Por el camino Ania, algo temerosa, cogió las manos de Alice y Edward, aunque el estaba más centrado en Bella.
- ¿quienes son los Vulturis? - preguntó Ania.
- Son unos vampiros... Que son por así llamarlo la realeza de nuestra sociedad. - contó Alice en el oído de Ania, preocupada por la vida de la niña.
- ¿Cómo qué me pueden matar? - se asustó Ania al leer los pensamientos de Alice.
Llegaron a donde los Vulturis esperaban, Ania observó la decoración, era simplemente maravillosa.
Bella había preguntado que si la secretaria era humana y Edward dijo que si.
- ¿la transformarán? - volvió a preguntar Bella.
- Lo más probable es que si - trato de endulzar Edward.
- O qué sea un postre. - jodió Jane la mentira bonita.
Al entrar en la sala Jane se separó de ellos, pero manteniéndose cerca de la niña, le extrañaba su presencia y no entendía que tenía que ver una niña humana con todo eso.
Ania miró a los tres hombres en los asientos que parecían tronos, bueno, eran tronos.
El de en medio, un hombre con piel blanca del tono cebolla y pelo largo, lacio y negro, se levantó y comenzó a hablar.
Rondaría los 40 años, tenía una mirada que inspiraba infantilidad y a la vez desconfianza.
Le recordaba a la mirada divertida de un psicópata, a alguien que se divertía cual niño pequeño matando.
Ania giró en ese momento su mirada al que estaba a la izquierda, en realidad sería a la derecha del hombre de en medio, pero Ania lo veía desde el frente.
Era un hombre aún más mayor que el primero, rondaría entre los 50 y los 60, tenía bastantes arrugas.
Su pelo era marrón oscuro, pero no completamente lacio, también era largo y daba la impresión de ser alguien muy serio pero sin embargo respetuoso.
Luego fue al último hombre de ahí, asustandose al ver a su padre.
Tenía una mirada encolirecida, parecía que deseaba ver sangre.
Era quien más temor le inundaba a la niña, y cuando la miró a los ojos, ella sintió sus ojos cambiar a rojo.
Era como si verlo activase todos los malos sentimientos de dentro de ella.
Ese detalle alarmó tanto a los tres hombres que los dos que permanecían sentados, Caius y el otro, se pusieron en pie.
Aro trató de penetrar en la mente de Bella, pero no lo logró.
- ¿y quien es esta pequeña? Ven, acércate. - llamó Aro a Ania al percatarse de su presencia.
Esta se movió, con tanta elegancia que recordó a todos a cierto vampiro rubio de esa sala.
- Mi nombre es Ania Black, soy miembro de la tribu Quileute.- explicó brevemente la niña, sin mostrar que pudiese temer al hombre frente a ella.
Caius bajó y se acercó a la niña, agarrando su muñeca y apretando sin notarlo.
- ¡Eh !- ambos giraron la cabeza, con la misma rapidez, de la misma forma y en el mismo ángulo - le hace daño. - dijo Alice, y Caius soltó a su hija.
Aro se quedó mirando a ambos con una cara de que se extraña por algo y analiza todo, tratando de unir las piezas del puzle en su cabeza.
- Pequeña ¿me darías tu mano? - pidió, quería ver en sus recuerdos quién la había transformado, para matarlo y a la niña con el o ella.
Ella obedeció, pero pasó lo mismo que con Bella.
- Interesantisimo. - comenzó a preguntar cosas.
- Yo nací de mi madre, licantropo, y de mi padre, vampiro. - explicó - no me morfieron. No mato humanos, y crezco como cualquier niño humano.
Aro sonrió y del dedo de la niña sacó una gota de sangre, la cual chupó asqueandola.
Casi instantáneamente, Aro comenzó a expulsar unas cantidades de sangre menores a las qur Victoria había expulsado.
- Tu corazón late y tu sangre actúa como veneno a pesar de su apetecible olor! - comentó él maravillado.
Aro mandó a Jane a uqe usase sus poderes en contra de Bella y de Ania, pero la segunda quiso parar a Jane, cogiendo su muñeca.
- ¡No! - gritó Caius, pero no fue a atada su orden.
Jane se soltó, y no hizo daño a Bella ni a Ania, no les afectaba.
Pero al ver a Edward dolorido en el suelo, Ania comenzó a sentir enfado.
- Dolor... - susurró y al momento Jane se retorció del dolor.
Era como si Ania hubiese copiado los poderes de los que tenían dones.
- Un segundo... ¿Qué pasa? - Alice corrió a tratar de parar a Ania, ya era suficiente.
Ella solo pensaba en proteger a sus amigos, pero igualmente paró.
- Estás ardiendo. - Susurró la vampiresa.
Era cierto, Ania tenía fiebre en ese momento, su cabreo no lo podía controlar ya.
Eran demasiados vampiros peligrosos cerca de ella.
- Permitidme que sepamos la causa de eso. - dijo Aro - ¿cómo creasteis a esta niña?
- No la creamos - respondió Alice, quien tenía a Ania entre sus brazos, protectoramente, Edward estaba así pero con Bella.
- La conocimos cuando se mudó a Forks, para entonces ya era así. - respondió Edward.
- Increíble... ¿Cómo se llama tu creador? Si lo recuerdas. - dijo Aro.
- Mis creadores son mis padres, yo nací, y no le diré el nombre de ellos, se sus intenciones. "Encontrarlos y matarlos" - soltó Ania sin querer tocarlo.
- Edward ¿acaba esta niña de leerme la mente? - preguntó y este asintió.
- Adquirió los dones de Alice y el mío cuando nos tocó, y también la fuerza más potente de Emmet. - relató - no sabemos cómo.
Quisieron volver a poner a Bella a prueba y un chico lanzó un humo extraño de las manos, Ania no aguantó más y se transformó en un lobo de 1.90 cm que saltó sobre este, haciendo que parase de segregar ese humo.
La loba era del tipo "lobo de Baffin", era de color blanco y muy esponjado, aunque esta poseía parte de una pata en negro, al parecer era como el pelo de ella pero al revés.
Miró a todos y se colocó con sus amigos, ella solo quería protegerlos, no atacará porque si, por muy nerviosa que le ponga el estar rodeada de vampiros.
- Aro, dejemosles ya. - trató de ayudar Caius.
- ¿por qué tan rápido amigo mío? - Aro tomó la mano de Caius con tranquilidad.
Pero lo que vio le fue una sorpresa..
Pudo ver el recuerdo de Caius viendo a Ania nacer, viéndola crecer y las cosas que hicieron como padre e hija, conforme la niña era más mayor, Caius tenía menos recuerdos de ella.
En 10 o 15 segundos había visto lo que necesitaba saber.
- Ania Black - comenzó Aro - dadas las circunstancias de que el experimento de Caius ha salido como el quería.
Caius era su amigo, y no lo mataría.
Esta vez Edward si pudo penetrar en la mente de Ania, como lobo no podía hablar.
- Pregunta ¿cómo qué un experimento? - fijo Edward por ella.
- Sencillo, mi pequeña niña. Tu padre, Caius, estuvo con tu madre a sabiendas de lo que era para crearte específicamente. - explicó Aro - para ver cómo sería la creación entre Vampiro y Lobo. Y tu, hija mía, eres la perfecta combinación. Sangre venenosa para los vampiros aunque con olor atrayente, y al parecer tienes un don que tu padre nunca vio, salta a la vista.
- "¿qué Don?" - volvió a decir Edward haciéndole el favor a Ania.
- ¡Copias otros dones y los adquieres! Es un don maravilloso... Con solo tocar a la persona.... Puff, lo copias. - el adulto tenía una expresión que le daba repelús a ella, hablaba con emoción.
Ania gruñó al ver cómo aparecían más vampiros.
- Su naturaleza es matar vampiros, se está aguantando mucho, por favor, alejaos de ella, no se controla bien todavía. - aconsejó Alice.
Los vampiros hicieron caso, dejando un espacio para la enorme loba.
- Carlisle deberá estudiar a la niña y, si se convierte en un peligro para nuestro secreto - anunció Aro - tu mismo la matarás. - se dirigió a Caius - ¿entendido?
Este asintió.
Dejaron ir a los cuatro, pero antes de poder salir, Ania comenzó a oír las voces de el resto de la manada en su cabeza, no pensaba en nada, al parecer ellos no sabían quién era ella.
- Intenta destransformarte. - animó Alice.
Trajeron una de las togas de los Vulturi para tapar a Ania al volver a ser humana.
Se la echaron por el lomo mientras ella volvía al estado humano.
Le dieron unos zapatos y ala, a casa.
Se marcharon y en el coche de Alice se vistió con su propia ropa, por suerte tenía la mochila con ropa.
Se vistió esperando a llegar al aeropuerto e ir a casa, aunque se durmió en el camino.