¿Él es una chica? |LGBT+|

By _Sid-Vicious_

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Desde ese día, pasaba cada mañana intentando encontrármelo de nuevo, ya no salía de casa sin arreglarme y cua... More

Prologo.
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 7.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Epílogo.
Agradecimiento.
Nueva novela

Capítulo 8.

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By _Sid-Vicious_

(Tiren paro y lean este capítulo con Evil de interpol)


Hay cuerdas en el corazón humano, que sería mejor no hacerlas vibrar.

Charles Dickens


Después del beso de Ale, sentí que todo daba vueltas, como si algo que no debió suceder, sucedió y que debía reparar el daño aunque no tuviera claro que daño era el que necesitaba reparación. Me sentí mal interpretada, indecisa, una traidora sin escrúpulos que utilizaba a su amigo para ocultar algo que en primer lugar ni debía esconderse.

Era Mía la que estaba mal, pero sabía que yo tampoco hacía lo correcto. Me gustaba el novio de mi mejor amiga y mi mejor amiga planeaba engañar a su novio con mi amigo, que ya no era mi amigo... En ese momento mi cabeza se volvió un lugar tan turbio como mi alma, deseaba borrar lo sucedido, deseaba volver en el tiempo y evitar que ese instante sucediera. Debí pensar en una solución mejor y más óptima. Dios santo...

Ale me contemplo desconcertado, tal vez era demasiado evidente que estaba confundida. Formó una expresión dolida, que me destrozo. Intente sonreír y como sabía que ya no había forma de arreglar lo sucedido, tomé su mano e intente recuperar la compostura. Debía continuar, debía acceder a esto.

— ¿Sucede algo? — me preguntó.

Negué con la cabeza y acrecenté mi sonrisa.

— Es que sí es raro — respondí, luego me acerqué a él y volví a besarlo. —; déjame volver a hacerlo para ver si así puedo procesarlo.

Alemán comenzó a reír y se llevó el cabello hacía atrás con una mano. Un par de risos regresaron a su sitio, rebotando con su frente.

— ¿Ahora todo está bien? — asentí, Alemán era el tipo de persona que te hacían confiar en ella sin importar la situación.

Inhale y estruje su mano. La hora de volver había llegado y postergar más la situación de nada servía. Alemán tomó las bolsas y yo le arrebate una para poder ayudar. El regreso fue incomodo, ambos tomados de las manos, subimos el ascensor y tocamos el timbre del departamento de Diego. Procesar el cambio de amigo a novio nunca me resulto sencillo y en ese momento la situación no parecía ofrecerme demasiado.

Naomi abrió, dedicándonos una mirada inquisitiva, tal vez sabía lo que sucedía o quizá solamente lo sospechaba. Alemán le guiño un ojo y entro en el departamento levantando la bolsa de alcohol que tenía en la mano.

— ¿Tienes algo que contarme, Alba? — Naomi me detuvo en la puerta y esbozo una sonrisa taimada que me hizo reír. — ¿Y qué estás esperando?

— ¿Qué te parece si te lo cuento cuando estemos ebrias? — le pregunté.

Naomi no estaba convencida, sin embargo, aceptó de buena gana y me arrebato la bolsa en busca del maldito juego que me había pedido.

Sentí la mirada de Diego, tal vez también tenía curiosidad. Al decir verdad, estaba segura que todo el mundo sentía curiosidad, incluso Mía. Ya habría tiempo de aclarar las cosas o por lo menos eso creía. Lo único que esperaba, era que ni Diego ni Naomi me delataran con Mía por accidente.

(***)

El día continuo su curso, el alcohol había hecho de las suyas y nos había arrebatado sin escrúpulo alguno, el poco pudor que teníamos. Naomi se había quitado la camiseta, gracias al cielo, ese día llevaba sostén y no andaba por la vida mostrando sus tetas, como acostumbraba. Antes, no me hubiera molestado y aunque la primera vez me sorprendió, en ese momento me hubiese afectado un poco que Xiao viera a mi amiga en bolas.

Continuaba retando a Xiao y a Mía a jugar uno. Quien perdía, se tomaba un caballito de tequila. Ganando sin vergüenza cada una de las partidas. Mía estaba terriblemente borracha y sorpresivamente, Xiao sabía resistir bien el alcohol.

Diego, Ale y yo continuábamos enfrascados en una conversación que poco recuerdo, pero era uno de esos momentos en los que el alcohol te hacía creer que eras Platón, Nietzsche o Spinoza y sacabas a relucir todo el filósofo que llevabas dentro. La mano de Ale sostenía la mía, acariciando mi nudillo con el pulgar. Diego jamás pregunto qué sucedía entre nosotros, quizá creyendo que ese era el orden natural de las cosas y que Alemán y yo debimos ser pareja desde mucho antes.

La conversación comenzaba a aburrirme y la música sonaba de fondo, interpol inundo mis oídos y comencé a cantar consciente de mi pésimo inglés. De vez en cuando, miraba a Xiao por el rabillo del ojo, para poder ver que estaba haciendo y aunque me dolía que él ni siquiera se esforzará por buscarme, continuaba vigilándolo desde las sombras sin ser capaz de acercarme.

Pedimos dos pizzas más y comida china en el restaurante de Xiao, que término siendo gratis por ser los amigos del hijo del dueño. Diego sacó un micrófono dispuesto a comenzar con el Karaoke, el humo de cigarrillo ni siquiera nos dejaba respirar, era una suerte que Naomi no sacara marihuana porque ya sentía que me ahogaba.

Mis amigos se habían mezclado perfectamente y me alegro darme cuenta de que Mía era una buena amiga y respetaba mi relación con Alemán. Por lo menos pude asegurarme que no engañaría a Xiao esa noche y que el chico continuaría viviendo en esa falsa ilusión romántica al lado de mi amiga.

Después de un rato, ya no podía ni mantenerme en pie, presentía que ya pasaban de las 5:00 am. Naomi fue la primera que cayó muerta en el sofá, a su lado Diego y en el suelo Alemán junto a Mía.

Quizá debí sentir celos, pero Xiao continuaba escuchando música, sentando en el suelo, en silencio, pensando en no sé qué cosas. Recuerdo que desee ser parte de sus pensamientos, en cómo me acerque a tientas a él y me senté a su lado. Dejé mi cerveza en el piso y le sonreí como una idiota.

Mi piel ser erizo cuando me regreso la sonrisa y bebió de su cerveza.

— Tus amigos son muy divertidos — me dijo y recargó su cabeza sobre mi hombro.

Me estremecí al sentir su tacto, en ese momento no pude imaginarme lo que sucedería si me besaba ¿Por qué estaba tan enamorada de ese hombre?

— Mi novia está durmiendo al lado de tu novio... deberías hacer algo — musitó arrastrando las palabras.

Asentí y solté una risita nerviosa y torpe. Xiao levantó la mirada y frunció el ceño.

— ¿Eso te parece gracioso? Mía me contó que ese chico fue su novio...

— ¿Te lo contó? A mí también, no lo supe hasta hoy — le respondí.

Xiao soltó un bufido y formó un puchero.

— No puedo creerlo, Mía ha tenido muchas parejas y yo... yo no. Debe ser porque soy como una clase de fenómeno, no lo sé. Muchas mujeres se alejan de mí después de conocerme.

— ¿De conocerte? ¿A qué te refieres?

Xiao soltó un suspiró y se puso de pie. Camino tambaleándose hasta la habitación de Diego y abrió la puerta. Se giró para verme y con la mano me invitó a entrar.

Mi corazón dio un vuelco, Mía era mi mejor amiga, se alejó de Alemán al enterarse de nuestra relación. Pero yo me puse de pie y sin pensarlo, seguí a Xiao hasta la recámara. Estaba nerviosa, pero dispuesta. El alcohol no me dejaba pensar en lo bueno o lo malo de mis acciones. Evidentemente, todo era malo.

Xiao se recostó en la cama, con dificultad. Me acerqué a él y me senté en la orilla. Ladeo el rostro y me sonrió. Tragué saliva cuando noté que estaba levantándose la remera.

— ¿Sabes por qué estoy con Mía? — me preguntó.

Negué despacito, un poco decepcionada al escucharlo decir el nombre de mi amiga.

— Ella descubrió lo que soy y aun así se quedó a mi lado — declaró y se quitó la prenda.

Observe su vientre fino y seguí hasta su pecho, cubierto por un crop deportivo. Xiao formó una sonrisa de lado, percatándose de mi asombro; de nuevo se puso la remera y con un gesto me pidió que guardara el secreto.

Asentí sin poder mediar palabra. Todo en mi interior se apagó y se encendió. Estaba confundida, sorprendida, enojada, pero no decepcionada. Xiao no era él, era ella.

Se metió debajo de las cobijas y se acomodó en la cama como si nada hubiese sucedido jamás.

— Alba... tengo sueño — me dijo. —.Por favor guarda mi secreto.

Se quedó dormido sin avisar, dejándome sin arma alguna.

Me puse de pie y corrí a los brazos de Alemán. Me acosté a su lado y me acurruque.

Recuerdo como temí que mi corazón se saliera de mi pecho. Podía escuchar mis pálpitos, estridentes, retumbando en mis oídos.

Xiao era una mujer y Mía lo sabía ¿Cómo no me di cuenta antes? Comencé a recordar pequeños detalles, que hasta ese momento se hicieron evidentes. Su voz, no había manzana de Adán, sus manos y lo que hasta ese momento creí que era una camiseta, siempre fue un crop cubriendo sus pechos. Cerré los ojos, presionando mi cuerpo contra el pecho de Alemán. El chico me abrazó sin despertarse. Xiao no se iba de mi mente y lo peor, es que de inmediato me di cuenta de una cosa.

Xiao chen continuaba fascinándome. 

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