CAPÍTULO 7

171 7 0
                                    

El aroma del alcohol inundaba el ambiente pero mis ojos se negaban a abrirse por la intensa luz de la habitación. Mi cuerpo se sentía pesado y tardó unos instantes a responder a la realidad, gracias a esa familiar voz que estoy acostumbrada a escuchar.

—Isabella —Llamaba Gisell por mi nombre hasta que mis parpados poco a poco comenzaban a abrirse y con ello los recuerdos se hacían más claros. Yo cayendo en clase de biología, Kendall en la escuela y por supuesto, yo cayendo al suelo nuevamente, aunque esta vez desconocía el motivo de porqué.

—Tranquila ¿Estás bien? —Preguntó Gisell, quien estaba sentada en una silla al lado de la camilla en dónde me encontraba. Quería inundarla con preguntas pero ciertamente ninguna parecía la adecuada para responder todo este enredo.

— ¿Dónde estoy? —Miré por la habitación cubierta por algunos carteles referentes al cuerpo humano, esqueletos, músculos y el aparato reproductor femenino y masculino, sin duda ya sabía en dónde me encontraba «Enfermería»

—Te desmayaste —Me contestó una voz fría al otro lado de la habitación. Kendall estaba de pie recargado en el marco de la puerta con las manos en sus bolsillos, su camisa y chaqueta de cuero ahora sucias por algo amarillento con apariencia viscosa que hacía que su atuendo de chico pulcro se viera opacado por esta ocasión. Algo sin duda le molestaba, tenía la leve sospecha que es referente con el simple hecho de tener que soportar mi presencia, pero ciertamente nadie lo tenía obligado a que se mantuviera a mi lado.

— ¿Y tú qué haces aquí? —Sin intención pregunté molesta, pero eso era preferible a que viera a través de mí lo indefensa que me sentía con tenerlo en la misma atmósfera en la que yo me encontraba. Por otro lado Gisell se veía nerviosa mirando de un lado a otro tratando de dar crédito a todo lo que estaba pasando y a lo que se avecinada.

— ¿Que hago aquí? —Repitió Kendall burlonamente pero sin una pizca de humor haciendo que me estremeciera. 

—Verás querida, yo no estaría aquí de no ser por cierta persona que decidió vomitarme para luego caer en mis brazos, porque créeme, eso es lo más caliente que me ha pasado —Su voz era plana y controlada, mi piel se erizó y automáticamente giré para toparme con la mirada acusadora de Gisell, el silencio era incomodo hasta que mi amiga al fin decidió controlar la situación.

—Pero ya estás bien, que es lo más importante —Le sonreí en modo tranquilizador pero evitaba a toda costa mirar en dirección en dónde Kendall se encontraba. No quería toparme nuevamente con su fría mirada o estaría colapsando.

—Gracias, ha sido una pésima mañana y no he comido nada. Quizá por eso me desmayé, no era mi intención —Dije a nadie en particular y me concentré en analizar el techo y las grietas que comenzaban a formarse. Lo menos que quería era causarles lastima a alguno de los dos y de nuevo tendría que huir, últimamente eso se me está dando muy bien.

—Kendall te trajo un jugo y un panque, necesitas comer —Dijo Gisell y sentí una fuerte presión en mi estómago, no tanto por la mención de comida sino por el gesto que él pudo tener hacia mí pero en el fondo algo me decía que eso no significaba nada y que lo único que Kendall buscaba era deslindarse cuando antes de cualquier cosa que nos relacione a ambos.

—No creo que sea buena idea. Gracias de todos modos, sin embargo creo que me iré a casa —Eso también sería una buena excusa para no ver en lo que resta del día a Kendall y poder recomponerme de la faceta de chica débil que se ha ido creando en estos últimos días.

—Claro, yo podría llevarte a casa pero hoy pasa mi mamá por mí así que lo siento —Gisell se lamentó y no por nada era mi mejor amiga, siempre me ha ayudado en casos difíciles pero esto simplemente no está en sus manos.

COMPLICATED LOVE ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora