━TE AYUDARÉ A RECORDAR━
• • •
Mire el techo de mi habitación, llevaba acostada en mi cama alrededor de casi una hora. Desde que él me dio a beber su sangre, me recupere por completo, aún no entiendo la razón de eso pero él se miraba feliz de que funcionará.
Solté un pequeño suspiro levantandome de la cama colocando mis zapatillas. Ya me había cansado de estar acostada sin hacer nada más que observar el techo y dr ves en cuando la luna carmesí que entraba por mi ventana.
Salí de mi habitación y camine por los largos pasillos del castillo buscando a el azabache, me apetecía estar a su lado, algo dentro mío me pide que este a su lado y siendo sincera es lo que más quiero. Llegue a la habitación donde se encontraba el trono y al solo entrar me encontré con sus ojos oscuros, en el momento en que me miro soltó un ligero suspiro carrando sus ojos, seguramente por verme de pie y no acostada como me pidió.
──Creí que fui demasiado claro cuando te dije que te quedarás acostada. ─habló con un tono serio.
──Que te puedo decir, me aburrí de estar sola. ─comenté mientras llegaba a un lado del trono y me sentaba en uno de sus lados. Sorpresa que me lleve al sentir sus brazos tomarme para sentarme entre sus piernas pasando una mano por mi cintura mientras la otra se encartaba de acariciaba mi pierna desnuda gracias a mi vestido. ──¿Qué haces? ─pregunté mirando sus ojos.
──No puedo estar junto a mi mujer. ─me sonroje ligeramente mirando a otro lado escuchando una pequeña risa ante mi acción.
──Te recuerdo que no tengo memoria alguna de que eso sea cierto. ─dije cruzando mis brazos.
──Hace rato dijiste algo sobre que era el hombre el cual amas. ─lo mire de reojo. ──Me puedes explicar, ¿por qué lo dijiste si es que no recuerdas nada?
──Fue en sueño raro que tuve, pero ahora me comienzo a cuestionar si de verdad fue un sueño o fue un recuerdo. ─hable mirando sus ojos.
──¿Y que sucedía en ese sueño?
──No podía ver nada, solo escuchaba lo que pasaba. ─me miro esperando a que sugiera. ──En ese sueño reconocí mi voz y la tuya. ─baje mi cabeza pero él me tomo mi barbilla haciendo que mire sus ojos.
──¿Qué es lo que escuchaste?
──Que tu padre te dio la orden de matarme. ─logre sentir como su cuerpo se tensaba mirando a otro lado. Esta vez fui yo quien hizo que me mirara tomando su rostro. ──Pero yo estaba dispuesta a morir si eras tú quien lo hiciera. ─él cerro sus ojos como si recordará eso. ──Decía que morir en las manos del hombre a quien amo es la muerte que prefiero.
──Amaris... ─juntó su frente con la mia. ──Jamás sería capaz de lastimarte. ─acaricio mi mejilla suavemente. ──Ni hoy, ni nunca, amor. ¿Y sabes por qué?
─negué con mi cabeza. ──Porque para mí, tenerlo todo es tenerte a tí. Y créeme cuando te digo que estar sin ti es lo peor que he sentido. ─surruró juntando su nariz con la mía.
──No te recuerdo, Zeldris. ─susurré. ──Pero siento que me enamore de ti antes de besarte. ─él sonrió un poco ante mis palabras.
Su sonrisa, su mirada, sus ojos... él. Me hacían estremecer con cualquier cosa que hiciera y eso jamás lo he experimentado en todos estos años.
──Te ayudaré a recordar y si no puedes hacerlo... comenzaremos de nuevo. ─sonreí cerrando mis ojos. ──Por cierto, ¿cómo te sientes?
──No me duele nada. Estoy más que bien. ─confesé. ──¿Cómo es que con tú sangre me cure inmediatamente? ─pregunté con curiosidad. ──¿Tiene algo que ver también con el hecho de que la luna se tiño de un color carmesí?
──Mucho. ─dijo sootando un ligero suspiro. ──Es algo de una de las cosas que hicimos hace más de 3000 años. ─ladie mi cabeza ante sus palabras y me inquieta con eso de "una de las cosas que hicimos", ¿qué habremos hecho aparte de eso? ──Cuando recordabas todo. ─rodé mis ojos ante algo tan obvio. ──Tú eres una diosa, pero no cualquiera, tenias una Gracia.
──Moonshine. ─dije y él asintió, siempre supe que mi magia iba más haya que hielo ya que era incluso capaz de crear una mini luna y ese nombre salió de mis labios inconsistente.
──Te permitia aumente tu poder exponencialmente al acercarse la media noche. ─comentó. ──Gracias a eso te ganaste un sobrenombre.
──La Diosa de la Muerte. ─ahora comprendía a Galand.
──Sí. ─afirmó jugando con mi cabello. ──Tenias un hermano mellizo que su Gracia era lo contrario de la tuya, su sobrenombre era el Ángel de la Muerte.
──¿Tuve un hermano? ─pregunté sorprendía y feliz de eso, siempre me querido tener o saber si tuve hermanos.
──Dos de hecho, uno mayor y tu mellizo. Eras la menor de ellos y por eso te sobreprotegian. ─hizo un disgusto ante eso.
──Ellos... murieron, ¿cierto? ─pregunté lo más obvio.
──Tu muerte les afecto bastante. Tú mellizo murió poco despúes de tu muerte en cambio el mayor fue uno de los que nos sello. ─miro a otro lado cuando mencionó que uno murió.
──¿Quién? ─pregunté con mi mirada oscurecida. ──¿Quién lo mató?
──No lo sé. ─dijo sin mirarme.
──Zeldris. ─él soltó un ligero suspiro al saber que no me quedaría en silencio hasta saber quien lo mato.
──Fue Estarossa... mi hermano. ─solté un pequeño jadeo de la impresión mirando a otro lado. ──Lo lamento, amor. ─me abrazo por la cintura.
──No tienes nada que lamentar, tú no lo mataste. ─cerré mis ojos para tratar de tranquilizarme y gracias a sus caricias lo logre. ──Ahora me explicas como es que puedo sanar con tu sangre.
──Que la luna se tiñe de carmesí significa muchas cosas entre ellas es la sanación. Si bebes la sangre de la persona con la que hiciste un "contrato" por así decirlo, puedes curarte y tu sangre lo cura a él. ─solo lo mire entiendo lo que dijo. ──Hay más usos que te guardabas, ni siquiera me decía con detalle lo que signifcaba.
──Tendía una razón para no hacerlo. ─comenté.
──Hay algo que no entiendo. ─lo mire con atención. ──Tu poder ahora no es ni la cuarta parte de tu poder real, ¿por qué?
──No lo sé, cuando me quitaste el collar pude sentir mi poder aumentar la mitad de lo que es realmente. ─aclaré un poco eso.
──¿Quién te dio el collar? ─preguntó un poco enojado.
──Merlín. ─frunci mi seño al entender algo. ──No. Meliodas le pidió a Merlín que me hiciera un collar.
──Meliodas. ─su mirada se oscureció. ──Ese maldito traidor ni en 3000 años deja de entrometerse en nosotros.
──¿A qué te refieres con eso? ─pregunté al verlo apretar su mano de ira.
──Por culpa de Meliodas mi padre me ordeno asesinarte. ─me sorprendí de eso. ──Pero solo tuve el valor de sellarte... lo que me alegró fue que tus hermanos hallaron la forma de liberarte. Tardarón cincuenta años pero te liberarón. ─sonrió mirándome. ──Y después, él de nuevo.
──¿Hizo algo más? ─pregunté al ver su mirada un poco triste.
──El clan de los vampiros intentó una rebelión que resultó un rotundo fracaso. El Rey Demonio iba a mandarme acabar con ellos pero Meliodas le dijo que les diera una oportunidad... si ellos lograban matarte seria perdonados. ─me quedé sin palabras ante eso. ──Tengo vagos recuerdos de ello y se que vi como ellos te mataban. Después de eso el Rey Demonio me ordenó acabar con ellos, era más que claro que no los iba a perdonar.
──¿Acabaste con todos porque me "matarón"? ─pregunté entre comillas, pues sigo viva.
──Con cada uno de ellos. ─confesó. ──Estaba cegado por la ira de haber visto como te asesinaban.
──Zeldris. ─lo abrace haciendo que su cabeza quedara entre mis pechos podia sentir como él se aferraba a ellos. ──Lamento todo el dolor que sufriste en todo este tiempo, Zeldris. Y todo fue por mi culpa.
──Nunca será tu culpa, mi diosa. ─me miro aún entre mis pechos. ──Además, ahora estas conmigo y no te dejaré ir. O no mientras siga vivo. ─me abrazó fuertemente con miedo de que me fuera. ──Haré que recuerdes todo. Lo prometo.
──Es lo que más quiero. ─cerré mis ojos sintiendo una gran felicidad en mi pecho.
Pero en el fondo algo me decía que lo mejor sería no recordar nada.
──Solo hay un pequeño problema. ─dije atrayendo su atención.
──¿Cuál?
──Qué cuando sea de dia y sea una niña no recordaré nada de lo que pasó en la noche.
──Significa que no recordarás nada de esto. ─me miro a los ojos.
──Me temo que tendrás que lidiar con la pequeña niña que se asusta de tu poder abrumador. ─solté una pequeña risa. ──Tendrás que conquistar su pequeño corazón.
──Ya lo hecho una vez. No creo que sea tan difícil. ─alce una ceja ante su pequeño tono arrogante.
──Sí tu lo dices. ─solté una pequeña risa. ──Puede que te vaya bien o puede que no.
No dijo nada solo cerró sus ojos disfrutando el estar acostado en mis pechos mientras acariciaba su cabello, podía ver una leve sonrisa de su parte. A pesar de no tener recuerdo suyo, ahora creo que no podre estar separado de él por tanto tiempo.