━TÚ DE NUEVO━
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Miraba como la luna estaba a tan solo unos minutos de esconderse para dejar a el sol salir.
──Así que... te haces pequeña y, ¿no recuerdas nada de lo que sucede en la noche? ─lo escuché hablar a mis espaldas.
──Exactamente. ─dije mirándolo. ──Lo bueno es que si recuerdo lo que pasa en el dia.
──¿Y no puedes tener tu verdadera forma en el dia? ─preguntó.
──Solo si ella me lo permite pero siempre hay consecuencias.
──¿Cómo cuales?
──Estaré inconsciente por casi un dia entero. ─regresé mi vista al frente mirando la luna esconderse. ──Creo que ya es hora. ─lo mire de reojo. ──Tratá de no asustarla mucho, ¿quieres?
──No doy miedo. ─solté una risa.
──Dicelo a ella.
Cerré mis ojos sintiendo los rayos de luz chocar contra mi cuerpo a la vez que me encogia.
»Mire a mis lados sin tener la menor idea de donde me encontraba.
──¿Dónde estoy? ─mire mi cuerpo y como siempre estaba sin ropa pero mi cabello me cubría un poco. Trone mis dedos y a los segundos traía puesto el atuendo que Elizabeth me regalo. ──Soy yo o Camelot esta muy silenciosa. ─me levanté acercándome a la barandilla observando con claridad la ciudad.
──Si te acercas de más te vas a caer. ─abrí mis ojos al escuchar esa voz a mis espaldas. No sabía porque no había sentido su presencia antes, es como si mi cuerpo ya se hubiera acostumbrado a ella.
──T-tú... ─gire lentamente mi cabeza mirando a el demonio de ayer. ──¿C-cómo me encontraste? ¿Qué haces aquí...? ─retrocedi hasta que mi espalda choco contra la barandilla.
──Necesitaba un lugar para apoderarme de él. ─mi cuerpo tembló. ──Y el Reino de Camelot fue el más fácil.
──I-imposible... ─si dice la verdad significa que peleó con ella o sabe de nosotras.
──No te preocupes que nadie murió. Solo están bajo mi mandamiento, si es que saberlo te tranquiliza. ─pase saliva.
──¿P-por qué yo no estoy bajo tu mandamiento? ─pregunté temerosa.
──No hay necesidad de eso, aunque quisieras no podrás irte de aquí. No mientras yo siga vivo.
──¡Tú no puedes retenerme contra mi voluntad! ─él fruncio su ceño ante mi gritó. ──Te aseguró que papá vendrá por mi.
──¿Papá? ¿Quién es tu padre? ─preguntó con interés.
──Te lo advierto, él es muy poderoso. Ni siquiera tú podrás con él. Si me haces daño él es capaz de matarte. ─ladeo su cabeza ante mis palabras.
──¿Y dónde esta exactamente tú padre?
──Donde no te importa.
──¿Y quién es el hombre que según tú logrará acabar conmigo? ─preguntó con un tono de burla.
──Él es Capitán de los Siete Pecados Capitales, Meliodas. ─él abrió sus ojos sorprendido de ello.
──Meliodas. ─fruncio su ceño. ──Dices que él maldito traidor es tú padre.
──¡Mi papá no es ningún traidor! ─le grité.
──Claro que lo es. No me sorprendería saber que te dejará aquí sola porque ya no eres de utilidad. ─soltó una pequeña sonrisa.
──Mientes. Papá jamás me dejaría sola.
──Y entonces, ¿por qué estas aquí? ─preguntó alzando una ceja.
──Para que no me pasará nada malo. Por eso me dejo aquí.
──Alguien que puede llegar a ser más fuerte que él mismo, se queda aquí solo para que no le pasara nada. ─soltó una pequeña risa. ──Es lo más estúpido que he escuchado. Es obvio que Meliodas solo te ha mentido en todo este tiempo.
──Papá jamás me mentiría. ─intenté no romper en llanto pues algo de sus palabras sentía que eran ciertas.
──Si tu padre no te ha mentido significa que debes de saber que lamentablemente ese maldito traidor es mi hermano mayor. ─abrí mis ojos sorprendida ahora que lo miraba bien si se parecía a papá pero de cierta forma para mi parecer él es más... apuesto.
──Mientes. Papá me diría que tiene un hermano... él, ¿si me lo diría? ─dije mirando hacia abajo convenciendome de que él si me lo diría.
──Me imagino que tampoco te dijo que era de la raza demoniaca. ─no dije nada. ──Acaso no te has preguntado la verdadera razón por la cual te cuida como a una hija. ─alce mi vista mirando sus ojos. ──Es porque él siente culpa de lo que causo... de lo que te hizo.
──Para por favor. ─pedí con lagrimas en los ojos al darme cuenta de lo estúpida que he sido.
──No creas que él de verdad te considera una hija. Solo lo hace por lastima y culpa. Todo el tiempo que has pasado a su lado te ha mentido.
──¡Te equivocas! ─se quedó en silencio en cuando miro mis lagrimas. ──¡Él no mintió cuando dijo que los mandamientos son unos monstruos! ¡Tú lo has confirmado! ─le grite para salir corriendo lejos de él.
──¡Amaris, espera! ─lo escuché llamarme pero lo ignore.
Llegue a mi habitación cerrando la puerta con llave he hice lo mismo con las ventanas y la del balcón. Me tire a la cama llorando al saber que no tengo la menor idea de lo que significo para Meliodas, tampoco el motivo por el cual él me consideró como su hija.
Caí en cuenta que no se nada de nada.
「🥀」
Llevaba acostada alrededor de horas, mi estomago rugía por algo de comida pero me da miedo salir y encontrarlo y más cuando ha venido tantas veces tratando de abrir la puerta pero yo siempre termino gritando que se fuera.
Mis ojos los podía sentir hinchados y rojos de tanto llorar, no se con certeza a lo que él se refería con lo que me hizo papá antes que solo le hace sentir lastima y culpa.
Y por novena vez mi estomago rugió exigiendo comida y mi hambre cada vez me mataba de poco a poco, tenía que comer si o si. Decidía me levante de la cama abriendo muy despacio la puerta para evitar hacer algún tipo de ruido.
Mire a los lados del pasillos asegurando que nadie se encontrara, una vez que lo comprobé salí de la habitación cerrando la puerta para no levantar sospecha. Camine con pasos silenciosos directo a la cocina, lo malo era que tenía que pasar por donde probablemente él esta.
Respire hondo para mirar cuidadosamente si se encontraba en donde estaba en la mañana y para mi mala suerte si se encontraba ahí, estaba parado frente al balcón mirando todo Camelot. Me eche para atrás en cuanto giro su cabeza mirando a donde yo me encontraba, me quedé así unos minutos esperando escuchar algo que indicará que me vio pero eso no sucedió.
De nueva cuenta mire observándolo en la misma posición, logré esconder mi cabeza antes de que me vea. Por un momento creo que él sabe que estoy aquí pero no hace nada. Me arme de valor para mirar más sigilosa observando como seguía mirando hacia afuera y vi la oportunidad de pasar para llegar a el otro lado.
──¿A dónde vas? ─me tense al escucharlo a mis espaldas a tan solo unos pequeños pasos de llegar a el otro lado.
──Iba a la cocina. Tengo hambre y pensaba en hacer algo de comer. ─explique, de nada sirve evadir la pregunta con algo estúpido de mi parte.
──Entiendo. ─cerró sus ojos soltando un leve suspiro. ──En ese caso sígueme. ─lo mire caminar adelante de mi.
──¿A dónde vas? ─pregunté.
──A prepararte algo de comer. ─ladie mi cabeza.
──¿Sabes cocinar? ─pregunté caminando a su lado.
──No creo que sea tan difícil. ─una gota de sudor bajo por mi frente mientras mi cuerpo se tensaba, justo eso fue lo que papá dijo la primera vez que cocino y si eso no es lo peor, déjame decirte que si él es su hermano significa... que harán todo menos cocinar algo comestible.
──Sabes, la comida no es fundamental para vivir. ─me miro de reojo ante mi repentino cambio. ──Creo que ya se me quito el hambre. ─en eso mi estómago rugió. ──O talvez solo un poco.
──Estas insinuando que no se cocinar.
──Pues... ─lo mire afirmando eso. ──, si se te cayo saco.
──Ya te dije, no debe ser difícil.
No debe ser difícil.
Esas palabras rodaban por mi cabeza mientras miraba como la cocina se estaba incendiando, por suerte logramos apagarlo antes de que expanda.
──Lo bueno es que no iba a ser difícil. ─dije soltando un suspiro.
──No es mi culpa. Es culpa de los humanos que se complican en todo. ─se excusó.
──Claro~. ─susurré, el silencio reino hasta que fue interrumpido por mi estomago.
Él me miro de reojo para dar media vuelta.
──En un rato regreso.
──¿A dónde vas? ─pregunté caminado a su lado.
──Por algo de comer para ti. ─me sorprendí de su preocupación.
──Te acompaño. ─dije sonriendo.
──No es necesario, puedes quedarte.
──Pero quiero estirar mis alas un rato. ─él cerró sus ojos dándose por vencido.
A los minutos llegamos a el balcón donde se encontraba el trono y fui la primera en sacar mis alas volando por los vientos. Siendo honesta con papá nunca pude hacer esto pero con él si puedo.
──No te alejes mucho de mi. ─lo escuche hablar a un lado mío con sus alas negras o mejor dicho de materia oscura. ──Que Britania ya no es como antes.
──¿A qué te refieres con eso? ─pregunte mirando sus ojos.
──Me refiero a que nosotros nos estamos moviendo. ─ladie mi cabeza sin entender nada.
──Significa que su líder les ordeno separarse. ─él me miro unos segundos.
──Exactamente. Les ordene que se separaran. ─mi mente iba procesando sus palabras lentamente.
──¡¿Qué?! ─grite sorprendida. ──Tú eres... ─mi cuerpo tembló al saber que él no es un simple mandamiento cualquiera.
──No te haré nada si eso te preocupa. ─aclaró.
──Eso ya lo sé. ─dije sonriendo, creo que él no es tan malo a pesar de todo. ──Después de todo eres el hombre a quien amo. ─cerré mis ojos aún con mi sonrisa, después de todo recuerdo el sueño que tuve la otra vez.
Talvez y la broma de papá no era tan broma después de todo.─pensé mirando su sonrisa ante mis palabras.