━Zel━
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Mire a los pobres niños sufrir de grandes heridas que unos de los pájaros demonio les causo. Cerré mis ojo mientras levantaba mis manos dejándolas sobre sus cabezas, al abrí mis ojos deje verloz ahora un color naranja con un medio asterisco mientras comenzaba a curarlos. Esto podía hacerlo Elizabeth pero como es humana al fin de cuentas, los poderes de una diosa pura son mucho más fuertes.
Y si podía usarlos para curar a las personas con gusto estoy encantada de hacerlo.
Termine con la curación y los presentes se sorprendieron de verlos a los dos abrir sus ojos como nuevos.
──¡Ay, que bueno! ─exclamó Diane aún sin recordarme pero me miraba con mucho agradeciendo.
──No se como agradecerte. ─dijo la mujer rubia de su lado. Alce mis alas elevandome hasta su altura.
──No necesitan agradecer nada. Yo estoy feliz con solo ver que puedo ayudar a las personas que más lo necesitan. ─le sonreí.
──Eres nuestra salvadora. ─decendi un poco mirando a el padre de los niños. ──No solo sanaste las heridas de nuestros hijos. ¡Incluso trajiste un regalo para celebrarlo! ─dijo mirando a Hawk.
──¿Qué? ─preguntó Hawk ante las miradas.
──¡Un puerco!
──¡Podemos comerlo! ¡Tengo mucha hambre!
──¡Claro que sí! ─le dijo su padre a la niña. ──¡Lo pondré asar de inmediato!
──¡Haber, cerdos! ¡No vine aquí para que me coman! ─les grito.
──¿Qué? Disculpa mi insolencia. ─solté una pequeña risa.
──Aunque me pregunto. ─mire al tío King. ──Si todos los demás están bien.
──Terminaron distribuyéndose por toda Britania para detener la invasión de la raza demoníaca.
Unas explosiones se escucharon cerca de nosotros a la vez que se sentían la presencia de demonios grises.
──Solo son dos demonios. ─dijo Diane tomando su martillo. ──No será difícil acabar con ellos.
──Lady Amaris... el príncipe Zeldris la quiere de regresó con él. ─abrí mis ojos sorprendida de saber que no me abandono de lo contrario no me buscaría.
──¡No te acercarás a ella! ─gritó el tío King usando su lanza espiritual acabando con uno mientras Diane lo hacia con el otro con ayuda de Matrona.
──¿Por qué quieren llevarse Amaris? ─preguntó Hawk.
──Posiblemente porque es la hija del capitán. Si se enteraron de su existencia intentran matarla y más porque es una diosa. ─dijo el tío King. ──Lo siento mucho, princesa Elizabeth. Lo mejor sería que se quede con un pecado para evitar eso. ─ella solo bajo su cabeza.
──Lo entiendo perfectamente. El Sr. Meliodas la dejó a cargo del Sr. Ban antes de morir. ─yo solo bajé mi cabeza evitando llorar. ──Por más que me gustará que estuviera conmigo, se que no podré protegerla.
──La raza demoniaca nos superan por mucho el numero. ─habló Matrona. ──Debe ser una lucha difícil para todos.
──Quiero comentar algo. ─miramos a King. ──Es solo una sugerencia, si a ustedes les parece, ¿quieren ir juntos al bosque del rey hada?
──¿Eh?
──¿Al bosque del rey hada? ─preguntó Matrona.
──Como rey hada, mi deber es proteger el bosque y creo que allí estaremos bien. Ya no es confiable permanecer aquí, no después se lo que acaba de pasar. ─dijo mirando a las mujeres gigantes.
──¿Qué deberíamos de hacer, Matrona? ─le preguntó la castaña.
Ella miro a los niños jugar con Oslo.
──Dedo admitir que es la mejor opoción hasta ahora.
──Elizabeth, ¿qué hay de ti?
──Me gustaría hacer lo que pueda por ahora para ayudar como Amaris.
Yo solo sonreí de medio lado, no es lindo perder a la persona que amas y más cuando solo mirabas sin poder ayudarlo.
「• • •」
──Escúchame pequeña. Quiero que te quedes aquí en el castillo con las princesas, estaré afuera protegiendo el reino. ─me acaricio mi cabeza dándome una leve sonrisa. ──Cualquier cosas grita mi nombre y vendré corriendo.
──Pero, tío Ban. Puedo ayudarlos...
──Preferiría que no. Estaré más tranquilo sabiendo que estas con las princesas. ─se levanto mirando a Magaret y Verónica. ──Cuidenla como si su vida dependiera de ello.
──No te preocupes por ella. ─sentí la mano de Margaret tomar la mia.
──La vamos a cuidar bien. Tu ve hacer tu deber como caballero sacro. ─le dijo la princesa Verónica.
Me dio una última mirada con una ligera sonrisa para correr directo afuera del castillo.
──Él estará bien, pequeña. ─sentí los brazos de Margaret cargarme. ──Vamos con los demás. ─solo me acurruqué en su pecho.
Había pasado ya un mes desde que papá murió y desde que Zeldris ha mandado demonios por mi pero el tío Ban no le permite llegar. Él es quien me ha cuidado todos estos días ya que papá le dijo que me cuidará antes de morir. No mentiré al decir que no extraño a Zeldris, incluso me atrevería decir que necesito estar con él.
──Parece que los diez mandamientos están muy cerca. ─dijo el rey.
──No te preocupes, hermano. ─la puerta se abrió dejando ver a Sir. Denzel y sus caballeros sacros. ──Envié a mis tropas de élite a defender el castillo de liones.
Zeldris. ─mis ojos se llenaron de lágrimas en cuanto sentí su presencia afuera del castillo.
Sin importar nada salté de los brazos de Margaret corriendo a la puerta.
──¡Amaris, detente! ¡Es peligroso que salgas! ─la escuche gritar.
──¡No puedo! Necesito verlo. ─mi camino fue intervenido por uno de los caballeros que estaban bajo las ordenes de Sir. Denzel.
──Lo siento pequeña, pero es más seguro estar aquí. ─dijo inclinándose para mirarme a los ojos. ──Regresa con las princesas y su majestad.
──¡No! ─hice aparecer mis alas sacando por sorpresa a todos. ──¡Necesito salir!
──¡Es una diosa! ─expresó Sir. Denzel sin creerlo.
Sin darle mucha importancia volé sobre ellos saliendo del castillo sintiendo las presencias demoníacas de los mandamientos y alguos caballeroa mirar la pelea de uno de ellos contra un enorme hombre de armadura dorada.
Mi vista se enfoco en los espectadores buscando uno en especial, hasta que mis ojos se conectaron con los suyos.
──Amaris. ─pude ver una pequeña sonrisa en sus labios.
──Zeldris. ─mis ojos se llenaron de lágrimas. ──¡Zeldris! ─corrí lo último que quedaba de castillo saltando sintiendo sus brazos atraparme en el aire. ──¡Te extrañe! ─lo sentí acariciar mi cabello pegándome más a su pecho.
──Ya estas conmigo de nuevo, mi diosa. ─deposito un beso en mi frente. ──No importa que tan lejos estes, siempre haré que vuelvas conmigo.
──¡Maldición! ¡Amaris, aléjate de él ahora mismo! ─escuche la voz del tío Ban.
──Tío Ban... ─lo miré, él intentaba acercarse lo más que podía de mi pero Zeldris volaba cosa que se lo impedía.
──¡Déjala en paz, demonio! ¡Ella no tiene nada que ver en esto! ─solo sentí a Zel abrazarme más.
──Ella no se ira de mi lado, humano. Y si quieres separmé de ella, tendrás que matarme.
──Oh~... te acepto el reto. ¡Cacería del zorro! ─de un tiro sentí que me separaron de Zeldris apareciendo ahora en los brazos de Ban. ──¿Decías~? ─lo miro de medio lado con su sonrisa.
──Aleja tus sucias manos de ella, insignificante humano. ─dijo con un semblante enojado. ──No permitiré que la separes de mi.
──Obligamé. ─sonrío de medio lado.
Antes de que Zeldris dijera o hiciera algo se miro un enorme sol estar apunto de acabar con un mandamiento.
──¡Estarossa! ─miró aquella dirección. Se quedó unos segundos pensando hasta que me miro. ──Lo siento, mi diosa. Volveré por ti después. ──dicho eso se fue volando a donde estaban peleando.
──¿Qué hacías aquí, Amaris? Eso fue muy estúpido de tu parte. ─baje mi cabeza.
──Lo siento tanto. ─escondí mi rostro en su pecho.
Escuche una explosión para terminar por ver como un enorme sol se iba lejos de Liones. Eso no me importaba mucho pero cambio en cuanto deje de sentir la presencia de Zeldris.
──Quiero que regreses a el reino de nuevo, pequeña. ─me dejo en el suelo.
──Pero...
──No me hagas repetirlo. ─mire a otro lado y rendida camine adentró del castillo.
──Tú. ──alce mi vista al escuchar a Sir. Denzel hablarme.
──¿Sucede algo?
──Eres del clan de las diosas, ¿cierto?
──Sí, pero no tengo recuerdo alguno de eso. ─aclaré pasando por su lado. ──Si me disculpa.
Sin esperar palabra alguna de él camine hasta llegar a donde estaba las princesas y el rey.
──¡Amaris! ─sentí los brazos de Margaret cargarme. ──Me alegra saber que estas bien.
──Siento preocuparlos. Fui una insensata. Perdónenme. ─di una pequeña sonrisa.
──Estabas preocupada por Ban, ¿no? ─solo me acurruqué en su pecho.
Esperó y estes bien, Zel. ─pensé cerrando mis ojos.