—¡CAPÍTULO DIECINUEVE!
Harper (ahora) Swan
La primera vez que Harper se sintió querida fue en su primer año en Hogwarts, Tobías Erin Rowle la abrazaba fuertemente susurrándole un tierno «feliz cumpleaños» a los oídos de la niña de doce años.
Por eso luego del beso, la británica se había emocionado tanto, se había sentido devuelta querida, como la quería su primer amigo verdadero, Toby, como la querían Luna y Ginny, como la querían el trío de oro, como la quería Cedric, en fin sentía cariño.
Harper se desplomó en la cama, con las ideas muy dispersas ¿Qué podía pensar? El simplemente se había ido, la había dejado bajo la lluvia, con solo un paraguas azul y la compañía de el matrimonio Cullen, sin saber que el paraguas no iba a ser suficiente escudo para salvar a Harper de la tormenta, de su tormenta interna.
Harper se había quedado inmóvil, viendo como el vampiro de cabellera marrón alocada caminaba bajo la lluvia y desaparecía de su vista a una gran velocidad. Luego se había girado hacia su hermana y cuñado, que la miraban apenados.
Harper se acurrucaba en su cama intentando callar las voces. Eran las cuatro de la mañana y no había conseguido dormir, solo podía pensar en todo lo pasado en esa noche.
Los labios de Lukas sobre los suyos, era una sensación nueva, no era para nada como cuando se besó con Ron en su tercer año en la enfermería de Hogwarts o cuando se besaba con Cedric, para nada, era simplemente distinto.
Por eso Harper se había quedado congelada, porque quería más, quería saber que más podría haber sido con Lukas, pero él se fue y eso solo dejó dudas en la bruja, como el porqué la beso.
Harper se levantó de su cama alrededor de las siete y media de la mañana y caminó con pasos despreocupados hacia el baño. Se lavo los dientes y miró su reflejo, estaba hecha un asco, sus ojeras eran todavía más notorias y su cara estaba más chupada, no lo sabría ella pero era debido a la desnutrición.
Se hizo un buche y salió escaleras abajo. Preparo el desayuno para Charlie, quien se levantaría dentro de poco e iría a patrullar, Harper estaba intranquila, algo le decía que había cosas malas en el ambiente el día de hoy, y ella creía ciegamente en su intuición.
Su sorpresa fue al volver al salón y encontrarse con Bella Sean sentada en el sofá, tranquila, como si no se hubiera colado en una casa a las siete de la mañana.
— Hola Harper.— Le sonrió la castaña a su hermana.
—Hola Bella ¿Qué haces aquí?
—Venía a ver si estabas bien, con esto de que cancelaste la terapia hoy...
Era cierto, recién llegar, lo primero que había hecho la bruja había sido enviarle un mensaje a la vampiresa diciéndole que al siguiente día no pase a buscarla para llevarla a su terapia para problemas de drogadicción.
—Estoy bien Bella ¿Estas segura que solo has venido por eso?—pregunto astuta la Ravenclaw.
—La verdad es que Lukas me envió a verte, quería certificar que estabas bien luego de lo de ayer y que no habías cancelado la terapia por lo de el, ya sabes para no verlo.— dudosa dijo la adulta.
—Oh no, cancele más por un tema de cansancio y para estudiar, no falta mucho para volver a clases y me gustaría mantener aún el mejor promedio de mi casa.— orgullosa dijo, mejor dicho mintió.
—Oh está bien, no te sorprendas si luego aparece Alice, creo que el hablo con Alice y Jasper de esto, son como sus padres.
Esa fue información interesante para la bruja, él había hablado con los dos vampiros sobre ella, y además los consideraba como padres.
—No hay problema Be... —fue interrumpida por el timbre.
Abrió la puerta y se encontró con Edward Cullen apilado en el marco de la puerta sonriente.
—Tu esposo te espera.— le sonrió la Banshee.
Era increíble como la relación entre las dos hermanos había avanzado tan rápido y tan bien.
—Bueno... ¡Me avisas cualquier cosa que necesites o pase!— dijo saliendo la castaña depositando un beso en la frente de la adolescente.
—Ok, adiós Edward.
— Adiós Harper.— le sonrió a la británica.
Cerró la puerta y suspiró fuertemente, era tan malditamente igual a su Cedric.
Harper se preguntó porque Lukas habría enviado a su hermana a certificar su estado, porque no habría venido Él. Luego de darle muchas vueltas se rindió.
Charlie bajo las escaleras ya vestido con el uniforme de policía, vio su hija menor en el sofá y no pudo evitar sonreír, Harper y él ciertamente no eran los más cercanos, pero el sentía ese lazo de paternidad hacía la de cabellos castaños.
—Buenos días.— dijo pasando por su lado el policía.
Harper contestó de la misma manera. Su padre no evitó agradecer por el desayuno y preguntar si no iba a querer algo, Harper negó.
—¿Quién vino?—preguntó Charlie, había escuchado el timbre.
—Bella, le dije que no iría a terapia hoy para ponerme al día con las cosas de la escuela.—le sonrió la de piel pálida.
—Está bien cariño ¿Tu... estás bien?
Esa misma pregunta devuelta, Harper obviamente dijo que si, no iba a contarle a su padre que estaba angustiada por que un chico la había besado y dejado.
Harper se despidió de su padre y subió las escaleras a pasos lentos, sus piernas dolían, su pecho dolía, su respiración era acelerada.
Llegó al segundo piso con mucho esfuerzo, cada vez era peor, cada vez estaba peor.
Entro en su habitación y agarro su celular, un artefacto muggle que muchas veces había intentado explicar su uso a su mejor amigo, Toby Rowle, sin éxito alguno. Puso música; «Roxanne» de The Police sonaba por la habitación.
Un picoteo en su ventana la distrajo, la lechuza de los Weasley traía algo en sus patas.
Harper a pasos torpes pero apresurados se acercó a la ventana, abrió esta y dejó pasar a lo ave que posiblemente habría hecho un largo viaje de Inglaterra a Estados Unidos, distintos continentes.
La lechuza dejó un pergamino sobre sus manos y se quedó a su lado, esperando una recompensa que Harper no tardó en dársela.
—Gracias amigo .
Dejó la ventana abierta, para que cuando se recupere y quiera volver con su dueño. Abrió ansiosamente el papel en sus manos, la letra des prolija en tinta de su amigo le dio la bienvenida;
«Harper Di Cleardio:
¡Hola! ¿Cómo estas en America? ¿Cómo es tu familia biológica? Hermione acaba de llegar hace unos días y está con nosotros. Mamá dice que podrá venir cuando quieras, no estamos en casa, pero eso no te lo puedo decir, no por acá.
Todavía no sabemos nada de Harry, va no nos dejan decirle mucho en las cartas, y no nos sorprendería que te llegue una carta de él hasta América, en fin mamá te manda saludos al igual que George y Fred...
Luego la letra cambió a una prolija y hermosa sin faltas de ortografía, era Hermione:
...¡Hola Harpie! Soy Herms ¿Cómo estas? Molly dice que una semana antes de el inicio de clases iremos al callejón diagon, para que vayas con nosotros si no tienes planes con Tobías, Flavia o Luna. En fin hay muchas cosas que quiero contarte, espero tu carta para saber de ti.»
Harper sonrió alegre, no se habían olvidado de ella. Abrazo la carta como si su vida dependiera de ello, se aferró a ella.
Pero luego se dio cuenta de algo: ¿Dónde estarían si no es en la madriguera? ¿Y por qué le ocultaban información a Harry?
Harper se sentó rápidamente en su escritorio y sacó todos los elementos necesarios para escribir su respuesta:
«Ron y Herms:
Hola, si Estados Unidos es muy diferente a Inglaterra, empezando a qué hablan un poco distinto. Y en mi familia, conocí a mi padre y descubrí que tengo una hermana y unos cuñados. Ella está casada con un hombre.
Luego por otra parte me alegra saber de ustedes y si me encantaría ir con ustedes a comprar los útiles escolares, para esa fecha ya habré vuelto. Herms créeme, tenemos mucho de que hablar, demasiado.
Espero poder saber más de la situación qué pasan allá dentro de poco y me encantaría ir a pasarla con ustedes, claro si la señora Weasley acepta.
Denle mis saludos a Fred y George, obviamente también a Molly.
Los extraña,
Harper (ahora) Swan
¿A que suena bien?»
Harper dobló el pergamino y se lo encargó a la lechuza torpe y vieja de la familia pelirrojas cuando esta salió volando, ella se preguntó cuánto tardaría en reencontrarlos.
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