Capítulo 2
—Llamada telefónica para ti, ________ —le gritó la recepcionista principal, cuando atravesaba el vestíbulo, de regreso a su oficina—. Te la pasaré a tu oficina ahora. Vas para allá, ¿verdad? Es tu novio.
El corazón de _______ perdió el latido. ¿Ashton? ¿Llamándola durante horas de trabajo? Esa no era su costumbre, en absoluto…
Corrió por el pasillo hacia la oficina que compartía con tres reporteros de A Través de Alnwick, con el corazón desbocado.
Ashton aún no se había disculpado por el modo en que se había estado comportando, ni le había dicho que la echaba de menos. Quizás la llamara para decírselo. Tal vez, al fin había renunciado a hacerla sufrir por no abandonar su carrera para seguirlo a Londres.
Se deprimió al recordar la horrible discusión que tuvieron cuando él regresó a casa aquella noche y le hizo su imposible exigencia. Ella trató de explicar que si renunciaba en ese momento, se estaría suicidando profesionalmente. Pero él no quiso escucharla. Su lógica fría e inexorable era que si ella lo amaba, haría lo que él quisiera, lo que fuera mejor para él. Si quería casarse y tener a sus hijos, entonces, la carrera de ella era irrelevante.
______se mantuvo firme y se quedó en Alnwick. Sin embargo, le había prometido buscar un puesto en Londres, para Año Nuevo. Y sólo quedaban tres meses.
______ iba a Londres todos los fines de semana para estar con él. Esas visitas, sin embargo, no habían tenido mucho éxito, porque él seguía resentido. Después de tres semanas de esas agridulces reuniones, Ashton comenzó a buscar motivos para que ella no fuera, diciendo que estaba muy ocupado. Lo cual quizá era cierto… Pero en su interior, _______ creía que se estaba vengando de ella.
Irrumpió en la vacía oficina y levantó el auricular.
—¿Hola? —murmuró sin aliento.
—¿______? ¿Eres tú, verdad? —pronunció Ashton, con una voz que apenas pudo reconocer.
Sorprendida, no supo qué decir durante un instante. ¿De dónde diablos sacaba él ese acento? Hablaba como un tipo de clase alta, sin embargo, él era de la clase trabajadora, igual que ella.
—Oh… pues… sí, soy yo —contestó al fin.
La risa de Ashton tenía un peculiar tono áspero.
—¿Pareces agitada? ¿Estabas haciendo cosas indebidas con todos esos hombres con los que trabajas?
Ahora sí parecía Ashton. Celoso como el pecado.
______ suprimió un suspiro. No debía estar celoso. Ella siempre le había sido fiel, desde el momento en que se enamoró de él, dos años atrás. Hasta accedió a vivir con él, en contra de sus principios, porque Ashton no quería casarse antes de los treinta años.
—No seas tonto, querido —se burló ella—. Tú sabes que eres el único para mí.
—¿De veras? No estoy tan seguro, _______. Y tú eres quien ha sido tonta. Muy tonta.
_______ sintió un escalofrío al escuchar su tono.
—Si hubieras venido conmigo cuando te lo pedí —continuó él, con displicencia—, nada de esto habría ocurrido.
—¿Nada de qué…? —preguntó ella.
—Es probable que estuviéramos casados ya —siguió, ignorando por completo su trémula pregunta—. Al Presidente del Consejo del Banco le gusta que sus ejecutivos estén casados. Habrías sido perfecta para el papel de mi esposa. ¡Pero no! Debías tener tu propia carrera también, ¿verdad? ¡Debías ser liberada! Bien, considérate liberada, cariño. Sé libre, libre de todo, incluyéndome a mí. He conocido a una chica. Es la hija de un hombre de negocios bien relacionado aquí. No es tan guapa como tú, lo admito, ¡Pero está dispuesta a ser mi esposa y a dedicarse por entero a mí!
_______no podía creerlo. Eso no podía estarle sucediendo a ella. Ashton no podía estarle diciendo que había encontrado a otra. Mucho menos a una mujer con la que iba a… ¿casarse?
—Ashton —declaró, con tranquila desesperación—. Yo te amo. Y sé que tú a mí. No nos hagas esto… no… y mucho menos por ambición.
—¿Ambición? —contestó él—. ¿Tú te atreves a hablarme de ambición? ¿Tú, que pusiste tu carrera por encima de tu amor por mí? No me hagas reír, cariño. En realidad, me considero afortunado por haber podido deshacerme de esta… obsesión que sentía por ti. Ya estoy curado. Y tengo mi medicina a mano —se burló—. Se llama Samantha.
_______trató de hablar, pero no pudo.
—Iré este domingo a recoger mis cosas —continuó Ashton, insensible—. Preferiría que no estuvieras. Visita a tus padres o algo. ¡Oh, por amor de Dios, _______, di algo! Empiezas a aburrirme con este silencio helado.
Debiste imaginar que sucedería algo así cuando te negaste a venir conmigo.
—Yo… habría ido si hubiera sabido que esto sucedería. Ashton, por favor… yo te amo…
—No, no me amas —contestó él, con desagrado—. No más que yo a ti. Ahora puedo ver que sólo era lujuria. Me sorprende que durara tanto.
El rostro de ________ se incendió de humillación y dolor. No podía contar el número de veces que el sexo no había sido muy bueno para ella. Sólo había fingido. Por él. ¡Por su infernal orgullo masculino!
—¿No hay respuesta? —se burló él—. Bien. No quiero discutir. Después de todo, no hay nada por qué discutir. Hiciste tu elección. _______. ¡Ahora puedes vivir con ella! —y colgó el teléfono.
________ miró el auricular, la cabeza le daba vueltas mientras la realidad de la situación la golpeaba.
Ashton había salido de su vida. No sólo temporalmente, sino para siempre. Todos sus planes para el futuro… estaban destrozados. No habría matrimonio con él. Ni hijos suyos. Nada.
Las lágrimas se acumularon en sus ojos, se habría puesto a llorar si Peter Somers no hubiera aparecido en aquel preciso momento. Afortunadamente, sus agudos ojos no se posaron en el pálido y tembloroso rostro de ________, sino en sus largas y torneadas piernas.
Por primera vez, ________ comprendió la rencorosa actitud de Peter hacia ella. _________ le gustaba, su crimen era que no le correspondía. Con una desesperada explosión de orgullo, mantuvo sus lágrimas a raya.
—¡Bien! —se puso en pie y plasmó una alegre sonrisa en su rostro—. Será mejor que deje de hacer el vago y me ponga a trabajar. ¿No sabes dónde puede estar Niall?
—No tengo ni la más remota idea —contestó Peter.
—Probaré en la cafetería —exclamó ella.
—Hazlo.
Él permaneció parado en el estrecho umbral, para que ella lo rozara al salir de la habitación. Pero ella le dijo:
—Con permiso —salió deprisa al pasillo, ocultando el estremecimiento que la atravesaba. Odiaba a los hombres. A todos ellos. Eran unas criaturas odiosas. ¡Odiosas! Incapaces de amar verdaderamente. Todo lo que querían era sexo.
Pero luego recordó a su padre. A su dulce, amable y cariñoso padre. Y a sus dos hermanos mayores. Ambos, buenos hombres, con matrimonios estables, seguros y con felices esposas y familias. Hasta Niall era fiel y sincero, a pesar de que estaba en la industria de la televisión. ¿Estaría pidiendo demasiado al quererse esa clase de hombre para ella?
—¡Oh, Niall! —le gritó, al verlo salir de la cafetería.
—¿Qué pasa?
—Te tengo un trabajo.
—¡Gracias al cielo que eres tú y no Peter! ¡Estoy de políticos hasta aquí! —y dibujó una línea sobre su
garganta— ¿A dónde vamos esta vez?
—¿Has oído hablar de Bradford?
El hotel de Bradford era de dos pisos y bastante espacioso. Estaba erigido en una esquina, para que los clientes tuvieran garantizada una espléndida vista de la calle principal, abajo, y un panorama sin obstáculos, de kilómetros a la redonda.
_______ estaba en la terraza, a las seis de la tarde del siguiente sábado, mirando con reverencia, la increíble escena que estaba tomando forma ante sus ojos.
Cuando Niall y ella entraron al pueblo, la noche anterior, cansados y acalorados del viaje, se preguntaron dónde se llevaría a cabo el baile.
Preguntaron al propietario del hotel, un tipo alegre, llamado Bert, si habría algún salón que no hubieran visto. Él soltó una carcajada y les dijo que no había ningún salón. Y luego se negó a contestar la siguiente pregunta, respecto a dónde se realizaría el baile.
—Vengan mañana por la tarde —les dijo—, no reconocerán este lugar.
Tuvo razón. En el corto espacio de unas cuantas horas, el soñoliento Bradford se transformó.
Primero llegaron varios camiones llenos de hombres que, en poco tiempo, levantaron la pista de baile. Luego, marcaron un aparcamiento con una valla portátil.
Dos enormes camionetas desfilaron por el pueblo todo el día, con toda clase de alimentos y bebidas. Dos enormes barbacoas fueron instaladas a cada lado de la entrada principal y fueron instaladas mesas de plástico y sillas, sin mencionar los vasos.
________ había estado ocupada todo el día, entrevistando a toda clase de personas. Desde miembros de comité organizador, hasta los voluntarios que ayudaban a organizar a la gente que esperaba ganarse algún dinero rápido vendiendo emparedados de carne o lo que pudieran.
Se asombró al saber la distancia que habían viajado algunos de los hombres, aunque le explicaron pacientemente, que Bradford era bastante céntrico para la mayoría de los pueblos que estaban en West Yorkshire, y la gente de ahí solía cubrir vastas distancias buscando entretenimiento. Cada vaquero, peón, ganadero y pastor soltero en cuatrocientos cincuenta kilómetros a la redonda, asistiría al baile esa noche. Al parecer, hasta había gente que venía desde Londres, en busca de pareja.
Si ________ no hubiera estado tan deprimida, se habría contagiado del aire de excitada anticipación que parecía haberse apoderado de todos. Pero ni siquiera tenía entusiasmo para arreglarse. En lugar de eso, se quedó afuera, mirando el horizonte que estaba bañado con los audaces rojos y dorados de una puesta de sol en la llanura.
Pero ella estaba ciega al ambiente, a la rica belleza de la tierra, porque su mente regresaba a su apartamento de Alnwick, donde en ese mismo instante Ashton probablemente estaba llevándose cada recuerdo que ella tenía de él. Cuando _______ regresara, sería como si Ashton nunca hubiera existido
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