Comienza el maraton 1/3
¡Que la suerte os acompañe!
Will bebió un sorbo de agua y sonrió al leer la respuesta de Camila.
Traviesa
Pensó mientras bajaba el vaso sobre la mesa.
Llevaba enviándole mensajes desde que la dejó en su casa más temprano, sino fuera por la cena a la que su madre insistió que fuera estaría con ella en este momento. Había pensado la idea de salirse del compromiso, pero su madre lo conocía bien, por eso lo había estado presionando desde el comienzo de la semana.
Al menos no estaría solo, su hermano, Alex, también estaría. Su hermana siempre conseguía librarse de estas comidas al estar lejos por la universidad.
- ¿Jugando con fuego hermanito? - irrumpió una voz en la cocina.
Levanto la cabeza del celular y se encontró con la mirada de su hermano mayor, Alex. Estaba recostado al marco de la puerta, con los brazos cruzados sobre su pecho, su rostro era inexpresivo.
Sin embargo, Will sabía lo que escondía bajo ese velo de indiferencia.
- Metete en tus asuntos - lo desestimó con una falsa sonrisa, volviendo su atención al mensaje que estaba escribiendo.
Alex esbozó una sonrisa ladeada y soltó un suspiro audible volviendo a llamar la atención de su hermano.
- ¿Qué quieres? - soltó fastidiado.
Dejó caer el celular en la mesa y estiró las piernas bajo la misma, adoptando la misma postura de brazos cruzados que él.
- Nada -sentenció -Pero bien sabes que lo que estás haciendo terminará mal, y no precisamente para ti.
Apretó la mandíbula molesto, sus dientes rechinaron. Estaba harto de que se entrometieran en su vida en sus decisiones y más las que respectaban a ese asunto.
- Te equivocas - respondió desafiante- esto no va a terminar.
- Haz lo que quieras. Pero debo de admitir, que para ser alguien que dice amarla - dijo con aire pensativo - parece importarte muy poco.
Se puso de pie rápidamente, la silla en la que estaba sentado cayó haciendo estrepito por su exabrupto.
- ¡No sabes nada! - señaló rabioso. Su pecho se movía arriba y abajo con cada respiración. - ¡Me tienen cansado! No me importa lo que piensen, no pueden obligarme a dejarla. Y no soy tan estúpido como antes para escuchar sus consejos - dijo acercándose a su hermano, quien lo miraba sin moverse desde su lugar junto a la puerta.
- Lo que estás haciendo es egoísta...
Will se pasó una mano por el rostro hasta su cabello, desordenándolo en el proceso.
- ¿Es egoísta? -preguntó dejando de lado el enojo - ¿Amarla como la amo es egoísta?
- No sé dímelo tu ¿Cómo crees que se sentirá cuando la dejes? - preguntó cínicamente - ¿Te parece muy noble ilusionar a una chica con promesas de amor, cuando sabes que vas a dejarla? ¿Te parece que estará contenta y sonreirá cuando te vea con otra?
- ¡Cállate! - vociferó.
Sin embargo, no le hizo caso y continuó hablando.
- Creo que va a estar encantada cuando ni siquiera voltees a verla. Cuando todas las promesas que le hiciste, sean solo eso, promesas...
- ¡Para! Ya no sigas -le ordenó acercándose a él con el brazo extendido en amenaza.
Abría y cerraba la mano conteniendo las ganas de tomarlo por el cuello.
- Si - murmuró asintiendo. Pasó un dedo por su labio inferior - Definitivamente estará muy feliz de verte en los brazos de otra. Descuida no es nada egoísta que juegues con ella hasta que encuentres a tu Mate.
Will no lo aguantó más y se abalanzó sobre su hermano. Él lo estaba esperando por lo que pudo reducirlo sin mucho esfuerzo, tomó su brazo aprisionándolo contra su espalda.
Will se quejó entre gruñidos, bufó molesto y se removió intentando salir del agarre que tenía sobre su brazo.
- Se más sensato y termina lo que sea que tienes con ella - dijo junto a su oído - antes de hacerla amarte.
Will arrancó su brazo de su hermano y se dio la vuelta para verlo a la cara.
- No volveré a hacerles caso - dijo negando - ¡La amo! ¿Sabes lo que es eso? No, claro que no lo sabes. Tú no sabes nada. Ninguno sabe nada. No tienen idea de lo que tenemos Camila y yo, no llegan a imaginarse lo que sentimos por el otro. No me importa lo que digan, jamás querré a alguien como la quiero a ella. - despotricó en su cara guiado por sus sentimiento- Jamás dejaré de quererla.
Alex le dio una última mirada, su rostro inexpresivo, no mostraba lo que pasaba por su mente.
- No seas egoísta - volvió a decirle antes de apartarse de la puerta para marcharse.
- ¿Qué es todo este alboroto? - preguntó su madre apareciendo detrás de Alex. Lo hizo a un lado y entró en la cocina para verlos a ambos - puedo escuchar sus gritos desde el huerto - agregó entre dientes dejando la cesta de verduras sobre la mesa. - Levanta esa silla Will Miller.
Will elevó la barbilla desafiante hacia su hermano y respiró profundo.
- Nos vemos luego - musitó Alex desapareciendo por las escaleras.
- ¿Qué paso? - volvió a insistir Alicia. Se posicionó frente a su hijo y lo apremió con la mirada - y levanta esa silla.
Hizo lo que le dijo y se doblo para recogerla, la acomodó en su lugar.
- En cualquier momento vendrán nuestros amigos y no tengo ningún interés en que los recibamos con un ambiente hostil.
- No pasa nada mamá - dijo rodando los ojos.
- No me ruedes los ojos jovencito - le advirtió poniendo las manos sobre sus caderas.
Bufó molesto y se estiró para agarrar su celular que descansaba sobre la mesa, donde la había tirado momento antes.
- No estoy de humor para esto...- se quejó marchando fuera de la cocina.
- Will - llamó su madre con voz firme. Suspiró molesto, sin embargo se detuvo.
Estaba de espaldas a ella, pero giró el rostro hacia a un costado dándole a entender que la estaba escuchando.
- ¿Esto tiene algo que ver con Camila? - preguntó tentativamente.
Él cerró los ojos y trago saliva.
Odiaba que su familia no aprobara su relación con ella, que estuvieran respirando sobre su cuello para que la dejara. Esta vez no iba a hacerlo.
- Mamá...
- Es Camila - lo interrumpió. No necesitaba que dijera más, por el tono de su voz ella había sabido que se trataba de ella. Esa chica era la única que ponía a su hijo de aquella manera.
- No voy a dejarla - se apresuró a decir.
- No planeaba decirte que lo hicieras hijo - respondió su madre sorprendiéndolo.
Will se dio la vuelta y la miró, buscando en su rostro algo que le hiciera entender su cambio de opinión.
- Si, sé que te dije que lo mejor era dejarla - admitió con una sonrisa triste - pero eso fue antes. No creí que lo que sentías por ella era tan fuerte hijo.
- ¿Entonces qué dices que haga?
- No lo sé, pero no te volveré a decir que te alejes de ella. Ya entendí que eso no les hace ningún bien a ninguno de los dos, hace años que los ojos no te brillaban de esta forma Will - le dijo tomándolo de la barbilla - Y Camila... la quiero como una hija ¿Sabes? Me puse tan feliz de verla otra vez, no me había dado cuenta de cuanto la había extrañado hasta que volví a verla.
Will exhaló con fuerza, no esperaba esa reacción de su madre. Estaba convencido que toda su familia creía que lo mejor era que estuvieran separados, sus palabras lo confundían, pero también lo alentaban.
- Yo... no sé qué es lo mejor para ustedes dos. No sabes cuánto me hubiera gustado que fuera ella, te lo juro hijo. Tu padre estaba seguro que se trataba de Camila- sonrió tristemente mirándolo- dice que cuando la viste detuviste tus pasos y te quedaste estático. Y sabes que eso era difícil a tu edad, corrías por todas partes, arrasando con todo a tu paso, eras una bola de energía rebotando aquí y allá.
- Lo recuerdo, fue como si me hubiera quedado sin aire, no sabía quién era, pero sabía que debía ir con ella.
Aquel día lo recordaría siempre.
- Si- estuvo de acuerdo con un asentimiento - ese mismo día me arrastraste con su madre para que le pidiera permiso de venir a nuestra casa a jugar, fuiste tan insistente que tuvo que acceder a que fuera ese mismo día - comentó soltando un risita - En cierta medida, me siento culpable, tu padre y yo estábamos tan seguros que ella era tu compañera que te alentamos, cuando te transformaste y no la sentiste...
Will miró al costado, odiaba recordar ese día.
Evitaba pensar en el día de su transformación, donde en vez de sentirse completo se había sentido destrozado.
Había estado esperando con ansías el momento en el que lograría transformarse en lobo, de niño había soñado más de una vez con su forma lobuna. Se veía corriendo por el bosque, cazando, persiguiendo a sus amigos y jugando con Camila.
Toda la felicidad y euforia que sintió se desvaneció cuando la vio y sus colmillos no hormiguearon por salir, cuando su aroma no lo enloqueció más de lo normal, cuando su cuello no lo llamó a marcarlo.
Eran pequeños pero se suponía que debía sentir su conexión, se suponía que debía sentirla en su cabeza, sentir sus sentimientos, sus pensamientos, sentirla a ella.
Pero solo había silencio, estaba todo blanco.
No lo entendía.
- Lo siento...- susurró Alicia al ver la expresión de él.
Negó con la cabeza y se alejó, dando pasos hacia atrás.
- Es ella...
Se dio media vuelta y abandonó la cocina dando zancadas largas, estuvo en su cuarto rápidamente. Cerró la puerta con seguro y se recostó contra ella, luchando con su bestia que rugía por salir, apretó los puños e intentó controlarlo.
Camila siempre sería suya.
Y él siempre sería de Camila, de nadie más.
Estaba seguro cuando decía que nunca estaría con otra persona que no fuera ella.