━¿Y QUIÉN SE ATREVIÓ?━
• • •
Balanceaba mis pies que colgaban de la rama en la cual me encontraba sentada tarareando una canción disfrutando de un delicioso cono de nieve que Zeldris me compro como postre ya que había comido.
Él se encontraba a mi lado sentado en la rama con su espalda recargada en el árbol de brazos cruzados y sus ojos cerrados. Pero aún así eso no le impedía dejar de cuidarme y estar al pendiente de mi, como hace unos minutos que sin querer me moví haciendo que cayera de espadas pero él fue más rapido y me tomo entre sus brazos antes de caer.
──¿Quieres? ─abrió sus ojos en cuento me senté en sus piernas para ofrecerle un poco de mi helado.
──No, termínatelo tú. ─miró a otro lado.
──Solo una probadita. Como agradecimiento de cuidarme. ─le pedí acercando la nieve a sus labios.
──No tienes que agradecer nada, termina el helado tú. ─hice un mohin.
──Zeldris malo... ─susurré mirando a otro lado y de vez en cuando lo veia de reojo, él miro mi pequeño mohin por unos segundos.
Cerró sus ojos unos intantes para después abrirlos. Me miro por unos segundos terminando por soltar un pequeño suspiro para después lamer el helado causando una sonrisa satisfactoria en mi al verlo ceder.
──¡Esta delicioso, ¿verdad?!
──No esta tan mal. Es pasable. ─solté una pequeña sonrisa ante su seriedad.
Recoste mi cabeza en su pecho continuando con mi helado. No tarde en sentir sus brazos abrazar mi pequeña cintura recargando su cabeza con la mia.
A los minutos logré terminar de comer mi helado. Salí de los brazos de Zeldris y volé hasta el pequeño lago que estaba a unos metros de el árbol donde él me observaba.
Recolecte algunas flores de distintas formas y colores haciendo un pequeño ramo para terminar volando hasta llegar al frente de Zeldris.
──Ten. Las recolecte pensando en ti. ─por unos segundos él sonrió con ternura tomando el pequeño ramo de flores. ──¿Te gustan?
──Son hermosas como tú. ─mire a otro lado sintiendo mi cara arder un poco, pude escuche una pequeña risa ante mi reacción.
──G-gracias... ─susurré. ──Ya podemos irnos, si quieres. ─lo mire de reojo.
Él paso un mechón de mi cabello detrás de mi oreja levantándose de la rama mientras me tomaba entre sus brazos.
──Entonces vámonos. ─asenti y por primera vez en mi vida no necesite abrir mis alas ya que él se tomo la molestia de cargarme.
Yo por mi parte recargue mi cabeza en su pecho sintiendo la suave brisa de el viento golpear mi rostro y despeinando mi cabello.
Escuche unos sonidos provenir de más arriba sintiendo a la vez una presencia demoniaca, cuando observe bien eran un pájaro azul volando mientras dejaban caer pequeños anuncios. Logre tomar uno para leer lo que decía, al parecer era un festival.
──¿Un festival? ─pregunté ladeando mi cabeza. ──Y en Vaizel. ─me tensé al recordar la vez que mi padre casi me atacaba de no ser por Elizabeth posiblemente ya hubiera muerto.
──¿Sucede algo, princesa? ─me preguntó cuando sintió mi cuerpo tensarse.
──No es nada. Es solo que no tuve una buena experiencia la primera vez que fui. ─dije mirando un punto muerto.
──¿Me dirás que ocurrió? ─solo escondí mi cabeza en su pecho. ──¿O mejor dime el nombre de la persona que se atrevió a herirte o intento hacerlo? ─pasé saliva. ──Y te aseguró que no vivirá por mucho.
──Eso ya no importa, Zeldris. Pasó hace ya mucho tiempo y estoy bien. ─le sonreí para aliviar la poca tension que se estaba creando. ──Te prometo que algo como eso ya no pasará.
──Nada te pasará mientras estes conmigo, mi diosa. ─deposito un pequeño beso en mi frente.
──En ese caso... ─sonreí de medio lado. ──¡Vamos a el festival! ─esté me miro sorprendido pero lo oculto. ──Aquí dice que "el premio al ganador es que cualquier deseo que tenga se puede volver realidad". ─cité lo que decía el papel.
──Maldito seas, Gloxinia. ─susurró pero lo ignore.
──¿Qué dices, Zeldris? ─mire sus ojos, su expresión era la misma de seria. ──¿Me llevas?
──No. ─dijo cortando mis ilusiones. ──Es muy peligroso para ti, pequeña.
──Pero si estoy contigo no me sucederá nada. ─dije con un pequeño mohin. ──Tú dijiste que mientras estes conmigo nadie me dañará y me protegerías. Podemos ir a festival y posiblemente hasta ganar.
──¿Y para que quieres ganar un festival? Esas cosas únicamente son solo interés de los humanos.
──Dice que se cumplirá cualquier deseo. ─miré a otro lado. ──Y yo quería pedirle... que mis recuerdos regresen. ─él se sorprendió, a los pocos segundos soltó un ligero suspiro mientras me abrazaba fuertemente.
──No necesitas ganar nada para recuperar tus recuerdos. ─lo mire. ──Por que con recuerdos o no, siempre te amaré. ─junto su frente con la mia.
──Decirle eso a una niña de diez años suena muy pedófilo de tu parte, Zeldris. ─dije con una pequeña sonrisa burlona.
──¡Amaris! ─miro a otro lado un poco sonrojado causando una risa en mi.
──Eso te pasa por romper mis ilusiones. ─me cruce de brazos con una sonrisa. ──Te lo mereces.
「• • •」
Me relaje en el momento que sentí las frescas gotas de agua caer y chocar contra mi cuerpo. Me encantaba sentir esta sensación y más cuando sientes como la tierra se va del cuerpo.
Ya habían pasado pasados las horas desde que habíamos llegado a el castillo de Camelot. Estuve todo este tiempo con Zeldris, quien me contaba pequeños detalles de como era mi vida en el pasado descubriendo que tenía dos hermanos incluso uno era mi mellizo.
El sol ya se estaba metiendo dejando salir la hermosa luna causando que mi cuerpo creciera resaltando mis curvas y me creciera mi cabello hasta la cintura mientras las fracciones de niña se iban cambiado por una de una mujer madura.
──Por fin. De nuevo yo. ─dije con una sonrisa cerrando mis ojos mientras sentía el jabón resbalar por mi cuerpo.
Salí de la ducha después de unos minutos, envuelta en una toalla me seque el cabello para cepillar y hacer mi linda cola de caballo hacia un costado con un broche de diamantes, con solo tronar mis dedos mi ropa apareció de inmediato.
Salí de habitación y fui a el lugar donde Zeldris estaría, en la sala del trono. Y no me equivoque, él estaba sentado en el trono. En el momento en el que me vio cruzar las grandes puertas su sonrisa se hizo presente.
──No sabia que ya eres el rey ahora. ─dije al verlo muy cómodamente en el trono. ──Si lo hubiera sabido me hubiera puesto otro atuendo para la ocasión.
──No importa lo que uses, mi reina. Siempre te miras hermosa. ─dijo sin quitar su sonrisa. ──Y sin nada puesto... eres más que una diosa. ─cerré mis ojos afirmando sus palabras.
──Eso ya lo sabía desde hace mucho tiempo. ─susurre llegando al frente suyo. ──No necesitas decirlo, mi rey.
Sentí sus manos tomarme de mi cintura para sentarme en sus piernas con la misma posición de la noche anterior. No tarde en sentir como recostada su cabeza entre mis pechos, disfrutando la sensación que le brindaban.
──¿Cómodo? ─pregunté acariciando sus cabellos azabaches.
──Siempre. ─susurró cerrando sus ojos ante mis suaves caricias. ──Me siento tan bien cuando estas conmigo.
Solo sonreí cerrando mis ojos unos segundos.
──¿Qué te pareció tu dia con la pequeña? ─pregunté. ──Aunque no necesito preguntar, después de todo la hiciste llorar. ─él soltó un ligero suspiro.
──No era mi intención hacer eso. ─aclaró. ──Además tú no mencionaste que Meliodas te adopto como su hija.
──Es porque la pequeña si lo mira como su padre mientras yo solo lo miro igual que siempre. ─comenté mirando las estrellas que el balcón dejaba ver. ──Después de todo solo permanecí a su lado porque me gano en una batalla. Para mi mala suerte perdí gracias a que el sol comenzaba a salir.
──Otro motivo por el cual quiero matarlo. ─susurró pero lo logre escuchar. ──No te hizo daño, ¿o si?
──No. Él sabia que las heridas le dolería más a la pequeña, por eso se contuvo y no me daño mucho.
Entre cerré mis ojos al momento que sentí una gran magia. Ese no era el problema, el problema era que esa magia era con una gran calidez que interrumpía en mi hermosa noche fresca. Ese no poder no era nada más y nada menos que el poder del mismo sol.
──¿Cómo siquiera se atreve a usar ese asqueroso sol cuando esta mi hermosa luna? ─mire a la dirección en donde lo sentí. ──¿Alguien capaz de hacer un sol? ¿Alguien capaz de interrumpir la hermosa noche de mi luna? ¿Y quién se atrevió? ─me levante de mi lugar con un semblante serio mientras me acercaba a el balcón con mi mano alzada. ──Despierta y ven a mi, Selene. ─susurré atrayendo mi arma, no iba a permitir que alguien mantenga a el sol en la noche y menos cuando cubrió a mi hermosa luna. ──Nadie se debió atrever.
──Ese fue un gran poder. ─Zeldris miro seriamente a la misma dirección que yo. ──¿Lo harás en serio?
──Si no lo hago, solo estaré dejando que se burle de mi apreciada luna. Y no me gusta ver a el sol apoderarse de lo que ella ha hecho por tanto tiempo. ─alce mi abanico de mano justo en la luna formando una pequeña mientras un enorme frio comenzó hacerse presentante. Alce mis alas volando en el cielo para tener una mejor dirección. ──Enséñales quien es la que manda en la noche, querida luna. ─mis ojos se iluminaron de un color amarillo. ──¡Cruel lun!
Lance mi luna con una gran fuerza directo a ese estúpido festival.
━MIENTRAS EN EL FESTIVAL━
Después de que el pecado del Orgullo diera su ataque contra los dos mandamientos. La noche volvió dejando ver de nuevo la luna mientras el pecado regresaba a su forma recibiendo el ataque que el pecado de la Lujuria le daba al creer que su compañero lo atacaría.
Pero nadie contaba que a los segundos se comenzara a sentir un gran frio.
──¿Desde cuando comenzó hacer tanto frio? ─preguntó la chica que estaba a un lado del pecado de la Lujuria.
──Hace un rato nos estábamos cociendo por el calor que ese sol producía. ─dijo el cerdito temblando del frio.
──¿Q-q-qué... es eso...? ─preguntó la tercer princesa de Liones en cuanto miraba algo acercarse.
──Acaso eso es... ─la mirada de todos era de sorpresa pura la mirar el mismo ataque que el León del Orgullo habia causado, con la gran diferencia que este era una luna.
──¡¡UNA LUNA!! ─la mayoria gritaron asustados.
──¿Cómo es posible eso siquiera? ─preguntó el Zorro de la Avaricia. ──¡Es el ataque de Escanor pero en lugar de el Sol es la jodida Luna! ─se abrazó a si mismo ante el tremendo frio que se sentía.
──¡A este paso moriremos congelados! ─exclamó la gigante con su piel comenzando a ponerse ligeramente azul.
──¡Maldita seas, Aris! ─expresó el capitán de los pecados con un semblante enojado.
Tomo su tesoro sagrado para dar un salto y usar su habilidad justo en el momento en el que la luna estaba por impactar contra ellos.
──Si lograste dar ese ataque significa que... ─su mirada se oscureció pues sabia que su hija estaba en Camelot que fue conquistada por los demonios o mejor dicho por el líder de los mandamientos. ──Después de 3000 años vuelven a estar juntos. ─susurró mirando la dirección de donde provino el ataque. ──Zeldris, Amaris...