—¡CAPÍTULO UNO!
Ahora sería Harper.
Y sus uñas estaban llenas de tierra, bueno no era lo único, ella estaba embarrada en tierra.
Luego de un poco más de un año tardó dos días en salir, escarbar en la tierra tanto como pudo, no le dolía ni la cansaba, pero tampoco tenía un motivo para apurarse.
Vamos como Jesús según la religión cristiana.
Cuando el primer rayo de luz cruzó su cara esa madrugada y sintió el aire en sus dedos por primera vez en un año, pudo ver donde se encontraba sepultada.
Observó lo que le rodeaba con un movimiento de ojos: seguía enterrada por lo que su visión era reducida.
Vio un bosque y una explanada verde. La castaña siguió escarbando en la tierra un poco más hasta que pudo sacar su brazo completamente y luego en otro.
No tardó mucho en salir completamente de la tierra y arrastrarse a un lado del hoyo.
Se quedó callada.
La castaña se examinó a sí misma:
Estaba como era obvio llena de tierra ceca por doquier, vestía un vestido blanco que ahora parecía más marrón y en su cabeza había unos hierbajos marchitos de lo que algún día fueron flores. Se los fue quitando con lentitud del cabello.
No lo sabía, pero su vista era mejor y más definida que la de los demás, podía ver las pequeñas partículas que volaban en el aire de las flores cada vez que se las quitaba del cabello. Le parecía algo normal, porque no conocía otra cosa.
La de ojos color marrón se paró del piso con una agilidad fascinante, se asustó por el movimiento, pero a los segundos no lo tomó más en cuenta, tenía otra cosa en mente; ¿Dónde estaba?
Se volteo y su cara se enfrentó a una estructura imponente y grande, un castillo gigante:
«Hogwarts.»
Fue lo que surgió de su mente. Suspiró, aunque no lo necesitara. Y caminó con sus pies descalzos por el pasto. Algo le decía que no había nadie en las instalaciones y que no entrara.
Los alumnos ¿Se iban a encontrar con el hoyo vacío de donde hace un año habían enterrado a su compañera?
La chica avanzó, arrastrando los pies por los hierbajos mojados por el roció.
Ella solo dejó que sus pies la guiaran. Corrió por días, no sintió ni hambre, ni cansancio, solo sabía que sus pies no podían parar. Llena de tierra, con un vestido ahora marrón se movía rápidamente por los ambientes, parecía solo una imagen borrosa a ojos ajenos.
La chica no sabía a donde iba, para nada, paso desde paisajes fríos hasta totalmente distintos.
Descalza sintiendo mil pisos distintos.
La que salió de la tierra en silencio evitó a todas las personas que se cruzó en su camino, no sabía porque, pero no tenía tiempo, no podía perder más tiempo.
Con el pelo desordenado y lleno de tierra y polvo, la piel pálida con una capa de tierra y un vestido suelto hasta las rodillas antes blanco ahora marrón.
El viento golpeó su cara, había corrido y nadado días, había cruzado países en minutos, hasta había pasado de continente en continente, sin saber a donde la guiaban sus pies, solo los dejaba fluir.
De Europa a America en unos días.
La de ojos marrones camino con paso ya más lentos y calmados por el bosque que la rodeaba, si quería podía seguir corriendo a esa velocidad inhumana, no estaba para nada cansada, pero tampoco apurada.
Era como si las preocupaciones se hubieran resuelto.
La chica antes enterrada que aparentaba unos dieciséis y había muerto con catorce desfiló entre los árboles.
Toco su cabello, le molestaba mucho, todo enredado y sucio, largo, demasiado, había estado creciendo tanto bajo tierra que llegaba por debajo de sus muslos, no le pesaba, no como le pesaría a un humano normar.
Observó sus uñas por milésima vez en su tiempo andando, eran negras, totalmente negras, el inicio de sus dedos y más allá de sus uñas tomando parte de su piel eran de color negro, como si fueran venas que salieran de las uñas, mientras que su piel era del color de la nieve.
Camino un poco hasta que se adentró en un pueblo, no parecía feo, además de muy familiar para la chica.
Ando por las calles, todos la volteaban a ver, no era normal ver una cara nueva y menos de una chica cubierta de tierra y descalza con los cabellos horribles.
Alguien chilló frente a ella.
Observó a la chica. Una castaña de unos dieciocho años, con ojos claros y cabello enrulado. Vestía una chaqueta de cuero y unos jeans negros apretados.
—¿Harper?— murmuró para ella.
La castaña se quedó callada, no sabiendo si le hablaba a ella, además, desde que había salido de literalmente, la tierra, no había emitido palabra, no conocía todavía su propia voz.
La de cabellos enrulados frente a ella viendo que la chica llena de tierra no iba a hablar siguió hablando ella.
—Harper, soy Itza Feelen*1, del grupo de apoyo de hace dos años. —intento que la recuerde.
La castaña no sabía quién era la chica frente a ella, pero no creía que le mintiera, por lo que asintió con la cabeza dudosa.
—Bien chata, ¿Qué te parece si vamos a mi casa y... me cuentas que te paso?
La tal Itza se encorvó un poco para llegar a la altura de la chica descalza, la cual tenía los ojos perdidos.
—Mierda... ¿No estarás drogada no escuincle? —preguntó ya preocupada.
Toco su mejilla, iba a darle vueltas hasta que reaccionara, pero cuando su mano hizo tacto con su cachete sintió un frío infernal, antes de que la chica la alejara a la defensiva.
—Bien, como estoy de buenas, te llevaré a mi casa Harper.
¿Por qué la seguía llamando así? Era la segunda vez que lo hacía.
Harper, Harper, Harper, Harper, Harper...
Le gustaba.
Ahora sería Harper.
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*1 Feelen: se pronuncia Filen.
@RossieSFF