Eres Mia [Terminada]

By LuluGreen21

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Cuando era pequeña, Camila, conoció a un chico. Él siempre estaba ahí para ella, asegurándose que sonriera... More

Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
CAPITULO 16
Leeanlo...
Capitulo 17
Capitulo 18
Eres Mia
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39
Capitulo 40
Importantisimo
Capitulo 41
Capitulo 42
Capitulo 43 (Final)
Epilogo

Capitulo 36

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By LuluGreen21

Maraton 3/3

Lo siento

Mientras preparaba el desayuno, Camila, hizo una mueca al sentir comezón en su brazo. La herida que se había hecho la otra noche le estaba molestando, pasada la adrenalina y la conmoción de descubrir la existencia de los hombres lobo.

Se rascó un costado de la cabeza y bostezó. Su cabello estaba algo enmarañado, no sabía por qué pero era usual que amaneciera con el cabello todo revuelto, al parecer se movía mucho mientras dormía.

— Cariño — dijo su madre entrando a la cocina. Miró sobre su hombro y la vio detrás de ella arreglando su reloj de muñeca. — ¿Tienes el alcohol? Porque busque en el botiquín y no vi la botella. Quiero usar unos pendientes nuevos, pero si no les paso alcohol, antes de ponérmelos, seguro se me infecta.

Camila hizo una mueca y esbozó una sonrisa tensa. La otra noche su madre volvió a casa y no halló nada fuera de lugar y si lo hizo no comentó nada al respecto. Estaba agradecida por haber podido volver todo a su lugar antes de que ella regresara. No la había escuchado entrar a la casa, como solía hacerlo normalmente, estaba tan cansada y cálida entre los brazos de Will que no la sintió.

— Lo gasté — murmuró sin darse la vuelta. Vertió el agua caliente en la taza y agregó el sobre de té, antes de revolverlo con una cuchara.

— ¿Toda la botella? La repuse, apenas la semana pasada.

— La dejé caer — respondió girándose para enfrentarla. Se acercó el té a la boca y soplo suavemente para enfriarlo.

— Tiene más sentido— dijo con una inclinación de la cabeza— conseguiré un poco más tarde cuando vaya a la farmacia. ¿Aún tienes que ducharte?

Camila asintió. Se había levantado relativamente temprano, aunque hoy no tenía que ir a trabajar porque Alicia le había dado el domingo libre, ya que las había invitado a almorzar. El día anterior, ella había insistido en ir a trabajar. No se le hacía bien no cumplir con su turno, luchó con Will, quien se negaba a dejarla ir.

Después de mucho discutir, Camila no cedió. Soltó una risa al recordar como rodó los ojos antes de advertirle que si tanto quería ir, él la acompañaría. Era un poco cavernícola a veces, aunque generalmente lograba salirse con la suya, le costaba decirle que no a ella.

Sin embargo, no pudo quedarse todo el rato. Tuvo que marcharse poco antes de que su turno finalizara, Alicia fue avisarle y de paso aprovechó para invitar a ella y su madre a almorzar el domingo.

Después de todo, lo logró, iría a su casa a comer. Después de tanta espera aquel bendito almuerzo iba a suceder. Ahora no estaba nerviosa por encontrarse con Will, sino por el hecho de saber la verdad. No había querido pensar mucho en ello, pero era imposible no hacerlo. Era como un elefante en la habitación, no había forma de que no le prestaras atención. No todos los días te enteras de la existencia de criaturas fantásticas, y no pertenecientes a cuentos de hadas, sino a historias de terror.

— Bien, mientras te arreglas iré al supermercado por algunas cosas. Tal vez pase por la panadería, no quiero llegar con las manos vacías. Tranquila no iré a la de los Miller, eso sería raro.

Camila sonrió casi imperceptiblemente, intentó que fuera una sonrisa completa, pero le fue difícil, una idea no tan descabellada se adueñó de sus pensamientos. ¿La anciana del mostrador sería una cambiante? Will había dicho que la gran mayoría de las personas que trabajaban para su padre lo eran, así que podía ser posible. Nunca observó nada raro cuando le alcanzaba los pasteles de chocolate que tanto le gustaban, pero tampoco había notado nada en Will y a él sí que lo observaba, así que eso no era ninguna garantía.

Sacudió la cabeza intentando liberarse de esas ideas y continuó desayunando después de que su madre se marchara. Dejó lo que había ensuciado en el fregadero y subió hasta el baño de arriba para ducharse. Gastó toda el agua caliente antes de salir, esa fue la única razón por la que no siguió debajo de la roseta de la ducha. Mientras se vestía le llegaron varios mensajes de Will.

W: Recién me entero

W: ¿Te tendré todo el domingo?

W: Estoy ansioso

Se mordió el labio y se sintió sonrojar. Todavía le costaba adaptarse a este Will, siempre habían sido cercano y bastante amistoso el uno con el otro, si saben lo que quiero decir. Pero, esto, estas demostraciones tan directas la estaban afectando y aturdiendo de igual manera.

C: Eso parece

W: ¿Quieres que pase a buscarlas? Estaré en poco tiempo. Estoy desocupado.

C: No, quiero tener mi auto por si quiero huir en algún momento. Ya sabes, por si tu familia quiere saltar sobre mí por derramar unas gotas de sangre

W: Veo que continuamos con las referencias de Crepúsculo...

C: Lo siento, la oportunidad me fue dada en bandeja de plata.

W: Si, bueno, en realidad, por si no te habías dado cuenta, soy más Team Jacob. Así que mi familia no tiene apetito por la sangre que fluye por tus venas, sino por la carne que va a estar asándose en la parrilla. O en mi caso, por ti...

Su sonrojo parecía no disminuir. Estaba siendo demasiado atrevido ¡Y eso le encantaba!

C: Ahora definitivamente insistiré en llevar mi auto...Tal vez necesite salir huyendo, después de todo.

W: Muy graciosa, Pecas. Como si fuera posible que te libraras de mí, además no tendrás motivos para salir corriendo. Bueno, a menos que no estés de acuerdo con que este lobito tome un mordisco.

C: ¡Will!

Las mejillas de Camila que antes estaban levemente sonrojadas, ardieron por la implicancia de sus palabras. La otra noche le había dado más de un mordisco, no solo figurativamente, tenía algunas marcas de dientes en su hombro, aunque no había sentido otra cosa más que placer. Parecían los chupetones que lucen los adolescentes de catorce años, después de jugar 7 minutos en el cielo ¿O es en el paraíso?.

W: Lo siento.

W:En realidad no, no puedo esperar a besarte, extraño el sabor de tus labios.

C: Suenas desesperado.

W: Como si me importara...

W: Te debo un tour en mi habitación. Ya sabes, para rememorar viejos tiempos.

Camila rió entre dientes y dejó el celular descuidadamente sobre la cama antes de continuar arreglándose. Amaba cuando estaba juguetón, le hacía recordar los momentos que pasaron de pequeños, en los que él siempre intentaba hacerla reír, más cuando estaba triste por algo.

Sonrió ampliamente mientras recordaba algunas de las payasadas que hacía, con tal de que dejara de llorar. Pasó una camiseta sobre su cabeza y negó. Cuanto lo había extrañado.

Mientras esperaba que su madre llegara se secó el cabello y aprovechó el tiempo extra para alisarlo. Debía de admitir, modestia aparte, que el cabello, lacio del todo, le sentaba de maravilla. Sonrió a su reflejo en el espejo y se pellizco las mejillas pálidas para darles un poco de color, se roció perfume y agarro un tubo de brillo de labios antes de bajar por las escaleras.

Había escuchado el motor del auto de su madre. Mientras se aplicaba el labial, Mariela entro a la casa cargando varias bolsas de papel entre sus brazos. Después de ayudarla a guardar la compra, su madre arregló en una bolsa floreada algunos comestibles para llevar a casa de los Miller.

— ¡Bienvenidas chicas! — saludó efusivamente Alicia. — Mariela no te hubieras molestado, si hay algo que sobra en esta casa es comida. Mis chicos parecen estar hambrientos todo el tiempo.

— Entonces, no hará mal un poco más— respondió su madre acercándose a la rubia para un abrazo.

Apenas bajaron del auto, el portón de la casa de los Miller se abrió y apareció la cabellera rubia de la madre de Will, seguida por él y su hermana. La pequeña corría para alcanzar a su madre que iba delante, agitando sus coletas rubias con cada trote.

La atención de Camila fue disparada a Will, quien la miraba de reojo con los brazos cruzados sobre su amplio pecho. Notaba en su expresión que se estaba conteniendo.

Sonrió socarrona. Habían acordado no decirle a su familia que estaban saliendo, no aún.

A nadie de hecho, era un pueblo pequeño y por más que no se lo dijeran directamente, las noticias llegarían a sus oídos si lo hacían público. Esperarían hasta que su familia supiera que ella ya conocía su secreto, pero no podían hacérselos saber así no más, ya que él no tenía permitido contárselo libremente.

Lo último que quería era causarle problemas.

Pensaba que lo más sensato sería esperar a que su familia irlandesa viniera a conocerla, de esa forma tendría motivos para saber de su existencia. Tragó saliva con fuerza, aquel tema aún no la dejaba en paz, dudaba que lo hiciera en un futuro próximo, pero no quería pensar en ello ahora.

Había hablado con Cameron el sábado por la noche y quedaron de verse en la semana. Ella quería presentárselo a su madre, pero primero debía contarle a ella todo lo que él le había dicho. Bueno, no la parte de que era licántropo, eso no tenía permitido decir, no que su madre le creería. Seguramente la acusaría se estar delirando.

— ¡Camila! ¿Cómo has estado linda? — le preguntó Alicia tomándola por sorpresa. Su boca se entreabrió cuando la estrechó en un fuerte abrazo, busco a Will con la mirada y lo encontró mirándola con diversión.

Aún no se acostumbraba a la efusividad de Alicia.

— Bien — dijo temblorosa cuando la soltó — Gracias por invitarnos. Y por el día libre.

— No es nada querida — dijo agitando la mano, restándole importancia — si no me encantara tenerte en el restaurante, te daría libre todo el tiempo.

Camila sonrió en agradecimiento y se quedó con los brazos a los costados, mientras sus madres hablaban con efusividad. Había olvidado que solían verse todo con frecuencia cuando eran pequeños, asistiendo a las juntas de padres y maestros, en la plaza, yendo a buscarlos a la casa de la otra.

— Al parecer están distraídas — murmuró contra su oreja Will. Su aliento cálido la hizo estremecer, había aparecido junto a ella inesperadamente. — ¿No pensaste que me mantendría lejos por mucho tiempo? ¿O sí? — le preguntó al ver su expresión de sorpresa

— Creí que serías más discreto — murmuró entre dientes, echando un vistazo a las mujeres que caminaban delante de ellos. Aunque, para ser justos, parecían bastante entretenidas.

— Soy discreto, si no lo fuera ya te habría besado — le contestó con la voz ronca.

Camila le dio un leve empujó en el pecho y lo dejo detrás suyo, mientras se apuraba por los escalones del porche, y se escurría dentro de la casa.

— Mi terco esposo, tuvo que salir de urgencia temprano en la mañana. Espera llegar para almorzar. Pero no se preocupen, Will no hará la barbacoa, ya sabemos que no es una buena idea dejarlo cerca del fuego — comentó dándole a su hijo una mirada de ojos entornados.

Camila soltó una risa. Cuando era pequeño había quemado la parrillada hasta convertirla en carbón, su familia no podía creerlo, apenas lo habían dejado a cargo unos minutos.

— Gracias por la confianza mamá.

— ¡Solo digo la verdad, Cariño!

Camila lo miró con una sonrisa divertida, que creció al verlo bufar. Rodó los ojos y le alborotó el cabello, antes de robarle un beso en la mejilla, aprovechando que los demás estaban distraídos yendo a la cocina.

A él le cambió la expresión instantáneamente y su mueca se convirtió en una sonrisa ladeada, sus ojos brillaron juguetones.

— ¡Mamá! — gritó Will, tomándola de la mano — Estaremos en mi habitación. Tengo un par de cosas que le quiero mostrar a Camila.

No esperó a que Alicia le respondiera, apretó la mano de ella y la arrastró escaleras arriba. Su habitación estaba hasta el final del pasillo, era la última de las puertas del lado derecho, la empujó dentro y cerró la puerta con el pie.

— ¿Qué es esto? ¿Debo empezar a preocuparme? ¿Comenzaras a tocar el piano? Claro de luna es un poco anticuada.

Sonrió al escucharla y la atrajo de la cintura. Ella se dejó, no opuso resistencia, sino que lo tomó de los hombros sintiendo sus músculos, era realmente fuerte.

— No, graciosilla. Ya te dije que me identifico más con el papel de Jacob, ya sabes por todo eso de ser hombre lobo. Si mal no recuerdo, ahora es cuando debería estar sin remera en la cama... — le dijo haciéndola caminar hacia atrás, con la intención de hacer lo que había dicho.

— Si, volando de fiebre — le respondió entornando los ojos.

— Podemos modificar ciertas partes — murmuró cerca de su rostro. Podía sentir su aliento mentolado— como con quien se queda Bella.

Su boca rozó la suya con sus últimas palabras. Camila sonrió y acarició sus labios con los de él, delineó su labio inferior y deslizó su lengua dentro de su boca, atrapándolo en un beso perezoso. Soltó un pequeño gemido y enroscó uno de sus brazos en torno a su cuello, jugando con los mechones de su cabello.

— ¿Alguien está traviesa? — preguntó separando la boca de la de ella.

— ¿Te estás quejando?

— Nunca — le respondió dándole un último beso, antes de llevarla a su escritorio.

Movió la silla y se dejó caer sobre ella, arrastrando a Camila a su regazo. Abrió las piernas y la acomodó sobre uno de sus muslos, sus piernas colgaban de lado entre la suyas.

— Creí que querías ir a la cama...

— No me tientes — le advirtió apretando uno de sus muslos con la palma de su mano.

Camila sonrió con malicia y se acurrucó contra él, su pecho era la cosa más cómoda del mundo.

Will no era tonto, por más que le encantaría hacer ciertas cosas con ella, no lo haría en la casa de sus padres, menos con su familia en la cocina. Cuando finalmente ocurriera, se aseguraría de que estuvieran solos y por más que solo un par de horas.

— Estoy feliz de estar nuevamente en esta habitación. Nunca creí que un poster de Motocross me haría sentir tan feliz — le dijo con la mirada en la pared arriba de su cama.

Will rió entre dientes y la apretó más contra él

— ¿Recuerdas por qué lo colgué? No lo dijiste en el momento, pero estoy seguro que creías que era lago tonto.ste que era algo estúpido.

— Claro que me acuerdo — exclamó levantando la cabeza de su pecho para mirarlo. La punta de su cabello le hizo cosquillas en el cuello — Decías que tu habitación no tenía personalidad. Estabas preocupado porque tus paredes estaban desnudas y las mías llenas de cosas.

Aún recordaba el día en que consiguió aquel poster de una motocicleta roja levantando barro con la rueda de atrás. Estaba desesperado por colgar algo en la pared, que no fueran estrellas que brillan en la oscuridad. Sin embargo, las opciones de la tienda local no eran muy amplias en aquel entonces, era ese o uno de las Chicas súper poderosas. El encargado le dijo que podía encargarle uno o que el mismo podía hacerlo por internet, pero estaba decidido a llevarse algo a casa.

— Nunca lo descolgamos, aún cuando te conseguí unos mejores para tu cumpleaños— le recordó mirando el poster.

— No está tan mal, además tiene historia.

— No, si te gustan el motocross. Lo más cerca que has estado de una motocicleta es cuando te obligué a ver A tres metros sobre el cielo conmigo ¿O anduviste en una cuando estuviste lejos?

Camila no pudo evitar la mueca que vino a sus labios al recordar su partida.

— No, aún no les encuentro el atractivo. — murmuró dándose cuenta del cambió en el humor de ella. — Más te vale cambiar ese puchero o me veré obligado a borrarlo como solía hacerlo.

Camila sintió ganas de reír, pero mantuvo su boca en una mueca, la promesa de un beso sonaba bien en este momento. Will soltó una risita socarrona, antes de tomarla de la mejilla y capturar su boca en un beso lento.

— ¿Interrumpo?— dijo una voz grave sobresaltándolos a ambos. Estaban tan metidos en el beso, y en ellos mismos, que no notaron la puerta a.brirse

Camila soltó la boca de él como si quemara y miró al intruso con ojos atontados, el efecto de Will en ella era vergonzoso.

— Alex — dijo en algo que sonó como un jadeo. Ciertamente se encontraba sin aliento, además de que no le emocionaba mucho que los hubiera encontrado en aquella posición.

Se aclaró la garganta y se agarró las manos sobre sus piernas, empezó a sentirse nerviosa, su mirada penetrante era demasiado para mantenérsela. Por otro lado Will, miraba a su hermano con expresión helada, estaba enojado, no tenía derecho a entrar a su habitación sin tocar antes y sospechaba que los había interrumpido a propósito.

— Es un gusto verte Mila — le dijo con una mueca que pretendía ser una sonrisa.

Era el único que continuaba llamándola de esa forma, era extrañamente agradable, en cierta medida.

— ¿Qué quieres Alex? La próxima vez llama, estamos ocupados — le preguntó sonando mordaz. Camila se sintió enrojecer ante la implicancia de él, no era necesario que dijera más, la posición en la que estaban ya hablaba por sí sola.

Cuando Alex se fuera iba a matarlo.

Se removió incomoda en su regazo, intentando ponerse en pie, aquello era muy incomodo. Pero, él no se lo permitió, la mantuvo sobre sus piernas con un agarre mortal en su cintura, su brazo se sentía como una abrazadera de acero. Sentía que si quería irse iban a tener que extirparla con una sierra.

— Ya veo — respondió con un movimiento de cejas — mamá te quiere abajo, dice que necesita ayuda con la parrilla. Y antes de que digas algo, solo quiere que la ayudes a encenderla, al parecer te llevas bien con esa parte.

Will soltó un gruñido y sin ganas de discutir con él frente a Camila, asintió. Se levantó de su silla con evidente molestia, odiaba que los hubieran interrumpido. La ayudó a enderezarse y le dijo que ya volvía, antes de desaparecer por la puerta, pensando que su hermano venía detrás de él.

Camila frotó sus manos a la altura de su vientre, se había quedado sola con Alex y se sentía intimidada por él. Todo ese aspecto oscuro que tenía en la adolescencia se había multiplicado a la edad adulta, haciéndolo ver aterrador.

— ¿Todo bien? Llevo tiempo sin verte — le dijo al ver que no se iba.

Alex esbozó una sonrisa suave, pero a diferencia de la anterior esta parecía verdadera.

— En verdad es bueno verte — dijo girando su cuerpo con intención de marcharse — Eres muy valiente al permanecer al lado de mi hermano, cuando no eres su Mate.

Camila frunció el ceño ¿Mate?

— Solo espero que no salgas lastimada, Mila.

¿Qué es eso? Pensó mientras veía su espalda alejándose.

¿Lastimada? ¿Qué es Mate? ¿Tendrá que ver con los hombres lobo? ¿Acaso Alex sabía que ella sabía? Y un millón de preguntas más se formaron en su mente mientras esperaba a Will. Tendría que preguntarle, cuando lo viera.

Hola! Disculpen la demora, he estado con un montón de tareas y poco inspirada, sabía que quería escribir, pero las palabras no fluían, reescribí el capitulo dos veces, espero que haya quedado bien. Hoy estoy conforme con el producto, no sé mañana.

No me había dado cuenta, que había publicado un capítulo, ayer cuando borre lo que había escrito en vez de guardarlo se ve que lo publique. Pido disculpas, recién lo noté hoy de mañana.

Pero, fue algo bueno, porque me hizo apurarme para terminar el capítulo más rápido, ya que se había ilusionado.

¡Las adoro! Intentaré publicar pronto.

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