Íbamos caminando hacia el lugar donde tendríamos la cita, pero Jisung iba fumando un cigarrilo mentolado. Me seguía pareciendo extraño que yo supiera exactamente de cuales cigarrillos fumaba, aunque ya no le tomaba tanta importancia como antes.
De hecho él también sabía varias cosas sobre mí que yo no le había dicho, por ejemplo, me preguntó por qué no me gustan los globos, pero yo jamás se lo mencioné.
Cuando le pregunté cómo lo sabía, él se encogió de hombros y me dijo “Simplemente lo sé”. Lo cual no era raro, había muchas cosas que simplemente sabíamos el uno del otro, como el hecho de que él ama el color azul y yo amo el verde, que mi bebida favorita es el café y la suya el té de canela o que él usa mangas largas para todo y yo prefiero las mangas cortas.
Son cosas insignificantes que, por alguna razón, nosotros sabíamos como si fuera obvio.
—¿Adónde iremos?— pregunté después de un par de cuadras, dándome cuenta de que había un par de nubes especialmente brillantes siguiéndonos.
—No lo pensé— me detuve para mirarlo y él lo hizo también, haciéndome sentir extrañamente pequeño. —sólo quería estar contigo.
Hasta ese momento yo pensaba que el flechazo instantáneo que había sentido hacia él era unilateral, porque no podía explicar lo que sentía con Jisung. Me sentía cómodo, me sentía en confianza, me sentía bien.
Él no es la primera persona que me gusta en la vida, eso sería demasiado virgen de mi parte, pero a pesar de esto, nadie me había hecho sentir así como Jisung lo hacía. Sentía que estaba en el lugar correcto, que no tendría que ir a ningún otro lado porque ahí ya tenía todo lo que buscaba.
Y ahora es que creo que, probablemente, Jisung siente lo mismo conmigo.
—¿Te gusto?— lo vi hacer una mueca, no supe si de desagrado o asco o no sé, así que carraspeé y me apresuré a seguir caminando—. Olvídalo.
Tal vez no se sentía igual, y era yo el que había malinterpretado todo.
Tal vez quería tener una cita conmigo porque estaba buscando sexo, no lo sé, después de todo no lo conozco por más que sienta que sí.
Subimos a un autobús que nos llevaría al cine. Estaba prohibido fumar en el autobús, así que vi a Jisung apagar su cigarrillo contra la lámina del vehículo, importándole muy poco sí el conductor se daba cuenta o no de ello.
Me fui de pie, recargado de una de las paredes del autobús, él igual fue de pie, pero parado frente a mí y sosteniéndose de uno de los tubos. Jisung había dejado de hablar desde mi pregunta, quise suponer que porque no tenía nada que decir, pero hubo una pequeña voz en mi cabeza diciéndome que no, que él sólo no sabía cómo decirlo.
Pero la ignoré, porque me convencí de que seguramente estaba imaginándome todo.
Jisung dio un paso al frente, más cerca de mí, creí que se trataba del movimiento del autobús hasta que se acercó más. Iba a preguntarle porqué se acercaba, pero antes de siquiera formular algo, y con la boca entreabierta, él me besó.
Escuché a unas señoras del fondo del autobús jadear sorprendidas, quise alejarlo poniendo mis manos en su pecho, pero al final sólo me di impulso para ponerme de puntillas.
—Mierda— dijo él al separarse. También sabía que esa era su expresión favorita. —me gustas, me gustas mucho, mierda. ¿Cómo puedes creer que no? Creí que era obvio.
—Yo también creí que era obvio— susurré, aún con los labios ligeramente sobre los suyos.
—Lo sé— respondió Jisung en medio de una sonrisa, yo me reí y poco después él me siguió.
Porque éramos unos tontos. Porque sí, ambos lo sabíamos.