Iris
Mire a Lex, él se encontraba leyendo algún documento mientras que yo solo podía observar su perfil, estaba tan concentrado que no quería interrumpirlo. Tomé mi celular para ver si encontraba algo divertido en las redes sociales, pero aparentemente la única tendencia entre mis amigos era la boda de Dominic y RoseMary, ambos habían insistido en aplazar la boda pero no creo que se debería hacer tal cambio solo por mi pérdida, mi abuela solía decir que aunque el luto era bueno para sanar la tristeza de la persona este no debía alargarse, hay momentos donde se debe aceptar que la vida continua y que el mundo no se detendrá solo porque alguien está triste.
—Si te aburre estar aquí, debiste haber acompañado a tus amigas—lo escuche hablar, levante la vista para notar que seguía concentrado en su trabajo.
—Todas estan estresadas por la boda y están haciendo compras de último minuto, además me encanta verte trabajar, es tan sexy.
—Últimamente todo te parece sexy de mi.
—¿Y no crees que eso es halagador?
—Considero halagador que te gusten otros aspectos de mi aparte de mi rostro y cuerpo el cual consideras un trozo de carne jugoso—bromeó mientras continuaba leyendo los documentos.
—Eres inteligente y eso me gusta de ti.
—¿Solo eso?
—A veces eres un petulante aunque quieras negarlo, pero aún así lo considero algo lindo de mi. Me gusta lo refinado que eres al hablar, tu postura tan firme, la forma en la que arrugas tu frente cuando estas tan concentrado, el como sonríes cuando me miras y piensas que no lo noto, cuando me abrazas por las noches, el como me besas por sorpresa y como me susurra cosas al oído cuando tenemos sexo.
Él giro a verme, dejó los documentos a un lado para levantarse para sentarse donde yo me encontraba, coloco sus manos alrededor de mi y me miró directamente a los ojos.
—No sólo tenemos sexo, lo nuestro es más intimo
—tomó el listón de mi vestido para soltarlo lentamente —si solo fuese sexo no me preocuparía tanto por ti, no te acariciarla con cuidado, no te besaría con cariño, no te susurraria palabras al oído—con sus manos quito mi vestido—. Te voy a enseñar la diferencia entre tener sexo y hacer el amor.
—¿Ah si? ¿Y cómo piensas hacerlo?
Me miró a los ojos, se acercó para besarme mi mejilla izquierda, luego la derecha, beso la punta de mi nariz, mi frente parar terminar en mis labios, se acercó a mí oído haciendo sentir cosquillas con su respiración.
—Me encanta tu sonrisa, en la sinfonía de tu risa, el lunar de tu pecho, el olor de tu cuerpo, la suavidad de piel, el como pronuncia mi nombre y el como me provocas.
—¿Solo eso? —pregunté usando el mismo tono que él.
—Me encanta que seas más inteligente que yo y no me apena el admitirlo, tu egocentrismo, el como incluso en los peores momentos te esfuerzas por sonreír, y tu manera tan inusual de ver a las personas y hacerlas reir
—se alejo por un segundo para besarme—me encanta el sabor de tus labios y sentirlos sobre los míos.
Me susurro nuevamente provocando un escalofrío en mi, se sentó en la cama y me guió para imitar su gesto, coloque mis piernas a su alrededor, su boca se dirigió a su cuello para exparcir besos mientras que sus manos acariciaba mi espalda. A veces detestaba que fuese así, que se tomará su tiempo para hacerme placer, ciertamente es un momento que disfruto, me hace sentir amada por él, que me aprecia hasta el mas mínimo detalle de mi cuerpo, mas que todo eso me hace sentir que en verdad le importo. Pero quitando todo eso, también sentía que lo hacía a propósito para que yo le insistiera que fuese más lejos.
—Lex—pronuncie su nombre cuando sentí su toque, lo mire a los ojos notando su lujuria en ellos, cuando me acerque para besarlo mi celular sonó a lo cual yo maldije.
—No crees que deberías.
—Al diablo la persona que llama, solo sígueme besando—le pedí acurrucado su rostro para besarlo pero mi celular volvió a sonar.
—Contesta el celular, algo me dice que la persona seguirá insistiendo.
Lo mire un tanto ofendida me hacía creer que no quería continuar pero tenía razón, si no tomaba la llamaba mi celular seguiría sonando, me quite para tomar el aparato el cual volvió a sonar.
—¿Que quieres?
—Necesito que vayas por Ilan a sus prácticas de béisbol y después por Dimash a sus clases de arte.
—¿Y por qué debería hacerlo?
—Blythe está en un juicio y yo tuve un problema con la camioneta.
—Insisto, ¿por qué debería hacerlo? Son tus hijos no míos, yo te dije que te cuidaras.
—Son tus sobrinos. Además estoy segura que puedes esperar para tener sexo, solo dile a Lex que toma una ducha fría.
—Yo jamás te hice esto, siempre te deje tener tus encuentros.
—Solo ve por mis hijos. Y por favor que llegue seguros a la florería.
Insistió Leslie, mire a Lex quien se encontraba sentado con tranquilidad en la cama.
—Creo que la única que necesitará la ducha fría seré yo.
—Iris, solo ve por ellos
—dijo y colgó el teléfono. Yo lo maldije, después al maldito aparato y luego volvi a maldecir a mi hermano.
—¿Sucedió algo grave?
—No, mi hermano solo quiere que vaya por mis sobrinos.
—Ve a buscarlos, te esperare aquí.
—¿No podemos tener un rap...
—Ve a buscar a tus sobrinos, Iris—me indicó mientras volvía a su trabajo.
—Me siento un tanto indignada —dije mientras me levantaba para tomar mi ropa—pero sabes cuando llegué espero que me sorprendas.
—Deberías apresurarte o será tarde.
—No cambies el tema, escuchame bien, cuando llegue espero encontrar un camino de flores, velas aromáticas, un buen vino, y a ti en medio de la cama con una poca muy atractiva y nada de ropa.
—Ve por tus sobrinos, Iris.
—Lo digo bastante en serio—dije tomando mi bolso y mi celular—así que mas te vale estar despierto.
Él solo se despidió sin mirarme, sabía que estaba apenado por mis palabras y dudaba mucho que hiciera algo como eso pero se valía soñar, tal vez de regreso podía pasar por la tienda y yo darle una linda sorpresa. En momentos como estos extraño mis días en Baltimore donde solo estaba encerrada con Lex en su departamento y teníamos nuestro espacio.
Gire a la derecha en busca de un lugar de estacionamiento, me sorprendía la cantidad de autos en este lugar, desde la ventana mire a Ilan sentado en la banca junto a otro joven el cual se levantó y note como lo empujó, maldito mocoso le daría sus pataditas, estacione el auto en medio del camino, encendí las intermitentes antes de bajar para ir corriendo hacia Ilan.
—¿Y quién va a salvarte, tu mami? —preguntó burlón.
—No, será su tía, fantoche—dije mientras empujaba al niño, ciertamente no es correcto hacer algo así porque es un niño pero en mi defensa nadie se mete con él pequeño Ilan.
—¿Como te atreves a empujarme?
—De la misma manera en la que tu te atreviste a empujar a Ilan.
—Mujer loca.
—¡Callate! —grite asustando al niño—. Vámonos Ilan.
—Oiga, ¿como se atreve a gritarle a mi hijo? —preguntó una mujer mientras se acercaba.
—Pues de la misma manera en la que él se atrevió a empujar a mí sobrino.
—Solo son niños, no debería exaltarse por un juego.
—Pues opino lo mismo, no debería exaltarse por un gritito.
—Asustó a mi hijo.
—Y tu hijo empujó a mi sobrino.
—Mujer salvaje.
—Refinada de cuarta.
—Loca vagabunda.
—Rubia oxigenada.
—Retractate.
—Atrévete a hacerlo, vamos inténtalo, greñas de maíz.
—No te atreverías a decirlo nuevamente.
—Vamos rubia mal teñida, da el primer golpe.
Mirar a esa mujer que parecía delgada con malos botox me hacía pensar que jamás se atrevería a ponerme una mano encima porque podía dañarse la manicura pero supongo que tantas provocaciones pueden ocasionar siempre una primera vez. Cuando me abofeteo la primera vez pensaba dejarlo pasar pero cuando lo volvió a hacer sabía que ella no debía vivir para contarlo. Lo último que recuerdo es como tome su cabello y mordí su brazo para terminar en el suelo estando encima de ella para obligarla a comer césped, el entrenador y otros padres de familia tuvieron que alejarme de la pobre mujer que parecía trapo viejo, no fue una conducta apropiada pero estoy orgullosa de ello, su hijo ni siquiera se atrevía a verme por lo que dudaba que me fuese a molestar otra vez a Ilan.
Una vez de regreso en el auto, mire a Ilan de reojo estaba muy callado.
—¿Que sucede?
—Estuviste increíble.
—Si bueno, recuerda que la violencia no es la solución y si tu padre pregunta esto nunca pasó.
—¿Por qué? Yo creo que estuviste genial.
—Si, pero tu padre ahora es un pacifista y jamás aprobaría esto.
—Sin importar lo que diga mi padre, yo sigo creyendo que eres lo máximo.
—Claro que si, es de familia.
Al llegar a la escuela de Dimash baje del auto captando las miradas de todos y sabia muy bien que no era porque pareciera una princesa andante. Al entrar todos me miraron, pero en especial la profesora de Dimash quien alejo a los niños.
—¡Tía Iris! —grito Dimash corriendo para abrazar mi pierna.
—Dimash, ¿conoces a... La señorita?
—Si, es la hermana de papá.
—Tranquila, se que parezco un indigente pero soy un médico respetable.
—Por supuesto.
Respondió poco convencido la mujer quien seguía mirándome con desconfianza cuando salí con Dimash del establecimiento, lo ayude a subir al auto y yo me fui a mi parte delantera.
Note como se estiro para mostrarme una pieza de cerámica.
—Vaya, pero que bonito es esto.
—Es el tío Lex.
Respondió mientras yo miraba lo que parecía ser una figura muy deforme de él.
—Claro, dale un regalo a él que solo tienes un par de semanas conociendo y no a tu única tía de sangre.
Deje la pieza de cerámica en los portavasos para poder conducir, miraba de vez en cuando a Dimash por el retrovisor quien miraba hacia la ventana, después mire a Ilan que seguía callando.
—¿Volverás a Baltimore, pronto?
—Si, solo iré a la boda de Dominic y tendré que volver.
—¿Volverás a olvidarnos?
—¿Que? No, yo jamás los olvide, por algo siempre recibias regalos cada cumpleaños y navidad.
—Pero yo no quería regalos, te quería a ti tía Iris.
—Awww, eres tan lindo—dije enternecida, estire mi mano para alborotar su cabello —Y que hay de ti Dimash, ¿también quieres a tía, Iris?
—Si, me distes galletas.
—El soborno siempre funciona.
—¿Vendrás a visitarnos?
—Ya hicimos un trato, cada vacaciones y festividad tendrá que verme mi cara aunque no quieran.
—¿Y vendrás con Lex?
—No lo se, tal vez, ¿por qué?
—Me agrada. Creo que se ven muy bien, es como ver a mamá y a papá. Ellos dicen que las parejas deben ser complementar y creo que Lex es un buen complemento para ti.
—¿Así?, ¿por qué lo crees?
—Estas loca y él es normal.
—Me ofendes pero al mismo tiempo me halagas.
—No puedes negarlo, ¿que crees que te diga cuando te vea así?
—Te diría que me veo linda pero eso solo en mis fantasías, supongo que me diría que tome una ducha.
—Y estaría de acuerdo con él.
—Aunque ahora que lo pienso sí quiero llegar y continuar... —calle al percatarme de la mirada de Ilan—trabajando, debo estar más presentable... Hemos llegado.
Estacione el auto frente a la florería, Ilan bajo del auto y fue a la parte trasero por Dimash.
—Los quiero, los amo. No olviden no hablar sobre esto con sus padres.
—Adiós tía Iris—se despido Ilan al igual que Dimash.
—Adiós pequeños retoños de la vida.
Los vi entrar a la florería, desde el gran cristal observe a Ana quien me miraba un tanto confundida seguramente debido a mi nuevo look, le pedí que guarda silencio y ella solo asintió.
Encendi el auto para continuar con mi camino, vaya que quería regresar lo antes posible pero tal vez si debía ir a casa a tomar una ducha, con esta pinta de vagabundo nadie se exita, me estacione un momento cerca de un parque para mirar mi cara en el espejo retrovisor, mi cabello era un desastre pero podía arreglarlo con una liga, sin embargo tanto mi vestido como mi cara estaba cubierta de tierra al igual que mis manos, abrí el comportamiento al recordar que Lex había guardado una toallas desinfectante, vaya que tener a ese hombre como novio tiene sus ventanas, tomé una para limpiar mis manos, volví a tomar otra para limpiar mi rostro me mire en el espejo retrovisor para tallar mejor las manchas pero había algo que captó mi atención, mas bien una cara en particular, acomode mejor el espejo para ver a RoseMary abrazada de alguien, no había ningún problema excepto que ese no era Dominic, gire por completo para ver esa pelirroja, maldita sirenita con piernas, le voy a dar una paliza, no espera esta embarazada bueno aun así la voy a enfrentar a gritos. Baje del auto para dirigirme hacia ella bastante molesta.
—Ahora si sacaste boleto, sirenita con piernas.
—¿¡Iris!? —de veía tan alarmada. Claro que si, después de todo la atrape en el acto.
—Ahora si, las tenias bien guardada.
—¿Que te paso?
—No me cambies de tema, te daré tus patadas.
—Espera Iris...
—Como te atreves, y pensar que me iba a poner un estupido vestido rosado por ti.
—No es lo que piensas Iris.
—No soy estúpida, escuchame bien pelirroja cuando Dominic se entere...
—Iris ya basta.
—Pero Dominic—gire a verlo por un segundo y luego a la sirenita con piernas para reclamarle pero cuando fui consciente de lo que vi volví a ver a Dominic—. Y enfrente de él, pero que pu...
—Iris, no es lo que piensas —interrumpió Dominic. Lo mire a él, luego a RoseMary finalmente al joven extranjero que se veía tan confundido.
—De acuerdo, entonces, ¿qué demonios sucede?
—Es una historia larga.
—Tengo tiempo—le indique mientras me sentaba a su lado—¿Y bien?
—¿Recuerdas a Azim?
—Claro, el chico árabe que fue tu compañero, es alguien muy agradable.
—Bueno, él es el padre del bebé que espera RoseMary.
—Dominic, creo que debes ir desde el principio porque no comprendo nada.
—Azim y RoseMary iban a casarse, pero Azim murió yo le prometí que cuidaría de su bebé y RoseMary en lo que estuviese en mis manos.
—¿Y se supone que eso explica todo?
—RosaMary es originaria de Rumanía, proviene de un pueblo muy pobre. Su contrato en su trabajo muy pronto terminara por lo que tendrá que volver a su país de origen, ella en su país no iba a conseguir un trabajo o poder cuidar de su bebé, por eso decidí casarme con ella, le daré a su bebé y a ella mi ciudadanía.
—Dominic eso es ilegal.
—Aún así él decidió correr el riesgo, perdona mucho por esto Iris pero yo no estaría dispuesto a hacerlo si solo fuese yo pero también viene un bebe.
—Ahora no sirenita con piernas, vaya a sentarse con el extranjero —RoseMary le dijo algo al joven por lo cual ambos se alejaron un poco—¿Como puedes hacer algo tan estupido? ¿Qué demonios dirás cuando el bebé nazca y no tenga ni una pizca de ti? ¿Como pudiste engañar a tu familia?
—Ellos lo saben.
—¿Que demonios? ¿Como pudiste involucrar a tu familia?
—Necesitaba el apoyo de alguien, al principio le comenté a Odysse, después a mis otros hermanos y finalmente a mis padres.
—¿Y se puede saber porque no me dijiste nada?
—Por qué sabía que ibas a reaccionar de esta manera.
—¿Y cómo demonios querías que reaccionara?
—No entiendo tu molestia, tu también actúas por tu cuenta sin decirme nunca nada.
—No es lo mismo.
—Claro que si.
—Claro que no Dominic. Cuando supe que te ibas a casar con alguien mas mi corazón quedó destrozado, ¿como se supone que iba a tomar la noticia de él chico que siempre me a gustado se case con otra? Todo este maldito tiempo tuve que mostrar una tonta sonrisa y fingir que estaba de acuerdo, si me hubieses dicho todo esto no habría llorado por ti y...
—Vuelve a decirlo.
—Eres un idiota—dije apenada al ser consiente de lo que dije.
—No es eso, por favor Iris, dímelo.
—Ya no es nada.
—¿Aún me amas?
—Ya estoy con alguien mas.
—Iris, no evites mi pregunta, ¿aún me amas?
—¿Acaso importa?
—Si, a mi me importa.
—Solo olvidalo Dominic, además yo...
—Te amo—dijo haciéndome sentir tan pequeña note como busco mi mano para tomarlo —. Desde el primer momento en que te conocí mi corazón comenzó a latir por ti.
—Esto no está bien.
—¿Por qué? ¿Solo por que ya tienes a alguien más? En verdad siento tanto el hecho de ser un idiota pero no puedo evitarlo... Te amo, Iris Shuster.
—No, no es así.
—Si, siempre a sido así.
—¿Por qué me dices algo así hasta ahora? Si tan solo hubieses sido honesto desde el principio yo no...
A mi mente vino Lex, su sonrisa, el como me abrazaba pero frente a mi tenía a Dominic tomando mi mano mientras me veía con ruego, me solté de su agarre lentamente.
—Lo siento Dominic.
—Iris espera—en un acto de desesperación estiró su mano y se aferro a mí brazo —. No quiero dejarte ir, no está vez. Así que por favor, no te vayas.
—Lo siento Dominic pero, le prometí a Lex que no le volvería a romper el corazón.
—Y nosotros nos prometimos nunca hacernos daño.
—Y sin embargo ya lo hemos hecho.
Como pude me solté de su agarre, volví al auto y subí dentro de este para comenzar a llorar, todo lo que deseaba estaba frente a mí pero no podía tomarlo, tenía lo que necesitaba sin embargo ahora mismo sentía que ya no era para mí.
Me sentía tan confundida.