~Las Flores Del Invierno~ Sh...

By M_outhi

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~PRร“LOGO~
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Nota importante
Antes de leer debes saber...
๐’ž๐’ถ๐“…๐’พ๐“‰๐“Š๐“๐“ธ 1: Aquello que quieras enterrar en lo profundo.
๐’ž๐’ถ๐“…๐’พ๐“‰๐“Š๐“๐“ธ 2: el caรณtico aroma de los buenos recuerdos
๐’ž๐’ถ๐“…๐’พ๐“‰๐“Š๐“๐“ธ 3: Yo sรญ recuerdo haber suspirado sobre tus cicatrices.
๐’ž๐’ถ๐“…๐’พ๐“‰๐“Š๐“๐“ธ 4: nuevas opciones y un trago de inocencia
๐’ž๐’ถ๐“…๐’พ๐“‰๐“Š๐“๐“ธ 5: castillo de pensamientos congelados
Mรกs que agradecida
๐’ž๐’ถ๐“…๐’พ๐“‰๐“Š๐“๐“ธ 6: demasiado linda como para no llorar.
๐’ž๐’ถ๐“…๐’พ๐“‰๐“Š๐“๐“ธ 7: la distancia entre cada constelaciรณn, cada duda y cada peca.
๐’ž๐’ถ๐“…๐’พ๐“‰๐“Š๐“๐“ธ 8: el rincรณn mรกs lleno de miedo y soledad; a ese le llamarรฉ hogar.
๐’ž๐’ถ๐“…๐’พ๐“‰๐“Š๐“๐“ธ 9: quiero sepultarme en las experiencias que me recuerden tu nombre.
Sorpresa, sorpresa
tags, anuncios y aclaraciones
๐’ž๐’ถ๐“…๐’พ๐“‰๐“Š๐“๐“ธ 10: para atrapar un arcoรญris
๐’ž๐’ถ๐“…๐’พ๐“‰๐“Š๐“๐“ธ 12: dรญa de los corazones rotos.
๐’ž๐’ถ๐“…๐’พ๐“‰๐“Š๐“๐“ธ 13: gotas saladas surgiendo de mis temores.

๐’ž๐’ถ๐“…๐’พ๐“‰๐“Š๐“๐“ธ 11: las huellas en el retrovisor

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By M_outhi

















Déjame tomarte de la mano
Déjame mirarte a los ojos
Déjame, a través de mi mirada
Darte todo mi esplendor

































La distancia entre ambos labios era casi nula; justo a un instante de hacerse sentir, a una decisión de decir la verdad. Anne sentía un salto en el estómago lleno de adrenalina y latidos empujando contra su pecho. A Gilbert le temblaban los dedos y le costaba ver directamente sus ojos; era como si perdiera control sobre sus expresiones faciales y terminara haciendo gestos descoordinados y extraños, así sucedía en su cabeza nerviosa. 

Ambos tenían el presentimiento de que al unir sus bocas todas esas molestias corporales desaparecerían, y el calor entre sus lenguas les traería la calma de vuelta.

No era difícil, evidentemente sería un beso correspondido, a Gilbert le gustaba ella.  Al perfecto muchacho de ojos pardos y rulos perfectos, a ese chico que robaba corazones y era conocido como el más inteligente, caballeroso y atractivo de Avonlea; le gustaba Anne, la huérfana. Dentro de su cabeza normalmente no tendría explicación, ella no sería suficiente, pero con el pasar del tiempo se comenzó a sentir una mujer real. 

Así se sentía cada vez que miraba su reflejo y se admiraba, cada vez que se pedía perdón y se perdonaba cariñosamente, cada día que seguía viva, luchando contra un montón de circunstancias que la han golpeado; entonces ella era la más fuerte del mundo, y eso la hacía sentirse preparada para ser amada por Gilbert Blythe. 

Quizá era tonto, pero aún así, nada le quitaba el temor. Hasta donde ella sabía su amigo nunca había besado a nadie, en cambio ella había tenido su primer beso con Cole, y una vez se dio un  casto beso con su mejor amiga. 

Estaba decidida a acortar la distancia y sumergirse de una vez en el tacto de ese muchacho que tantos sentimientos había despertado en ella; cuando de repente escuchó un grito a lo lejos.

—¡Gilbert!— seguía el grito serio de una voz  masculina que ambos sabían reconocer. El chico tomó unos segundos para descansar su frente en el hombro de la pelirroja, resignado a tener este ansiado momento. Poco después escuchó cómo unos pasos se acercaban más entre el pasto, por lo que se puso de pie y le ofreció la mano a su amiga para ayudar a levantarse.

Cuando vieron a Bash lo suficientemente cerca el hombre simplemente se detuvo, mirándolos sin palabras en su mente. Gilbert esperaba escuchar un motivo para aquella interrupción, pero no fue necesario; al  mirarlo supo de qué se trataba maso menos el asunto, y se limitó a seguirlo con prisa.

Al llegar a casa Anne seguía desconcertada pero con miedo de preguntar cualquier cosa, ambos estaban totalmente serios y pensativos, al parecer era la única que no entendía qué pasaba. 

—Está en la cocina, habla con él—le dice el moreno a lo que Gilbert asiente con seriedad.

Una vez el castaño había entrado a la cocina, Sebastian se dejó caer en el sofá opaco de la esquina, con la cabeza totalmente agachada, pasando sus manos por toda la cara.  La pecosa quería preguntar qué rayos estaba ocurriendo, quería ser útil, pero nunca lo había visto tan tenso. Decidió darle su espacio mientras descubría todo lo que no sabía; subió a las habitaciones en busca de Mary esperando  que ella supiera algo. 

Ahí estaba; tumbada en su cama, su aspecto no era el usual. Estaba ojerosa, repleta de sudor, con los ojos cargados y el cabello grasoso. Enseguida escuchó la entrada de Anne y le dirigió la mirada, sonriendo débilmente.

—Nunca podré agradecer lo suficiente a Marilla y Matthew por ser tan incondicionales con  mi familia, desde que me empecé a sentir mal han estado cuidando todos los días a Delphine sin falta— pronuncia con serenidad.— Nunca podré agradecerte a ti por haber traído tanta alegría a nuestra familia; a mí, a mi bebé, a Gilbert, más que a nadie.—

La chica mantuvo sus miradas unidas, sentada a un lado de la cama. —No tienes que agradecer nada, Mary; somos tu familia, es lo que uno hace por las personas que ama—responde casi en un susurro y ella le sonríe cálidamente.

—Has cambiado mucho, Anne—pronuncia rompiendo el silencio.—Antes no dejabas ni un segundo del día sin hablar y contar tus anécdotas interesantes. Solías estar ilusionada hasta por lo mínimo, y tu expresión lo delataba fácilmente; con los ojos llenos de emociones—termina posando sus ojos en el rostro de la muchacha.

—Sí... creo que fui aprendiendo a callar mis pensamientos—

—¿Ya no piensas mucho en la vida?—

—Lo hago—responde desviando su mirada.—Pero creo que no podemos andar diciendo todo lo que pensamos. Tal vez he estado más centrada en tener conversaciones silenciosas y poner atención, en vez de parlotear constantemente—Mary asiente suspirando, era evidente su estado agotado y divagante. —Abajo hay un médico. ¿Cuándo dijo que mejorarás de tu gripe?—

—¿Puedo preguntarte algo personal?—la chica asiente nerviosamente.—¿Piensas alguna vez en la muerte?—

—¿Por qué estás hablando de esto?—pregunta muerta en miedo; su pulso comenzaba a acelerarse y sentía una presión vacía en la boca de su estómago.—¿Qué fue lo que dijo el doctor?—

—Solo quiero saberlo...—responde con un tono casi inaudible. El corazón de la pelirroja temblaba con angustia, pero quiso tranquilizarse.

—A veces pienso en eso, pero prefiero no hacerlo; provoca sensaciones desagradables en mí—Mary la miraba pretendiendo que siguiera hablando, contrario a lo que ella deseaba. Esperó algunos segundos y se armó de valor para contarle sus secretos.—Algunas noches estoy acostada en mi cama, y solo veo una densa oscuridad sobre mí. Entonces, tengo este pensamiento que es como "probablemente miles de personas murieron hoy, pero yo no. Pude haber muerto cada segundo del día, en cada situación, pero no sucedió. Y mañana, podré morir a cada instante, tal vez pase, tal vez no". Lejos de consolarme, eso me hace perder la cabeza, porque caigo en cuenta de que solo soy un cuerpo esperando a que alguna situación le quite la vida, un día despertaré sin saber que será el último, un día dejaré de respirar y no sé qué pasará después.—Mary asentía con la cabeza concentrada en sus palabras.—Cuando pienso eso, a mitad de la noche, me inundo de pánico, porque no puedo dejar de saberlo. No tengo miedo a morir, porque eventualmente pasará, pero cuando pienso en eso no puedo ignorarlo, como aprender a leer; ya no puedes evitar saber lo que dicen las palabras en cualquier lugar. Y estar consciente de mi inevitable muerte me hace sentir que mi cuerpo está muriendo,  justo en ese momento, que se descompone y detiene—

—Wow...— dice con los pensamientos dispersos.—Tú sí que usas ese cerebro tuyo—Anne sonríe ante el comentario.

—¿Estarás bien, verdad?—pregunta derramando una lágrima, con la voz temblorosa.

Mary sujeta su mano y sonríe débilmente.




























Déjame cuidarte
Déjame abrazarte
Déjame enseñarte
Todo lo que tengo para hacerte muy feliz




























—¿Ella morirá?—pregunta Diana con la mirada perdida en el suelo, sin poder creerlo en totalidad.

El silencio se prolongó: Cole solo podía sentir pena por aquella horrible noticia, apenas conocía a la mujer pero la partida de alguien siempre le afectaría. Lo único que quería era poder ser fuerte para sus dos amigas, y para Gilbert, a quien le tenía cierto afecto.

—Iré a ver a Gilbert—dice la rubia agitada, dejando su asiento.

—Josie, déjalo, necesita estar solo—le ordena Anne, con la voz ronca y los ojos cansados.

—Qué sabes tú—bufa la chica, soltándose del agarre para seguir su paso hacia la puerta del salón.

—Esto es un desastre...—murmura la pelirroja, encerrando su rostro entre sus manos, rindiéndose ante todos los reclamos que cruzaban su mente.

—¡Chicos! ¿acaban de ver eso?—pregunta una Ruby asustada.—Josie dejó la clase antes de tiempo, la señorita Stacey estará muy enojada—no obtuvo respuesta alguna de parte de sus amigos.—A propósito, ¿dónde se metió la señorita Stacey, hace más de 20 minutos que estamos solos; alguno tiene idea?—de nuevo, fue ignorada.—¡¿Por qué nadie me contesta?!—

—Ruby, por Dios, cállate—suelta en un grito Anne, apartándola de su camino bruscamente.

—Perdónala, ella no quiso tratarte así—pide Cole, acercándose a la rubia; quien tenía unas lágrimas en su rostro. —Hoy ha sido un día difícil, algunas cosas malas están pasando; ella tiene mucho miedo—

—¿Por qué nadie me cuenta nada? yo puedo ayudar...—

—Ruby, no puedes. Es algo delicado, solo pocos sabemos y preferimos que esto se quede así—La chica pudo entenderlo finalmente, sin guardar rencor hacia la actitud grosera de su amiga, quien se había alejado para poder estar a solas.

Internamente se rogaba a sí misma ser fuerte y no llorar, no entendía de dónde surgen las emociones; por qué lloras cuando algo te duele,  de dónde salen las lágrimas y de dónde sale el vacío abismal que nace desde adentro de nuestro pecho. Inundó sus ojos en lágrimas y un dolor punzante que le recorría todo el cuerpo. Porque muy pronto existiría una última frase que le habría dicho a Mary, y existiera un último suspiro de esa mujer. Existiría una pequeña sin madre; un cuerpo debajo de la tierra desintegrándose, siendo carcomido por gusanos. Y de pronto, ya no queda nada de nuestra desbordante vida, todo los pensamientos, las emociones y los parpadeos que se fueron acumulando durante años; llega a significar nada. 

Anne se preguntaba cómo funcionaba eso de morir,¿qué pasa después de que das el último respiro, qué piensas cuando finalmente no puedes hacerlo más, qué se siente renunciar a sentir? Todo eso y más: ¿la muerte era un todo o un nada? un final o un comienzo? un antes o un después?

Ella agachaba la cabeza tratando de respirar decentemente, entre las bocanas de aire que debía tomar cada dos segundos. Negaba en silencio, cerrando sus ojos con fuerza, enrojeciéndose la cara como el más temprano  incendio. Enseguida sintió unas frías manos en su cuello, haciendo presión y extendiéndose hasta sus hombros y bajando por su piel.

—¿Qué pasa?—pregunta en un susurro la chica, preocupándose del estado de su amiga.

—No ...quiero...— logra pronunciar entre su llanto intenso;  mirándola fijamente.

—¿Qué cosa?—

A la pelirroja le tomó algunos segundos poder hablar.—No quiero pensar que ya no podré ver más a Mary, ni abrazarla, o escucharla; Jane, no quiero que muera— dice finalmente, intensificando su llanto.

—¿Mary morirá?—pregunta alarmada, abrazando a su amiga con fuerza.

La chica se acurrucó entre aquellos brazos, escondiendo la cabeza, con la que respondió la pregunta de Jane, asintiendo.

—Lo lamento mucho—dice en un susurro débil. —Roy...—

—¡Es verdad!—exclama la pecosa asustada.—Dios, había olvidado a Roy. Estoy segura que debe saber; debe estar destrozado—

—Chicas—escuchan llamar a Paul, quien estaba apenas alejado de ellas.—Vengan, les necesito decir algo.—Ambas accedieron sin entender bien de qué se trataba. Entraron al salón, todavía sin la presencia de Muriel, y se sentaron cerca de Cole y Diana, a petición de Paul.

—Yo, lamento mucho todo esto, de verdad—dice acercándose, con cuidado de que nadie más escuchara.—Pero tengo una idea para mejorar las cosas—

—Esto no es una estúpida actividad de profesor que puedes hacer para que nos conozcamos mejor, no es una ronda de amigos y no es algo menor; no puedes hacer nada, porque alguien a quien amo morirá, y no es justo que vengas y digas que tienes una idea como si hablaramos de hacer una maldita fiesta sorpresa—escupe Anne bastante enojada.

—Anne...—

—Cole, está bien, la entiendo—dice el chico.—Esa no es mi intención, Anne, discúlpame si fui grosero. No puedo ni imaginar lo que estás sintiendo en estos momentos...—

—Exacto, no puedes—lo interrumpe la muchacha.—Tú ni siquiera la conoces, nunca has hablado con Mary, no puedes decirme que llorarás sin respirar cuando te digan que falleció, porque me estarías mintiendo—

—Pero Cole tampoco la conocía, o Jane, y ellos están aquí; apoyándolas. Y es verdad, no llegué a conocer a Mary, pero sé que Roy la adora con toda el alma, sé que lo ha cuidado y sé que si él está mejor es por el amor que ella le ha podido dar en estos pocos meses. Y Roy es mi amigo, lo amo y lloraré cuando él sienta que su mundo se viene abajo por la muerte de alguien que ama.—pronuncia causando impresión en los cuatro. —Todos ustedes son mis amigos, y lo que les duele me duele a mí también— Diana le regaló una sonrisa de agradecimiento, disminuyendo la tensión.

—Roy me había comentado que Mary estaba emocionada por celebrar el pascua...— dice ganándose la atención de Anne.—Hagamos eso; una celebración. Démosle a Mary el pascua que merece, su último pascua—

—¿Quieres que hagamos una fiesta?—pregunta la pelirroja desconcertada.

—Tal como ella añoraba hacerla antes de esto. Podemos invitar a su familia, a las personas que más ame, y demostrarle cuánto la aprecia Avonlea—

—De hecho, es una buena idea, Diana, ¿crees que tus padres accederían a prestar el jardín?—pregunta Cole.

—Claro—

Poco a poco todo comenzó a parecer una buena idea y una esperanza en medio del dolor.


























Te regalo mis piernas
Recuesta tu cabeza en ellas
Te regalo mis fuerzas
Úsalas cada que no tengas
Te regalo las piezas
Que a mi alma conforman
Que nunca nada te haga falta a ti
Te voy a amar hasta morir






















































La tarde se tornaba menos luminosa, los rayos del sol apenas rozaban su clara piel. Tenía las manos blancas, los nudillos ligeramente oscuros, y delgados vellos en los brazos; los huesos de los dedos bien marcados, eran como una estructura que soportaba el peso de sus músculos. Se vio perdido en la imagen de su propio cuerpo, mientras descansaba sentado en el jardín de su hogar. Al contrario de muchas ocasiones difíciles, en esta no recurrió al alcohol; lo sintió casi insultante para Mary, así que accedió a torturarse sobrio, en medio de sus pensamientos.

—Te estaba buscando— escucho decir una voz a menos de un metro de distancia. Permanecía de espaldas, pero entendió quién era el dueño de aquella voz. —Roy, sé que esto será horrible para ti, pero yo no voy a abandonarte, ¿entiendes?—

El muchacho se quedó callado, tratando de concentrarse en la visión que tenía del temprano atardecer.

—Estamos preparando una sorpresa para ella, y sé que deseas estar ahí, no será lo mismo sin ti; ella  te quiere muchísimo.— el silencio se mantuvo unos minutos, creando cierta tensión en el cuerpo de Paul, quien seguía sin saber qué decirle para acercarse.

—No estoy muy seguro de eso— pronuncia en un murmuro poco entendible.

—¿Qué dices?—pregunta su compañero acercándose a su nivel, en el suelo.

—No estoy seguro de que ella realmente me quiera, ahora mismo, solo siento que me tuvo lástima y quiso hacer de mí un proyecto para quitarse la culpa que sentía por haber sido mala madre— explica con seriedad y firmeza en su voz.

—Roy, no estás hablando en serio...—

—Sí que lo hago; ella es como todos en mi vida, falsos y mentirosos. No siento absolutamente nada por ella o porque esté moribunda. Porque, Paul, lo más probable es que esa maldita esté contenta de haberme conocido y compensar sus pecados estúpidos, así no irá al infierno, donde debería estar— dice elevando su tono y agitando la respiración.

—¿Pero qué estás diciendo?— pregunta desconcertado y de cierta manera, molesto.

—Que yo ni siquiera creo en su estúpido dios, ni en las mierdas que ustedes sí. Y si voy a esa cosa horrible que planean leerán cosas religiosas y extrañas. No iré, no tengo ningún motivo, yo la odio, ¡la odio mucho y estoy feliz de que muera!—suelta exasperado, poniéndose de pie y caminando sobre sus propios pasos; una y otra vez.

Paul lo observó algunos segundos, en silencio y sin perder la compostura.

—¿No dirás nada?—pregunta Roy.

—¿De qué tienes miedo?— ante esto el chico bufó quitando la mirada.—Hablo en serio, Roy, porque todo esa mierda que dices es tan tonta y conveniente. Puedes decir lo que quieras, pero tú sabes que quieres a Mary, sabes que harías lo que fuera por ella; entonces, dime, ¿qué tanta estupidez hablas? ¿De qué tienes miedo?—

—¡De que perderé a mi madre de nuevo!— escupe con furia, sintiendo los ojos humedecer. —Estoy aterrado porque iré a su casa, y seré como un extraño para todos, porque ellos piensan que la conocen mejor, que son más importantes que yo. ¡Cuando ella fue una maldita madre para mí! Estoy perdiéndolo casi todo— dice entre lágrimas y temblores.—¿Entiendes eso, Paul? pierdo a mi madre, a lo único que tengo—

Paul se acercó lentamente para abrazar a su amigo, quien cayó fácilmente a sus brazos, rompiendo en llanto.

—Quisiera que no me  importara así, pero no puedo comer, ni dormir, mucho menos tomar; porque yo no quiero aceptar la idea de que nunca más podré abrazarla. No sé que debo hacer—pronuncia entre sollozos.

—Haz que se sienta orgullosa de quién eres—

Eran casi las dos de la tarde y el jardín de la familia Barry estaba totalmente decorado con flores y detalles hermosos, era como un sueño; las mariposas se acercaban a las mesas de vez en cuando y parecía un jardín encantado. Pequeñas aves de papel colgaban del techo, y los barandales eran recorridos por orquídeas, rosas, lilas... toda clase de flor. La mesa central tenía una fuente de chocolate y bocadillos exquisitos. 

Mary se detuvo, agarrada del barandal, a admirar el escenario, tal vez por última vez en su vida. Cerró los ojos, y fue como si fuera un sueño y escuchara de fondo su canción favorita; con un eco melodioso, uno que aparece solo cuando estás a punto de despertar.  Se permitió divagar más profundo esta vez, imaginar qué sucedía si despertaba; observó el techo de su habitación, y a su esposo besando su nariz en una mañana cálida. Abrió los ojos  y se percató de que el jardín seguía siendo un jardín, y la tarde una tarde, todavía no era su hora de despertar.

Las horas se iban volando entre conversaciones animadas, los vecinos se contaban anécdotas alegremente, Marilla y Matthew se turnaban para pasear a la bebé Delphi por el lugar, los muchachos intentaban recrear obras de teatro para Mary. Todos la pasaban alegremente, incluso la misma Mary podía olvidarse de todo por unos momentos, y al ver que su bebé, su esposo, su Gilbert, sus seres más amados eran felices, ella lo fue también.

—Quisiera decir algo—pronuncia para todos una vez aguda. —Bueno, en realidad, todos saben que siempre se me da bien decir mucho sobre cualquier cosa— todos asintieron entre risas.—Pero hay cosas que son muy triste como para expresarlas en palabras; quiero despedirme de ti, Mary, en esta celebración, porque es un día hermoso, y porque sigues con vida. No quiero que se me pase la oportunidad, porque sé que una de los peores dolores es perder a alguien de quien no pudiste despedirte.

La mujer suspiró tragándose sus ganas de llorar.

—El  punto es que... no me salió decir algo para ti, así que intenté hacer un poema; porque es más momentáneo, ambiguo y menos lógico, como la vida.— los ojos claros de Gilbert se posaron en el rostro de Anne.—Es la primera vez que hago uno; y es para ti. Se llama "Violeta":

A veces me replanteo todo en mi vida;

los colores, la eternidad,

las palabras, los momentos,

las medidas.

Me precipito y desordeno si 

tengo este sentimiento;

el que me dice que todo acabará

en un abrir y cerrar de ojos. 

Las cosas ocurrieron así:

te revelo esto,

me pides que me calme

y abres mis ojos a los secretos más obvios del universo.

Revelas una belleza infinita en mi existencia, una que viene de ti.

Vuelvo a replantearlo todo, una vez más;

prometo que será la última.

¿Con qué voy a colorear mi existencia?
¿Con qué voy a prevalecer? ¿con qué decir?

¿con qué durar y con qué medir todo eso?

Y solo respondes;

es violeta, la muerte es violeta.

Replanteo todo;

y perdóname por no cumplir la promesa,

estoy inmersa en terror pero de lejos veo

las respuestas, 

solo me alejaré de ellas por un instante.

Veo una fuerte luz y un aura que nace de tu cabello,

uno que me abraza y se esconde en tu pecho,

justo donde yace tu corazón;

y era violeta.


Los aplausos sonaron y Anne encontró el rostro de Mary, del cual caían lágrimas y una sonrisa inmensa. También vio a Gilbert, él no sonreía, solo la admiraba; sin pena.
Más lejos reconoció a Roy y con una mirada lo invitó a acercarse.

El chico tomó el lugar de la pelirroja, en medio del jardín, con la atención de todos. La mirada de Mary, emocionada, le recordó que valía la pena.

—Estuve pensando en la manera correcta de explicar esto y que tenga sentido para todos los que están aquí; perdón, pero realmente no me importa. Mary entenderá mis palabras, es lo único que me importa. — La mujer asiente tranquila indicándole que siga.

—Voy a ser muy sincero, estar en este jardín, que se ve horrible, la verdad, no sé quién lo decoró, pero poner flores en un lugar donde ya hay una cantidad insana de flores es muy poco creativo.

Estar en este lugar, donde todos hacen tonterías, hablan sobre cosas aburridas y tenemos que pretender que es divertido; es poco agradable. De todas maneras, no importa, no estoy aquí para divertirme, estoy aquí porque es epecial para ella, y por ende, para mí.

Escribí esto... y quisiera decírselo... hay muchas cosas que quisiera decir, y al final, casi nada de tiempo.
Mary siempre me habló sobre su fe, su amor por Dios, y yo nunca tuve miedo a decirle que yo no creo en esas cosas, yo no le rezó a ningún dios, ni le guardo devoción.
Ella siempre lo respetó y comprendió; ella hizo muchas cosas por mí, meramente como un acto puro de amor hacia mi persona. Yo estaba pensando en eso...

En las cosas que haría por ella. Leí tu biblia, Mary, y te juro que lo hice con respeto, porque guardaré cariño y admiración por la palabra que sigues, si es importante para ti, también para mí.

Al leerla, descubrí que era muy interesante algunas de las cosas que dice: tal vez porque me recuerda a la voz de Mary, o tal vez porque parece poesía. Me gusta la poesía.

Escribí esto, y lo hice lo más parecido a un pasaje de la biblia, porque tal vez así te guste más.
Este es tu pasaje, Mary, lo hice para ti:

Cuando el mundo caiga en pedazos, y las olas del mar ya no se acerquen a la costa; cuando la luz que el sol nos regala se divida en espectros; toma mi mano. Toca mi palma para que haga un nido cálido entre mis brazos para tu espalda.
Cuando tengas miedo yo escucharé tus dudas, aunque no tenga la confianza necesaria, fingiré que sí con todas mis fuerzas.
Cuando tengas dolor yo encontraré el remedio para tus heridas, incluso si yo padezco. Cuando tu voluntad se rompa, yo te prestaré la mía, aunque no sea la más estable, prometo que no flaquearé si es para tu alma.
Cuando pierdas la fe, yo crearé la mía, y haré que te des cuenta de que vale la pena.
Predicaré y recitaré aquello que tranquiliza tu espíritu, aquello en lo que más crees; sin importar si lo creo yo. Ese es el tipo de cosas que haré por ti.



























Déjame jugar contigo
Déjame hacerte sonreír
Déjame darte de mi dulzura






































Los pasos de  la pelirroja se apresuraban entre el pasto; la noticia mortificadora había llegado en la madrugada: Mary, esa mujer fuerte que confiaba en ti y te daba ánimos, esa esposa fiel que sostenía tu corazón en sus manos y lo protegía como un guardián, esa madre que ponía todo su corazón para criar a su bebé con amor y fe. Ella había fallecido. Su recuerdo se inmortalizaría en el corazón de quienes tuvieron el gran privilegio de conocerla, pero su cuerpo, yacía bajo tierra. Anne apenas recibió la noticia resbaló en el piso y se permitió llorar en silencio algunas horas, tratando de digerirlo.

Eran las 8 de la mañana, un sábado, sin pensarlo demasiado, se dispuso a caminar hasta el hogar de la única persona que la podría consolar ahora; su alma gemela. Cuando la puerta fue abierta pudo notar que Diana lo sabía, estaba despeinada, en pijamas, con los ojos hinchados y rojos, y la nariz tapada. No pasó ni un segundo para que amabas se abrazaran desesperadamente.

—¿Recuerdas el festival de la manzana, cuando nos quedamos sin manzanas para decorar las mesas y Mary puso  tomates en su lugar?—pregunta la pelirroja con una pequeña sonrisa naciendo de sus labios.

—Y todos los miraban y decían "eso no es una manzana, ¿qué rayos está sucediendo?—agrega su amiga imitando la voz de un señor cuarentón.

—y Mary dijo, " ¿En serio?, ¿a qué loco se le ocurre decorar las mesas con tomates en el festival de manzanas?— Diana estalló en carcajadas recordando aquella escena.

— ¿Por qué solo puedo recordar cosas buenas con ella?, es solo más doloroso.—

—Tomó un tren hasta el otro lado del país para buscar el medicamento para las migrañas de Marilla cuando se acabaron los suministros en Charlottetown.—menciona Anne mirando hacia el piso.

—Sacó al menos cinco horas de su tiempo para decorar la iglesia en navidad cuando la persona encargada renunció un día antes.—siguió Diana.

—Cuando Gilbert estaba demasiado cansado, se quedaba despierta pasando sus apuntes de medicina para que él pudiera dormir.—

—La primera semana que llegó al pueblo estuvo repartiendo pasteles como señal de que nos apreciaba como vecinos y deseaba una buena relación.—

—Una vez estaba llorando en el baño, porque me sentía terrible al mirarme en el espejo; entonces ella esperó hasta que saliera, sentada en el suelo al lado de la puerta. Cuando salí y le conté, estuvo como 20 minutos diciéndome lo hermosa que era y cuánto necesitaba valorarme.—

—Ella recordó mi cumpleaños, aunque casi no le hablaba, me preparó un pastel hermoso.—

—¿Puedes creer que Dios se llevó a una persona así?—pregunta la pecosa con la voz quebradiza.

—Lo que no puedo creer es que tuviéramos el honor de haber sido amadas por alguien como Mary, y ahora, debamos extrañarla para siempre.—

—¿Crees que existe realmente?—

—¿Cómo dices?—pegunta Diana desconcertada.

—Dios; ¿crees que existe?, si lo  hace, ¿por qué nos causa este sufrimiento?—pronuncia la chica entre lágrimas, respirando hondo para poder hablar.—¿Por qué llevarse a un ser humano tan bueno como ella?—

—Anne... todos moriremos, creamos o no, exista o no un Dios, todos los seres humanos moriremos algún día.  No sé por qué razón Mary murió hoy, ni por qué no pudo quedarse más tiempo y amar a quienes amaba. Pero sí estoy segura de que el tiempo que vivas, sea el que sea, debes asegurarte de amar, reír, llorar, y sobre todo de vivir. —

Ante esto, Anne reposó su cabeza en el hombro de su mejor amiga, y derramó algunas lágrimas, permanecieron en silencio un tiempo más. Se permitían un momento de soledad cada una, en el que no temían, pues sentían el calor de la compañía de la otra, pero podían pensar en tranquilidad aquello que surgiera de sus pensamientos. Diana salió de sus pensamientos al percatarse de un sonido extraño que pertenecía a la pelirroja.

—Anne, ya no llores, por favor.—pide la chica angustiada al escuchar los sollozos.

—No...no estoy...—trataba de decir la muchacha entre carcajadas. —¡No estoy llorando!—exclama quedándose sin aire y acostándose en el suelo; con las manos apretando su estómago.

—¿Te estás riendo?—pregunta preocupada al notar el estado de la pelirroja.

—¡Esos idiotas pensaron que los tomates habían aparecido mágicamente!— dice la chica con la voz agitada, mientras cerraba los ojos y se ponía roja. Diana tardó unos segundos en entender y soltó una gran carcajada, acompañando a su amiga.

—¡Y dijeron que el pueblo estaba maldecido por el fantasma del tomate!—agrega esta vez elevando su tono, Diana apenas podía respirar ante su risa.

—Mierda... hoy es uno de los peores días de mi vida.—admite la pelirroja recuperándose de su ataque de risa.

—Y eso que tu vida ha estado llena de desgracias.—al escuchar esto Anne abrió los ojos sorprendida, al igual que Diana al darse cuenta de que lo había dicho en voz alta.

—¡Es verdad!—reconoce la muchacha ahogándose en sus carcajadas, una vez más.

—Tengo una idea—menciona la castaña una vez las dos se habían tranquilizado.

Ambas bajaron hasta la cocina del hogar Barry, silenciosamente, aunque los padres de Diana no estuvieran, no debían ser captadas por su ama de llames. Con agilidad, Diana entró y salió victoriosa; con una botella de vino, dos vasos, y un puño de hielos. Subieron rápidamente hasta la habitación de la chica.

—¿Recuerdas cuando me emborrachaste sin querer cuando teníamos 13?—pregunta entre risas Diana.

—No—miente su amiga con una gran sonrisa en su rostro.

—Fue divertido—

—¿Recuerdas cuando te emborrachaste solita en la casa de Roy y tú y Henry comenzaron a bailar como tontos?—

—Sí, la verdad sí—Anne sonríe al saber que logró avergonzar a su amiga.—También recuerdo que ese día te casaste con Gilbert.—enseguida la pecosa borró su sonrisa.

—Golpe bajo—reconoció con mucha pena.

—Dijiste "¡Gilbert, eres el amor de mi vida, tan guapo y misterioso, mis amigas dicen que te ves guapo cuando estás triste, tienes unas cejas que me vuelven loca!— decía la chica molestando a su amiga.

—¡Detente!—

—Debiste decirle que quieres tener bebés con él, y que soñaste con besarlo todo.—

—Preferiría huir de la ciudad antes de decirle algo as.... espera un momento!—gritó sorprendida.—¡Yo nunca te conté lo del sueño con él.—

—Ay, Anne, ¿crees que soy tonta?—pregunta mirándola fijamente.—Era obvio que te gustaba Gilbert, y ese sueño del que me contaste solo tiene sentido si fue con él; además, después de eso te alejaste, como si tuvieras vergüenza de verlo, fue muy fácil suponerlo.— Anne quedó sorprendida ante las capacidades deductivas de Diana.

—En cambio... yo nunca imaginé siquiera que tú y Jerry tuvieran algo.—

—Soy buena ocultando cosas, he tenido práctica todos estos años.—

—¿Qué sucedió con eso?—pregunta acercándose un poco más.

—Te lo resumo: cuando finalmente me atreví a jugarme por mis sentimiento por Jerry y declararle mi amor, en una estúpida carta que tenía referencias de Frankenstein, lo encontré en su casa, llevando a su nueva novia, una rubia hermosa y alta. Aún así, me terminé de humillar dándole esa carta y él me respondió días después, rechazándome con referencias de Frankenstein. Eso fue lo peor de todo... que te rechacen es una cosa, y que te rechacen con referencias a un libro que tú recomendaste es otra....—

Las pelirroja meditó en silencio algunos segundos. —¿Jerry leyó Frankenstein?—pregunta finalmente desconcertada.

—Sí—responde la castaña con una sonrisa sutil.—¿Qué pasó con Gilbert?—

—Te lo resumo: cuando casi muere le dije muchas cosas  que me dejan en evidencia, aún así, nos concentramos en recuperar nuestra amistad y sí nos acercamos rápidamente, sin embargo, Josie ahora es tan unida a él como lo soy yo y no estoy segura si él tiene sentimientos por ella. Simultáneamente, me acerqué a Roy, quien demostró ser un buen amigo cuando no hablaba con Gilbert; fuimos a ver a su mamá y me pidió que me quedara en su vida, que aunque tuviera miedo, me pediría eso porque no quería perderme. Nuestro último día de clases fui a la case de Gil y tuvimos una charla muy emotiva, donde nos acercamos tanto y estoy muy segura de que ambos insinuamos desear besarnos y casi lo hicimos. Luego pasó lo de Mary y Gilbert se siente totalmente culpable de su muerte, está enojado y muy triste, no sé cómo hacerlo sentir mejor; pero Roy, está totalmente vulnerable, siento la obligación de quedarme a su lado, y estoy casi segura que le gusto...— la expresión de su amiga no tenía precio; estaba boquiabierta, con los ojos divagando, en su mente, procesaba toda aquella información.

—¿Qué piensas hacer?—pregunta confundida.

—No sé, no puedo hacer ningún movimiento ahora, tengo miedo de que Roy me llegue a decir que le gusto, y tengo miedo a acercarme a Gilbert de esa manera; porque creo que no es el momento.— Diana asintió concordando con la pecosa.—¿Tú qué piensas hacer?—

—Aceptar que Jerry tiene a alguien más y perdí mi oportunidad de estar con alguien que valía la pena por miedo a lo que otros pensarían.—

—Esto es una mierda—reconocen ambas al mismo tiempo tras un suspiro.

—¿Sabes qué es lo peor?—pregunta Diana.—No logro decidir quién me parece más atractivo; si Jerry o su novia.— enseguida Anne comenzó a reírse fuertemente acompañada de su amiga.
























Déjame quedarme aquí
Déjame besarte ahí
Donde guardas tus secretos
Los más obscuros y los más bellos




























































—Perdón—pronuncia entre llanto.

—¿Por qué?—pregunta desconcertado.

—Por no saber cómo ayudarte, no sé ni qué decir, Roy—admite apenada, jugando con las hojas en el suelo.

—No tienes que hacerlo, la muerte nunca se ha remediado con palabras.—

La chica siente la tristeza detrás de aquellas palabras, veía al muchacho llorar, día tras día. Era lo único que hacía.

—Por un momento pensé que tendría una madre; que Mary sería esa persona que me tranquilizara y quisiera... supongo que su dios tenía otros planes.—bufa tristemente.

—Las cosas nunca salen como esperamos, la vida es totalmente impredecible.—

—¿Gilbert está bien?—Anne se sorprende al escucharlo preguntarle por el chico.

—No tanto.—admite algo cansada.—Él cree que contagió a Mary, aunque el doctor le explicó que no fue así, sigue insistiendo en sentir culpa y responsabilidad de su muerte. El ambiente está tenso, porque Bash está muy deprimido, y Gilbert enojado.—

—Puedes ir a verlo, de verdad, creo que te necesita más que yo—sugiere Roy sonriéndole con sinceridad.

—Ya estuve con él en la mañana y de verdad que no le ayuda mucho, creo que prefiere estar solo por ahora. Además, eres mi amigo también, yo necesito estar contigo.—al escuchar esto el muchacho toma su pequeña mano entre la suya y las entrelaza.

—Eres lo único que me hace sentir menos horrible en estos momentos.— Anne sonríe de vuelta.—Tus padres murieron poco después de que nacieras, ¿verdad?— la pecosa asiente algo incómoda. —Cuéntame de ellos—

—Roy, no sé nada de ellos, tú mismo lo dijiste, se murieron antes de que los conociera.—

—¿Y nunca te han contado algo o...—fue interrumpido antes de poder terminar de hablar.

—No creo que sea el momento—

—Casi no conozco tu pasado, Anne—admite Roy algo preocupado.

—Conoces lo necesario.—

—No... no como quiero— los nervios de la muchacha aumentaron en ese momento, especulando a qué se refería.

—¿Qué quieres decir?—pregunta con confusión.

—Estoy enamorado de ti—confiesa con velocidad.—He intentado ignorar mis sentimientos, pero simplemente no pasa; nunca había conocido a alguien como tú, siento que puedo conectarme con tu mente, y yo jamás imaginé conocer a alguien así. Admiro todo de ti.—

—Roy, no hagas esto, estás muy vulnerable—pide la chica sintiendo la ansiedad aproximarse.

—Todo, Anne; la manera en que te expresas tan apasionada sobre las cosas que amas, cómo defiendes a los demás, cómo encuentras belleza incluso en los lugares que fueron olvidados por otros. Eres excepcional, un ser humano fuera de lo ordinario, y estoy enamorado de ti, de tus pecas, tu cabello, tu olor, tus manos frías y delgadas; me vuelves loco. Estoy harto de no aceptarlo—

Anne estaba sin palabras, nada pasaba por su mente, solo quería que una mano gigante saliera de la tierra y la tragara. Ni siquiera puso atención a los hermosos cumplidos de Roy, estaba aterrada, no quería decir nada.

Entonces, Roy tomó su rostro entre sus palmas y se acercó, en un rápido movimiento, a sus labios. Unió sus bocas en un cálido beso, sintiendo la suavidad que pertenecía a la chica. Profundizó aquello posicionando una de sus manos detrás del cuello de Anne. Por su lado, ella estaba impactada, no lo vio venir y no tenía idea de cómo reaccionar. Solo dejó que él tomara su beso. Al separarse, ella tenía la misma expresión confundida y triste, no negaría que fue un tierno beso, uno lindo; solo que su corazón estaba lleno de culpa.

—Por favor no me dejes, no ahora; te necesito—le pide el chico como una plegaría.

—No lo haré—dice al tragar saliva y mirarlo fijamente; una sonrisa se forma en el rostro de Roy y vuelve a regalarle otro beso, uno más largo y lento.












Ya sé :(
Soy la definición de persona ausente, soy como un padre en latinoamérica; me voy y nunca se sabe si voy a volver.
¿Han escuchado de los multiversos?
Podemos imaginar que estamos en un universo donde actualicé hace cinco meses y ustedes no me odian
Porfis
Este capítulo fue muyyy triste para mí
PERO
en otras noticias
Comencé un fanfic dramione, para los amantes de Harry Potter... vayan a mi perfil, se llama New Home  y va a ser bien entretenido
Lo prometo
Los quiero ♡

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