COMPLICATED LOVE ®

由 MarcelaMadridGlez

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Existe una delgada línea entre el amor y la amistad, en ocasiones no la notas pero al cruzarla, estás perdido... 更多

ARGUMENTO
PRÓLOGO:
CAPÍTULO 1
CAPÍTULO 2
CAPÍTULO 3
CAPÍTULO 4
CAPÍTULO 6
CAPÍTULO 7
CAPÍTULO 8
CAPÍTULO 9
CAPÍTULO 10
CAPÍTULO 11
CAPÍTULO 12
CAPÍTULO 13
CAPÍTULO 14
CAPÍTULO 15
CAPÍTULO 16
CAPÍTULO 17
CAPÍTULO 18
CAPÍTULO 19
CAPÍTULO 20
CAPÍTULO 21
CAPÍTULO 22
CAPÍTULO 23
CAPÍTULO 24
CAPÍTULO 25
CAPÍTULO 26
CAPÍTULO 27
CAPÍTULO 28
CAPÍTULO 29
EPÍLOGO

CAPÍTULO 5

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由 MarcelaMadridGlez

La puerta se cerró fuertemente detrás de mí, mis padres se encontraban en la sala de estar, de pie y con los brazos cruzados esperando una explicación que ni yo misma tenía, el dolor de cabeza ya había disminuido pero al pensar en lo que me esperaba no estaba del todo segura. Tal vez la única persona que sabía y me podría decir exactamente qué fue lo que pasó era Gisell pero no tenía manera de comunicarme con ella pues no recuerdo donde dejé mi bolso con mi teléfono, sólo espero y si sea ella quien lo tenga.

— ¿Y bien? —Preguntó mi madre, quien estaba vestida con la habitual bata que siempre usaba para el trabajo, por otra parte mi papá llevaba su pijama color vino. Ambos se veían cansados, lo que hizo que me sintiera mucho peor todavía, ellos nunca tuvieron que pasar por una escena como esta y en verdad lamentaba que ahora fuera la primera vez, pero ya era demasiado tarde para arrepentimientos.

—Ya llegué —Traté de fingir una sonrisa pero sabía que eso era en vano, mis padres realmente se veían molestos y seguro estarían furiosos si se llegaran a enterar donde pasé la noche.

—Correcto ¿Dónde se supone que has estado? —Mi madre como siempre fue directo al grano mirando su reloj y posteriormente a mí, haciendo que me intimidara y tuviera que encogerme de hombros tratando de inventar algo ingenioso antes de que le explote la vena.

—En casa de Gisell, no quise llamar porque era muy noche y no los quería despertar —Casi estuvieron a punto de creerme pero mi padre captó que  algo no encajaba y frunciendo el ceño ligeramente enfocó toda su atención exactamente en mí, como si fuera algún laberinto por resolver.

—Entonces se puede saber ¿Por qué tu amiga nos llamó a las cinco de la mañana preguntándonos si ya habías llegado a casa? —Ella ni siquiera sabía dónde estaba metida y lo mejor es que no lo sepa. Necesitaba llamarla y contarle todo lo que había pasado, pero no estaba de la mejor disposición para contestar mil y un preguntas, lo único que deseaba era subir a mi habitación para poder dormir tranquilamente sin ninguna interrupción.

—Por qué pensó que ya me había ido con Alexander pero él se fue sin mí así que me quedé en su casa, se nos olvidó por completo avisar, lo siento —Recordé que les había dicho que la fiesta era en casa de Gisell porque de ninguna otra manera me habrían dejado ir a la casa de un completo extraño, en cuanto a Alexander aún seguía molesta con él, apuesto que su noche no estuvo tan aburrida en brazos de Nancy o tal vez en sus piernas.

—Aun así estuviste hasta muy tarde y podrías haber llamado en la mañana, son las dos de la tarde Isabella te podría haber pasado cualquier cosa, tu padre y yo estuvimos a punto de llamar a la policía no tienes ni idea del rato que nos has hecho pasar —En eso estaba de acuerdo con ellos, fue muy arriesgado y ¡Las dos de la tarde! por Dios necesitaba ponerme al corriente de todo, a pesar de que moría de hambre y de sueño ninguna de mis necesidades podría ser zaceada hasta que estuviera completamente segura de que no cometí alguna otra locura en mi pequeño lapso de adormecimiento alcohólico.

—De verdad lo siento, no volverá a suceder —Estaba arrepentida y cien por ciento segura que algo como esto no volvería a suceder, teniendo como experiencia que caí en la cama incorrecta y de no ser por la suerte con la que contaba ese día por poco y pierdo mi virginidad solamente por despecho. Totalmente patético de mi parte.

—Tienes razón, no volverá a suceder, no hay salidas hasta nuevo aviso y en cuanto a tu teléfono tampoco está permitido por no usarlo en casos de emergencia como este. Así que espero y hayas aprendió la lección Isabella —Esta vez fue mi padre quien habló indignado y totalmente en serio, sabía que me lo merecía, sin celular, sin amigos y lo peor es que estaba consciente de que mi nuevo vecino me traería nada más sino problemas. Como si mi vida no fuera tan complicada.

—Muy bien, si esto es todo necesito un baño —Sin decir nada subí las escaleras hacia mi habitación, más que ducharme lo que necesitaba era la privacidad para poder llorar de frustración todo lo que en las últimas veinticuatro horas no he podido, al fin de cuentas no sabía realmente porque lo hacía si fui yo misma quien se lo buscó, ni Alexander, tampoco mi nuevo vecino y mucho menos Gisell tenían la culpa de nada, solamente yo y mis malas decisiones. 

Al salir de la ducha me puse mi suave pijama pues no tenía caso usar otras prendas cuando ni siquiera voy a salir o en su defecto ver a alguien fuera de toda mi miseria. Mi estómago comenzó a rugir en señal de que debía alimentarme así que bajé a la cocina y calenté lo que habían dejado para mí. No había rastro de mis padres por ningún lado así que aproveché para usar el teléfono de la casa y marcar cuando antes a Gisell, a los dos timbres contestó y su voz me tranquilizo un poco más.

—Gisell —Dije en un susurro esperando que mis papás no estuvieran en casa o si lo estaban no me escucharan.

— ¡¿Dónde te has metido?! Te hemos buscado como locos, tus padres han de estar muy preocupados por ti. No supe que decirles, oh por favor dime que estas bien —Al parecer ella no era la única que estaba preocupada por mí, así que al parecer no tenía ni la menor idea de que fue lo que ocurrió. Mi única alternativa en estos momentos era el chico de al lado pero la idea era prácticamente nula pues había dejado muy en claro que no estaba dispuesto a compartir mucho conmigo.

—Estoy bien, bueno no del todo, me han castigado el celular y no podré salir por un tiempo. Por cierto ¿sabes dónde dejé mi bolsa? Después de la fiesta todo es muy confuso y no recuerdo gran cosa —No creo que sea buena idea que ella sepa la versión completa de mi historia, al menos no por el momento. Primero necesito tener claras mis ideas para después tratar de averiguar realmente que fue lo que pasó y sinceramente ahora no estoy con energía para tratar con una amiga histérica, suficiente he tenido con mis padres.

—Lamento lo del castigo. Pero nos has metido un gran susto, después de la fiesta no supe dónde te habías metido. No pensé en buscar tu bolso, creí que lo llevarías contigo y a todo esto ¿Dónde estuviste anoche? —Esa era la pregunta que he querido evitar desde que puse un pie en esta casa y por lo visto no ha sido trabajo fácil. A ella sería más difícil mentirle dado que también estuvo en la fiesta de anoche, pero lo que si era más sencillo era posponer las explicaciones para otro día. Al menos no se alteraría tanto como mis padres ni pensaría en castigarme duramente para obtener respuestas así que eso hacía que estuviera infinitamente agradecida.

—Bueno, es una larga historia y no tengo tiempo de contarla, mis padres pueden entrar en cualquier momento y lo menos que quiero son problemas. Mañana nos vemos en la escuela, prometo explicarte todo con detalles ¿De acuerdo? —

—Está bien, nos vemos mañana. Me alegra que estés bien Isa —Colgamos y dejé el teléfono en su lugar, decidí lavar los trastes que utilicé para la comida pues no tenía nada más que hacer, sin duda sería el más largo y aburrido Domingo de mi vida.

Recostada en mi cama cambiaba continuamente de canales en el televisor pues no había nada interesante para ver, ya estaba anocheciendo y estaba sola en casa como siempre acostumbraba pues mis padres estaban de voluntarios en el hospital. Así que salí al patio trasero aprovechando que el cielo estaba despejado con unas estrellas muy brillantes, me recosté en el césped un poco húmedo por la brisa y cerré por un momento los ojos pero el gusto no me duró mucho tiempo pues el ruido de un motor hizo que me exaltara y me sentara rápidamente causándome un leve mareo, doblé las piernas y apoyé la cabeza en mis rodillas. Miré nuevamente al cielo y comencé a contar las estrellas como modo de distracción. Una, dos, tres, cuatro, cinco...

—Te puedes resfriar —Dijo esa voz que ha resonado en mi cabeza por todo el día. Ahora me daba cuenta de que olvidarlo no estaba exactamente en mis planes, al menos no teniéndolo enseguida de mi casa y de mi vida.

—Tal vez —Dije aún con los ojos cerrados evitando mirarlo pues aún sentía vergüenza por lo que pasó. La manera en que nos despedimos no fue en verdad una despedida real, tal vez porque tenía la esperanza de que nos volveríamos a encontrar aunque no pensé que fuera tan pronto.

— ¿Puedes mirarme por un segundo? —«No» pensé contestarle pero sería muy grosero de mi parte, así que en vez de eso alcé la vista y lo vi nuevamente, tan alto y sin expresión alguna. Aun vestía de la misma manera que en la mañana, yo en cambio me encontraba expuesta en mi pijama, aunque dudo que él siquiera lo note pues se lo mucho que le cuesta siquiera mirarme a los ojos.

—Creo que esto es tuyo —En sus manos tenía mi bolso y el saco que había perdido, me puse de pie y caminé hacia la cerca que nos separaba. Tomé mis pertenencias un poco nerviosa y agradecí ese gesto aunque me asaltaran las dudas de cómo logró regresar a la residencia donde fue la fiesta y poder encontrar mis cosas entre todas las que probablemente quedaron olvidadas. Pero preferí dejarlo pasar, por el momento.

— ¡Mi celular! —Dije emocionada por haberlo encontrado aunque no tanto al recordar que no estaría en mis manos por un tiempo. Mi vida no dependía del todo de ese pequeño aparato pero el simple hecho de sentir que lo estoy perdiendo no me pone para nada de buen humor.

—Creo que deberías avisar a Alexander que estas bien, está muy preocupado —Dijo con una frialdad que no le había visto ampliar conmigo y me hizo temblar no tanto por el fresco del viento si no por lo que había detrás de sus ojos azules. No entendía su razón para estar molesto pues hasta donde yo tengo entendido él no conoce a Alexander, sería una completa coincidencia que lo hiciera. Quien debería estar haciendo reclamaciones era yo, pues él no tenía derecho de hurgar entre mis posesiones.

— ¡Te atreviste ha!...— Intenté sonar indignada pero sólo salió un chillido asustado de mi garganta, aun así él no me dejó terminar la frase.

—No agradezcas aún, Bella —Dio media vuelta y se marchó dejándome más confusa que antes pues Alexander era la única persona en la faz de la tierra quien podría decirme Bella. A él no le agradaría para nada escuchar en boca de un desconocido el sobrenombre que ha empleado en mí desde el primer día en que nos conocimos. Yo sabía muy bien que ninguno de los dos se conocía como para que el chico sin nombre se moleste ante la mención de mi mejor amigo, aunque pensándolo bien puede ser que su enfado no sea del todo con él. Sé que me detesta, no hay duda de eso e imagino que todo lo que tenga que ver conmigo lo pone de mal humor así que por el bien de ambos es mejor que tomemos nuestras distancias a pesar de nuestra evidente cercanía. No creo que sea tan difícil desaparecer de su vida lo antes posible, hasta ahorita no hay ningún laso que nos una. Bueno, al menos eso pensaba.

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