¿Te gustaría ir a mi casa un rato para seguir platicando? – dije muy segura. Según Dinah en una revista había leído que a los hombres les encantan las mujeres seguras, se olvidaba que yo estaba tratando con una mujer, y con la cual tenía una historia un tanto complicada.

– Sí – respondió de manera corta, al parecer también quiere ser o es una mujer segura. Su voz no fue de una gran emoción, pero al ver su rostro, su expresión y sus ojos me mostraban que si le había gustado la idea.

***

– Siéntete como en tu casa – le dije una vez que habíamos llegado al departamento. Traté de parecer tranquila, pero la verdad es que desde que habíamos puesto un pie en mi departamento, no podía controlar los nervios que sentía.

– ¿Quieres un café? – pregunté dirigiéndome hacia la cocina.

– Tomamos café hace unos minutos – respondió con una pequeña risa.

– Claro – me avergoncé – y unas papitas de paquete.

– Sí, estarían bien.

Fui a buscarlas y las puse en un recipiente en la mesa de centro con dos vasos de jugo, mientras ella estaba en el sillón con algo en sus manos.

– Lindas fotos – dijo, mostrando lo que sostenía, en ese momento me di cuenta de lo tonta que fui al dejarlas ahí antes de salir.

– Oh, yo solo estaba ordenando y – traté de justificarme, pero ella me interrumpió.

– Odié esa obra. Bueno, supongo que a nadie le gustaría estar en una esquina por media hora vestida de árbol – soltó una risa que me pareció hermosa, quería escucharla una vez más – aunque tú te veías bien de gato, eras hermosa cuando pequeña.

– ¿Era, Jauregui? – dije levantando una ceja coqueta. Sí, estaba coqueteando.

– Eres, eres muy hermosa – en ese momento se sonrojó considerablemente por lo que intentó cambiar de tema de inmediato – Pero creo firmemente que actuar no es lo tuyo.

– Si, lo sé – dije riendo también.

– Como el otro día que fingiste que no sabías que trabajaba ahí. La verdad fue una muy mala actuación – soltó otra risa.

– Sí, muy mala – dije asintiendo, hasta que me di cuenta de lo que había dicho – ¿Qué?

Me miró insistentemente y yo me quedé congelada, sin saber que decir o como negarlo, ahora yo era la muy sonrojada, ella supo como devolvérmela, pero continuó hablando.

– Lo tuyo no es la actuación, lo tuyo es cantar, lo hacías muy bien – me miró suave, y yo puede cambiar el tema.

– ¿Cómo sabes que me gusta cantar?

– Siempre cantabas en esos actos y concursos de la escuela – dijo con obviedad

– Casi siempre eran los sábados, así que solo asistían los profesores, amigos y familiares de los participantes. – ir a los concursos de canto no era algo de todos los estudiantes.

– Bueno, yo era una excepción, yo iba y no era ni profesora, amiga o pariente.

– ¿Tú ibas? – pregunté curiosa – ¿Por qué?

– Iba a verte, solía sentarme en la última fila para que nadie me viera – tomó una pausa – creo que me perdí solo una de tus shows porque estaba muy enferma, espero que eso no te suene muy de "psicópatas", de verdad me gustaba verte cantar.

– No, no me suena como algo malo – dije muy sorprendida, no podía creer que ella iba a verme a todas mis presentaciones – todo lo contrario.

– Creo que mi presentación favorita fue cuando cantaste "Unchained Melody", mi mamá amaba esa canción y creo que vio unas mil veces la película Ghost, así que básicamente yo estaba sentada en la última fila a oscuras llorando porque la chica que me gustaba estaba cantando una de las canciones favoritas de mi mamá que ya no estaba conmigo, tu interpretación fue muy hermosa.

Yo estaba en shock, me la imaginé llorando en la última fila mientras me veía cantar y yo solo quería abrazarla, quería consolarla.

– Aunque luego como siempre lo arruiné todo, salí por el pasillo y tú me viste, entonces...

La interrumpí – Me derramaste la gaseosa en lata que tenías en tu mano en mi blusa blanca.

– ¡Lo recuerdas! – parecía emocionada

– Lo recuerdo. Cuando dijiste lo del pasillo lo recordé. Me había causado mucha impresión verte en ese lugar, y además amaba esa blusa. – reímos un poco, no podía creer que estaba riendo por esas situaciones cuando, en otro momento me habían parecido las peores cosas del mundo, a eso si se le llama pasar página y madurar.

– Lo sé, perdón, perdón – dijo riendo mientras me miraba fijamente a lo que me puse nerviosa y traté de hablar algo más.

– Aunque lo peor fue cuando una vez me dejaste toda manchada de aceite de auto – dije mirándola desafiante, aunque claramente era en broma.

– Estábamos en los estacionamientos, lo recuerdo. Hasta recuerdo la razón – dijo seria, así que con curiosidad la miré dándole la señal para que siguiera, pareció no querer continuar con el tema, pero mi mirada dio insistencia, hasta que suspiró resignada – Ese día toda la escuela se había enterado que habías perdido tu virginidad en los vestuarios del gimnasio, ese tipo se había encargado de contarles a todos que le habías dado tu primera vez – seguí escuchando atenta y sorprendida, nunca pensé que le tema iba por ahí.

– Te hice eso cuando en realidad yo solo quería decirte que no podía creer que te hubieras entregado a él, tu primera vez debía ser con alguien que te amara, que te tratara como una princesa, que te respetara, tenía que ser en un lugar mejor, y no con ese tipo que era un idiota, un idiota tan grande que le contó a todo el mundo algo tan especial.

Entones el silencio se hizo presente, yo la miré fijamente.

– Lo siento, no debería haber dicho esas cosas, y no debería meterme en esos asuntos, y sacar cosas del pasado, perdón.

Y yo seguía sin decir algo.

– Creo que ya me voy – dijo poniéndose de pie.

– No fue en los vestidores del gimnasio, eso fue un rumor – dije antes de que abriera la puerta, ella se detuvo y dio la vuelta para mirarme – pero no fue especial de todas formas.

Ella asintió silenciosa y siguió mirándome, mientras yo la miraba a ella.

Y en ese momento pensé en qué hubiera pasado si yo hubiera visto los corazones en la tarjeta de invitación a su cumpleaños, si yo hubiera visto directo a sus ojos, si hubiera visto su cuerpo más allá de sus sudaderas anchas, su corazón más allá de la chica que apenas se atrevía a hablarme. ¿Qué hubiera pasado si hubiera asistido a su cumpleaños? ¿Nos hubiéramos hecho amigas? Entonces nos imaginé estudiando juntas en su habitación, almorzando juntas en la escuela, nos imaginé de la mano por los pasillos, me imaginé cantando mientras le sonreía a la chica de la última fila, me imaginé consolándola cuando estaba triste por su madre, ¿nos hubiéramos hecho novias con el tiempo? ¿le hubiera dado mi primera vez a ella?

Entonces me di cuenta que estaba pensando cosas ridículas considerando que tenía a la misma chica frente a mí, mirándome fijamente, esperando que dijera algo.

– Lauren – dije suave y desesperado al mismo tiempo.

Entonces de un momento a otro me puse de pie, rodeé su cuello con mis brazos y embestí sus labios con los míos con desesperación, y dulzura. Ella puso sus manos en mi cintura y sonrió durante el beso, eso fue mi perdición, la acerqué a mí sin querer soltarla, no la soltaría en un buen rato. Nos fuimos acercando al sillón, aun besándonos, pero en un mal cálculo, chocamos con la mesa de centro, caímos un poco, un vaso se dio vuelta y se derramó un poco de jugo en mi blusa, lo que nos hizo detener drásticamente el beso.

– Lo juro, eso no fue intencionalmente – dijo con un poco de preocupación pero también de gracia por la mancha que ahora tenía en mi ropa.

– No hay caso contigo Lauren – dije riendo para volver a besarla, esta vez sí nos apoyamos en el sillón ella sobre mí aplastando ligeramente mi cuerpo.

Cuando el aire se hizo necesario nos separamos un poco.

– De verdad lamento todo lo que te hice en el pasado Karla – entonces se dio cuenta que yo odiaba que me dijeran así, ella siempre usaba ese nombre antes – digo Camila – sonrió hermosamente.

– Yo lamento no haberte visto en ese tiempo, haberte visto tan tarde.

– ¿Me ves? – preguntó dulcemente.

– Te veo Jauregui – puse mis manos en su cara – te veo.

Entonces volví a besarla. Hoy no tendría pesadillas con el pasado, hoy tendría a un hermoso sueño de ojos verdes conmigo, y esperaba conocer más a este sueño. Ya había conocido a Lauren Jauregui la matona, ahora quería conocer a la Lauren Jauregui que dibujó corazones en una tarjeta, la Lauren Jauregui que lloraba en la última fila, la Lauren Jauregui que quería que me trataran como una princesa. Y esa Lauren Jauregui era justamente la mujer que me tenía entre sus brazos, besándome de una manera hermosa.

Quizás, Lauren Jauregui no solo sirve para joderme la vida, quizás, ahora llegó para alegrármela.

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